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29 noviembre 2012

Análisis de los Manuscritos de 1844 (III)


Para darse cuenta por entero del cambio ocurrido en la concepción de Marx es necesario ver claramente cuál era su pensamiento anterior, ver lo que pensaba cuando aún no era totalmente materialista, ni totalmente dialéctico. Cuando todavía no era Marx. Es decir cuando su modo de pensar era todavía metafísico. Voy a resumir las observaciones que hace Lucien Sève a la concepción de alienación que Marx desarrolla en los Manuscritos de 1844.

Son cinco puntos los que desarrolla Sève. El primero es que a pesar de que el joven Marx alega partir de manera explícita del terreno de la economía política —afirma que la alienación es el “hecho económico actual” por el que hay que comenzar— en todo lo largo de las quince páginas de sus análisis se puede constatar la ausencia total de una conceptualización económica. Hay un despliegue muy rico de indicaciones acuciosas respecto a la vida del trabajador alienado, no obstante el texto es pobre en explicaciones sobre las determinaciones económicas de esta experiencia vivida: nada sobre la mercancía, su valor de uso y su valor de cambio, nada sobre la capacidad humana del trabajo, sus condiciones y su formación, nada sobre el mercado del trabajo, ni sobre el mismo modo de producción capitalista.

Hay una vaga alusión al “sistema del dinero”, pero nada preciso sobre la relación de clases al que pertenece ese trabajo alienado. La palabra clase no aparece en el texto y cuando de manera furtiva surge el término “capitalista”, Marx se siente obligado a agregar “(o de cualquier manera que se quiera nombrar al dueño del trabajo)”… Todo el texto delata una conmovedora inexperiencia en materia económica.

Incluso se puede señalar más de una aserción que al hablar estrictamente desde el punto de vista económico es pura y simple fantasía: verbi y gratia la segunda frase de su análisis reza: “El trabajador se vuelve una mercancía a un precio tanto más vil cuanto más mercancías produce”. La idea que el nivel del salario del trabajador estaría ligado de manera negativa al volumen de su producción no tiene el más mínimo fundamento. De modo general, mientras que la cuestión del salario es central en el tema abordado, Marx no tiene de manera manifiesta ninguna idea precisa al respecto.

En varias ocasiones se refiere al “salario del trabajo”, fórmula que cubre sin que se dé cuenta la misma ilusión que se esforzará en desenmascarar en El Capital: el salario no es el precio del trabajo, sino que de la fuerza de trabajo, lo que es radicalmente diferente y es necesario decir que en esta diferencia reside todo el secreto de la ganancia capitalista. Lucien Sève concluye este primer punto de su análisis de esta manera, “Antropológicamente rica, la idea de alienación tal cual se encuentra en los Manuscritos de 1844 es económicamente inutilizable, persiste en el orden de la gran abstracción no elucidada”.

La segunda observación de Lucien Sève afirma que la alienación es planteada, pero no se dan las razones de este plantear, por consiguiente además de no elucidada, permanece inexplicada. Sin embargo el autor señala que la concepción del joven Marx trae algo muy nuevo respecto a la de Hegel. La novedad consiste en que la noción de Marx le opone a la “salida de sí” (Entäusserung) pensada como momento de un desarrollo positivo, la “pérdida de sí” en el objeto (Verlust des Gegenstandes), la Entfremdung como un avatar negativo del sujeto.

No obstante este punto capital permanece totalmente injustificado. Se trata de un momento en la fenomenología de la actividad productiva, la alienación es pensada como una modalidad de la objetivación del trabajador en su producto. Marx al pasar a la segunda fase del análisis dice: “Examinemos ahora más de cerca la objetivación, la producción del trabajador y, en ella, la alienación, la pérdida del objeto, de su producto”. La alienación es dada como un avatar de la objetivación (objectalisation), un vuelco de la actividad productiva contra sí misma, una patología interna de la salida de sí. Esta procedería —no se explica ni cómo, ni por qué— no de un afuera social, no de una lógica ajena impuesta por las relaciones externas alienantes, sino que del interior mismo del trabajo. Es lo que expresa la sinonimia conservada a todo lo largo del texto entre Entäusserung y Entfremdung: es al exteriorizarse (ausser) en su producto que el trabajador se aliena (fremd) en su esencia.

