Poco a poco se me fue yendo hacia otros rumbos esta mi bitácora, en la que en primer lugar quería divagar, ir contando lo que iba leyendo, tal vez parafraseando a mis autores, partir de alguna frase a la búsqueda de nuevos sentidos, tratar de recortar al extremo mis largas frases, pero las cosas fueron sucediendo de otra manera, se me deshizo el plan, las metas se me perdieron, aparecieron temas que tal vez al inicio no pensé nunca tratar aquí. Quiero decir que la vida se impuso. No pude separar al hombre que soy de lo que escribo.
Pero voy a volver hoy sobre un tema que no se aleja de mis antiguos propósitos y que asimismo sigue en los temas que me han preocupado en los últimos tiempos. También porque he prometido en mis anteriores escritos retomar el tema. He dicho: “seguiré contando sobre esto”.
Aquí va la historia. Al hombre se le conoce ahora más como Comandante Marcial o excomandante que como Salvador Cayetano Carpio; en la época en que lo conocí, me lo presentaron con otro apodo, pseudónimo se decía entonces. Me dijeron que era el compañero Juan o tal vez José, pero era un nombre de pila muy usual. De esos que uno tiene que repetírselo para no confundirlo con otro más común. Había venido especialmente a Santa Ana para una reunión ampliada de la sección departamental del PCS. Me invitaron sin prevenirme adonde iba. En aquellos tiempos de clandestinidad, los camaradas no te contaban mucho y de repente uno se encontraba en una casa a las afueras de nuestro querido pueblón santaneco y ves que no sos el único, que la gran sala está llena de oscuros personajes en los que se descubre la costumbre del silencio, hombres de sombras hechas para acariciar nocturnas paredes. Reconocí algunas caras, sentí de inmediato, por las escondidas miradas, que de ahora en adelante debía de simular no conocer a nadie. Me senté en una taburete, en el rincón más lejano, donde nadie me viera.
Según lo que recuerdo mi presencia en esa reunión era una temprana promoción, tal vez para algunos era simplemente prematura, pues uno de los camaradas explicó por qué asistíamos tres jóvenes. El mérito nuestro era nuestra entrega a la lucha, nuestro espíritu de sacrificio y nuestro afán por superarnos. Esas tres cualidades eran las virtudes capitales de un “novicio revolucionario”. Aunque entonces no hablábamos mucho de revolución. Hablo de finales de los años cincuenta. Era yo un cipote aún. En esa reunión tal vez no entendí mucho de lo que se habló, no dominaba muy bien la jerga. Aunque, recuerdo que algo se dijo sobre lo que estaba pasando en Europa y que eso no debía influir en nuestras convicciones y que nuestra lucha nada tenía que ver con esos pleitos tan lejanos. Muy sinceramente no sé a qué sucesos europeos se refería el camarada José, creo que era él quien hablaba, en todo caso era uno de los que habían venido de San Salvador. Volvían de un viaje por la Unión Soviética. Por una frase que se ha quedado flotando en mi memoria deduzco que habían estado presentes, como delegados salvadoreños, en el XX Congreso del PCUS, el del informe Jruchov, el de la desestalinización. ¿La frase? Pues la reproduzco tal cual aún flota en mi cabeza, “nuestra política de apertura no ha esperado que suceda lo que ha sucedido allá”. Ese “allá” era muy misterioso y cargado de significaciones. La prueba de la “apertura” resultó que éramos nosotros los tres jóvenes.
