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09 junio 2010

La imagen y la lucha de clases

Algunos amigos trataron de convencerme de que lo atinado en la candidatura de Mauricio Funes, residía en que permitía atraer al voto en favor del FMLN a las capas medias de la población salvadoreña. Me afirmaban que de otra manera seguirían votando por la derecha o sin votar. Estos amigos, con mucha convicción, me aseguraban que el FMLN era incapaz de ganar solo las presidenciales y que necesitaba de alguien con buena imagen para que esta franja “pequeñoburguesa” diera el preciado voto. Me aseguraban que esta táctica era la que conducía de manera más directa al poder, que esto ya lo habían demostrado las tres precedentes elecciones presidenciales perdidas. Algunos agregaban que no era importante el pensamiento político de Mauricio Funes, pues lo que contaba era lo que el partido realizaría cuando se estuviera en el Ejecutivo. Todos me insistieron en que el “voto duro” del FMLN ya estaba Justificar a ambos ladosadquirido definitivamente, fuera un miembro del partido o Mauricio Funes el candidato, mientras que la misma franja aludida de la población seguiría reacia hacia el FMLN. Un rasgo primordial era que Funes aparecía ante la opinión como un “moderado”, políticamente hablando.


Entre las personas que me arguyeron de esta manera hay miembros del FMLN, otros fueron miembros del FMLN y que siguen simpatizando y apoyando su política. Algunos eran simples simpatizantes. Todas estas personas saben perfectamente que no me convencieron. Nunca estuve de acuerdo con la candidatura de Mauricio Funes bajo la bandera del FMLN. Por cuestiones de principio, en ningún caso por razones personales. La primera es que la lucha ideológica para ganar a las posiciones efemelenistas de las capas medias, no residía en plegarse a cuestiones de imagen, sino en el conjunto de argumentos que se debe presentarle a la población para convencerla de lo justo y necesario en la transformación de la sociedad capitalista. Les insistí que no ignoraba que este último camino era mucho más arduo y más difícil que ceder a aspectos electoralistas.


Al ceder ideológicamente en este tipo de cuestiones, inevitablemente uno se encamina a nuevos abandonos y en cuestiones más profundas. Creo que honestamente nadie me negará que ahora el FMLN no reivindica más el retorno a la moneda nacional, el FMLN ya no exige la abrogación de la Ley de Amnistía, el FMLN ha aceptado definitivamente la presencia en nuestro suelo de una base militar extranjera (Comalapa) y el FMLN se ha olvidado de sus posiciones en contra de la ILEA. Esta pequeña lista de abandonos está íntimamente ligada a la candidatura de Mauricio Funes y su actual presencia en el puesto de presidente de la República. Estoy persuadido de que pronto vendrán a sumarse nuevos y aún más profundos abandonos, a no ser que ya se hayan producido, como es por ejemplo enunciar el socialismo en tanto que fin del partido. Digo esto, pues desde hace tiempo el marxismo ha dejado de ser una referencia del FMLN.


Volviendo al tema aclaro de pasada que en aquellos momentos, nadie me habló que se trataba de una alianza. Incluso he sido uno de los primeros en traer sobre el tapete el término, pero lo hice para manifestar mi asombro de ver a un partido político aliarse con un solo individuo. Entonces aún no existía el movimiento “los amigos de Funes”. De todas maneras, cuando apareció este movimiento muchos miembros del FMLN manifestaron sus prevenciones respecto a este grupo y algunos vieron en él las primicias de un nuevo partido. La segunda fase acaba de aparecer, “Movimiento de amigos del cambio”, pero ahora ya no hay prevenciones. Se acepta ya como un posible “aliado”. Traigo esto a colación para señalar que la dirección del FMLN dice no ser el único partido o componente político en el poder. ¿Se han dado cuenta que no mencionan con todas sus letras a las fuerzas políticas con las que están aliadas en el Ejecutivo? No creo que se refieran al CD, tampoco al difunto “amigos de Funes”. ¿A qué fuerzas políticas se refieren? Por supuesto que una fuerza es Funes mismo. Pero ¿gracias a quién Mauricio Funes se ha convertido en fuerza política? ¿Quién ha convertido en fuerza política al grupo de personas que rodea al presidente?


