El salto cualitativo se ha
convertido en nuestro país en casi un tic del lenguaje, hubo un tiempo en que
cualquier cambio de lo que fuera se le apodaba “salto cualitativo”, incluso
adherir a una organización “revolucionaria” era un “salto cualitativo”. Se
vuelve pues comprensible que este modo de resolución de contradicciones haya
adquirido una “autonomía” en el modo de considerar la dialéctica en El
Salvador. Sin embargo esta autonomía es falsa, no corresponde al pensamiento
dialéctico mismo, para poder abordar este punto, se hace necesario referirse a
la unidad de los contrarios, de su lucha, de la determinidad de la cosa, que
obligatoriamente nos lleva a otras categorías importantísimas, en primer lugar
la esencia, pero no sólo sino que a los aspectos cuantitativos y cualitativos,
a lo interno y externo, etc. El salto cualitativo en tanto que tal implica pues
un cambio cuantitativo y cualitativo, de allí, también ver esta otra
contradicción, me refiero a la unidad de contrarios que son la cantidad y la
calidad, para poder llegar a las formas de la lucha de contrarios y ver cómo
han interferido en este salto elementos internos y externos, que han vuelto la
resolución de la contradicción en algo más o menos brusco, violento, explosivo.
Retornemos a la contradicción antagónica que el propio Marx expone como
tal, se trata de la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación capitalistas, dicho de otro modo entre el
proletariado y la burguesía. Esta contradicción se nos presenta inmediata y
empíricamente bajo formas violentas, explosivas y es con ellas que se la
identifica o sea se le da su determinidad, no obstante ¿qué es lo que
esencialmente la identifica, le da su naturaleza de antagónica? Dicho de otro
modo ¿qué es lo que la vuelve irreductible,
irreconciliable? La respuesta la
encontramos objetivamente en el desarrollo mismo de la contradicción hasta su
acabamiento histórico y lógico en el que se expresa su contenido esencial: la
supresión de la apropiación privada capitalista por una revolución y la emancipación de la producción social, la
supresión de la explotación capitalista y la emancipación del proletariado y de
la sociedad entera.
Cualquiera que fuese la contradicción antagónica, ya sea en la historia
social, como en la historia de las ideas, nos lleva a la misma conclusión, el
acabamiento consiste en la supresión de uno de los contrarios y la emancipación
del otro. ¿Este carácter histórico y lógico del antagonismo lo adquiere la
contradicción en su marcha, de manera contingente? De ningún modo, este
carácter es originario, es decir está
presente desde que surge la contradicción, incluso en el estado embrionario, pues el capital es
inseparable de la explotación del trabajo asalariado y se opone a todo
desarrollo de las fuerzas productivas que no contribuya a su propia puesta en
valor. Este carácter antagónico no es una cosa que le adviene a la
contradicción en algún momento dado de su desarrollo, cuando por ejemplo
adquiere rasgos violentos o explosivos. Existe siempre, incluso de manera
latente desde su formación, desde que surge esta contradicción. Existe ahora
mismo en el país aunque se exprese visiblemente, de manera palpable y aunque
sea sólo de manera esporádica, en algunas luchas de los trabajadores.
Este punto es fundamental. En su absoluta generalidad, la categoría de
contradicción dialéctica implica una relación de oposición entre dos contrarios
que se niegan mutuamente en el
interior de la unidad que ambos formen y que expresa el concepto de la cosa. Empero
la negación tiene determinaciones muy
diversas, cada tipo de cosa tiene su propio tipo de negación, de tal manera que
en cada una resulta un desarrollo propio y por ende su género propio de ideas y
de conceptos. De tal modo que un género de contradicción se define racionalmente
por el tipo de negación que lo ha
generado, dándole así mismo su esencia y que determina todo su desarrollo hasta
su resolución. Es antagónica una contradicción en la que un contrario es negado
por el otro en su existencia misma.
Es por ello que su desarrollo presupone la supresión de uno de los contrarios y
el otro contrario es liberado. La contradicción no-antagónica es aquella en la
que cada contrario niega al otro en su
identidad, por lo que su desarrollo presupone únicamente la separación transitoria y relativa de los
contrarios al interior de la cosa, de su unidad. La resolución consiste en el
establecimiento de una forma nueva de identidad entre ambos contrarios.
Por lo mismo, la contradicción entre la producción social y la apropiación privada
al interior de la sociedad capitalista es por esencia una contradicción
antagónica y la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio en la
mercancía es por esencia una contradicción no-antagónica. Esto deja claro que
por esencia una contradicción antagónica no puede convertirse en no-antagónica
y viceversa. Si esto pudiera hacerse, el antagonismo y el no-antagonismo serían
formas inesenciales de la contradicción. Apunto además que este modo de
considerar la cosa, este tipo de falsas transformaciones, le quita toda
objetividad a la dialéctica materialista y por consiguiente el carácter
objetivo del antagonismo de clases en la sociedad capitalista.
En la próxima entrega voy a abordar directamente el salto cualitativo como
resolución de las contradicciones. Era necesario dejar claro que es lo esencial
en cada una de las contradicciones, pues algunos piensan que lo que caracteriza
a la contradicción antagónica es la violencia misma y asimilan el salto
cualitativo a una explosión, a algo obligatoriamente violento y sobre todo
intrínseco a la contradicción en sí.
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