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29 mayo 2011

Dos años del gobierno Funes/FMLN

Mauricio Funes era un entrevistador. Algunos le encontraban muchas cualidades, otros explicaban su descuello periodístico a través del consabido refrán “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”. En todo caso gozaba de cierta popularidad por sus interrogatorios y algunos editoriales atrevidos. Como periodista descollaba. Este punto es necesario tenerlo en cuenta para explicar las razones que movieron a la cúpula del FMLN para su nombramiento de candidato presidencial.


Asimismo hay que recordar que fracasó en su primer intento. Por dos razones, la exorbitante presencia y peso de Schafik Handal y el haber mostrado en primer lugar sus desmesurados colmillos ambiciosos. Handal no iba a dejarse imponer a un advenedizo, que además se presentaba exigiendo todo sin ningún compromiso de su parte, solo su persona. También mostró Mauricio Funes cierto desconocimiento de las reglas constitucionales para ser candidato presidencial, pues de entrada en una entrevista a El Faro, declaró que no tenía intención de adherir al FMLN. Ignorancia mayúscula para alguien que se pretendía enterado de todo, pues todos sabemos que en la Carta Magna dice claramente que los candidatos a la presidencia deben ser miembros de un partido político. Pero en la cúpula efemelenista, desde entonces, se puso en movimiento de manera recurrente la idea de nombrar a una persona de afuera.


Fue también entonces que muchos editorialistas, comentadores, blogueros, etc. Se pusieron a machacar que el FMLN no podía llegar al ejecutivo con un candidato de sus filas, que necesitaban un candidato de afuera. Esto se repitió tanto, con tanta convicción, con tanta fuerza que se volvió una evidencia, casi un dogma. Nadie quiso ver que ARENA estaba sufriendo un desgaste cada vez mayor y que lo que se volvía importante ante todo era sacar a ese partido del poder. Pero esta idea se volvió fuerza política de la que con astucia se valió Mauricio Funes. La cúpula efemelenista por pereza intelectual, por oportunismo, no quiso encarar la situación tal cual se presentaba políticamente, sino que también adhirieron a este nuevo dogma. Dieron por sentado que uno de los suyos nunca llegaría al poder, que era necesario aliarse con una personalidad exterior. Era la idea dominante, pero también coadyuvó a esto que en sus filas, al interior de la cúpula, no había una personalidad que descollara, alguien que se impusiera. Hubo algunas personas nombradas tanto por militantes, como por los periodistas, pero no pertenecían al grupo de los de arriba. Un gran argumento, muy “político”, muy “perspicaz” de la cúpula, eso nos evitará hacer primarias, cada vez nos peleamos, nos dividimos, con un candidato de afuera seguiremos unidos. La fuerza política de esta posición revolucionaria fue aceptada por todos.


Fue así como el entrevistador fue candidato y se puso en campaña, sembrando en una extensa y vigorosa campaña, muchas promesas y una enorme esperanza en que las cosas iban a cambiar. Pero estas cosas fueron nombradas una a una en muchas reuniones en las “mesas de consulta”, que luego se redujeron en simples insumos de reflexión para los asesores del candidato. El cambio iba adquiriendo nombre, contenido preciso: canasta básica a bajos precios, aumento de los salarios mínimos, mejoramiento sensible en la asistencia médica, mejoras en el sistema educativo, creación de empleos para los jovenes y sobre todo, erradicar la violencia que carcome nuestra sociedad. La gente se puso a esperar. En realidad, se estaba llegando al final de una estrategia electoral, que había dejado de lado las movilizaciones y las organizaciones de masas. La combatividad de las luchas pasadas comenzaron a sufrir un irremediable embotamiento y las pocas luchas que iban apareciendo no eran acompañadas, aún menos sostenidas por el FMLN. Las soluciones iban a venir de arriba, cuando se llegara al poder.



A la hora del continuismo


Este esperar y ver sembrado en las conciencias fue al mismo tiempo un terreno fértil para las ilusiones. Funes habló claro en muchos discursos, dijo claramente que no iba a combatir al sistema, que iba a tener como principal aliado a los Estados Unidos, que iba a conservar el dólar, que su política iba a ser de “unión nacional”. Todas estas advertencias no fueron oídas, nadie las escuchaba, Los dirigentes simplemente guardaban un silencio sepulcral sobre estos temas. Se sabe ahora que al interior del FMLN muchos estaban de acuerdo en todo y se conformaban o mejor se alegraban que Mauricio Funes estuviera poniendo a la hora el reloj del reformismo, sin que ellos se comprometieran en nada o en casi nada. Una vez todo esto en marcha, saldrían de su mutismo para apoyar lo que iba convirtiéndose en nuevas evidencias. Ahora sabemos las visitas a la embajada estadounidense de los dirigentes del FMLN y la disignación de un emisario, ahora ministro de Relaciones Extrajeras del gobierno de Funes.


Cuando la realidad se ve a través del espejo de las ilusiones, aparece llena de espejismos. Es lo que ha sucedido en estos dos años. Luego de unos pleitos reales o fingidos entre el presidente y el FMLN, entre reconciliaciones y nuevas alianzas entre aliados, el gobierno de Funes ha decretado algunas medidas de ayuda social a través del Ministerio de Educación, algunas otras por el Ministerio de Salud, otras ayudas a las familias más pobres, que ya existían con el gobierno de Saca, pero que ahora han sido ampliadas y augmentadas. Pero estas medidas útiles para las familias que las reciben, no han venido a cambiar substancialmente su vida. Pues los precios se han disparado, los salarios siguen estancados, el desempleo aumenta, la agricultura sigue ahogada en su improductividad, las inversiones tan esperadas no llegan. El tiempo de espera, el tiempo de confianza hacia el nuevo gobierno ha sido corto.


El primer presidente de izquierda de El Salvador adoptó un estilo de gobierno ultrajosamente altanero, acallando sistemáticamente a sus ministros, su estribillo predilecto era repetir: “el presidente soy yo”. Acallaba y corregía a los dirigentes de su partido, a veces los ridiculizaba. Insultó más de una vez a los diputados, a los de su partido y a los otros, ha contribuido al descrétido de la Asamblea, señalándola como el origen de muchos disfuncionamientos en el país. No era eso lo que la gente esperaba. Pensaron que el presidente no se comportaría como un rey absoluto que declaraba “el Estado soy yo”.