Vuelvo ahora a otra cuestión de principio: tal cual me explicaban mis amigos del FMLN la candidatura de Mauricio Funes, esta servía de alguna manera de carnada para la clase media y que en última instancia lo que contaba era la política “socialista” que se llevaría adelante. No creo que esto me lo dijeron solamente a mí. Este fue incluso un tema recurrente antes de la nominación de Funes como candidato, aunque su candidatura estaba ya planteada. Recuerden ahora que Arturo Sablah tuvo intenciones de proponer su propia candidatura al FLMN. Un dirigente dijo entonces que se analizarían todas las candidaturas. Aunque para nadie es un secreto, ni lo fue entonces, que la única contemplada seriamente fue la de Mauricio Funes y por la que se llegó hasta cambiar los estatutos.


Mi posición ha sido siempre la misma: decir la verdad. No se puede ocultar cuáles son las profundas intenciones políticas de un partido revolucionario, no se puede dar a nadie como carnada para que la gente muerda en el anzuelo de mis programas. Si se es revolucionario se convence, se concientiza, se instruye a la gente, no se le engaña. Fue con este tipo de argumentos que la actual dirección convenció a sus propias bases para que aceptaran a Mauricio Funes como su candidato, que aceptaran los cambios estatutarios.


Pero estos a amigos a los que me refiero, me afirmaban tajantemente que en las filas del FMLN no había nadie, ni una sola persona que pudiera presentarse a la candidatura presidencial. Aludían claramente a su imagen mediática, pero desgraciadamente no era el único motivo. Se trataba también de la capacidad a gobernar, a administrar. Esto siempre me sorprendió. Pues Mauricio Funes hasta ese momento no había dado ninguna prueba de su capacidad de administrador de la cosa pública. Mientras que en el partido ya se administraban municipalidades. Pero en esto había otro aspecto ideológico mayor, la burguesía mistifica su capacidad a dirigir la sociedad. No solamente en lo que concierne los negocios, sino también los asuntos públicos. Este tema lo desarrollan incluso en estos momentos, respecto a los que se encargan de los aspectos de seguridad en el actual gobierno. No obstante parecen absolutamente desmemoriados y no se acuerdan que son ellos quienes estuvieron durante veinte años dirigiendo la cosa pública con los resultados que todos conocemos. En lo que concierne a la seguridad, con su inepcia, con su falta de capacidad, con sus leyes y otras acciones no sólo permitieron que la criminalidad creciera constantemente, sino que también echara profundas raíces en nuestra sociedad.


Pero esta pretendida capacidad natural de las clases dirigentes a gobernar, a administrar se desmiente a cada paso. Nuestro país está hundido en un sinnúmero de dificultades, que no han aparecido en este año: el enorme desempleo estructural, la miseria de nuestras instituciones escolares, culturales y sociales. La situación de nuestro subdesarrollo es el resultado de su incapacidad. Es cierto que además es necesario agregar que esta incapacidad se ha acoplado siempre con la celosa defensa de sus intereses de clase. Es en esto donde toda su capacidad administrativa ha demostrado toda su eficacia.


Esto lo digo por la insistencia que demostraban muchos miembros del FMLN de entretener respecto a su propio partido, la mistificación propagada por la burguesía. Pero al mismo tiempo, todo esto se resumía en una visión táctica, llegar al Ejecutivo y a partir de ahí empezar a sentar las bases de la futura sociedad. Se trata de realizar la revolución a partir del poder. Incluso ahora que sienten que Mauricio Funes se les ha escapado del dominio deseado, piensan que se trata de una transición, de un momento necesario, para hacer la demostración de la necesidad de elegir a un presidente miembro del FMLN y de darle al partido una mayoría en la Asamblea. Esta pedagogía nos está saliendo muy cara y nos puede salir aún más cara todavía.
Pues el pueblo rápidamente puede llegar a la conclusión de que si se trata de llevar a cabo una política de derecha, pues lo mejor es darle el poder a los partidos de derecha. Esto ha sucedido en otros países, el más reciente es Chile y su tan alabada presidenta.