Tal vez no se imaginen lo que puede significar para un cipote de 16 años o 17 representar la apertura de una organización clandestina, de la que estábamos muy orgullosos de pertenecer, pues era la que nos contaba la historia del país, la verdadera historia, no la lista de presidentes que aprendíamos en el secundario. Era una historia muy diferente a la que nos repetían en las clases y en los manuales. Esa historia nos entregaba un país de luchas, un país del que nos sentíamos orgullos... Es raro, “de hijos suyos podernos llamar”, en este mes de septiembre se hablará de la patria y de los símbolos patrios. Es raro, digo, pero no sé de dónde me vino mi desapego a los famosos símbolos patrios, tal vez esto iba aparejado a la pérdida de la fe y del apego a los símbolos sagrados. Hay algo de repugnancia al fetichismo. Pero el amor a la patria que me inculcaba el Partido era diferente. La patria era la gente y no la bandera, los trabajadores, los cortadores de café, los campesinos que bajaban los domingos al Mercadón de Santa Ana. La patria también era esa pobre gente que dormía en la calle, esa que andaba en harapos, toda andrajosa. La gente que se amontonaba en la Plaza de la Ceiba, en donde esperaban los camiones que los llevarían a los cortes y que con mucha mala gana tenían que aceptar el miserable pago por los quintales cortados.
En todo caso, por la fecha, el informe sobre ese famoso congreso tardó mucho y creo que en las “instancias dirigentes” la pensaron bien antes de “bajar” a las bases con la explicación de que el “padre de los pueblos” era más bien un hijo de... No obstante nada sabía yo entonces ni del “padre de los pueblos”, ni del PCUS, ni de lo que pasaba en Europa. Lo que me hizo acercarme a los muchachos que cuchicheaban en los recreos, en el patio de los grandes del INSA, fue que no soportaba ver a los chichipates con su sangolote, que se quedaban “fondiados” en las calles aledañas al Mercadón. Todo el día se la pasaban acarreando costales y su sustento era la yuca cocida con chicharón y el sangolote que preparaban con el alcohol de noventa grados, que se compraban en la farmacia San Roque. Sabía de las largas jornadas de mi madre en el mercado, de que aun así no ajustaba para todo lo que ella hubiera querido darnos. En mi infancia tuve yo los veinticuatro de diciembre a un Niño Dios muy tacaño, no me traía los juguetes de las vitrinas. Me creció durante esos años de infancia una tremenda culpa, que le había hecho yo a tata Dios para que me castigara así y fuera conmigo tan severo en los días de fiesta.
Fue uno de los que cuchicheaban durante los recreos que una vez me propuso una cita con un tal “Bigotes” y fue así que entré al Partido Comunista Salvadoreño. Mi vida cambió de palmo a palmo, largas discusiones, esporádicas lecturas de folletos de propaganda soviética y alguno que otro libro de los “clásicos”. La sensación de pertenecer a una cofradía del bien era profunda. Nosotros queríamos cambiar el mundo por algo mejor. No admitíamos el mundo tal cual existía, con tantas injusticias, con tanta pobreza, con tanto analfabetismo, con tanta gente que come mal y poco. Así que mi entrega era total, mi espíritu de sacrificio profundo y mi afán por superarme inmenso. Fue así que de vago me transformé en alumno aplicado y tenaz.
Fue así también que un día de temporal que iba para la Radio Tropical —allí llegábamos algunos muchachos a oír música y a hablar de nuestras cosas— tuve que refugiarme en el portón del Edificio Meardi, el que quedaba enfrente del Rossi que alojaba la radio. Sin saberlo al refugiarme en el saguán para no empaparme con la tormenta estaba escondiéndome de “Quijaditas” que desde temprano había andado buscándome. Había ido varias veces al mercado al puesto de mi mamá, a la casa, a la radio, a la finca Modelo (no sé por qué, si estaba lloviendo). “Quijaditas” recorría la ciudad toda, buscándome cubierto de una capa de hule y pedaleando en su bicicleta de turismo. Ya estaba a punto de desistir, había ido por última vez a la radio y se dirigía ya a su casa, cuando salí del portón a extender mi mano y presentarle al cielo mi palma para medir el grosor de las gotas, fue en ese momento que veo a “Quijaditas” y lo llamo por su nombre.
—Lo he andado buscando, camarada...
—¿Y eso?
—¿Le gustaría estudiar en Rusia, camarada?
