Es menester tener presente que las relaciones entre las formas de la
resolución y la esencia de la contradicción misma no son mecánicas. Es cierto
que la esencia misma es invariable hasta la resolución que opone a los
contrarios y se puede de manera general presuponer que la resolución de una
contradicción antagónica va adoptar formas a partir de la esencia, pues se
trata de suprimir uno de los opuestos, que estas formas serán violentas,
explosivas. Mientras que la resolución de una contradicción no-antagónica
tiende a tomar formas pacíficas, no violentas. No obstante las relaciones entre
esencia y las formas de contradicciones son mucho más dialécticas, puesto que
la forma no es una simple manifestación pasiva de la esencia, la forma es donde
se desarrollan procesos específicos, en los cuales tienen lugar las relaciones
entre la esencia y las condiciones concretas, entre lo interno y lo externo. Dicho
de manera las formas explosivas no son exclusivas de la contradicción
antagónica. La explosión lógicamente consiste en la brusquedad con la que se
opera un cambio cualitativo, o sea la fuerza que produce efectos destructores
internos y externos.
El cambio cualitativo mismo es un fenómeno brusco y único sólo si se lo
opone a la lenta multiplicidad de cambios cuantitativos que lo preparan. Con
demasiada frecuencia se aíslan, se separan mecánicamente los cambios
cualitativos de los cambios cuantitativos. En verdad, en la realidad, todo
cambio es a la vez cuantitativo y
cualitativo: la calidad de una contradicción, su lógica esencial, depende
directamente de la relación cuantitativa de las fuerzas entre los contrarios.
Como lo dejamos dicho anteriormente, entre cantidad y calidad hay unidad e
identidad de contrarios. Las fases de acumulación de cambios cuantitativos son
aquellas cuyo aspecto esencial es el del cambio cuantitativo y de
transformaciones cualitativas parciales. Hay una especie de transfiguración
lenta y gradual sin que por de pronto la cosa se transforme radicalmente. A la
inversa los saltos cualitativos se caracterizan por el predominio del cambio
cualitativo, los cambios cuantitativos mismos toman el aspecto cualitativo: el
quiebre de la antigua cualidad modifica radicalmente el ritmo de los cambios
cuantitativos y provoca nuevos.
Si nos detenemos a observar en detalle, un cambio cualitativo es la
absorción, la integración de un número significativo de cambios cualitativos
más elementales, “moleculares”, por ejemplo en el caso del nivel molecular de
un cuerpo, celular en el caso de un ser viviente, de relaciones en una
formación social. Empero la brusquedad que provoca cada cambio cualitativo
molecular que acaece en un punto crucial, en la anudadura, de los cambios
cuantitativos, no produce una brusquedad global, ésta únicamente puede resultar
en la medida en que hay una simultaneidad de los cambios cualitativos
moleculares, parciales. Admitamos que las condiciones internas de gestación y
maduración de los cambios cualitativos parciales (“moleculares”) tienen el
ritmo de un fenómeno estadístico, podemos esperar que éstos se produzcan con
cierta dispersión en el tiempo, que se manifestará por un escalonamiento del
cambio cualitativo global: la forma explosiva no aparece o por lo menos no de
grandes dimensiones. Pero si surge un obstáculo
externo capaz de impedir durante cierto tiempo más o menos largo los cambios
moleculares, parciales, incluso los más precoces, las condiciones de su
simultaneidad se van creando. Cuando la presión del cambio cualitativo es lo
suficientemente fuerte para hacer saltar el obstáculo o los obstáculos que han
impedido los cambios parciales, la simultaneidad se manifiesta por la
brusquedad de un fenómeno global y surge como fuerza destructora: es entonces
que se produce la explosión.