El tiempo de las ilusiones ha pasado, está llegando la era de la desilusión. El río está revuelto. El país ignora cuál es la exacta correlación de fuerzas, pues en la Asamblea aparecen coaliciones diferentes para apoyar las propuestas de Funes, a veces se logra la unidad de todos los diputados, a veces es el nuevo partido GANA —que algunos piensan como el partido de Funes y de Saca— quien aporta su contribución, a veces son por turno o juntos el PCN y el PDC. Nadie puede determinar cuáles son los criterios de estas alianzas parlamentarias, nadie sabe cuáles son las negociadas. Ha habido dos o tres veces en que la alianza ha sido entre ARENA y el FMLN.


La cruda realidad es que los salarios no alcanzan para llevar una vida decente, la pobreza real aumenta, las medidas acordadas por el gobierno se han esfumado, han tenido tan poco peso en la cotidianidad que pareciera incluso que también ellas son un espejismo.


El estilo arrogante del presidente


Con el estilo arrogante adoptado por Funes, con su parsimonia en decretar las primeras medidas, sin ninguna medida-faro que movilizara a la población, además de la terrible herencia dejada por los gobiernos de ARENA: un país casi en quiebra, dolarizado, asfixiado por la deuda, su agricultura destruida, con pequeñas y vetustas industrias de transformación, de pobre valor agregado, un desempleo creciente y crónico, etc. era necesario revitalizar urgentemente la economía, tomar medidas que demostraran la determinación real de emprender cambios estructurales.


En vez de esas medidas, Mauricio Funes se volteó hacia el patronato, proponiendo su política de “unión nacional”. Funes hacía realidad su programa declarado, no iba a rupturas con el sistema oligárquico, se declaraba obediente a los dogmas liberales, insistió sin mayores explicaciones, ni argumentos, que no iba a volver a la moneda nacional. Y ante el descalabro dejado por ARENA aplicó la medida constante y repetida por los gobiernos areneros, pedir más préstamos, seguir asfixiando al país con la cuerda de la deuda pública. Funes no se daba cuenta, no se da cuenta, que el patronato al que le reitera tantos llamados a cooperar con su gobierno, al ver a su partido ARENA derrotado salió directamente a la palestra política y acosaron a su gobierno. La ANEP dejó de lado su estricto papel de asociación profesional y tuvo una actuación casi de partido político, lo mismo ha sucedido con los dirigentes de la Cámara de Comercio. Los dirigentes del FMLN, concientes de que ellos eran como un abultado fardo para el presidente en sus tratativas con el patronato, han exhortado a los patrones a no temerles, les aseguraron que no están contra el gran capital, que el objetivo socialista lo ven ahora como una broma de mal gusto, en todo caso, es un objetivo tan lejano, que de seguro alguna catástrofe peor que la de Fujiyama ya habrá acabado con el mundo, antes de que ese “sueño” se realice en El Salvador.


No he hablado de la violencia en el país, que no retrocede, que invade todo el territorio. No hay ninguna explicación racional a la negativa de decretar un control estricto del porte de armas de fuego, de su importación y venta. También en esto Funes ha preferido el continuismo y también tiene su firma en una nueva ley anti-maras, ha sacado al Ejército a las calles, al campo, lo ha puesto en las fronteras y en las cárceles. Estas medidas pretendían calmar la primera preocupación de los salvadoreños. Por el momento, a pesar de lo que afirma Funes, el efecto es desastroso para el país. Pues también este ha sido un espejismo, usar contra la violencia únicamente la represión no puede dar efectos, es imperiosa también la prevención, a igual nivel que la disuación y la represión. El Ejército no está preparado para estas tareas, además es preferible que se vuelva a los cuarteles. Ahora todo ese cuerpo armado es un blanco de la corrupción, desde el menor soldado hasta el más algo grado de oficial. La crónica de las ventas de armas ilegales se alimenta con ejemplos de miembros del Ejército. La presencia de armas de guerra en los atracos, en las actividades delictivas de las maras se ha vuelto como un hecho consumado e imposible de combatir.


A los dos años de su elección el presidente Funes tal vez no se de cuenta que su primera popularidad comienza a erosionarse. Ha perdido un punto en su nota de popularidad, de uno a diez, que por el momento aún sigue alta, 6.16, pero se avecina ya a las que tuvieron los presidentes de ARENA.


El balance no es muy halagador. ¿Se puede esperar algún viraje en la política del gobierno? Si la población sigue apática, esperando soluciones desde arriba, sin su participación activa, no habrá ningún cambio. En todas partes, los avances sociales han sido siempre el resultado de luchas populares.

26 mayo 2011

¡Despertá, ya! El Salvador.

Este sábado 28 de mayo, un grupo de ciudadanos se va a reunir en Santa Tecla, en el Palacio Municipal, a las 4 p.m., para intercambiar ideas, impresiones, sentimientos e inquietudes sobre la situación en el país. Al parecer se trata en su mayoría de jóvenes. Como lo han indicado en sus mensajes, se trata de un grupo abierto, sin ninguna filiación partidaria y declaran que su principal preocupación es obtener para el país una “democracia real”. Este grupo se nombra “Despierta El Salvador, Ya”. Algunos se refieren directamente a las reuniones que mantienen en la plaza de la Puerta del Sol, en Madrid, los “Indignados”.


Por el momento, no se puede prejuzgar lo que va a salir de esa reunión. En todo caso, se trata de una respuesta espontánea ante la conducta de los partidos políticos en general, y particularmente la tentativa de acomodarle a los partidos moribundos, PCN y PDC, su resurgimiento, acordando plazos y permitiéndoles recuperar de inmediato siglas, banderas e insignias. Esto de alguna manera significaría volver a los mismos métodos que sancionó como inconstitucionales la Sala de lo Constitucional, precisamente respecto al decreto que los mantuvo en vida a estos dos partidos. En la “comisión parlamentaria” que se ocupó de este asunto, cayeron en acuerdo todos los partidos, salvo GANA. Lo que significa que de nuevo el FMLN y ARENA se van ir de la mano para salvar a sus viejos cómplices.


Por la reacción suscitada, este asunto ha sido “la gota de agua que hizo rebalsar el balde”. El descontento se ha propagado instantáneamente, hasta tal punto que según informan los diarios el tema ha sido retirado de la agenda de la próxima plenaria. Pero los diputados han demostrado con creces que cuando reculan lo hacen para tomar mejor impulso...