Lucien Sève hace aquí una observación lingüística y de traducción muy importante. “Uno se ve incitado, nos dice, a tomar en el sentido fuerte la forma reflexiva de la fórmula clave: el trabajador se aliena (“sich entäussert”, “sich enfremdet”), él se auto-aliena (Selbstenfremdung, auto-alienación): el pronombre reflexivo afirma que el trabajador no es solamente el objeto de la alienación, sino que su sujeto, su actor y por consiguiente su autor”. El análisis de los Manuscritos de 1844 no le imputa de manera clara la alienación al capital, sino que de manera constante y vaga al trabajo mismo. Aquí uno puede constatar que si se siguen los análisis del joven Marx, se puede perfectamente denunciar la alienación disculpando al capital, incluso imputarla a una inclinación del trabajador por la “servidumbre voluntaria”, este punto Sève va a tocarlo en la continuación de sus observaciones. Más que de una vaguedad conceptual se debe hablar de una mistificación irreflexiva.

En la próxima entrega voy a resumir los otros tres puntos que nos ofrece Sève. Quiero agregar una observación que nuestro autor pone en una nota al pie de página: “Franck Fischbach al traducir todas las ocurrencias de este término por “alienación de sí”, no deja aparecer ante el lector la dimensión activamente reflexiva del término Selbstentfremdung (Auto-alienación)”. Por mi parte agrego que en Sève es constante la preocupación de la exactitud de la traducción. Es cierto que los traductores no tienen el mismo nivel conceptual de un estudioso de los textos, los errores de traducción resultan visibles cuando una elucidación conceptual se pone en marcha. Este trabajo de elucidación aún no aparece en nuestro idioma de la misma manera que se hace en francés, en alemán o en ruso.

25 noviembre 2012

Garaudy, Althusser y Sève (II)


El impacto que tuvo en el mundo, pero sobre todo entre los comunistas, el Informe Secreto al XX Congreso del PCUS (de Nikita Jruchov), fue estremecedor. Muchas fueron las consecuencias, muchas cosas cambiaron y otras desgraciadamente perduraron. Aunque la situación en general había cambiado. Muchas cosas se emprendieron entonces, desde finales de los años cincuenta e inicios de los sesenta. Había que salir del estalinismo. Es hasta estos momentos tan cruciales que Lucien Sève remonta en su libro “Aliénation et émancipation” para encontrar el origen de las reflexiones en torno a la alienación. Aunque la principal disputa no se produjo entonces entre Louis Althusser y Lucien Sève, sino que entre estos dos filósofos y Roger Garaudy. Cada uno a su manera y a partir de sus posiciones.

Roger Garaudy era entonces miembro de la dirección del PCF (Partido comunista francés). Hasta los años cincuenta como la mayoría de los intelectuales comunistas aprobó sin mayor crítica las posiciones doctrinales del estalinismo. Pero después del famoso XX Congreso muchos iniciaron una especie de “aggiornamento” ideológico. En este contexto Garaudy publica “Perspectivas del hombre. Existencialismo, pensamiento católico, marxismo”, París, 1959. En este libro el autor postula que el punto de partida de la crítica de Marx es el hombre y que el análisis del trabajo alienado constituye el núcleo de esta crítica y que por consecuencia “los Manuscritos de 1844” pueden ser considerados como el “acta de nacimiento del marxismo”.

Louis Althusser publica en 1965 dos libros que no son solamente una respuesta a Garaudy, sino que dos piezas importantes en el pensamiento marxista: “Por Marx” y “Leer El Capital” (libro escrito con Étienne Balibar, Roger Establet, Pierre Macherey y Jacques Rancière). En ellos Althusser ataca el “humanismo ecuménico” de Garaudy que se basa en una concepción errónea del concepto “hombre”: una abstracción especulativa. No, la crítica de Marx no parte del “hombre”, al contrario ella barre “toda antropología filosófica para producir un materialismo histórico pensado en términos conceptuales de manera radicalmente diferente —modo de producción, superestructuras políticas, practicas ideológicas—…”. Pero sobre todo Althusser proclama que los “Manuscritos de 1844” no son el “acta de nacimiento del marxismo”, se trata de un texto “todavía filosófico”, hay que tomar este adjetivo “en la misma acepción contra la cual Marx marcará una condenación sin apelación”. Por consiguiente es imprescindible concluir que “El Marx más alejado de Marx es precisamente ese Marx”. (Citas de “Por Marx”).