La derecha se ha envalentonado con la situación actual y siguiendo con su labor destructora propone aumentar hasta diez horas la jornada laboral. ¿Cómo ha sido posible llegar a esto? El patronato siempre ha deseado alargar hasta el extremo la jornada de trabajo, disminuir al extremo los salarios. La lucha de clases en su máximo despliegue. Pero como el gobierno de Funes, que el FMLN reivindica con ahínco como suyo, no da claras señales de haber optado por los pobres, al contrario se pone al servicio de los intereses oligárquicos, los partidos de derecha piensan que puede llevar un ataque frontal contra las clases trabajadoras. Se trata precisamente de un retroceso civilizador. Los patrones podrán disponer de la fuerza de trabajo durante dos horas más, sin aumento de salario (las horas extras ya no serían pagadas) y sin que los trabajadores puedan negarse a hacerlo. El patronato y los partidos que lo representan en la Asamblea, van a argüir: la crisis y la competividad de “nuestra” economía. Esto significa la capacidad de obtener mayores beneficios y agravar las condiciones de vida de los trabajadores. Es de esta manera que el capitalismo trata a las personas, aumentando la alienación. El capitalismo es incapaz de ofrecerle a las personas humanas más tiempo libre y posibilidades de esparcimiento.


En estos momentos muchos trabajadores (me refiero a ambos sexos) salen de sus casas sin poder ver a sus hijos, sin poder participar en la educación de sus hijos, ¿se imaginan que pasará en estas familias que los padres volverán a sus hogares, cuando toda la familia esté ya dormida? ¿Qué vida privada puede tener una persona que la agotan durante diez horas? No, el capitalismo es destructor de civilización. Los iniciales momentos del triunfo de la burguesía que se presentaba como la portadora del progreso han quedado en el olvido, muy atrás. Ahora hasta el progreso se ha vuelto sospechoso.


Me gustaría saber ¿cómo explican mis amigos este hecho, que a un año del gobierno de Funes y del FMLN, los partidos burgueses se permitan presentar un proyecto que agrava de manera radical las condiciones de vida de los trabajadores y que constituye un retroceso social de gran importancia? Por lo visto la lucha ideológica desde el poder, desde el Ejecutivo ha fracasado. La lucha ideológica hay que llevarla en toda la sociedad a partir de la actividad revolucionaria de las bases del partido. Esto se realiza con ideas nuevas, con proposiciones audaces de progreso, de avances sociales y la lucha social por alcanzarlas. Espero por lo menos que no llamen desde el gobierno a los trabajadores a hacer un sacrificio en aras de la “unidad nacional”.


Esto nos permite ver con claridad meridiana que existen intereses antagónicos entre el patronato y los asalariados. El aumento del tiempo de trabajo va dirigido a conseguir mayor plusvalía, sin importarles a los patrones la vida privada de los trabajadores, sin importarles su salud, ni el equilibrio de las familias.





02 junio 2010

Cuestiones de socialismo

Difícilmente podrán comprender los que se han acostumbrado a realizar el análisis superficial de las intrigas parlamentarias, del juego de declaraciones, de alianzas efímeras y circunstanciales, a los que tratan de alejarse de la creencia bastante pueril de que el destino del país y de las clases trabajadoras está en manos de un grupo muy restringido de personas, que precisamente se ocupan de esas mismas intrigas, que hacen esas declaraciones, que ligan esas alianzas. Todas estas acciones forman parte de un ejercicio politiquero que hasta ahora se ha impuesto en la opinión general como el fundamento de la política. Sin embargo lo que cuenta realmente en la vida real de la gente está determinando por el tipo de decisiones que se toman en la gestión de los asuntos económicos del país.


Es cierto que la fuerza del Estado puede de alguna manera interferir en el reparto de la riqueza nacional. Esta posibilidad existe, pero como siempre los posibles necesitan que la voluntad de las fuerzas políticas implicadas los conviertan en realidades. Por el momento el Estado salvadoreño sigue al servicio de los que poseen los medios de producción y de cambio, que son realmente los que gobiernan los destinos del país.