En este sentido la explosión es una forma externa, independiente de la
esencia de la contradicción y es contingente a su respecto. Es de esta manera
que puede aparecer determinante el tratamiento subjetivo en su desarrollo, es de
este modo que una contradicción no-antagónica, de por si no explosiva, si se
encuentra bloqueada en su desarrollo por un obstáculo externo, puede aparecer y
resolverse de manera explosiva. Aquí podemos ver en una forma teórica clara
algunos fenómenos a los que se ha referido Mao Tse-tung, pero al mismo tiempo
podemos darnos cuenta que no tienen nada que ver con la transformación de
esencia de lo no-antagónico en antagónico.
Las formas de resolución de una contradicción antagónica tampoco se pueden
reducir a la explosión violenta. Aunque en este caso y por lo que hemos dicho
antes, se entiende perfectamente que el obstáculo generador de la explosión se
encuentra al interior mismo de las contradicciones antagónicas, en las que uno
de los contrarios se opone por esencia al desarrollo del otro. En este sentido las
contradicciones antagónicas se nos presentan como auto-explosivas. Empero como lo hemos dejado dicho, el salto
cualitativo no es un fenómeno sencillo e instantáneo, se trata de un período
complejo e interiormente diferenciado. Lenin al referirse a los “vuelcos de la
historia mundial” se burlaba de aquellos que no comprendían que “saltos de esa
género se extienden por períodos de diez años y a veces aún más” (En nuestro
caso esto nos llama a tener mucha paciencia, que incluso la gestación de un
partido puede tomar más tiempo del que se desea, pero que puede acelerarse por
la presión interna de las contradicciones de clase en el país).
En una contradicción antagónica el contrario inicialmente dominante se
opone al desarrollo del otro y en esto bloquea los cambios cualitativos
moleculares los más precoces que va madurando el mismo desarrollo de la
contradicción. Es lo que provoca que las primeras fases del salto cualitativo
se presenten con frecuencia bajo la forma violenta, explosiva. No obstante a
medida que los cambios cualitativos moleculares se acumulan, la relación
interna de las fuerzas se va modificando y el contrario inicialmente dominante
va perdiendo poco a poco su capacidad de oponerse a la continuación del
proceso, entonces la necesidad de las formas explosivas decae cada vez más. Si
vemos más de cerca el salto cualitativo y lo analizamos dialécticamente aparece
que su propio desarrollo implica un cambio cualitativo: sus primeros logros
modifican las condiciones en las que se van consiguiendo los otros. Es por eso
que en el proceso de resolución de las contradicciones antagónicas puede
perfectamente adquirir formas no explosivas al llegar a un cierto grado de
madurez.
Voy a referirme aquí, de manera muy sucinta a un caso que nos concierne y
del que se habla mucho, pero con demasiados prejuicios, me refiero al proceso
de Independencia. Desde más o menos los años cincuenta se desarrolló en el seno
del Partido Comunista Salvadoreño un movimiento contradictorio, se trata de
oponerse a la historia nacional que vehiculaba la clase dominante. Y por
supuesto que ésta contaba con muchas falsedades y muchas leyendas que no
llegaban al estatuto de historia. La falta de documentación, la ausencia en
esos tiempos de historiadores de profesión dieron como resultado que el PCS no
pudo oponerle a la burguesía una historia que no tuviera en sí prejuicios y
leyendas. Pero además una personalidad que tuvo y sigue teniendo peso en
nuestro país dejó un prejuicio anti-clerical para narrar la Independencia. Pero
el cura que más desprestigio tuvo fue el principal personaje: José Matías
Delgado. Le inventaron propiedades sin la menor documentación (no existe
catastro de esa época), lo hicieron desaparecer de San Salvador en noviembre de
1811, ocultaron que fue hecho preso al cabo de la rebelión y que los
estudiantes de la Universidad de San Carlos lo eligieron rector como signo de
protesta y de solidaridad con la gesta de San Salvador. Cuando se habla del
movimiento de la Independencia se refieren exclusivamente al 21 de septiembre
de 1821. E incluso se refieren con demasiada frecuencia a un solo pasaje del
Acta y esto para denigrar todo el proceso y a los próceres. Algunos han de
pensar que con este simplismo hacen obra revolucionaria. No se dan cuenta que
con eso se privan de aprender de nuestra historia nacional.