Sí, fue así, a boca de jarro que “Quijaditas” me lanzó esa pregunta que definitivamente iba a cambiar mi destino. Pero quién sabe como fue que en lugar de perder el control de mí mismo y tomarle en serio su pregunta, le devolví un:
—¡Por supuesto!— muy tranquilo y santanecamente seguro.
—Es que la respuesta tiene que ser hoy, lo han elegido para que vaya a la Unión Soviética a formarse, camarada.
—Pues dígales que sí.
—Bueno, entonces ya nos vimos. ¡Chau!
—¡Chau!
Pasaron los meses y nunca más volví a oir de ese viaje, “Quijaditas” había desaparecido y como andar preguntando por el paradero de los camaradas no era conveniente, además nadie te contestaba. El tiempo pasaba y ya empezaba a encachimbarme con el tal “Quijaditas” por su broma tan pesada. Luego se me fue olvidando. Dejé de pensar en eso.
Entre tanto, desde mi primera plática con “Bigotes” y la pregunta de “Quijaditas” en el país ya el reino de las “tandonas” había sufrido una corta regencia: el presidente era Eusebio Rodolfo Cordón Cea. Tal vez recuerden algunos viejos lo que todos sentimos de emosión y entusiasmo cuando un 26 de octubre nos anunciaba la radio que la dictadura de José María Lemus acababa de terminar y que una Junta nos iba a gobernar hasta que se organizaran las próximas elecciones. Hubo entusiasmo en el país, como me imagino lo hubo cuando los correos anunciaban que en Guatemala se había declarado la Independencia. Todo estaba permitido, se podía hablar de política en voz alta, se podía distribuir a la luz del día volantes, invitaciones a reuniones, se podía por fin abrir locales de partidos políticos y de sindicatos. Creo que hasta las muchachas del colegio “La Esperanza” eran más sonrientes cuando bajaban la avenida Independencia hacia el parque Libertad. Pero rápido vino el desencanto, el Directorio nos detuvo en seco, de nuevo la represión, los exilados, los torturados, los presos políticos y los desaparecidos. De nuevo el miedo, el silencio, el cuchicheo, las sombras.
Para entonces pues ya alguna noción tenía de lo que era la Unión Soviética y lo que representaba en el mundo. La Unión Soviética era el país del Sputnik, de Laika, del primer hombre en el espacio, del primer cosmonauta, Yuri Gagarin. ¿Cómo le íbamos nosotros a creer a la Prensa lo que nos decía del infierno ruso? Si hasta entonces nos había hablado de un país sin industria y rotundamente agrario.
Fue el “choco” González que apareció en el “jol” del INSA. El “choco” me decía siempre “compañerito”, había en esa manera de nombrarme algo de cariño, de respeto y una pizca de admiración. El “choco” era estudiante de la U y con fama de sabedor de los arcanos dialécticos, citaba en sus conversaciones a un tal Hegel y te desmenuzaba la “Fenomenología”, era lo que yo había oído decir de él. La importancia de eso me lo trasmitía la entonación con que me lo habían contado.
—Compañerito, permítame, tengo algo que comunicarle.
El “choco” González me sacó con esas palabras del grupo que discutía en el vestíbulo del INSA. Estaba sorprendido, pues él nunca se aparecía por nuestro barrio y en muy raras ocasiones me había hablado, éramos de generaciones distintas. El “choco” venía a confirmarme que mi viaje no era un invento de “Quijaditas” y que mi candidatura había sido aceptada en Moscú. Ahora había que pedirle permiso a mis padres, que era una condición sine qua non, de mi madre y de mi padre. Y me explicó lo de la patria potestad... Todo eso era muy bonito, pero a mi papá no le gustó para nada la vaina y como por ese lado la cosa se vino a complicar demasiado, pues decidí que me iba a conformar solamente con una madre potestad. Y le pedí permiso a mi mamá.
