Bueno, viendo esas cobijas llenas de fotos y símbolos diversos,
honestamente lo más fácil era anular el voto. Pero el que quisiera votar según
sus convicciones y simpatías tenía que llevar en el bolsillo una lista ya
preparada con nombres y fotos de su preferencia o simplemente votar por
bandera. En todo caso, contar uno a uno los votos, con las múltiples
posibilidades de votar y sobre todo de las múltiples posibilidades de
equivocarse, el conteo resulta arduo.
Sinceramente no veo en esas cobijas ningún avance democrático, ni mayor
libertad electoral, me resulta sobre todo una complicación inútil. En la
diversión antidemocrática de nuestras instituciones la Sala de lo
Constitucional realmente ha jugado un papel notorio. Pronto va a haber
elecciones departamentales aquí en Francia. Los partidos proponen sus listas y
las hojas de voto de cada partido son distintas. Este país de larga tradición
de sufragio nunca ha llegado a esa exageración, que lo que ha traído es mera confusión
y gasto inútil. En esencia el carácter antidemocrático de las elecciones no ha
cambiado con esas cobijas, ni tampoco en Francia es más o menos democrático que
en El Salvador. Las elecciones sirven en las “democracias” actuales para darles credibilidad
a los electos, a los que asumen administrar los asuntos del Estado en beneficio
de las clases dominantes. El poder es usurpado en todas partes por aparatos
burocráticos de partidos y ya ni siquiera se trata de una delegación del poder.
El soberano está ausente, el soberano, el pueblo, obedece y va a emitir un voto
creyendo que las personas que figuran en las listas y en las papeletas de voto
van a hacer todo lo posible por cambiar la vida. Lo constata cada vez que eso
no se realiza y en nuestro país con una frecuencia casi anual se presenta la
oportunidad de emitir un voto.
¿Qué significa esto? Pues que la democracia sigue siendo una aspiración,
que las instituciones burguesas se han agotado y que es necesario otro tipo de
instituciones, otro tipo de Estado. Por el momento es lo que se plantea en el
país, es un para mientras. Pero el asunto es que ese nuevo Estado no va a
brotar del Estado actual, pues para eso sería necesario que los que gozan del
poder actualmente se cuestionaran, que fueran capaces de asumir que ellos lo
único que hacen es aprovecharse del Estado. Les da pisto y honores, viajes y
comilonas.
El Estado burgués actual surgió de revoluciones, algunas muy violentas,
otras fueron transiciones pacíficas. Esto fue así por la historia particular de
cada país. Nosotros necesitamos de otro Estado no para satisfacer solamente
nuestras aspiraciones democráticas, sino que se trata de resolver todos
nuestros problemas económicos, sociales y culturales. Hay tanta penuria en
todo, nuestro país está en constante desagüe, todos los días salen muchachos y
muchachas hacia afuera, muchos a golpe de calcetín, a pata, a chuña hacia el
Norte, a rodar el mundo en busca… ¿En busca de qué se va la mayoría de fugitivos?
Pues se van con la esperanza de vivir de algo, de lo que sea. Este es un
problema de nación, que no va a encontrar solución con imposibles “acuerdos de
nación” pues esa migración es el resultado de una situación nacional en la que
un puñadito de familias se enriquece constantemente y la gran mayoría debe ingeniárselas
para sobrevivir.
Y ese puñadito de familias no tiene ningún interés en que la situación
cambie, incluso este estado de cosas le beneficia en todos los sentidos. Hasta
la emigración remesera le sirve para enriquecerse, pues son los principales
captadores del dinero que circula en el país. Pero hay otra cosa, los beneficios
que obtienen con un mínimo de inversiones es grande, los niveles de explotación
son inmensos. Se trata pues de destruir este Estado oligárquico, ese fue uno de
los objetivos que se planteaban en los años setenta y por los que tuvo inicio
la guerra. No se logró ese objetivo, incluso el Estado oligárquico absorbió
monstruosamente a los “revolucionarios” que ahora se preocupan más por sus
propios sueldos, sus primas de Año Nuevo, sus negocios de todo tipo. Esa gente
ya entró a vivir en el seno de la otra clase social, atravesaron la calle y
caminan por el otro andén (es un decir, ellos andan montados en limusinas de
doble tracción y cuidados por guardaespaldas).
Nadie ignora que nada va a cambiar después de este escrutinio. Los días van
a seguir uno de tras de otro con ese lote creciente de preocupaciones, pues no
se trata sólo de vasitos de leche, de uniformes y bolsones con útiles, de dos
pares de zapatos. Estos son los repetidos logros y avances, los radicales
cambios, que han sido capaces los “revolucionarios” de ofrecernos. Claro, de
vez en cuando hay que reconocer que la misma acumulación capitalista produce
avances hasta en nuestro país.
Debemos tomar consciencia de que el puñito de familias que nos domina no va
a cambiar de actitud así porque sí. Para que las cosas cambien es urgente que
nosotros los que llamamos a anular las cobijas llenas de fotos, emprendamos una
campaña permanente de denuncia de todo lo que hace falta en el país: escuelas
dignas de ese nombre, con profesores preparados, dispuestos a inculcarle a sus alumnos el
espíritu crítico necesario, darles conocimientos firmes, pero no dogmas.
Denunciar el estado de muchas viviendas en el país, sin sanitarios, sin agua
potable, sin electricidad, etc. Mejores transportes, en todo el país. Derecho
real de sindicalizarse, mejores condiciones de trabajo, reforma del Código del
Trabajo, nuevos derechos laborales, cumplimiento de los ya existentes. No voy a
hacer la infinita lista de lo que necesitamos. Pero para cambiar la actual y
negativa correlación de fuerzas es necesario emprender las luchas necesarias.
Los cambios se imponen, no van a caer como mangos chapudos y maduros.
LA VORACIDAD INSACIABLE DEL CAPITALISMOSALVAJE
ResponderEliminarexacto de 14 se dice algo asi como 425 familias segun revista ECA y otros saludos maestros y adelante