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14 septiembre 2008

Sueño con ágoras salvadoreñas

Ya va para tiempo, para mucho tiempo, recuerdo mi último encuentro con Schafik Handal, fue en la Casa de América Latina de París, en el bulevar Saint Germain, después de un encuentro con jóvenes latinoamericanos que vinieron a escuchar su informe sobre la situación política en El Salvador. Casi siempre nuestros encuentros resultaron desencuentros, no siempre por culpa suya o por lo que se ha dicho tanto por su carácter, el mío tampoco está exento de tachas, ambos éramos explosivos. Puedo decir que conmigo Schafik nunca se mostró rencoroso. Lo digo para que conste. Pero esa última vez nuestra conversación fue sumamente cordial y por primera vez los temas que abordamos no nos condujeron al enfrentamiento, a la oposición. El tema lo introdujo en nuestro ambiente Mijail Gorbachev, durante la peristroika : «pensar por nosostros mismos», «ejercer nuestro espíritu crítico», «crear espacios de debate». Por supuesto que no puedo reproducir aquí nuestra conversación, temo caer en infidelidades, además las palabras de entonces tal vez ya no sean las mismas que usamos hoy. Pero los temas me parecen siguen estando de pie, siguen siendo actuales y esto no sólo en nuestro campo ideológico, sino que también a nivel nacional.

Mijail Gorbachev sorprendió a más de alguno cuando declaró que Moscú ya no era más el centro del Movimiento Comunista Internacional y que de ahora en adelante cada uno debía pensar con su propia cabeza. Con esta declaración le devolvía a todos los partidos comunistas lo que durante décadas se les había usurpado, su autonomía. Algunos partidos comunistas ya habían iniciado este camino hacia la autonomía, sobre todo los partidos de Francia, Italia y España. No obstante esta nueva actitud del PCUS dejó a la mayoría de partidos sumidos en la perplejidad y se sintieron irremediablemente huérfanos. Muchos habían perdido simplemente el hábito de pensar, su capacidad de ejercer la crítica y su actitud más corriente había sido la de prodigarle a la línea fijada por Moscú un apoyo y sumisión incondicionales. Ahora se les invitaba a criticar incluso las reformas que se llevaban acabo en la misma URSS.

Para muchos la nueva situación se volvió insoportable, pues el ejercer el espíritu crítico significaba al mismo tiempo la caída del argumento de autoridad, dejaba de existir la sacralización de la palabra del jefe, del secretario general, que curiosamente en cada país se había convertido, obedeciendo a una deplorable tradición fatal, en el mejor experto en cuestiones de Marxismo-Leninismo. Los secretarios generales no se privaban de proferir ex cáthedra las caricaturas que se confeccionaban en Moscú, a veces agregaban algún condimento personal, aunque carecieran de toda preparación filosófica. Lo que ellos afirmaban se convertía en certitud y no admitía discusión, ningún cuestionamiento. Cada país tenía su propia cumbre ideológica y estas cumbres se sustentaban y sustentaban a la cumbre moscovita. Gorbachev echó abajo este edificio, que no me atrevo a llamar del pensamiento único, pues en realidad no existía pensamiento alguno. Pero además de este edificio ideológico, la nueva actitud puso en peligro otro edificio gemelo: en torno al secretario general se formaba un cuerpo de ideólogos que trasmitían la luz a las bases y coartaban el espíritu crítico de los militantes, convirtiendo la organización partidaria en un sistema de obediencia vertical y la aceptación acrítica de la línea pensada por otros. Pensar por sí mismos implicaba cuestionar este funcionamiento, pero sobre todo inventar un nuevo tipo de organización de partido que permitiera la reflexión colectiva y la toma en cuenta verdadera de la voluntad y opinión de las bases. Huelga decir que no siempre o casi nunca este proyecto se realizó.

Todos sabemos que advino de las reformas que emprendió Mijail Gorbachev en la URSS. No obstante es menester que le reconozcamos que fue él quien introdujo en el ámbito de la política, de la administración de la cosa pública, la exigencia de mayor transpariencia (glasnost) y la imperiosa necesidad de ejercer el espíritu crítico.