La situación política es muy confusa, el presidente ofrece sus servicios al patronato, a veces como mal vendedor alza la voz, se enoja, rechina y regaña. Su pleito con el partido que lo llevó al poder ha pasado a segundo plano, pues el FMLN lo declara presidente de la transición. El nuevo partido GANA ocupa un lugar indeciso, balanceante, a veces parece seguir la antigua ideología de ARENA, a veces se alía al FMLN, pero en ocasiones pareciera que se trata de una plataforma al servicio del presidente y como una plataforma de encuentros con el expresidente Saca. ARENA, afuera del poder, es un partido crispado, agresivo y como siempre al servicio de la ANEP. Los partidos PCN y PDC parecen elefantitos en la telaraña, se columpian. Todo esto parece un gran circo. Y el cambio esperado, el cambio anhelado no llega.


Por supuesto que algunos cambios han habido, no podemos negar o ignorar los repartos anuales en las escuelas, muy importantes para las familias que los reciben, la gratuidad en los hospitales, aunque el abastecimiento de medicamentos sigue con la misma ineficiencia de antes, en tiempos areneros. Hay otras medidas que ya existían anteriormente y que ha sido mejoradas o extendidas. Este aspecto social es el que sirve tanto al presidente, como a su partido, para levantar el tono cuando alguien afirma que todo sigue igual.


En efecto, todo sigue igual. Pues como lo dijeron sin querer, los dirigentes del FMLN el gobierno no ha tocado en nada al modelo neoliberal. El presidente pegó el acostumbrado berrinche. Pero si tomamos un ejemplo, la gran estructura portuaria será cedida a una empresa extranjera por presiones de la derecha y de su prensa. Se pudo perfectamente mantener esa estructura en el sector estatal, pero esto contradice los dogmas liberales. Les gustaría justamente privatizar Acajutla. En vez de aprovechar la experiencia acumulada en la gestión de este puerto, el gobierno cede a una sociedad extranjera el nuevo puerto de La Unión, poniendo en peligro a Acajutla, en vez de hacer una sola empresa nacional que administrara ambos puertos, el gobierno decide enajerar una estructura costosa y creada con el dinero de la gente. En esto veremos una “unión parlamentaria nacional”, en esto no habrá ninguna polarización.


El monto del salario mínimo sigue siendo insuficiente para asumir los gastos mensuales de las familias, la canasta básica sigue su vuelo, el desempleo no disminuye, la actividad económica sigue estancada. Las inversiones son escasas, tanto las extranjeras, como las nacionales. El patronato no invierte en el país, prefiere exportar sus ganancias y lo que no pagan en impuestos por evasión fiscal. Mantienen la actividad a fuego lento, en espera quizá de que su principal aliado, ARENA, vuelva al poder y entonces tal vez invertir, tal vez seguir aprovechando de las mismas condiciones de siempre, usar al pais de fuente de sus rentas. La reforma fiscal no llegará, pues el patronato y su prensa siguen amenazando con la misma canción de siempre, si nos aumentan los impuestos, aumentamos los precios. Pero como todos nos damos cuenta, los precios aumentan sin que aumenten sus impuestos.


Nadie —sobre todo los que votaron concientemente por Funes, que sabían que era un “moderado”, que no era un auténtico “rojo”— esperaba que el nuevo gobierno iniciara cambios estructurales en la economía nacional. Me refiero que tocara en lo más mínimo la dominación de la oligarquía. Pero todos soñaron que el presidente iba a tener las suficientes agallas para con ayuda del pueblo imponer un nuevo reparto, a través de una reforma fiscal, que permitiera una mejora en los programas educacionales, de salud, de prevención. Muchos soñaron que se iba a terminar con los altos precios de las medicinas, que en esto iba a abandonar el dogma liberal y proceder a un control de precios, lo mismo con los productos de necesidad básica. No obstante el país está maniatado al FMI y a la Banca Mundial. Ellos nos siguen prestando a condición de no trasgredir los dogmas fundamentales. El ex presidente del FMI, Straus-Kahn, admitía los parches sociales, pero no el abandono de los antiguos principios liberales del mercado.


Creo que todo esto ha llevado a muchos jóvenes a plantearse la necesidad de cambiar las costumbres políticas, de querer intervenir más activamente en los asuntos públicos, de manera más directa. Es cierto que algunos se declaran apolíticos. Error, no son apolíticos, tal vez no siguen a los partidos políticos, pero eso es otra canción. Ocuparse de los asuntos públicos, ocuparse del cumplimiento de las leyes, la aspiración a sanear la cosa pública, es una actividad política, es precisamente esto la verdadera política, no la politequería a la que han reducido los partidos políticos nacionales el quehacer en la asamblea y en el gobierno.


La iniciativa me parece loable, tal vez los objetivos propuestos sean más grandes de lo que puedan alcanzar por ahora. Pero si ese movimiento se inventa nuevas formas de actuar, de organizarse, si introduce una participación activa de nuestra juventud en la cosa pública ya eso será bastante. Pero puede que eso crezca, que desde ahí, desde la base surja una corriente que cuestione la verdadera raíz de nuestros males, de todos nuestros males. He dicho jóvenes, aunque espero que lleguen también los menos jóvenes.

21 mayo 2011

Los Texis y la casta que los protege

El asunto de la banda delictiva de Texistepeque ha venido a poner al desnudo, como muchos otros hechos de los que nos enteramos a diario, la profunda crisis social que atraviesa nuestro país. Sería quedarnos en la superficie, si limitáramos lo que revelan los hechos narrados por el semanal El Faro a una simple crisis institucional.


Es cierto que la Policía Nacional Civil (PNC) es acusada de participar activamente en el tráfico, que personas con cargos de responsabilidad son mentados, como pertenecientes o ligados de cerca a los cabecillas de la banda. Un juez, alcaldes, diputados aparecen nombrados, incluso una gobernadora: la representante del Ejecutivo en el Departamento de Santa Ana. La incuria de la Fiscalía no nos sorprende. A veces hasta pareciera que esta ostentosa negligencia adquiere el rango de ocultamiento o de complicidad.


Pero detengamos un momento nuestra atención en la serie de delitos cometidos, pues no se trata de uno solo, reunión y organización delictiva, sobornos de la autoridad, desde el soldadito en la frontera o agente de la policía hasta el comisionado, hasta el juez, hasta el diputado y los alcaldes, tráfico de influencias y tráfico de personas y tráfico de mercancías ilícitas. La investigación viene haciéndose desde hace diez años, esto implica que los delitos tienen más edad que el tiempo de la investigación. Estos delitos reposan todos en el postulado moral de esta sociedad en la que vivimos: “el dinero lo puede todo”.