Los que han leído a Althusser saben que es quien ha desarrollado y demostrado el cambio radical que se opera en el pensamiento de Marx y Engels a partir de su “Ideología Alemana”. Es suyo el término “corte epistemológico” que introduce en este contexto.

Sin embargo Althusser declara que la alienación no es un elemento central del pensamiento marxiano, justamente es lo contrario, se trata de una de esas categorías de ascendencia hegeliana y feuerbachiana que perpetúan en el joven Marx las ilusiones del “humanismo filosófico”, es uno de esos conceptos ideológicos premarxistas, de los cuales hay que despojarse a fin de elevarse a una verdadera crítica de la economía política y que por demás, de manera ejemplar, “desaparecerá” por completo en El Capital (en “Por Marx”).

Estos dos puntos van a constituir un terreno de encuentros y desencuentros entre Althusser y Sève. Encuentros sobre todo en su común oposición a los postulados de Garaudy, contra ese “humanismo teórico” y su eclecticismo. Muchos conocen el vuelco hacia el misticismo y otras posturas de Garaudy, que tras sus “conversiones” al Islam y al espiritualismo hindú, ha coqueteado con el “negacionismo”.

A mi modo de ver las discusiones entre Sève y Althusser son de mayor interés. Estas tornan alrededor de los conceptos marxianos de “esencia humana” y de alienación o enajenación. En castellano existen estos dos términos, en francés existe sólo “aliénation”. Nuestra ventaja es que en enajenación encontramos la misma raíz de ajeno que completa el paradigma conceptual que usa Marx en alemán. Sobre esto voy a volver cuando resuma el estudio terminológico marxiano que realiza Lucien Sève al respecto.

El primer tema sobre la “esencia humana” no lo voy a tratar aquí en estas reseñas-resúmenes. En este terreno hay un acuerdo sobre el rechazo necesario del concepto “hombre” y del corolario “humanismo”. Sève y Althusser discrepan sobre la interpretación de la VI tesis de Marx sobre Feuerbach, el concepto de esencia y otros puntos adyacentes. Voy a dedicarle posteriormente algunos artículos a este tema, sobre todo que se trata de un tema mayor de la filosofía.

En el próximo artículo voy a tratar de la alienación en los “Manuscritos de 1844” según lo expone Lucien Sève en su libro y sobre la discusión entre Sève y Althusser a este respecto. Agregaré que Sève menciona a Henry Lefebvre para reconocer que a pesar de la ausencia en los textos marxistas de la época estaliniana del término “alienación”, este filósofo le dedica al concepto mucho espacio en sus estudios antes de los años cincuenta. 

22 noviembre 2012

Lucien Sève, un filósofo que hay que conocer


A veces las casualidades nos ofrecen cosas inesperadas.  En la feria que se forma los fines de semana, en las inmediaciones del Mercado de San Telmo, en Buenos Aires, adonde fui sin proponérmelo, vagabundeando por la ciudad, entre los libros que ofrecía un muchacho encontré la “Introducción a la literatura norteamericana” de Jorge Luis Borges, en la editorial EMECE, 1997. Me la remató por menos de cinco euros (le pagué por supuesto en pesos). El librito difícilmente se puede encontrar en Francia y aun mismo en Buenos Aires: hay que buscarlo con lupa. Me puse a leerlo de inmediato, dejando de lado temporalmente otro cuyo tema me ocupa mucho en estos tiempos: la enajenación o alienación en tanto que fenómeno fundamental de la sociedad capitalista. Al llegar a la página 62  me topé con un comentario de Borges sobre Frank Norris (1870-1902) que reza así: “Creyó que ciertas fuerzas impersonales —el trigo, los ferrocarriles, la ley de la oferta y la demanda— son más importantes que el individuo y acaban por dominarlo, pero también creyó en la inmortalidad”.