Las cosas se arreglaron a la salvadoreña, intervino un coyote que sacó cédula y pasaporte en un santiamén. Los que fallaron fueron los camaradas que todavía no habían comprado el pasaje. Pero antes de viajar el Partido nos reunió a los miembros de la delegación, éramos ocho. Había llegado con mi maletita comprada a las carreras y llenada con lo que se pudo. Llegué a la casa por un complicado itinerario, el “choco” González me acompañó hasta la Ceiba en Santa Tecla, ahí un camarada capitalino me llevó no se adonde y de ahí nos fuimos hacia Mejicanos y luego volvimos a San Salvador, todos esos trajines me habían casando. Ya en la casa en la que conocí a los que me iban a acompañar en el viaje nos dijeron que “alguien” iba a venir a despedirnos en nombre del Partido. Le pongo mayúscula, pues los camaradas entonaba la palabra de esa manera. Al rato, llegó Salvador Cayetano Carpio.
Nos dijo la suerte que teníamos de realizar ese viaje, nos recordó la responsabilidad que contraíamos ante el pueblo salvadoreño y ante el pueblo soviético, que era el que iba a pagar nuestros estudios. Nos exhortó a que aprovecháramos al máximo las posibilidades de aprender que se nos ofrecía, que fuéramos aplicados, perseverantes. Nos dijo que debíamos estar orgullosos de pertenecer al primer grupo de salvadoreños que íbamos a estudiar a Moscú. Eramos los primeros becados, que allá nos iba a acoger como se debe. Hizo una pausa y pareció dudar, tal vez juntar sus pensamientos. Guardó silencio unos instantes. La atmósfera se puso tensa.
—Les quiero decir algo —pronunció al fin— ustedes se van a un país muy distinto al nuestro, mucho más desarrollado, con industrias, con laboratorios, con muchos adelantos. Pero quiero que ustedes sepan que no hay ninguna razón para que se sientan menos. No hay, creanme, ninguna razón para que se sientan inferiores, ellos pueden ser chelitos, con ojos azules, pero son gente como nosotros, no se trata que van a un país lleno de ángeles, también ellos cometen errores, ya se van a dar cuenta. Es lo que quiero decirles, que vean todo, que no tengan miedo de decir lo que no les parece correcto. La crítica también es una obligación de los revolucionarios.
Salvador Cayetano Carpio calló. Se levantó luego y nos dio a cada uno un abrazo y unas palmaditas en la espalda. Me quedé pensando en sus palabras, que quería decirnos, por qué ese tono íntimo, ese tono como de súplica de no sentirnos inferiores, esa manera de pronunciar que no era un país lleno de ángeles, era como si quisiera con esa pocas palabras sacarnos un velo de nuestra mirada. Sentí que en sus palabras había algo más o tal vez era en su silencio, en lo que no nos dijo. Sin embargo ahora, muchos años después me parecen muy sabias sus palabras, muy enteras. Esas palabras también han marcado mi vida, nunca las olvidé. Tal vez la emoción de las circunstancias, tal vez lo insólito de su contenido, pero recibí sus palabras como una enseñanza de última hora, como una herencia moral.
Obedecer a su mandato ético me llevó, en la Unión Soviética, a no admitir lo que me pareció malo y lo dije. Ya conté aquí el caso de Daniel y Siniavski. Tuve otros motivos para protestar, hubo cosas que nunca pude aceptar y no acepté. Mi conducta me acarreó muchos inconvenientes. Esto lo contaré en otra ocasión.
Me encantan estas crónicas. Gracias
ResponderEliminarEstimado JC :
ResponderEliminarGracias por tus amables palabras.
Cuento estas historietas por si se me olvida escribir mis Memorias, que de todas maneras estarán llenas de olvidos...
Y gracias por la visista.
Carlos
Que maravilloso trozo de historia. Gracias don Carlos, sería fabuloso que todos nos diésemos cuenta que en OTRO lado, también, pese a que son chelitos, cometen muchos errores.