Si el dinero lo puede todo, si el dinero nos procura el usufructo de cualquier otra mercancia, ¿qué tiene de malo procurarme ese mismo dinero por todos los medios? Desde el momento fundador de la clase dominante cafetalera la rapiña y el robo fueron sus medios. El ocultado decreto de 1882 de la abolición de las tierras ejidales y otras tierras comunales y la expulsión de sus antiguos dueños y la apropriación de ellas por la casta dominante, que vino a confirmar las relaciones capitalistas en el país, ha sido el bautismo de la oligarquía, el robo pues ha sido el acto fundador de nuestra sociedad actual. ¿Acaso para que esto se consumara no existió un mayúsculo tráfico de influencias? Hubo amenazas de golpes de Estado, hubo cambio de Constitución de claros principios “liberales”. Y para rematar el todo, vino el decreto “anti-maras” de aquella época, el “decreto contra la vagancia”. Luego de haber lanzado a errar a los indigenas ejidistas por todo el país, sin recursos, sin nada, fueron luego traídos a la fuerza a sus antiguas tierras, ahora de otros, como peones para ser sobreexplotados en las nuevas plantaciones de café. Los peones era una mano de obra más que barata, que fue obligada a permanecer en las haciendas, con métodos de usureros y ladrones, endeudándolos con la “tienda” del patrón.


Esa fue ya una de las primeras grandes derrotas de nuestro pueblo y se perdió además la pericia en el cultivo de muchas plantas, pues aquellas tierras se volvieron ajenas. Este latrocinio no fue un disfuncionamiento de las instituciones, sino que la institución sirviéndo al más fuerte. El Estado en su plena función de órgano de dominación de una clase sobre el resto de la sociedad.


Veamos en qué situación nos encontramos, el presidente acepta el “préstamo” de un millonario para hacer su campaña electoral, acepta el “préstamo” de un avión para darse un paseo en Miami. Ambos hechos son escandalosos. Son escandalosos en su principio e igualmente escandalosas han sido las justificaciones. El primer “préstamo” se justifica simplemente porque fue el que permitió el triunfo electoral. Esto lo han alegado militantes y dirigentes, reduciendo a nada el trabajo militante. El otro “préstamo” es de parte de un amigo (el otro préstamo también era amical) y era para un vuelo privado, en tiempo privado. La función presidencial no desaparece los días domingo como una especie de transfiguración. ¿Era tan urgente ese viaje de diversión que impusiera aceptar un regalo? Creo que sin exagerar, que el principio ético de la aceptación y de la justificación que fue dada reposa en el mismo principio del que acepta directamente un soborno. No estoy diciendo que estos “préstamos” han sido sobornos, no tengo evidencias, digo que el principio es el mismo, ¿por qué no voy a aprovechar de mi situación?


He empezado con este caso, para mostrar que la crisis social que atravesamos es profunda. Pues si es cierto que hubo indignación de muchos en el segundo caso, casi no la hubo en el primero, pero al mismo tiempo fueron también muchos los que vinieron a defender el segundo regalo. Pero Funes es el primer magistrado de la República. Sabe nuestro presidente que esta amistosa generosidad es pasajera y hasta en cierto sentido, súbita. Pero sabemos que los otros presidentes anteriores también abusaron de su función, unos aprovecharon de las privatizaciones, otros escondieron a la Corte de Cuentas sus cuentas bancarias, el otro se convirtió en uno de los más prósperos empresarios, mientras ejercía su mandato, que terminó con una gira con un séguito faraónico.


Recuerden los aumentos sistemáticos y abusivos de los salarios de los diputados, sin ninguna proporción con la realidad de sus necesidades, ni de los servicios prestados al país, la lista de prebendas no corresponde en nada al estado de las finanzas del país y es disproporcionada con el nivel de vida de los salvadoreños.


“De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los platos donde un árbol de plata labrada en la concavidad de sus platas recogía el jugo de los asados; de plata los platos fruteros, de tres bandejas redondas, coronadas por una granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados por los trabajadores de la plata; de plata los platos pescaderos con su pargo de plata hinchado sobre un entrelazamiento de algas; de plata los saleros, de plata los cascanueces, de plata los cubiletes, de plata las cucharillas con adorno de iniciales...”, pareciera que este pasaje inicial de la novela “Concierto barroco” de Alejo Carpentier hubiera inspirado a nuestros diputados para pasar el pedido de los cubiertos para la Asamblea Nacional. Sigfrido Reyes, el nuevo presidente legislativo, del partido “revolucionario” FMLN, que acababa de prometer ahorros y controles de gastos, no justificó esta estravagancia de cubiertos y utensilios de plata para el comedor de la Asamblea, no, Sigfrido Reyes no justificó ante algunas protestas e ironías de algunos comentaristas, no, Sigfrido Reyes se indignó que se le diera tanta y excesiva importancia a este tipo de nimiedades.


Algunos dirán tal vez que esto no tiene nada que ver con la banda de Texistepeque. Al contrario tiene mucho que ver. Pues como lo hemos dicho bajo todas estas actitudes, detrás de todos estos actos reposa la lógica del interés personal. De la misma manera que el robo de las tierras ejidades se realizó bajo la protección de un decreto del Estado. La lógica del interés personal convierte al funcionario del Estado en sirviente de los propietarios, pero con un pago adecuado, también del que desea cometer un ilícito.


El interés egoista, el interés de los pocos opuesto al interés de la mayoría, al interés común es la piedra angular de la ideología de la sociedad burguesa. El garante de esta ideología del más fuerte es el Estado burgués, es el que con sus leyes defiende el principio de la explotación de los trabajadores, defiende la propiedad privada. Y a veces deja de defenderla cuando el que trasgrede y se apropia de lo ajeno soborna adecuadamente a las personas claves. Pero el principio sigue siendo el mismo, el Estado en tanto que tal es el instrumento de dominación de la clase dominante sobre el resto de la sociedad.


Claro que desde el punto de vista de la doctrina algunos pueden afirmar que las instituciones no han funcionado, cuando agentes del Estado prodigaron a los delincuentes de Texistepeque toda la asistencia necesaria para el cometimiento de los delitos. Por eso algunos han querido ver en esto una crisis institucional. No voy a negar su existencia, pues con estos actos no se guardan las conveniencias, no se protegen las apariencias, este tipo de delito pone al desnudo la doble moral institucional del Estado burgués. Pues la justicia del Estado, la fuerza del Estado se aplica con rigor e inclemencia cuando se trata de alguien que no tiene los recursos necesarios para el soborno, para la compra de voluntades.


Es en esto que consiste la crisis institucional, se ve todo el descaro de la doble justicia, se ve con demasiada claridad la negligencia del Fiscal, la policía que debería ser la garante del orden público participa en el tráfico de las mercancías ilegales. Pero esta crisis es apenas el síntoma de algo peor, de la crisis social. Es la sociedad misma que está perdiendo los valores del interés común. El interés privado, personal adquiere tal fuerza de dogma que poco importan los medios que se usen para alcazar los objetivos, las metas fijadas. Hasta tal punto este dogma se ha apoderado de nosotros, que aparecen incluso justificaciones a este tipo de conductas delictivas.