Este ejercicio del raciocinio crítico implica dos aspectos que van íntimamente ligados, la quæstio, la capacidad de cuestionar y la disputatio, la aptitud a argumentar en público, ambas confieren a todo individuo la autonomía de espíritu.

El primer aspecto, la capacidad de cuestionar, presupone el análisis de los argumentos expuestos y su confrontación con las propias opiniones o las opiniones adversas. La disposición a este análisis requiere la condición de igualdad, todos los argumentos tienen que ser analizados y no puede existir ninguna traba, ni social, ni psicológica a este libre análisis. Este principio de igualdad es primordial pues es el que construye las condiciones para la posible deliberación. Supone, es evidente, que en un debate no debe existir una voz que se imponga por tener la autoridad de un puesto o cargo.

La capacidad de cuestionar no es innata. Se aprende. El papel que debe jugar la educación escolar es fundamental, la escuela debe inculcar el espíritu crítico (esto lo abordaré en otra interveción). Tomar la palabra públicamente aunque sea para preguntar no es siempre muy sencillo, sobre todo si la toma de la palabra es para cuestionar la validez del argumento presentado por el orador. Si nos vamos al fondo de lo que esto significa, comprenderemos que en esta capacidad reside en mucho el ejercicio mismo de la propia libertad. Pensar por sí mismo es un arte que tiene que ejercerse en público, por ello es imperiosa la necesidad de crear los espacios de debate en donde se pueda ejercer el derecho de cuestionar. Supongo que es evidente que no me refiero a esa práctica pseudodemocrática que le permite al público (auditorio) hacer preguntas para que el orador (jefe, experto) aclare, explique, ilumine. Me refiero a otra cosa cualitativamente diferente, lugares de deliberación.

La complejidad del mundo actual puede conducirnos a creer que solamente el perito tiene la capacidad de opinar y solamente él puede decidir lo que es más conveniente, lo más justo en cada situación. Esta creencia trae escondido un prejuicio o si se prefiere una presuposición: sólo existen soluciones técnicas, por consiguiente únicamente el experto puede conocer la solución. Con esto se acaba la democracia, se acaba la libertad. En la sociedad, mucho más allá de las soluciones técnicas, existen intereses, ambiciones, proyectos, fines. No existe pues neutralidad técnica. Es decir la solución que propone el técnico tiene consecuencias que corresponden a intereses, ambiciones, proyectos y fines de los grupos sociales y por lo general tocan a todo el mundo. La evaluación entonces no puede restringirse a su momento técnico. Incluyamos que a veces hay pluralidad de soluciones técnicas.

El otro aspecto, la disputatio, argumentar en público implica —además del momento positivo de la reflexión— la aceptación del juicio de los otros. Cuando en una deliberación se emite una opinión es obligación estar dispuesto a la contradicción. Se trata de una capacidad analítica que impulsa a la personalidad hacia su realización en el espacio colectivo. Hay pues en esto una verdadera coordinación entre lo individual y lo colectivo. El intercambio de argumentos, de puntos de vistas, de opciones, en el que no existe desnivel en su toma en cuenta, en el que la nivelación no es simplemente la superación de oposiciones, sino que también la aceptación razonada de las mejores opciones. Ambos aspectos de este raciocinio crítico son fundamentales para la creación de la democracia de un nuevo tipo. Se trata de una nueva cultura que hay que cultivar desde la escuela, enseñar a los jóvenes a no contentarse con la verdad aparente, a aprender a cuestionar lo que se presenta como evidencia y a buscar más allá de la apariencia los caminos que conducen al descubrimiento de la verdad. Pero se trata también de enseñarles a presentar razonadamente sus hipótesis, de tomar en cuenta las objeciones, saber analizar cada opción que se presente.

No hace mucho leí en un matutino nacional a “expertos” que oponen como antagónicas la posibilidad de enseñarle a los jóvenes la capacidad de tomar decisiones colectivas y la capacidad de decidir individualmente. Es evidente que se trata de una falsa oposición. El individuo no existe, nunca ha existido en islas desiertas, funciona siempre en sociedad, su capacidad individual de discernimiento la adquiere en el contacto con otros miembros de la sociedad y los parámetros de su juicio deben obligatoriamente que confrontarse con la realidad y se verifican en la práctica social. La personalidad no se despliega en el egoismo individualista, más bien en su acción dentro de la comunidad. Entre más fuertes son las personalidades, más fuerte es el colectivo.

