Parece increible que los dirigentes del FMLN no se den cuenta que su cerramiento persistente a los llamados de corregir la situación de bloqueo institucional creado por el decreto legislativo 743, con el cual la Asamblea le ha querido imponer mordaza a la Sala de lo Constitucional, le perjudica más a su partido que a los que lo promovieron.
Son Medardo González y Norma Guevara quienes salen primero a la palestra y le exigen a la Sala de lo Constitucional someterse a lo que ellos consideran la ley de la República. Con subterfugios han tratado de justificar sus escabullidas para no votar un nuevo decreto que restablezca el voto mayoritario en la Sala de lo Constitucional.
Ahora le niegan a los magistrados su derecho de declarar inaplicable por inconstitucional el mismo decreto. Pero estos dos diputados y dirigentes del FMLN van más allá y con toda la desfachatez del mundo asumen el derecho de establecer por su cuenta qué es o no constitucional en los mismos fallos de la Sala e incluso quieren con arraigado autoritarismo imponerle la agenda a la Sala.
La actitud del director de la Imprenta Nacional, Luis Ernesto Flores López, es una muestra más del disfuncionamiento del Estado salvadoreño. Este desacato de publicar el último fallo, que por otro lado es una sumisión medrosa al descontento presidencial, al que se somete indudablemente el ministro de Gobernación, no deja de preocuparnos, esto roza ya con la dictadura y el despotismo. Pues ahora un empleado asume sin mayor explicación, pero sobre todo sin ningún derecho, dictarle a la Sala de lo Constitucional la forma de sus decretos. Este empleado sabe que de cumplir con su deber de publicar los fallos de la Sala, puede conducirlo a “la pérdida de la confianza presidencial” y correr el mismo destino de otros funcionarios.
Bien han hecho algunos paisanos de bautizar a nuestro país con un nuevo nombre, “Absurdistán”. Pues lo que está ocurriendo delante de nosotros es en extremo absurdo. Las cúpulas partidarias se aferran a lo que siempre han considerado su patrimonio: la administración absoluta de la Asamblea y su derecho de nombrar a los diputados a través de listas que no permiten la elección popular. El sufragio universal es raptado por el modo de voto que la Asamblea ha impuesto al país, es esto lo que ha venido corrigiendo la Sala de lo Constitucional. Los fallos siguen las demandas hechas por ciudadanos. La Sala anterior no quiso asumir su deber y engabetó las demandas. El conflicto surge porque cuatro magistrados han decido poner al día la agenda constitucional del país. Los dirigentes del FMLN no ocultan, al contrario, lo proclaman que es esto lo que más los incomoda, lo que es insoportable. Medardo González lo dijo desde el primer día y Norma Guevara trata de sustentar con nuevos sofismas lo que Lorenzana y Reyes han venido repitiendo.
ARENA se lava de su pasado
Mientras tanto, uno de los dirigentes de ARENA no se priva de culpar al FMLN de la actual situación, con un cinismo particular, descarga sobre Toni Saca y el nuevo partido GANA, toda la responsabilidad de todas las gestiones anteriores y de sus amañados procederes. Jorge Velado, vicepresidente de ideología del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena) de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) en una entrevista con el diario digital ContraPunto se muestra muy vivaracho y hasta recoge las críticas al FMLN y a Mauricio Funes que vienen de la izquierda, pero sin asumirlas del todo. Pareciera que las mañas que puede permitirse el actual presidente no fueran una herencia institucional dejada por su partido y sobre todo que fueron ampliamente practicadas por los cuatro presidentes areneros. La gran diferencia es que ARENA dispuso de los tres poderes a su antojo. Jorge Velado pasa un borrón, pero como quedan las manchas, le echa la culpa a Saca y al recién aparecido partido GANA. Su contrición es arteramente cocodrilesca, se arrepiente de haber hecho o de no haber hecho, según le convenga, ahora pareciera que el partido más virginal que tenemos en el país es ARENA.
Mientras gobernaba Saca todo el partido ARENA lo defendía y se sometía. La derrota electoral vino a trastocar el orden interno del partido oficial. Cristiani tomó las riendas y arregló cuentas y le pasó la factura del fracaso electoral a Antonio Saca. Con ojos de expertos indicaron los origenes y los montos que se apoderó el ex-presidente. Pero todo esto fue bulla y ninguna denuncia ante la Fiscalia, real y concreta. Con la misma convicción temen que el FMLN y GANA les apliquen a ellos, los areneros, las mismas prácticas de amenazas y chantajes desde la Corte de Cuentas que ellos practicaron durante 20 años con el PCN y la Democracia Cristiana.