Y esto va desde arriba, desde la cúspide del Estado hasta el soldadito que redondea su salario con los diez dólares que recibe para que se haga el ojo pacho ante los camiones cargados de drogas o de ganado. Es esta ideología la que sustenta a todos aquellos que para lograr sus objetivos, no tienen reparo en recurrir al asesinato, a contratar sicarios, a rebajar a la persona humana a un simple estorbo. Es este mismo principio el que domina a los jóvenes delincuentes miembros de las maras. El interés personal erigido en dogma es al mismo tiempo el desprecio de los demás, el otro se convierte en nadie, en algo menos que nada. La crisis que atraviesa nuestro país, además de sus aspectos económicos, cuyos efectos son dramáticos, se acopla a la degradación de los valores humanos. Hay urgencia en pensar seriamente de la manera de salir de este callejón en el que nos han metido las clases dominantes.

13 mayo 2011

Una promesa histórica

En el vocabulario del FMLN la palabra « táctico » tiene el significado corriente de como disponer, mover y emplear las fuerzas para un combate y otro que es muy particular, propio tal vez a todas las fuerzas políticas salvadoreñas. ¿Qué reza este otro significado? “Pues esto que declaramos urbi et orbi es para mientras, ya veremos luego que nos sale... Entre nosotros sabemos que nuestras intenciones son otras”. Un ejemplo de esto o como dicen los lingüistas una “ocurrencia” la he encontrado en las recientes declaraciones que hizo la diputada Lorena Peña al semanal El Faro. Leamos, cito:


“¿Y Ana María en qué andaba en ese momento?


—“Ana María se la habían jalado para allá porque en la comandancia había que tener dos, y Ana María era la segunda responsable, entonces ella estaba por apoyar una estrategia política diplomática que le diera acompañamiento a la guerra porque toda la discusión real de la negociación no se dio cuando Marcial, se dio en el 90, hasta antes era táctico para el gobierno y táctico para nosotros”.


¿Qué nos está diciendo la diputada? Que las proposiciones de negociación hasta el noventa era pura pamplina (Iba a poner “paja” como ella muy elegantemente se expresa en esta entrevista). Lo serio, lo real de las negociaciones fueron sólo a partir de los noventa. Es una interpretación sui generis de los hechos. Pues de alguna manera la diputada, la antigua guerrillera, le está dando razón al gobierno de entonces, en no darle crédito a las proposiciones de negociación que reiteradamente le hacia el FMLN. Sin embargo la contradicción se encuentra en el mismo párrafo, pues nos afirma que Ana María “estaba por apoyar una estrategia política diplomática que le diera acompañamiento a la guerra”. Pero los objetivos finales no son tácticos, sino que estratégicos.


Sobre este tema de las negociaciones y del objetivo de la guerra ya he escrito anteriormente, no voy pues a volver a abordar el tema ahora.


Algunos se acordarán que durante la campaña electoral presidencial, se presentó en repetidas oportunidades la candidatura de Mauricio Funes como táctica. Era lo que iba a atraer hacia el voto por el FMLN a esa franja de indecisos que de lo contrario nunca votaría por el Frente. Dejando entender que una vez en el gobierno iba a cantar otro gallo. Como las negociaciones entre Mauricio Funes y el Frente no fueron públicas, ni dieron como resultado ningún documento público, tal vez ni siquiera secreto, no sabemos cuales fueron las mutuas concesiones, ni los compromisos logrados. Tampoco qué clase de tire y afloje tuvo lugar, se puede presumir que la composición del gobierno y el reparto de los ministerios tuvo cierta importancia.


Poco a poco la gente se fue enterando durante los mítines de la campaña las posiciones que Funes no compartía con la dirigencia del Frente. Tampoco voy a hacer el recuento. Pero también quiero recordarles que sobre todas estas declaraciones los dirigentes del FMLN guardaron un profundo silencio. Y no nos queda otra que recurrir al adagio de “el que calla, otorga”, pero ahora sabemos que en realidad lo han abandonado por completo, doy dos ejemplos claves, el retorno a la moneda nacional y la abolición de la Ley de Amnistía.


Viejas y resquebrajadas consignas


No sé como le llaman a estos renunciamientos, si los asignan a la “tactica” o a la “estrategia”. Lo mas probable es que opten por declarar esto como una táctica, pues la estrategia —como afirma Carl von Clausewitz— comprende el alcance de los fines. El fin actual del FMLN ya no es la toma del poder político por el proletariado, sino mantenerse en la esfera política, procurando obtener nuevos curules, más ministerios y eventualmente promover alguna que otra reforma que sirva de paliativo al sufrimiento de los más pobres. Desde hace tiempo han abandonado todo cuestionamiento del dominio sobre toda la sociedad por la oligarquía, ahora persiguen encargarse de los remiendos sociales, ya no se proponen subvertir los fundamentos burgueses de la sociedad, ahora se trata de reformar y limar las asperesas del capitalismo, darle un rostro humano. Como durante estos últimos años han repetido tanto y hasta se precipitaron a formar parte de la V Internacional Comunista propuesta por el presidente Chávez, también repiten que el socialismo es un objetivo lejano, que se trata de algo que no se puede plantear ahora a nuestra sociedad y a veces frente al enojo de sus militantes y simpatizantes se entusiasman con viejas y resquebrajadas consignas, siguen vistiéndose de rojo y hasta levantan el puño izquierdo.


Pero el objetivo que plantearon ante el pueblo aquellos que lo llamaron a empuñar las armas, no fue ponerle parches y curitas a nuestra miseria, sino que cambiar de sociedad, de transformar sus estructuras, de acabar con la dominación imperialista y de la oligarquía. Eso se planteaba como la única salida a nuestro subdesarrollo, como la única posibilidad de resolver las eternos problemas de nuestra sociedad. Entonces se demostraba con detalles la contradicción entre los intereses de la oligarquía y del resto de la sociedad. La contradicción antagónica se refería a la sociedad capitalista salvadoreña. Es cierto que muchas cosas cambiaron en el mundo que no permiten proponerse los mismos objetivos de manera inmediata en estos momentos. No obstante la realidad nacional, tanto económica como social, ha sufrido cambios que empeoran la situación de los trabajadores, es decir que el sistema ha seguido produciendo los mismos estragos, empeorándolos. Es decir la realidad no contradice los objetivos de entonces, sino que los vuelve aún más urgentes.