Si he hablado al inicio de este artículo de Schafik Handal es precisamente porque fue la primera vez que abordé el tema con un compatriota. Hablamos de las ágoras griegas, de su simbolismo circular, del uso del azar. Nos proyectamos hacia el futuro. Entonces mi propia reflexión me limitaba a pensar que los grandes logros democráticos sólo serían posibles en otro tipo de sociedad, que primero había que abolir la explotación de los hombres por otros hombres. La democracia es una construcción constante y permanente. Por consiguiente enseñar a argumentar es crear las condiciones para que florezca la democracia en nuestro país. Necesitamos pues de instancias institucionalizadas del ejercicio público de deliberación popular.

6 comentarios:

  1. Anónimo7:20 a. m.

    De antología. Más profundo que lo que una lectura rápida y superficial puede sugerir.

    Podría parecer de sentido común, pero por lo visto ése es el menos común de los sentidos: argumentar y debatir. Así se genera unión en la diversidad (no unión artificial) y civilización.

    Si mi tiempo me lo permite lo comentaré y publicitaré en mi blog.

    "...la escuela debe inculcar el espíritu crítico..."

    Puede ser. Pero si eso significa que unos burócratas en el Ministerio de Educación van a poder "diseñar" el "plan educativo" que haga eso posible, allí tendría mis reservas... aunque pudiera ser.

    Como responsabilidad primigenia de los padres, educar en la capacidad de debatir y de razonar de modo crítico debe empezar en la familia.

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  2. Una maravillosa fusión entre recuerdos y triste realidad.

    Simplemente inmejorable... sólo que ahora me siento plagiario de ideas.

    Saludos don Carlos

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  3. Anónimo12:54 p. m.

    Muy dificil se pueden lograr dichos espacios, cuando el control de la opinión es coartada a fuerza de balazos o supresión de los argumentos cuando el que habla aun no ha sido educado para hablar con su propia voz y su conciencia a un tecnocrata o simple burocrata del gobierno que no permite argumento alguno por su mala actuación.

    Hoy nos ofrecen balas y prometen terminar con el "comunismo".

    http://www.laprensagrafica.com/opinion/1136067.asp

    Por no poder pelear contra las ideas.

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  4. Estimado JC:

    Te agradezco lo que me expresás. Me interesan mucho tus comentarios y la prolongación de esta reflexión.

    Comparto tus reservas sobre el « plan educativo » elaborado en gabinetes ministeriales. No obstante es necesario que la exigencia de ese aspecto de la educación exista, pues se trata de algo que recubre asuntos que están ligados a todos los aprendizajes, pero también a la actividad cotidiana extraescolar de todos los individuos. Se trata también es su vida profesional. Sobre este aspecto me parece que urge también un debate profundizado.

    Por otra parte, sobre el papel de la familia en la educación. Pues es evidente el papel que tiene que jugar la familia en la trasmisión de valores y de conductas. Pero es necesario saber (estar conscientes) de que no todos estamos preparados para ejercer nuestro derecho a la crítica. Al contrario, vivimos en una sociedad que limita o coarta este derecho. Me parece que uno de las características de nuestra sociedad es el autoritarismo. La familia está construida ideológicamete sobre la base de la autoridad. Aquí surge el problema de la interpretación de los límites de esta autoridad y su papel en la formación de los individuos. El autoritarismo linda, y a veces se conjuga, con el simple despotismo. La autoridad tiende a imponerse no por el convencimiento, sino que por la fuerza (los diferentes tipos de castigos).

    No obstante de acuerdo que no hay que olvidar el papel indispensable de la familia en la formación de los niños.