Esta situación es la que ha existido desde el siglo antepasado. Este régimen tiene un nombre que todos conocemos, se llama capitalismo. Es este sistema que ha sido incapaz de satisfacer las más urgentes necesidades de la población. Es este sistema económico el que nos mantiene en el subdesarrollo y dependiendo de potencias extranjeras. Esta dependencia no es solamente económica, sino que también cultural y social. Es este sistema el que ha entrado en crisis casi permanente desde hace algunas décadas en el mundo. Las continuas crisis bursátiles y financieras son momentos de exacerbación del disfuncionamiento del modo de producción capitalista.


La salida del capitalismo está planteada mundialmente. Esta última afirmación suena falsa, para muchos tal vez exagerada o sin sentido. Sobre todo para quienes, por la enorme capacidad que ha manifestado el capitalismo de sobrepasar sus propias crisis, se han convencido de su eternidad. No obstante lo que vuelve hasta cierto punto irrealista la afirmación en cuestión, es que no existen, en los países dominantes, organizaciones políticas populares, ni planteamientos políticos alternativos que tengan la suficiente fuerza para arrastrar a las clases trabajadoras.


No obstante el mismo funcionamiento del capital está mostrando la salida, cada vez se muestra con toda evidencia la incompatibilidad del sistema capitalista con el futuro de la humanidad. Es el capitalismo el que crea y mantiene la catastrófica situación de África, Asia y América Latina. Los millones de niños que mueren a corta edad es el resultado del despilfarro de capitales y de riquezas. En estos momentos la humanidad puede combatir epidemias y estas no son extirpadas, porque hacerlo implica abandonar el criterio que rige la existencia misma del sistema, la búsqueda de beneficios. Resolver los grandes problemas que enfrenta la humanidad, como la creciente destrucción del medio ambiente, contradice ese mismo principio, contradice los intereses del capital.


Todos hemos sido testigos de cómo los grandes Estados capitalistas acudieron solícitos a transferir a las compañías privadas de la finanza, bancos y sociedades de seguros, enormes cantidades de capitales públicos. Esta transferencia de miles de millones de dólares (millardos) no ha venido a colmar la famosa sed del oro de los banqueros. Si estos millardos hubiesen sido usados, por ejemplo, para pagar las hipotecas de los miles de familias estadounidenses, ¿acaso no se hubieran saneado las famosas “acciones basura”? Pero sobre todo se hubiera hecho la demostración de que los dineros públicos pueden usarse también en beneficio de los pobres. Los países europeos acaban de decidir préstamos (175 millardos) al gobierno de Grecia para que pueda soldar parte de su deuda financiera exterior. Este dinero va caer en las voraces fauces sin fondo de los bancos. Ni un solo centavo será usado para el desarrollo económico de Grecia, ni una sola escuela, ni una sola clínica, ni una sola fábrica, nada de eso va a aparecer en Grecia gracias a ese dinero. Al contrario se le impone a Grecia un plan de austeridad, hundiendo en mayor pobreza a las clases trabajadoras. La cólera de los trabajadores griegos es más que justificada.


La experiencia cotidiana de la explotación


Es cierto que los salvadoreños no son marxistas, como hace algunas semanas lo escribiera un editorialista de El Diario de Hoy, tampoco sabe que es el socialismo, como acaba de afirmarlo Mauricio Funes. Estas dos afirmaciones son ciertas. Pero son verdades a medias. Pues si los salvadoreños no son marxistas, viven y sufren los estragos del capitalismo, saben perfectamente qué es la explotación capitalista, la sufren en carne propia. Saben perfectamente que aumentar las ganancias capitalistas significa mantener bajos los salarios y si es posible bajarlos más, que es lo que sucede con el encarecimiento de la vida, con la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Cada vez cuesta más restablecer las fuerzas de trabajo, la salud de los trabajadores. Las familias salvadoreñas viven en su gran mayoría angustiadas por el día de mañana, muchas son las madres que no saben si podrán sustentar a sus hijos, vestirlos convenientemente (los uniformes gratis no bastan para ello), comprarles libros, llevarlos a espectáculos, darle un esparcimiento necesario para el desarrollo y florecimiento de su personalidad. Para poderles dar todo esto es necesario salarios dignos de ese nombre.