La situación no se resolverá con la vuelta a la situación de antes del decreto 743. Pues toda esta pudredumbre institucional requiere una limpieza social de fondo, no se trata de algo que ha aparecido hoy, ni siquiera en los últimos veinte y dos años. Tampoco se trata de una solución de legislación, de una nueva constitución, sino que de una movilización general de la población que imponga cambios en las estructuras sociales y económicas del país. El Estado oligárquico que nos oprime, que nos ofrece este espectáculo tan barato con sus partidos políticos, sus instituciones violadas e inestables, sirve justamente para mantener sometidas a las clases trabajadoras. Pues lo que sigue siendo grave, realmente grave es que se nos quiera convencer que las “aspiraciones históricas de la población” son meras utopías irrealizables, como lo afirma Mauricio Funes en su entrevista a La Jornada de México.
Las aspiraciones históricas
Estas “aspiraciones históricas” son apenas mejoras salariales, tener con qué alimentar decentemente a las familias, darle un techo, educación conveniente a los niños y adolescentes, tener un trabajo todo el año, no tener que depender de la caridad gubernamental para vestir a sus niños. La población exige seguridad. Y las “soluciones” propuestas por Funes son las mismas que practicó ARENA, pero agravándolas, pues ahora el Ejército está en las calles y para colmo le quiere dar el papel de “educador” de los menores en peligro de delincuencia. Funes ha ido a México para revelar que nunca pensó cumplir con sus promesas, pues esas “aspiraciones históricas” entran en irreconciliable antagonismo con el debido pragmatismo de servirle al capital. Si el presupuesto no alcanza es porque la oligarquía recibe multimillonarias exoneraciones, porque no se combate la evasión fiscal y sobre todo porque Funes no se atreve a decretar una real reforma fiscal, en donde los que tienen más deben de pagar más. Esta frase la repitió durante la campaña, se trata también de una “utópica aspiración histórica de la población”.
El presidente se presenta como un martir atormentado, con flechas de la izquierda y latigazos de la derecha, pero a sabiendas de que es necesario sufrir para mantener la dominación sobre nuestra sociedad de la oligarquía. Funes delató al partido que lo llevó a la presidencia: “Yo estoy convencido de que una cosa es el discurso público del FMLN y otra cosa es su práctica política. En el discurso el frente no puede renunciar a sus utopías como partido revolucionario y socialista”.
Lean bien lo que sigue a lo que acabo de citar, el fondo ideológico de lo que afirma Funes es idéntico a lo que ametrallan los editorialistas y pensadores de la ANEP, en las páginas de El Diario de Hoy y de La Prensa Gráfica: “Pero la práctica cotidiana, donde el frente tiene representación y ejerce el poder, debe tener visión de largo plazo. Los alcaldes y diputados del FMLN no han tomado ninguna decisión que haga pensar que se quiere construir el socialismo del siglo XXI. Ellos quieren reducir la pobreza y para eso hay que fortalecer el tejido productivo nacional; quiere fortalecer instituciones y para eso tienen que ser independientes; quieren fortalecer la democracia y para eso las decisiones tienen que ser consultadas”.
Funes ha dicho en México que el partido del cual sigue siendo miembro, pero que trata como un aliado a someter a la razón, tiene un discurso para la galería, pero en la realidad, en la práctica, no ha tomado, ni tomará, nunca alguna decisión que haga pensar que se quiere construir el socialismo del siglo XXI. Esto no era necesario que lo dijera Funes para que apareciera como una verdad.
El FMLN ha abandonado en la práctica sus objetivos de transformación social. Es claro que este partido se acomoda a la situación política actual, en estos momentos la población salvadoreña mayoritariamente rechaza el socialismo, ya sea a cortas o con apellido de “siglo XXI”. Pero con el mismo dogmatismo doctrinario siguen declarándose la “vanguardia revolucionaria”. La cúpula y los militantes arguyen que por ahora es imposible convencer a la gente de construir el socialismo, que hay que esperar tener un presidente de "adentro" y la mayoría parlamentaria, para empezar a proponer los cambios de sociedad. Esto puede llevar cinco o seis legislaturas o presidencias. Mientras tanto, tenemos que conformarnos con los remiendos que quiera otorgarnos la oligarquía.
Insisto, la cúpula y los militantes, nos repiten, como lo afirma Funes, el socialismo es una utopía, una buena idea, pero irrealizable. Pero en una especie de esquizofrenia insisten que es su objetivo, que no lo han perdido de vista. En todo caso, el objetivo real es llegar al dominio total del Estado oligárquico y seguir la gestión del capitalismo nacional.