    Hay algo que no hay que olvidar: abundan padres de familia que no pasan mucho tiempo en contacto con sus hijos, por el tipo de ocupaciones de su trabajo. A veces no tienen tiempo para controlar ni siquiera la labor que desempeñan sus hijos en las escuelas. Mientras que los maestros y maestras atienden durante horas a esos mismos niños. En esto hay que tener en cuenta, me parece, que las diferencias sociales reales se manifiestan también en estos aspectos educacionales. La escuela puede ser justamente un medio de nivelación cultural y además ayudar a acceder a niveles más altos para toda la población.

    Repito que todo esto lo expreso para que sea debatido, discutido.

    Mi amigo Alberto, gracias. No existe plagio en el terreno de las ideas. La ideas se comparten y si nos parecen aceptables y correctas hay que difundirlas. Si nos parecen nefastas hay que combatirlas. Combatirlas con argumentos.

    Andrea: Por supuesto que esos espacios son muy difíciles de crear. Se trata a nivel de la sociedad de un combate. La democratización del país no se puede obtener si conservamos la misma correlación de fuerzas existente ahora. Pues estas instancias tienden precisamente a la democratización. El artículo de Luis Gómez Zarate es precisamente un modelo del manejo ideológico de toda nuestra historia, desde la más antigua hasta la más reciente. Pero justamente este señor que acusa a una parte del pasado conflicto de crímenes diversos, se niega a que sean juzgados por tribunales TODOS los crímenes cometidos durante la guerra. Porque ante los tribunales hay que aportar pruebas, se practica el debate contradictorio. En los tribunales toman las palabra las dos partes. Este señor no admite que se le contradiga, acusa sin pruebas y afirma cosas que no puede probar. Pero además, como lo decís, amenaza.

    Esta ideología fue la que sostuvo y mantuvo las dictaduras pasadas, creo que ha perdido terreno en nuestro país. Mucha gente de derecha no es ya tan dogmática como este señor. Pero sobre todo la necesidad de cambios substanciales en nuestra sociedad se hace sentir cada vez más con mayor acuidad y sabemos que es imperioso realizar esos cambios. Vuelvo a repetirlo: los cambios no serán efectivos sin la participación activa, ahora agrego, y crítica de todos. Los cambios no pueden venire solamente de grupos, nadie puede construir la felicidad de todos o lo que es lo mismo, construirla en su lugar.

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  5. Anónimo12:25 a. m.

    que piensa de esto Carlos?

    http://mptiessantaana.blogspot.com/2008/09/ha-llegado-la-hora-de-irnos.html

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  6. Anónimo, me pedís que opine sobre la noticia que publica M.P.T.I.E.S. sobre el servicio particular que le rinden a Cristiani dependencias del gobierno y la importación de semillas transgénicas.

    La última vez que estuve en Santa Ana tuve que hacer un trámite en una dependencia del Ministerio de Hacienda. Al interior del edificio del Estado, de una dependencia del Estado, hay una sucursal de un banco propiedad de Cristiani. Cuando en voz alta expresé mi indignación, los presentes levantaron los hombros, otros se sonrieron cómplices con mis palabras y los agentes de seguridad me miraron como a un peligroso subversivo. No hace mucho el jefe de la ANEP pedía nombres a Funes sobre los que aprovechaban desmedidamente de prebendas estatales.

    Todo eso me parece escandaloso.

    Pero también me parece muy peligroso hipotecar nuestra autonomía alimenticia importando semillas transgénicas. Todos sabemos que las semillas transgénicas sirven únicamente para una cosecha. Además esas semillas esterilizan al resto de plantas naturales con las que entran en contacto. Esta contaminación se trasmite por el polen, que expande el viento y los insectos. Esto significa que pronto no tendremos semillas naturales nacionales y dependeremos de uno de los monopolios más inescrupulosos, como lo es Montesanto.

    El criterio de precaución sería no importar ese tipo de semillas, mientras no estuviese probado de manera irrefutable su inocuidad. Por el momento no existen estudios serios e internacionalmente reconocidos.

    Doble peligro pues: dependencia de un monopolio para nuestra alimetación y amenaza a la sulud de la pobración.

    En muchos países hay luchas intensas contra ese tipo de plantas, algunos gobiernos se han visto obligados a tomar serias precauciones, reducen sus experimentos y aislan de alguna manera las plantaciones de ogmes.

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