Es necesario pues hablar sin tapujos sobre los cambios que se han operado en la sociedad que no permiten plantear los objetivos de transformación como actuales, a pesar de que se han vuelto en la realidad económica y social aún más urgentes.


Muchos temas han vuelto a florecer como argumentos que impiden nuestra lucha por el socialismo, nuestra pobreza, nuestra falta de recursos naturales, nuestra posición geográfica, nuestra dependencia. Se trata de temas a los que se respondió anteriormente, en los años setenta, teórica y prácticamente, temas que es necesario retomar con paciencia uno a uno. Ha aparecido otro muy recurrente y en apariencia de gran peso. Fundar otro tipo de sociedad en El Salvador, romper con la explotación de los trabajadores es imposible, pues ahora estamos obligados a tomar en cuenta que en el seno del principal enemigo de nuestras aspiraciones de independencia, en los Estados Unidos, viven millones de salvadoreños. Esto se une a otro tema más antiguo, el imperialismo no lo permitiría y recurriría a promover en nuestro país un golpe de Estado. Esto último no se dice así tan abierta y crudamente. Pues hay como un acuerdo de no abordar este tema, como si el papel que ha jugado el Ejército en nuestra historia fuera actualmente un tabú. Aún más, ahora el presidente Funes, con la abierta complicidad de todos los partidos políticos, desde hace algún tiempo, se dedica a rehabilitarlo. Lo hace amparándose detrás de la angustia que suscita la violencia criminal, el alza de los asesinatos, el recrudecimiento de su crueldad. El Ejército realiza tareas en la sociedad que no le corresponden, ahora lo han sacado a las calles, abandonando los cuarteles, rompiendo uno de los pilares de los Acuerdos de Paz.


Lo interno y externo


Existe pues una correlación de fuerzas desfavorable a las ideas del socialismo en el país, de eso no podemos dudar. Este cambio radical no se ha producido de repente y de manera espontánea. Se trata del resultado de un proceso en el que han convergido factores internos, como externos. Los factores externos repercuten al interior de nuestra sociedad y se mezclan con los factores internos. Uno de los principales es la desaparición de lo que durante décadas se llamó el “Campo socialista”, sobre este hecho que de manera simbólica se asocia al derrumbe del “Muro de Berlín”, diré algunas palabras. Esto produjo un cambio en las relaciones de fuerzas a nivel internacional. Este punto merece estudios detenidos que van más allá del aporte que pueda hacer una persona, existen ya materiales suficientes que han puesto al desnudo las cuasas del descalabro del “socialismo real”. Lo que nos corresponde a nosotros es no sólo analizar estos hechos, sino escrutar los efectos en nuestra sociedad.


Es claro que se trata de analizar las consecuencias ideológicas de todos estos procesos. No obstante también es necesario y tal vez sea aún más imprescindible fijar nuestra mirada en los factores internos que han venido a cambiar las correlación de fuerzas políticas respecto a la necesidad de transformar a fondo y radicalmente nuestra sociedad.


Cuando se emprende una batalla no existen más salidas que la victoria o la derrota, es tonto consuelo seguir llamando empate a lo que ha ocurrido al finalizar la guerra en el país. No digo esto por simple regateo, ni por espíritu de contradicción. El análisis actual de la guerra pasada comienza a ser un tema para la historia nacional, no obstante no pierde aún su vigencia política. Su interpretación es importante, pues quierase o no, la guerra y sus resultados siguen determinando la actualidad política.


El objetivo de la guerra es el desarme del adversario, esto determina quién ha salido victorioso. Es cierto que la guerrilla aceptó su desarme luego de un largo proceso de negociaciones y como resultado de un Acuerdo de Paz. En ese mismo tratado figuraba la destitución de los principales mandos del Ejército y la disolución de los organismos represivos como la Guardia Nacional, las Policias Nacional y de Hacienda. El Ejército quedaba consignado en los cuarteles. También los criminales organismos paramilitares fueron desarmados y disueltos. Y fue creada la Policía Nacional Civil. En el Acuerdo se contemplaban muchas otras cosas de carácter social que nunca se cumplieron.


El retorno a lo político no fue una simple vuelta a la situación anterior a la guerra. El principal cambio fue que todas las prácticas pasadas de represión indiscriminada contra las fuerzas progresistas del país desaparecieron, aunque los sindicatos y los sindicalistas aún hasta ahora no tienen las protecciones necesarias para actuar en completa libertad y seguridad laboral. Aunque el FMLN no obtuvo, o no lo negoció, no se crearon comisiones mixtas de control de la aplicación estricta de los acuerdos. De todas formas el FMLN entró como partido político a la vida institucional del país.


Los Acuerdos de Paz no coinciden ni de lejos con los principios y objetivos primeros bajo los cuales el FMLN legitimaba su lucha revolucionaria. Desde el punto de vista económico y social todo quedaba igual.


La situación política era nueva en todos los sentidos. Sobre todo para las fuerzas populares, que ahora adquirían la posibilidad de expresarse libremente, incluso se contemplaba el derecho del FMLN de abrir los medios de comunicación social que juzgara necesario. Entonces contaba con dos radios guerrilleras. Estas fueron “privatizadas”. El FMLN en tanto que partido político perdió su control y fue incapaz de fundar nuevas radios, ni editar un órgano de prensa que pudiera competir con los de la derecha y de la oligarquía. Por supuesto que entonces una estación de televisión tampoco se planteaba como objetivo. Esta situación lo puso en desventaja para llevar un combate ideológico y político. Para poder hacerse oír por la sociedad le quedaban pues la movilización de sus militantes y la reactivación, en las nuevas condiciones, de las organizaciones de masas.


Una promesa histórica


El FMLN entró a participar en el sistema político nacional, logró ser aceptado y oficializado como partido político y comenzó a participar en las elecciones. En este espacio es imposible extenderme con detalle en una evalución de las acciones políticas del FMLN, no obstante todos sabemos que la lucha política, los objetivos políticos parecían haber sido ya logrados y los primeros que fueron la causa de la guerra fueron simplemente abandonados. Este abandono no sorprendió a nadie, pues de alguna manera estaba inscrito en el carácter mismo que optó la guerra desde que se planteó como principal objetivo llegar a la mesa de las negociaciones.