Desde finales del siglo XIX
No obstante es necesario que abordemos claramente cuáles son las soluciones a nuestros problemas. La pregunta clave es ¿podemos satisfacer nuestras “aspiraciones históricas” dentro del marco del dominio de la oligarquía? Este régimen es el que ha sido incapaz de darle un avance significativo al país. Repito, no se trata de los últimos veintidos años, el sistema funciona desde finales del siglo XIX y desde entonces veninos arrastrándonos en harapos, con escuelas en ruina, con maestros subpagados, mal preparados, con falta de medicinas, con hospitales asfixiados, la desnutrición persistente, el costo de la vida insoportable. En el país se consume más de lo que se produce. Pero no es por exceso de consumo, sino por deficiencia en la producción. Sí importamos hasta lo que constituyó por siglos nuestra propia alimentación original. No tenemos industrias, la oligarquía no invierte en el país, prefiere dedicarse a la especulación, vivir de las rentas. Si el café hubiera sido posible exportarlo sin secarlo, lo hubieran hecho. Nada hicieron para crear fábricas que torrificaran y empaquetaran el café y crear aquí mismo la mercancía acabada con todo su valor agregado.
Los régimenes pasados se han conformado con la inversión extranjera que traía maquinaria vetusta, técnicamente obsoleta y totalmente amortiguada. Las condiciones eran más que ventajosas para esos capitales, lo siguen siendo, pocos impuestos y libre exportación de ganancias, sin obligación de reinvertir y con salarios bajos. Nunca nadie se preocupó por exigir transferencia técnica a esa empresas, cooperación eficaz, con mutuas ventajas. Muchas de esas empresas se van de la noche a la mañana sin pagar los salarios y las indemnizaciones, abandonando las empresas, pues llevárselas sería una inconsiderable e inútil carga.
¿Podemos esperar que dentro de este marco se satisfagan las urgentes necesidades de las mayorías? El FMLN desde hace tiempo que no se propone romper con estas estructuras, sus militantes ni siquiera se han dado cuenta de los sucesivos virajes. En definitiva ellos no tienen la posibilidad de intervenir, son ejecutantes de las dicisiones de la dirección. En ese partido sin congresos, con un grupo de oportunistas enquistados en la dirección, con un extremo verticalismo, es imposible esperar cambios. Al militante le toca practicar un borreguismo desafortunado. El FMLN es ahora un partido burgués como cualquier otro. Acepta sin mayores reparos el transfuguismo sin principios.
El agotamiento del sistema
La crisis actual muestra ya el agotamiento del sistema de gobierno de la oligarquía, no es posible seguir con el régimen de dominación partidista. Fue este desgaste del sistema arenero que aventajó al FMLN y a Funes. Fue un profundo rechazo y una vaga esperanza en el cambio que le dio el triunfo electoral a la alianza de un hombre con un partido. Pero el FMLN no puede llevar adelante ningún cambio substancial en el sistema, no puede poner las bases para una transformación radical. No es su objetivo.
El defraude es grande, ha sido inmediato. Funes dice cierto cuando afirma “Estoy consciente de que la gente se va a decepcionar”. Pero al mismo tiempo se equivoca, pues la decepción ya se dio, es creciente. Su presidencia ya huele a estafa.
Los defensores del FMLN y de Funes que todavía se atreven a intervenir, protestan por las críticas y exigen proposiciones. Pero si los dirigentes del FMLN recogieron todas las “aspiraciones históricas de la población” y las apuntaron en sus programas. Pero al igual que a Funes les da igual decepcionar a sus electores. Ahora nos hemos quedado sin partido popular, sin un partido genuino de defensa de los trabajadores. Esta es la verdad. Ahora hay que decidirse a crear otro. Pero no se puede caer en lo mismo. El tipo de partido verticalista, con direcciones autoritarias y todopoderosas no puede conducir a nadie hacia otra sociedad más justa, más humana, más civilizada. Tenemos que dotarnos de otro partido, de otro partido de un nuevo tipo, un partido de exigencias participativas, tanto al interior, como al exterior, un partido intimamente ligado a la población, a la escucha de sus dolencias y tratando de prodigarle permanentemente una conciencia aguda de sus derechos y de sus posibilidades de acción.
Proponer otro tipo de sociedad no implica obligatoriamente proponer la violencia. La violencia social ya existe, debemos erradicarla, existe ahora en el desacato a la Constitución que ellos mismos nos han impuesto, existe en las condiciones laborales y de vida de los trabajadores.