“Creo que la
dialéctica no se puede reducir a la unidad y lucha de contrarios. Espero ver la continuación de la exposición
que explique los saltos de calidad, las negaciones y los métodos”. Esto es lo que uno de mis lectores ha dejado en los
comentarios en uno de los artículos de esta serie.
Así dicho me resulta un tanto caricaturante para lo que venía escrito ya
hasta ese momento en mi exposición, pues creo que ya había mostrado en qué
consiste la unidad de los contrarios, que por supuesto no ha quedado expuesto
de manera exhaustiva, mas espero que por lo menos se entienda qué son realmente
los contrarios y en qué consiste esa unidad. Y la lucha de los contrarios es lo
que nos lleva a la resolución de la contradicción misma. La contradicción
consiste en la negación. O sea que se incluye en la exposición misma de la
contradicción. Es posible que la categoría “negación” aún no haya quedado ni
clara, ni tampoco la he expuesto aparte. No obstante es necesario insistir que esta
categoría en el sistema de Hegel se supedita a la unidad e identidad de los
contrarios y se trata del límite de
la cosa y de allí la posición del ser determinado. En Marx la cosa se
presenta de otra manera, pero no deja de abarcar (”asumir”) lo hegeliano, hay
un desarrollo, porque digamos que existen dos tipos de negación, La primera que
se le puede llamar de funcionamiento: que es la determinación material o
intelectual de un término de la contradicción como otro de un otro en la contradicción no-antagónica y de adversario del otro en la contradicción antagónica y que es
con esos otros que forman la unidad
de la contradicción. La segunda es la negación de desarrollo que es la acción
material o intelectual por la que un momento anterior del desarrollo es
suprimido o superado.
El famoso “salto de calidad” no se puede ni siquiera abordar sensatamente si
no lo referimos a la contradicción, pues se trata de una de las resoluciones de
ésta. El estimado lector que afirmaba “que la dialéctica no se puede reducir a
la unidad y lucha de contrarios” no se daba cuenta que la dialéctica no es que
se reduzca a la contradicción, sino que trata de la contradicción y todo el
desarrollo de la dialéctica no se puede exponer afuera de los principales
problemas y temas que tienen que ver con la unidad e identidad de los
contrarios. Todas las grandes categorías filosóficas se tienen que abordar en
su desarrollo, lo que implica verlos en su funcionamiento contradictorio.
Muchos de los manuales sobre el marxismo que circularon desde mediados del
siglo XX presentaban este famoso “salto cualitativo” como una de las tres leyes
fundamentales de la dialéctica materialista, junto a la unidad de los
contrarios y la lucha de los contrarios. Otros manuales convertían estas dos
últimas categorías en una sola ley y agregaban la negación de la negación como
otra ley. Sobre esto hay mucho que decir, empero es imposible admitir aunque
fuera a lo largo algunos renglones lo sensato de tales alegaciones. Esta es la
prolongación del esquematismo al que llevó Stalin a la dialéctica, aunque en
parte fuera culpable de esta deformación Engels mismo por algunas formulaciones
un poco ambiguas. Pero la dialéctica no es una ciencia, sino que una lógica,
una directiva para pensar, de la dialéctica no se puede obtener ningún conocimiento
concreto de la realidad por mera aplicación de sus “leyes”. Los conocimientos
se obtienen del estudio concreto de una realidad concreta, pero las ciencias y
las técnicas tienen sus propios métodos, la dialéctica en tanto que lógica
puede ayudar a pensar estos mismos métodos y los resultados obtenidos. Pero la
dialéctica no es una filosofía que esté sobre las ciencias y las dirija o pueda
dirigirlas.
El cambio de calidad de una contradicción es en realidad una alteración en su determinidad, dicho de otra manera, cambio en su esencia. Esto se
vuelve efectivo en las contradicciones antagónicas y en las no-antagónicas. La
determinidad posee dos momentos distintos —anoto esto aquí para no dejar en el
aire una categoría fundamental de la dialéctica—: la determinación y la disposición.
La determinación es el algo en cuanto lo que es en sí; la disposición (algunos dicen “posición”) es lo que un algo
es para-otro. Estos dos momentos no
se toman aisladamente, sino que en permanente respectividad, es decir, cada uno
se refiere al otro en permanencia, esta respectividad constituye la cualidad de ese algo. El cambio puede
suceder ya sea en la determinación o en la disposición, pero como ambos son
momentos de la determinidad, momentos de la calidad, poco importa qué es lo que
cambia primero porque su respectividad (el relacionarse mutuamente, el
asumirse) cambia y al cambiar cambia la naturaleza del algo, de la cosa.
Si impone agregar una elucidación de lo que significan los términos asumir y asumido, se trata nos dice Hegel de “una determinación fundamental
que retorna sin más por todas partes, y cuyo sentido hay que aprehender determinadamente,
diferenciándolo en particular de la nada.— Lo que se asume no se convierte por
ello en nada. Nada es lo inmediato; un asumido es por el contrario un mediado,
lo que no es, pero como resultado que ha surgido de un ser. Tiene aún, por
consiguiente, en sí la determinación de
la que procede.
Asumir tiene en el lenguaje el doble sentido de significar tanto conservar, mantener, como igualmente
hacer cesar, poner punto final. El
conservar incluye ya dentro de sí lo negativo de que algo venga a ser privado
de su inmediatez y, por ende, de su estar abierto a las influencias exteriores,
y ello con el fin de mantener ese algo. — Así, lo asumido es algo al mismo
tiempo conservado que no ha perdido sino su inmediatez, pero no por ello ha
desaparecido”.
Determinado con más exactitud, lo asumido es aquí algo asumido solamente en
la medida en que ha pasado a entrar en unidad con su contrapuesto; en esta
determinación precisa, él es algo reflexionado y puede ser llamado,
convenientemente, m o me n t o. —“
O sea en la unidad que hemos nombrado devenir
el ser y la nada son momentos, sus momentos. “Ser es ser y nada es nada
solamente en su diferencialidad del uno respecto al otro; pero en la verdad de
ambos, dentro de su unidad, ellos han desaparecido como esas determinaciones y
son ahora algo otro. Ser y nada son lo mismo; porque son lo mismo, por eso no
son ya ser y nada, y tienen una determinación diversa: dentro del devenir,
fueron surgir y perecer, dentro del estar, en cuanto unidad determinada de otro
modo son a su vez, momentos determinados de otro modo.”
Voy a darles un ejemplo, el fonema es la unidad de un sonido y de la
percepción mental de ciertas características de ese sonido. Ambas no son lo
mismo mientras estén separadas, mientras no entren a formar parte del sistema
fonológico de una lengua determinada. Una vez ya formando parte de éste, la
percepción mental (auditiva) y el sonido mismo conforman el fonema: la
percepción y el sonido son momentos del fonema, dejan de ser lo que eran antes,
ahora han pasado a ser lo mismo, han sido asumidos, ya no se diferencian en la
unidad “fonema”. Pueden ver también este otro material, haciendo clic aquí.
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