Aunque aparezca exagerado, quien determina el modo de vestirse de la gente, el espacio de vivienda, el modo de transporte, la cantidad y la calidad de la comida y hasta los gustos de la mayoría de la gente, son aquellos que tienen la potestad de determinar el monto del salario de los trabajadores. Porque por mucho esfuerzo que hagamos, el buen gusto se puede cultivar solamente si se tienen los medios para hacerlo. La mayoría de salvadoreños (no sólo de salvadoreños) no tienen la posibilidad de elegir entre una representación teatral o el siguiente episodio de la serie televisiva. Estas series que nos educan, que nos imponen modelos extraños, que nos presentan una vida irreal y fantasmática, también nos apresan en modelos narrativos repetitivos y recurrentes, nos mastican la interpretación de intrigas superficiales. Es también a través de estas series que la mayoría de salvadoreños incorpora una cultura extranjera, un modo de vida de propaganda y al mismo tiempo son asimismo el canal por donde circulan los temas de dominación ideológica del imperialismo.


Es cierto que los salvadoreños en general no saben qué es el socialismo. Pero tampoco conocen, en su inmensa mayoría, incluyendo al mismo presidente Mauricio Funes, las matemáticas superiores, pero ¿dejan de existir por ello? Tampoco saben como funcionan los celulares con los que comunican, pero esta ignorancia no vuelve fantasmales los mecanismos. De la misma manera, la ignorancia de los salvadoreños del socialismo, aunque el presidente le añada del “siglo XXI”, aprovechándose de la campaña diabolizadora de los medios nacionales e internacionales contra el gobierno de Venezuela, no lo vuelve ni imposible, ni irrealista, ni utopía. Las políticas alternativas al neoliberalismo que se ponen en práctica en los países de América del Sur todavía no constituyen en el fondo el socialismo. Sin embargo se trata de una búsqueda de salir de la dominación imperialista, de resolver los problemas de sus países conduciendo una gestión diferente de la que acostumbran los gobiernos de derecha y que durante décadas nos han impuesto las agencias financieras del imperialismo.


El presidente Mauricio Funes lo anunció durante la campaña y no pierde la oportunidad de repetirlo, su gobierno no va a construir el socialismo, ni va a adherir al ALBA. Este mensaje sobre la no construcción del socialismo tiene dos destinatarios, los que votaron por él siguiendo las consignas del FMLN y las clases dominantes, nacionales e internacionales. La oligarquía nacional se hace la sorda y sigue reclamando que el presidente se defina, que dé signos claros del rumbo que intenta seguir. En los Estados Unidos posiblemente hayan entendido mejor el mensaje de nuestro presidente. Los electores del FMLN aceptaron el mensaje, pero esperaron que el gobierno por lo menos iba a iniciar los cambios urgentes para aliviar en algo la vida cotidiana de la gente. Esto lo siguen esperando, pero la desilusión agiganta sus pasos. En resumen, las declaraciones de Funes a este respecto significan que su gobierno seguirá fiel a los dogmas capitalistas.


Pero las declaraciones presidenciales de que su gobierno no va a construir el socialismo encierra, a sabiendas o no, una gran verdad: el socialismo no se construye a partir de ningún gobierno, no es algo que se le concede al pueblo, sino que es la obra misma de la gente. La construcción del socialismo debe ser una obra consciente y activa de los trabajadores, sin su participación es imposible emprender este largo proceso de superación de la sociedad clasista dominada por el capital.