Pero como las condiciones de vida no cambiaron con los Acuerdos de Paz, en cada campaña electoral volvían a surgir la antiguas aspiraciones como una promesa histórica, como un objetivo nunca abandonado por el Frente. Era este sobrentendido el que yacía en los discursos políticos de los candidatos efemelenistas. Las organizaciones de masas no fueron reactivadas realmente. Apareció un sinfin de organizaciones no gubernamentales (ONG) que vino simplemente a fragmentar el movimiento social. El FMLN se acomodó perfectamente a esta situación. Poco a poco la batalla política se limitó a discutir las propuestas de los gobiernos areneros, sus acciones o su inacción. Las propuestas del FMLN eran contraproposiciones, no provenían de una estrategia de cambio y de una batalla ideológica para mostrar la caducidad del sistema político y econoómico reinante.


Es cierto que con la llegada al poder en la URSS de Mijail Gorbachov y el inicio de su política de restructuración (perestroika), produjo en las filas del “movimiento comunista y revolucionario” en todo el mundo una conmoción y una parálisis inesperadas y profundas. Para un análisis más exhaustivo sería necesario observar con cierta minucia lo ocurrido en el seno del Frente y la correlación de fuerzas interna a partir de abril de 1983, fecha de la desaparión de la comandante Ana María y del comandante Marcial. Pues la componente del Frente que salió reforzada o digamos que pasó a ser ideológicamente hegemónica fue el Partido Comunista Salvadoreño. El papel de su principal líder se volvió predominante y fue quien poco a poco fue dando la pauta al resto de organizaciones. Con la llegada de Gorbachov y su política de abandonar para Moscú el carácter de centro del movimiento internacional comunista, de devolver la iniciativa y la libertad de juicio a cada unos de los partidos nacionales, la libertad de determinar su propia política, de no obligarlos a defender a capa y espada la política de la URSS, la libertad de tener cada partido su propia línea política tanto nacional, como internacional, sumió a muchos dirigentes en la consternación.


En todo caso, la famosa Perestroika no cundió, sus resultados no fueron concluyentes, las divergencias con los antiguos dirigentes y partidarios a un retorno a las antiguas prácticas totalitarias eran cada vez más agudas y públicas. Al mismo tiempo aparecieron poderosas corrientes que promovían una “radicalización” de la política de Gorbachov. En realidad se trataba de emprender una transición hacia el capitalismo.


No es menester insistir que todo esto tuvo en El Salvador repercusiones en la vida política nacional. Pero lo que vino a dar un golpe fatal a toda la ideología hasta entonces considerada como graníticamente sólida, fue el derrumbe del “campo socialista”, la estrepitosa “Caída del Muro de Berlín”.


Era indudable que el modelo soviético hasta entonces considerado como el prototipo de sociedad a la que se anhelaba se vino abajo, provocando una terrible horfandad ideológica y algunas veces simplemente una desbandada. Eso ocurrió también en El Salvador. Pero nadie era, ni fue capaz, al interior del FMLN, de emprender un trabajo crítico de lo sucedido en la URSS desde los años treinta hasta el descalabro final. Nadie era, ni fue capaz de renovar el pensamiento revolucionario en El Salvador, incluso aquellos que se declaraban ritualmente como “marxistas-leninistas”, fueron poco a poco abandonando esta costumbre y lo que es peor empezaron a considerar la obra de Marx como foránea, no adaptada a nuestra circunstancia, y algunos que nunca se habían dedicado a la simple lectura de Marx, afirmaban que ya ha sido superada y que su caducidad es manifiesta. Como la derecha consideran que Marx ha muerto y que lo mejor es darle sepultura.


En El Salvador sólo dos dirigentes fueron capaces de darle al movimiento popular una estrategia coherente. Me refiero a Salvador Cayetano Carpio y Mélida Anaya Montes. Los otros se fueron acoplando, tratando de adaptarse a su visión o a oponerse sin proponer una estrategia y una táctica que pudiera llevar a la victoria. Estos dirigentes ya no estaban en el momento de la “Caída del Muro de Berlín”, murieron trágicamente en abril de 1983. Tal vez ellos hubieran podido darle una respuesta a las interrogantes que surgieron con la nueva situación creada por el derrumbe del “Campo Socialista”. La autoridad de estos dos grandes líderes del movimiento popular salvadoreño fue grande y sigue presente en la vida nacional. Esta presencia es para uno de ellos, Salvador Cayetano Carpio, en las filas del FMLN, de denigramiento absoluto y de recuperación en lo que concierne a Mélida Anaya Montes. Hablo de recuperación en el sentido de oponerla ideológicamente a Carpio, sin presentar en lo más mínimo una prueba textual de que ella había abandonado los principios de la estrategia de la “guerra popular prolongada”, pensada por ella misma, conjuntamente con Carpio.


Para muchos dirigentes actuales del FMLN mentar la urgencia de la teoría revolucionaria hace aparecer en sus labios una irónica sonrisa, sorna en sus palabras. Han ido acostumbrando a los militantes a escuchar simplificadas consignas, análisis apenas coyunturales y han expulsado de su ánimo todo deseo de estudio y superación. Existe en ellos un obrerismo agudo y una alergia hacia la teoría. Abordar un problema con cierta abstracción se convierte en innecesaria complicación.


“No se puede arrojar contra los obreros insulto más grosero, ni calumnia más indigna que la frase “las polémicas teóricas son sólo para los académicos”. Hace un tiempo Lassalle dijo: “Recién cuando la ciencia y los obreros, polos opuestos de la sociedad, se aúnen, aplastarán en sus brazos de acero todo obstáculo hacia la cultura”. Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico”. Estas palabras son de Rosa Luxemburgo, gran pensadora marxista polaco-alemana. Las cito de su obra “Reforma o Revolución”. Este es el dilema que se nos presenta ahora a nosotros también en El Salvador.


No obstante para pensar en concreto en la revolución es necesario invertir la correlación de fuerzas en el terreno ideológico. La batalla política vuelve a surgir con toda su pujanza, aunque es necesario que los que piensan que el capitalismo no es el final de la historia, se preparen teóricamente, que vayan a los textos, que escudriñen con paciencia y aprendan a pensar con sus propias cabezas. La tarea urgente ahora en El Salvador es la reconstrucción de una corriente revolucionaria en el seno de nuestra sociedad, pues el reformismo prevalece en el FMLN y su actuación en el gobierno, como en la Asamblea, es totalmente ineficaz para transformar la angustiante situación de las capas populares. En necesario revivir la combatividad de los trabajadores, su abnegación en la lucha y elevar su nivel de conciencia. Son estas las tareas más inmediatas. ¿Puede asumirlas el FMLN? No, no lo creo. (Esta conversación no termina aquí).