Lucien Sève tiene ya más de treinta años de señalar y no solamente eso, sino que de manera extremadamente detallada ha demostrado la permanencia en el cuerpo de escritos económicos de Karl Marx del concepto de alienación. Que este pensador que muchos han llamado, no sin cierto propósito perverso, “el filósofo oficial del PCF”, sea uno de los menos conocidos afuera de Francia y aún en Francia misma menos reputado que Althusser, Lefebvre o el reconvertido Garaudy, sorprende a todos los que han seguido su labor infatigable. No es el único pensador de izquierda marxista alrededor del cual se ha formado un muro de silencio o silenciador, el mismo Althusser tuvo que fraguarse con mucha perseverancia su sendero hacia sus lectores.

Sève y Althusser fueron amigos. Los separaba cierta distancia en años. La amistad no impidió que ambos discreparan sobre algunos temas cruciales del pensamiento marxiano. Un punto de discordia ha sido la alienación. Según Althusser este concepto desaparece en los escritos de Marx maduro, incluso llegó a decir que no se encuentra en El Capital. La autoridad de Louis Althusser ha impuesto, en la filosofía oficial y extraoficial  marxista del siglo XX, este criterio. Un minucioso artículo de Lucien Sève,  publicado en 1974, ha mostrado la inconsistencia de la afirmación de Althusser, lo prueba con numerosas citas y demostrando que el nuevo concepto de alienación ha superado al antiguo que aparece en los manuscritos de Marx de 1944.

Lo curioso es que a pesar de la sólida demostración de Lucien Sève son muchos los que persisten en sostener la desaparición del concepto de alienación en Marx y siguen considerando que se trata de un concepto exclusivamente metafísico, especulativo. La ceguera y el ostracismo respecto a los escritos de Lucien Sève son sintomáticos. Algunos han empezado a revisar sus posiciones y admiten la permanencia del concepto, aunque lo circunscriben a la expropiación del producto del trabajo, en su aspecto estrictamente económico, a la explotación.

Ahora de nuevo se habla de tomar en serio este concepto, pero quienes pretenden hacerlo acuden a los escritos de Marx de 1844 como punto de partida, es decir cuando Marx aún no era Marx, cuando aún no se había operado la “fractura”, “el corte” del que habla Althusser, cuando Marx y Engels todavía no habían arreglado cuentas con su “conciencia filosófica” anterior, tal cual lo afirma Engels que hicieron en la “Ideología Alemana”.

En su último libro (“Aliénation et émancipation”, La Dispute, Paris 2012), Lucien Sève vuelve a publicar su artículo de 1974, agrega además un valiosísimo material, una compilación de textos de El Capital sobre la alienación. Se trata de 82 pasajes en los escritos de preparación de El Capital y del mismo libro clásico. Todo esto precedido de un texto de suma importancia “Urgencia de comunismo”. Además contiene un artículo publicado en “Le monde diplomatique”, ahora en este libro restablecido en su totalidad: “Causa ecológica y causa antropológica”.

Todos los textos son densos, algunos de cierta dificultad técnica, pero todos accesibles si se hace el debido esfuerzo. En próximos escritos voy a ir resumiendo algunos aspectos, que me parecen importantes para nuestra política, para la manera de hacer política en nuestro país. Por supuesto daré los detalles sobre el concepto de alienación que Marx tenía en los Manuscritos de 1844 y su superación en los escritos posteriores de Marx según lo que expone Lucien Sève.

Deseo pues dejar en este retorno —después de una larga ausencia en estas “Cosas tan pasajeras”— esta promesa, hacer sucesivas reseñas del último libro de Lucien Sève: “Aliénation et émancipation”.

Para volver a Borges y su comentario, esas “ciertas fuerzas impersonales” que terminan “por dominar” al individuo, son esas “esas potencias ajenas” que se han personificado y que dominan a los hombres. Son estas fuerzas exteriores, ajenas, impersonales que constituyen las diferentes alienaciones del mundo capitalista.