Hay personas que exigen definiciones del socialismo. Es normal que lo hagan, porque consideran que el socialismo debe regirse por una fórmula preconcebida, como si existiera en alguna parte etérea del Universo una Idea del socialismo a la que hay que someter a la realidad. Marx y Engels nos han enseñado a superar el idealismo hegeliano. No, no existe en ninguna parte una definición fija e inamovible del socialismo. No, no hay en ninguna parte la Idea hegeliana de socialismo, no hay fórmulas mágicas. Se trata de un proceso que emprenden los pueblos dentro del marco nacional, pues por el momento siguen existiendo los Estados nacionales y este proceso, difícil y tortuoso, se va amoldando a la realidad nacional, a las tradiciones específicas de cada pueblo.


No, no existen modelos de socialismo. Esta creencia dominó todo el siglo XX. Si existe algo común en el socialismo del “siglo XXI” es justamente el abandono de esa creencia de que existe un modelo único de socialismo.


Un partido político de un nuevo tipo


No obstante para poder emprender este proceso es necesario que exista un partido político, una fuerza política que tenga la voluntad de iniciarlo. La superación del capitalismo implica que desaparezcan una a una todas las alienaciones que sufren los asalariados. Este es un proceso que tiene lugar en las cabezas de todos y en las prácticas sociales. Estas prácticas consisten en incorporar a todos los ciudadanos en las decisiones a tomar, en la participación consciente y activa en la resolución de los problemas que se vayan planteando. Para esto es necesario la formación de todos, elevar su nivel de consciencia y de formación. Para ello es necesario compartir todas la información necesaria y todos los conocimientos que se requieran.


Como se ve, para que esto pueda suceder se necesita de un partido político de un nuevo tipo. Un partido que introduzca en su funcionamiento mismo como un principio fundamental la deliberación colectiva de los lineamientos del partido, en otras palabras, la necesidad de llevar a cabo congresos, en los cuales la base pueda definir y apoderarse de su propia política partidista y aprenda a analizar la realidad, a elaborar conjuntamente soluciones y resoluciones. Son los congresos la cima del partido. Pero hasta ahora el FMLN no ha tenido congresos, casi todas las decisiones son tomadas por la dirección y las conferencias nacionales tienen como única función la ratificación de la voluntad de los dirigentes. Este funcionamiento impide que los miembros del partido puedan ser dirigentes autónomos y conscientes de los trabajadores. El funcionamiento centralizado y verticalista coarta irremediablemente la iniciativa de los miembros de base del partido. Pero no se crea que esto sucede solamente en el FMLN, este modo de funcionamiento es común a los partidos de la derecha nacional. Ellos tienen también ese funcionamiento autoritario y verticalista. Los miembros de base son meros ejecutantes de la voluntad ajena. Pero si esto puede ser admisible en los partidos de derecha que buscan perpetuar el régimen capitalista, esto es incompatible con el partido revolucionario que busca la transformación profunda de la sociedad.


Lo vuelvo a plantear ahora ya sin muchos ambages . Me pregunto sinceramente ¿el FMLN actual, bajo la dirección actual es capaz de transformarse? ¿Es capaz de cambiar de funcionamiento? ¿Puede volver a retomar los principios revolucionarios? ¿Podrán los actuales dirigentes retornar al materialismo histórico, a la dialéctica marxista? Mis preguntas no son antojadizas. Me parecen que tocan el fondo del problema actual que enfrentamos en esta coyuntura.


El fin fundamental del partido revolucionario es transformar la sociedad, para ello es necesario organizar a la gente con ese fin, crear la consciencia necesaria. Los dirigentes del FMLN se propusieron como fin primordial la “toma del poder”. Para ellos se trataba de llegar al ejecutivo a como diera. Es por ello que no les importó llevar a un candidato que no compartía los planteamientos de su partido, que había declarado explícitamente que no aplicaría el programa del FMLN. Tal vez pensaron que bastaba con la adhesión al partido del candidato. Pero faltos de discernimiento no quisieron escuchar las declaraciones claras, sinceras de Funes de que adhería al FMLN únicamente para cumplir con un requisito constitucional.