ResponderEliminarSaludos
Alberto Enrique Chávez Guatemala
Carlos, muchas gracias por este post. Es apasionante leer la Historia (con mayúscula) escrita en primera persona!
ResponderEliminarCarlos, muy buen relato. Tiene detallazos de vos.
ResponderEliminarGracias por compartir, lo que llamas mandáto ético. Creo que uno no debe creer ciegamente en las cosas, quedarse callado con lo injusto, inexacto y desajustado, hay que criticar para mejorar. Y hay que buscar siempre el trasfondo de las cosas.
Esperaré lo que viene.
¿porqué no nos colocas el link del ese caso Daniel y Siniavski, que citás? así de forma inmediata uno puede relacionar hechos.
(tus palabras también han sido enteras)
Un saludo!
Estimado Alberto:
ResponderEliminarLo peor es que esos errores cobran la forma de tragedias. Y el colorcito de la piel importa poco, al fin de cuentas.
Mariana:
Es un placer verte por estos lados. Y me alegra mucho que te haya gustado la historia.
Gracias por venir.
Ixquic:
Los detalles de los que hablás los he compartido con muchos otros muchachos de aquellos tiempos. Quiero decir que no son sólo míos.
También me importaba contar esta historia, pues para un hombre que se le ha pintado como rígido e intransigente, que sea él, Cayetano Carpio, quien me metió en la sangre el remedio de la duda.
Agrego aquí, pues así me lo aconsejas, el enlace hacia el artículo en que hablo de Siniavski:
http://cosastanpasajeras.blogspot.com/2006/10/mis-ltimas-lecturas.html
De nuevo te agradezco tus palabras y tu amable visita.
Estoy dejando copia en todos los blogs politicos y sitios de simpatizantes del FMLN :
ResponderEliminarSan Salvador, 4 de septiembre 2007
Atención: Receptores de este email, la corrupción en instituciones del estado de El Salvador llega hasta los más altos estratos.
Recibí, anónimamente, un correo que decía sobre la corrupción en las instituciones que el gobierno de El Salvador tiene para el manejo de la industria eléctrica: CEL, LaGeo, INE y ETESAL. En el correo se describía cómo en ETESAL, descaradamente se califica una empresa que es SIEMENS de México-El Salvador, entre ocho ofertantes internacionales de gran capacidad y prestigio que quedan fuera de la evaluación económica y están a punto de “adjudicar” a SIEMENS un contrato por casi DIECISEIS MILLONES DE DOLARES US$16,000,000.00 que realmente solo vale entre 9.5 A 11 MILLONES DE DOLARES. Investigando a fondo la cuestión hemos sabido de fuentes que obviamente no quieren que se revele su identidad ni cercanamente, pues ponen en peligro sus vidas, como es que están ocurriendo en CEL y sus compañías dependientes (ETESAL, La GEO, INE) lo de las licitaciones amañadas para que solo gane UNO asegurando que solo a ese uno le abran lo que se nombra como el SOBRE ECONÓMICO.
El JEFE para hacer el ARREGLO y que se vale de un par de personas como el gerente de ETESAL, Ernesto Gálvez y de un par de ingenieros que reciben una BONIFICACIÓN es el Licenciado Jaime Torres actual presidente de ETESAL. Este también se mueve con su junta directiva específicamente con el representante de ANEP Federico Colorado que es pariente del presidente de DYMEL, la compañía que ejecuta los trabajos locales para SIEMENS y así logra que todo pase sin problemas a la aprobación de la SIGET, o sea la Superintendencia que financia todo a ETESAL. Cuánto cuestan estos FAVORES? Según un email recibido anónimamente también en relación al que origina esta denuncia el ARREGLO es que DYMEL pagará de su subcontrato con SIEMENS el 18% Neto, o sea como DOS MILLONES DE DOLARES de mordida y SIEMENS hará “depósitos” por DOS MILLONES adicionales. Esto solo es por ganar la licitación de la línea de San Miguel-La Unión¿Que cómo sabemos hasta lo de este reparto? pues así nos han informado y hemos confirmado el valor de la oferta de SIEMENS pues ya ha sido abierta aunque se rumora que podrían abrir otras ofertas en estos días, siempre de este proyecto, pues hay presión de la Presidencia de que se actúe más honestamente.