10 mayo 2011

Los enredos de Sánchez Cerén

El enfrentamiento entre el Mauricio Funes y su propio vice-presidente Sánchez Cerén y el Secretario General del FMLN, Medardo Gonzalez, por las declaraciones que le dieron a una radio local, durante la manifestación del Primero de Mayo, ha sido un episodio más de un culebrón que dura ya dos años.


Según El Mundo, Medardo González, secretario general del FMLN, afirmó que el gobierno “no ha penetrado” en la estructura del sistema neoliberal y que por eso ese modelo “todavía golpea a la población”. Por su parte el vice-presidente, en su calidad de dirigente del FMLN exhortó a la clase trabajadora “a derrotar” el modelo neoliberal: “Tenemos que derrotar, que terminar de derrotar las políticas neoliberales de nuestro país, construir un nuevo modelo que viabilice las justas demandas de los trabajadores” y subrayó que en este primero de mayo, los trabajadores marcharon por las calles de San Salvador “exigiendo salario justo y digno, medidas que enfrenten el alto costo de la vida y exigen se les garantice la seguridad alimentaria, la generación de empleo y además garantizar una política que priorice el agro, como eje importante de la reactivación económica del país”. Les prometió el apoyo del FMLN a los manifestantes “desde las instancias del Estado en que participamos y sus reivindicaciones son el fundamento de nuestra lucha política”.


¿Cómo interpretar estas declaraciones? El presidente no ha tardado en dar su opinión y con su habitual aplomo decretó que se trata simplemente de “miopía”. “Este gobierno no ha llegado y este Presidente no ha llegado a administrar el neoliberalismo, o a profundizarlo”, respondió Funes durante el discurso que pronunció durante el día de El Soldado. Al mismo tiempo el presidente les recordó a sus “aliados” del FMLN que él ha llegado “a la Presidencia de la República no para cambiar el sistema, sino que para cambiar el modelo de gestión económica y social, que se basaba fundamentalmente en un modelo que apostaba a la inversión especulativa y no a la inversión productiva”.


No se crea que el FMLN va a retirarle el apoyo a la política del gobierno de Funes y que va a entrar en una fase casi de oposición, que va a organizar nuevas marchas para exigir el cumpliliento de las justas demandas de las clases trabajadoras. Como lo ha declarado Sánchez Cerén su lucha va a ser al interior del gobierno, “desde las instancias del Estado”. Pero al mismo tiempo Sánchez Cerén sabe que las “justas demandas” de los trabajadores, si bien han comenzado ha ser satisfechas por este “Gobierno de alianzas, en el que el FMLN tiene una significativa participación” es menester que “el partido y el pueblo trabajador” conquisten “un gobierno en donde el partido y la clase trabajadora logren las aspiraciones de justicia y bienestar para todos”.


Uno puede suponer que el FMLN aspira tener en ese nuevo gobierno una participación más que significativa y es aquí donde la “tactica” y la “estrategia” comienzan su tartamudeo. Pues Sánchez Cerén no se propone el objetivo de una mayoría para su partido, sino que se declara dispuesto “a construir la mayor alianza posible para hacerlo realidad, y no dudamos que el pueblo trabajador será la base fundamental de esta nueva alianza”.


De esto se puede concluir que el triunfo sobre ARENA —que permitió la llegada del candidato del FMLN a la presidencia— no tiene “al pueblo trabajador” como su base fundamental. Lo que en lengua franca significa que no responde a sus intereses.


En realidad los dirigentes del FMLN, la cúpula, con los diputados, nos repiten sin descanso, que el actual gobierno es un gobierno de alianzas. Por esta razón a este gobierno le nombran “gobierno de transición” y de “unidad nacional”. Aún no queda muy claro hacia dónde nos lleva esta transición. Se sabe que no es hacia el socialismo, para el FMLN esta es una meta tan lejana que ni siquiera entra en el horizonte. Algunos responden hacia otro gobierno con un presidente de nuestras filas, con una mayoría que le permita gobernar. ¿Es posible? Cabe dudar y la duda es la que mueve al dirigente efemelenista Sánchez Cerén a estar dispuesto “construir la mayor alianza posible”. ¿Pero con quién? ¿Quiénes serán los miembros de esa nueva y mayor alianza? Por el momento esto parece ser un secreto “tactico”. Pero el panorama político nacional no favorece tan fácilmente la creación de alianzas partidarias que permitan que sea el FMLN quien gobierne. Por lo menos a la izquierda del mapa político nacional. ¿Buscarán abiertamente o a escondidas alianzas con algún partido de derecha? ¿Con GANA? ¿Buscarán la alianza con los difuntos PCN y DC?


Es esta incógnita que se vuelve espesa, opaca, oscura. Si los dirigentes del FMLN se atrevieron a criticar al gobierno de Funes, en el que tienen una “participación significativa”, por su incapacidad a satisfacer las demandas por las que los trabajadores marcharon el Primero de Mayo: “salario justo y digno, medidas que enfrenten el alto costo de la vida” y medidas que garanticen “la seguridad alimentaria, la generación de empleo” y “una política que priorice el agro, como eje importante de la reactivación económica del país”, si se atrevieron a criticar, es porque han sentido la necesidad de calmar el profundo rumor de insatisfacción que sube en el país.


Esto se manifestó también en las marchas del Primero de Mayo, pues no hubo una sola marcha unitaria. En este día tan simbólico de la unidad de los trabajadores fueron muchos los que no aceptaron la compañía del partido en el gobierno e incluso en la marcha a la que fueron “invitados” se oyeron gritos contra el gobierno y el presidente Funes.


Sánchez Cerén no se privó de señalar a los que escuchaban su discurso, que ya hay ahora “algunos movimientos, organizaciones y dirigentes” que han mostrado “su inconformidad de nuestra participación este Primero de Mayo, pues comprendemos que su visión ignora esta realidad y promueven movimientos políticos no partidarios que buscan impedir que el FMLN llegue a gobernar El Salvador". La realidad que estos movimientos, organizaciones y dirigentes ignoran es la promesa de “construir la mayor alianza posible” para hacer realidad las insatisfechas aspiraciones del pueblo trabajador. Pero hay en esas palabras de Sánchez Cerén una acusación que pretende intimidar y acallar las críticas hacia el FMLN.


Pero Sánchez Cerén al acusar a esas organizaciones de querer “impedir que el FMLN llegue a gobernar El Salvador”, reconoce al mismo tiempor que en este “gobierno de alianza” con los “amigos de Funes” y de “unidad nacional” no gobierna. Pero lo que propuso y se propone es una mayor alianza... El círculo se vuelve vicioso y los enredos de Sánchez Cerén no ayudan a aclarar la situación.