La actitud actual de los dirigentes del FMLN es totalmente desconcertante. No estoy sugiriendo que tengan obligatoriamente que romper con Mauricio Funes, ni mucho menos retirar a los ministros del gobierno. Esto lo pide la derecha, ya empezó a reclamárselo al presidente. Pero la situación no es clara para la gente. Los salvadoreños siguen esperando las medidas que muestren reales signos del cambio prometido. Los salvadoreños no están reclamando la construcción del socialismo a partir del gobierno. El pueblo salvadoreño apenas espera que se aumente los salarios de los trabajadores, que se termine con la corrupción, que se haga justicia, que se castigue a los ladrones que se enriquecieron en el ejercicio del poder. Los salvadoreños también reclaman el retorno a una moneda nacional, son partidarios de abrogar la ignominiosa Ley de Amnistía. A los asalariados les gustaría nuevas leyes que les den nuevos derechos laborales y sindicales. Los salvadoreños reclaman mejor gestión de los servicios de salud, de que se mejore sensiblemente las instituciones de la enseñanza pública, que se les garantice mayor seguridad.


Pero hasta ahora no se ven señales de que el presidente tenga intenciones de cumplir, sus declaraciones van hacia otra dirección. El presidente apoya al gobierno represor de Honduras, salido del golpe de Estado. El FMLN no critica abiertamente, prefiere el silencio. El presidente se opone a un decreto justo respecto a la estafa de la renta telefónica, votado en la Asamblea y la dirección “comprende” la posición presidencial, aunque no la “comparte”. El presidente ejerce su función de manera autócrata, los dirigentes del FMLN agachan la cabeza y callan. Abundan las discordancias. Estas son visibles a simple vista. El presidente crea su propio movimiento con fines y propósitos personales. Dirigentes del FMLN declaran que el presidente tiene derecho a hacerlo. Pero esto viene a contradecir sus precedentes declaraciones de su no compromiso con una organización partidaria. Llega hasta dar como gesto de garantía de su compromiso con su Movimiento, el hecho de que vestirá los colores del Movimiento y claramente se refiere a su negativa de vestir los colores de “su” partido. Sánchez Cerén declara que el FMLN buscará aliarse con el Movimiento, de que se alegra de su creación. ¿Se trata esto de un fino análisis del significado político de la creación de este Movimiento? ¿Los dirigentes del FMLN son capaces de efectuar un análisis político de lo que está pasando?


El presidente ha declarado públicamente que motus propio acudió a los partidos de derecha para que le ayudaran para que en la Asamblea no se superaran sus observaciones al nuevo decreto sobre el RPNP. El FMLN continua hablando de presiones de la derecha.


La obligación de la dirección del FMLN es aclarar esta situación confusa. Hasta ahora nos dan la penosa impresión de que son incapaces de hacerlo, que se limitan a pronunciar declaraciones “amables”, “tácticas”. Pero como la presencia de Funes en el puesto de presidente de la República nos ha mostrado de que los dirigentes del FMLN no son finos tácticos, ni estrategas, temo francamente que el navío siga a la deriva.


Para poder decidir es menester saber


Algunos dirigentes del FMLN han señalado de que será el pueblo mismo quien decida de cuando se construirá el socialismo. Esta formulación es en el fondo una coartada “táctica”. ¿Qué significa? En primer lugar, que se va a proceder democráticamente, es el pueblo soberano quien va a decidir. Perfecto. No obstante no señalan como se tomará esa decisión, ¿por un voto legislativo? ¿Por referendo? Este silencio muestra simplemente que no se ha meditado profundamente que significa que el pueblo va a decidir cuando se construirá el socialismo. Pero hay otro aspecto, esto conlleva dos errores teóricos: el primero, se pretende que la construcción del socialismo va a tener un momento decisional de arranque y el segundo, que a partir de ese momento se comenzará a aplicar medidas estatales de transformación. Esta visión lleva oculta una visión esquemática, antidialéctica. El socialismo se limita a medidas económicas gubernamentales y de nuevo se restringe o se evacua la actividad consciente de los trabajadores. Pero el socialismo no es una serie de medidas económicas gubernamentales.