Pueblo Salvadoreño, ¿Quiénes se reparten este dinero? y el de los proyectos de generación eléctrica sobre el Río Lempa, uno que vale 115 MILLONES y lo comprarán en 145 MILLONES es decir, TREINTA MILLONES DE MORDIDA con VOITH-SIEMENS dentro de ANDRADE GUTIERRES, compañía de Brasil. Imagínense que TODAVÍA viene dentro de la “Administración del Presidente Saca” uno hidroeléctrico que puede ser cuatro veces más grande. Bueno, parece que CEL ha sido ESCOGIDA para ser esquilmada por tipos nefastos como Jaime Torres por el que debe preguntarse todo el que lea este email y averiguar que clase de ladrón es este señor. Por supuesto que el que dirige la OPERACIÓN es alguien que parecería venir de una HONORABLE familia de origen árabe: Nicky Salume, quien está en CEL para recuperar la “cosecha” que le han mandado a hacer, ¿Adivinen ustedes? Será un pariente, será alguna argolla alrededor del presidente Saca?. Ojalá nos equivocaramos y lo que he mencionado en este email para hacer público el repudio a esas formas de robarle al pueblo de EL Salvador fuera solo una gran pesadilla, pero los hechos se están decantando a lo que estamos denunciando. Da tristeza como Don Nicolas Salume aparece como mecenas del Hospital de Santa Ana y su hijo Nicky a la cabeza de una banda robando tanto dinero como para hacer un hospital Rosales nuevo y todo equipado.
Señores que se mencionan en este email: por caridad cristiana paren en sus planes de hacer el mal, ya todos tienen millones en sus haberes, estas oyendo Irvin Tochez director ejecutivo en CEL, para seguir en esto del robo, no ensucien el nombre de sus padres o el origen de sus familias, pues esto será el detonante para que mas temprano que tarde un MARERO o cualquier CIUDADANO de El Salvador les haga daño cuando conozca que el verdadero problema, el No. 1 en El Salvador y en general en Centro América es el robo descarado y desenfrenado de los bienes del pueblo como ocurre ahora con lo de las licitaciones en CEL-ETESAL.
Carlos: Es interesante que presentas un lado critico de Carpio(pienso que porque estaba fresco lo del informe del xx congreso del PCUS), sin embargo segun testimonio de gente que lo conoció y se relacionó con sus metodos de trabajo durante lo grueso del conflicto del pais, presentan anecdotas que lo muestrean como un señor que usaba métodos stalinistas, hegemónicos, vanguardista y sectarios.Ojalá que éste comentario no despierte resquemores.
ResponderEliminarCarlos Abrego : me parece que articulo o cuento personal, no sé como quiera usted llamarle, es una critica certera a la ex URSS y la pudricion del comunismo internacional.
ResponderEliminarSi usted es un ex militante comunista, le invito, asi como lo han hecho muchos -Los Galeas, Rafa Menjivar, Luers, Sancho, etc- poner su pluma al servicio de la Libertad Democratica Capitalista.
El arrepentimiento de un ex guerrillero es un acto de contriccion que debe ser bien valorado por la ciudadania.
Algunos pensaran que su cuento es una especie de EXHIBICIONISMO PERSONAL, pero no es asi. considero que es un acto de sinceridad para con usted y los demas rojos que aun pululan en el pais. Usted es un ejemplo a seguir.
Felicitaciones!
Soy un Arenero de corazon
aawww...como extrañaba estas historias.
ResponderEliminarCreo que me quede esperando un final de una historia romantica de cuando estabas en Moscú.