El proceso se inició incluso antes del Primer Grito de 1811, pues estos
días de rebelión principalmente en San Salvador, pero no únicamente, pudo tener
lugar por la divulgación de las ideas de la Revolución Francesa y de la
Independencia de los Estados Unidos (recordemos que el pensamiento
revolucionario estadounidense era tal vez el más avanzado). Hubo gente que
copiaba a mano libros enteros para difundir esas ideas, corriendo el riesgo de
prisión por los agentes de la Inquisición. Se difundía también lo poco que
llegaba de las luchas que iban ocurriendo en el Sur del continente. Es menester
reconocer que las luchas por la Independencia estaban preñadas de
contradicciones antagónicas, la fundamental era la que oponía a la Corona a las
fuerzas independistas de todo el continente y esto se reproducía en cada región
o Virreinato. Pero hay quienes olvidan que en enero de 1814 hubo otro
movimiento armado en San Salvador (reprimido tal vez con mayor violencia que el
anterior de 1811). Pero entre ellos en Centroamérica hubo elecciones a las
Cortes de Cádiz y los diputados enviados eran de temple progresista. La participación
de diputados americanos en Cádiz es un logro importante de la lucha, el
estatuto de las colonias legalmente va cambiado por la presión de los
independistas. Pero hay que agregar otra cosa que es externa, pero tuvo
repercusiones internas, se trata de la ocupación napoleónica de España, durante
ese tiempo los contactos mercantiles de las colonias tuvieron expansión hacia
otros puertos que antes les estaban prohibidos y los consiguientes efectos
materiales e ideológicos.
Se trata pues de un proceso largo, los logros se van acumulando, la
correlación de fuerzas ha ido creciendo en favor de los independistas. España
ha ido perdiendo las batallas, la Corona se ha desprestigiado y ha ido
perdiendo sus principales colonias en el Sur y sobre todo el poderío militar.
Cuando llega el momento crucial para Centroamérica, la Corona no puede
realmente oponerse a la simple Declaración de Independencia. El salto
cualitativo se dio en Centroamérica de manera más o menos pacífica. Y las
declaraciones de Independencia se han ido acumulando en varios ayuntamientos de
la Capitanía General, esto lo dice claramente el Acta y en ese mismo lugar se
pone de manifiesto el apoyo popular que gozan los delegados presentes en el
Palacio Nacional de Guatemala: “Leídos los oficios expresados: discutido y
meditado detenidamente el asunto, y oído el clamor de Viva la Independencia, que repetía lleno de entusiasmo el pueblo
que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala de éste
palacio, se acordó por esta Diputación e individuos del Excelentísimo
Ayuntamiento”., luego de esto viene una amenaza de lo que pudiera suceder si no
se procedía de inmediato y de manera pacífica a declarar la Independencia: “Que
siendo la Independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, sin perjuicio de lo
que determine sobre ella, el Congreso que debe formarse, el Señor Jefe Político
le mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el
caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Esta última frase se ha interpretado como una
voluntad de los próceres de dejar de un lado al pueblo. Pero esta
interpretación es miope, pues no quiere leerlo todo y se contenta con una frase
cuyo carácter retórico salta a la vista. Pues los representantes de la Corona
ya no pueden postergar la declaración y están obligados a obedecer lo que
entonces era la voluntad del pueblo.
O sea que la acumulación de fuerzas de los independistas centroamericanos,
por razones internas y externas, los puso en la postura de resolver la
contradicción antagónica con un salto cualitativo que no tuvo la forma violenta
que sí se dio en otros lugares y en fechas anteriores en que la Corona tuvo las
fuerzas para resistir.
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