La particularidad de nuestro tiempo es que el capitalismo muestra cada vez más su incapacidad de resolver los problemas de la gente. Al contrario cada vez aparece claramente que la gestión capitalista, la búsqueda desenfrenada de beneficios sigue creando problemas a la humanidad. Un ejemplo actual, la contaminación de las aguas del Golfo de México por el petróleo, que producirá la desaparición de una enorme parte de la fauna y flora marítima. Esto va a crear nuevos desequilibrios ecológicos. Es evidente que accidentes de este tipo pueden ocurrir en cualquier momento, no obstante lo que se plantea aquí es que los accionistas de la BP nunca pensaron en prevenir este tipo de catástrofe.


En nuestro país también estamos sufriendo las consecuencias de una catástrofe, la tormenta tropical “Agatha” que ha inundado amplias zonas del país, produciendo víctimas humanas y pérdidas materiales. En los efectos de esta tormenta hay que buscar obligatoriamente que es lo que corresponde a las estructuras mismas de lo sociedad. La deforestación, la falta de un plan de prevención (esto no se construye en un año), la ausencia de infraestructuras de evacuación y canalización del agua, etc. Los sucesivos gobiernos han preferido la transferencia de capitales a la empresa privada que emprender servicios públicos y sociales.


El estado general de los servicios es deficiente en el país. Las estructuras médicas y de asistencia sanitaria se encuentran en un estado deplorable. Durante años los sindicatos de trabajadores de la salud, asociaciones diversas de usuarios han alertado sobre este estado de cosas. No obstante la población en general que ha sido víctima directa de este disfuncionamiento, también ha sido incapaz de exigir de los gobiernos sucesivos un servicio público digno de ese nombre. La toma de consciencia pública de la necesidad de construir en todo el país un servicio médico general forma parte del proceso de la construcción de otro tipo de sociedad.


La toma de consciencia implica también prácticas sociales distintas. No se puede considerar que los servicios médicos y hospitalarios nacionales pertenecen exclusivamente al Estado. Es cierto que se trata de un servicio que ofrece el Estado, pero la tarea es convertir estos servicios en propiedad real y directa de todos. Es necesario que se adquiera la convicción de que cualquier desperdicio de recursos, se trata de nuestro dinero y que eso implica pérdidas en el bienestar general de la población.


Una actitud diferente, una implicación directa de la población en cada uno de los sectores que prestan servicios, indudablemente traería substanciales mejoras. Pero al mismo tiempo ganaría terreno la idea que buscar soluciones comunes, desinteresadas produce una efectividad social mayor. Es este el criterio general que debe regir la conducta de la población, buscar la eficacia social en todos los terrenos. Se trata de un largo aprendizaje, de una toma de consciencia ardua , a la que no estamos acostumbrados, pues la ideología dominante nos impone el individualismo, nos impone criterios de consumidores. Esto tiene como efecto tratar todo desde el punto de vista mercantilista, las relaciones humanas se reducen a un deshumanizante “compra-venta”.


Contra todas las alienaciones es necesario crear prácticas sociales de reapropiación colectiva. Estas prácticas no se decretan, sino que se inculcan, a través de la educación, a través de la puesta en común de ideas, de procedimientos, de informaciones y de conocimientos. Es decir se trata de salir del campo politiquero y llevar la política al seno del pueblo como principal agente. Se trata también de una nueva concepción de la política. Es necesario que la práctica política nueva, de reapropiación colectiva de los espacios públicos, de los servicios comunes (transportes, escuelas, hospitales, telecomunicaciones, etc.) tome fuerza y que en base de esta nueva consciencia y de estas conquistas se pueda iluminar de otra manera los procesos electorales.


Se trata de un largo y complicado proceso. Pero vale la pena emprenderlo, pues es el único que nos garantiza la extensión ilimitada de la democracia, pues el poder ya no está depositado exclusivamente en las instancias estatales, sino que diluido en la sociedad. Y por otro lado solamente la participación constante de la gente en defensa de sus intereses, tanto individuales, como colectivos, puede preservarnos de derivas autoritarias. La participación es una garantía de la efectividad de las decisiones tomadas. Porque además se trata también de emprender siempre el control popular de lo que se ha decidido, luego de las necesarias deliberaciones.