Anónimo de las 4:58:
ResponderEliminarCreo que figuras como la de Salvador Cayetano Carpio son muy difíciles de encasillarlas. Me parece que tu opinión sobre los motivos de Carpio para mostrarse aquel día crítico y para inculcarnos una actitud crítica, es muy apresurada e injusta. En otros encuentros que tuve con él posteriormente, en la Unión Soviética, me lo han demostrado. Esto no es una opinión ajena, ni de oídas. Seguiré contando.
Me ha tocado a mí también oír juicios como los que señalás. Esas actitudes eran muy corrientes entre todos los dirigentes de izquierda nacional durante los años de la guerra, herencia de una concepción muy estrecha del partido de vanguardia. No me extrañaría que Carpio asumiera también ese tipo de actitudes. Pero no era el único y tal vez tampoco era el peor de todos.
Al contar lo que he contado, creo que es hacerle justicia.
Anónimo de las 6:04 PM.:
Te proclamás arenero de corazón. A mí ni en broma, ni disfrazado bajo el anonimato se me ocurriría proclamarme partidario de ARENA. Mi objetivo es sacar del poder a ese partido. No obstante me ha parecido, lo he dicho aquí mismo en este blog, que el futuro de nuestro país no se construirá felizmente, si seguimos aferrándonos a nuestros fantasmas del pasado. Digo, fantasmas. Nuestra realidad pasada hay que tomarla en cuenta. Toda nuestra realidad pasada, no sólo la que le convenga a un partido o a otro.
En mi escrito ni siquiera he esbozado una crítica a la Unión Soviética, no veo donde podés ver una crítica certera de nada. Francamente no me interesa mucho hacer esa crítica a la URSS por sí misma. Lo que me interesa hondamente es hacer la crítica de la actitud arrebañada que mantuvieron los partidos y movimientos de izquierda respecto al “socialismo real”. Lo que me interesa es criticar la incapacidad permanente de analizar concretamente la realidad de nuestro país, de nuestra región.
Te apresurás, con tu almita uniformada, a pensar que me he arrepentido. No, yo no me he arrependido de nada. Asumo hasta hoy mis ideas comunistas. Y las defiendo como puedo aún ante los que por oportunismo se van balanceando de una extremo al otro, de una posición a otra.
Es posible que algunos vean en mi escrito simple exhibicionismo. Es evidente que si me lo atribuyen es “personal”, el colmo sería mostrarse con exhibicionismo ajeno. Desde el momento que he decidido escribir aquí lo que pienso, lo que siento, lo que me apasiona, pues obligatoriamente me expongo. Y me expongo al juicio ajeno. Lo acepto. Incluso —si eso me ayuda a avanzar— me gusta la contradicción.
Don Carlos:
ResponderEliminarA muchas personas que no vivimos en carne propia el conflicto, nos toca conocer las cosas desde una perspectiva histórica, muchas veces manipulada y parcializada.
Digo esto porque casi todo lo que he escuchado de Cayetano Carpio es parecido a lo que menciona el anónimo de las 4:58.
Y qué bueno que él inculcara algo que, a mi juicio, es un elemento que falta en la sociedad salvadoreña: la crítica constructiva, la duda razonable de la que habla Descartes.
Pensar que los grupos políticos, sociales, étnicos, etc. son perfectos y no criticarlos, a lo mejor por ser parte de ellos, es una cuestión incorrecta. "La crítica también es una obligación de los revolucionarios". Cuanta razón hay en esa frase.
Por eso es bueno leer historias como la suya, que "hace justicia", como menciona, presentando de primera mano pincelazos alternativos de la historia.
Espero pronto continue escribiendo sus memorias.
Saludos!
¡Libertad Democrática Capitalista! ¿Y desde cuándo ando yo defendiendo esas cosas?
ResponderEliminarCarlos,
ResponderEliminarMuchisimas Gracias!!!
Querida Gloria:
ResponderEliminarDe nada, aquí estoy para servirte.