Munia Abu Jamal ya salió del "corredor de la muerte". La Corte de apelación del Estado de Pensilvania anuló ayer su condena de muerte, dos voces contra una. Esto significa que el periodista no está más a la merced de una ejecución a cualquier momento. Esta decisión constituye, no cabe duda, una gran victoria para todos los abolicionistas y para los militantes por el respeto de los derechos humanos, que luchan desde hace años, denunciando la injusticia y la abominación política de la que ha sido víctima Abu Jamal. Se trata de un hecho alentador para seguir exigiendo que se le rinda justicia a este ex-dirigente de los Blacks Panthers. Puesto que aún falta mucho por hacer.
Ya que la decisión de la Corte de Fidadelfia al mismo tiempo ha confirmado la condena de Munia por el asesinato del policía Daniel Faulkner, ocurrido el 9 de diciembre de 1981. Sigue siendo considerado por la justicia estadounidense como culpable, a pesar que el periodista clama su inocencia. Por otro lado la decisión mantiene la posibilidad para la acusación de requerir una nueva condena a muerte. Si no se logra esto la pena sería conmutada en reclusión perpetua.
El Caso Munia Abu Jamal
El caso se inició en las primeras horas del 9 de diciembre de 1981. Munia trabajaba entonces como chofer de taxi, pues ya no podía ejercer su profesión de periodista. En el momento en que dejaba a un cliente, Munia intervino en un control policíaco en contra de su hermano, Willian Cook. En ese momento se arma un tiroteo. Daniel Faulkner es herido mortalmente por dos balas. Munia resulta herido en el pecho.
Basándose en el hecho de que el policía fue asesinado con una bala de calibre 48 y que Munia Abu Jamal tenía un revolver del mismo calibre, los policías concluyeron que él es el autor del crimen. En ningún momento se ejecutó un análisis balístico. Y esto a pesar de que Munia desde entonces ha clamado su inocencia. Munia es víctima de una verdadera conspiración político-judiciaria, realizada por el juez Albert Sabo. Este juez es conocido por los estrechos lazos que lo ligan a los medios de la extrema derecha racista. El testimonio de su hermano es simplemente descartado por el juez.
Se ejerce presión y se profiere amenazas contra los testigos que afirmaban no haber visto a Munia Abu Jamal tirar contra el policía. Peor aún, la policía no tuvo reparos en sobornar a los testigos. Es el caso en particular de Cynthia White, principal testigo de la acusación, quien ni siquiera estaba presente en el lugar de los hechos. Respecto a los testimonios que afirmaban haber visto a una persona vestida de un saco de color verde tirar contra el policía y salir huyendo luego, simple y llanamente no fueron retenidos por la Corte.
Además, la presencia en el lugar del crimen de sangre del tipo O, cuando Munia y el policía pertenecen al grupo sanguíneo A tampoco fue tomado en cuenta. Se puede agregar los informes policiales contradictorios. A pesar de estos hechos revelados por la defensa, Munia Abu Jamal fue condenado a la pena capital en julio de 1982.
Desde ese momento se inicia una campaña internacional para salvar a Munia Abu Jamal. Entre tanto sus abogados van a escudriñar la investigación policial precipitada y chapucera, plagada de múltiples irregularidades jurídicas. Los abogados no han cesado de aportar pruebas de la inocencia de Munia Abu Jamal. Rachel WolKenstein, abogada de Munia, recogió la confesión de un asesino a sueldo, Arnold Bervely, que reconocía haber matado al policía Faulkner, cumpliendo un contrato mafioso. Esta confesión fue también rechazada, alegando que era poco creíble.
Esta actitud de la justicia estadounidense "se explica" por el compromiso político de Munia Abu Jamal, como miembro del partido de los Blacks Panthers, en 1969. El FBI lo considera como un elemento que "representa una amenaza para la seguridad nacional". En tanto que periodista de una radio de Pensilvania, Munia Abu Jamal va criticar la corrupción policial y de los dirigentes políticos del Estado. Fue despedido de la radio. Luego ya no pudo ejercer su profesión y para ganarse la vida tuvo que trabajar como chofer de taxi durante las noches.