Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia
pertenecen como los diputados, los miembros del Ejecutivo, los periodistas, los
entrevistadores, encuestadores, algunos publicistas a la esfera política, a ese
mundillo cerrado en sí mismo, al que se entra por unción de algún partido
político, por unción de la alguna autoridad instituida, que puede ser algún
secretario general o un grupo de personas pertenecientes al mundillo. Empecé la
lista por los magistrados de la CSJ —pude referirme de manera más concreta a
los de la Sala de lo Constitucional— porque en algunos de sus fallos han puesto
en entredicho la autoridad de los partidos políticos y su función dentro de
esta esfera. La función de mediación entre la sociedad y el poder está
consagrada por la misma Constitución. La realidad misma de esta esfera es mucho
más potente que la supuesta rebeldía mostrada por los magistrados.
Las candidaturas independientes fueron un fiasco
rotundo, el voto cruzado trajo más estorbo que ventajas. Los fallos de la Sala
sólo en apariencia ostentan un carácter subversivo. Los fallos no pueden
aniquilar una realidad que funciona dentro del marco de la democracia
representativa y que posee sus leyes propias que se fundan en la ideología
misma de la dominación.
Este mundillo político tiene sus propias
características que se desprenden de su autonomía dentro de la sociedad. Se
trata de un “universo que obedece a sus propias leyes, que son diferentes de
las leyes del mundo social ordinario— nos dice el sociólogo francés Pierre
Bourdieu. Prosigue este estudioso afirmando que “Alguien que entra en política,
como alguien que entra en religión, debe operar una transformación, una
conversión e incluso si ésta no aparece como tal, incluso si no tiene
consciencia de ello, aquélla le es tácitamente impuesta, la sanción en caso de
transgresión es el fracaso o la exclusión” (“Propos sur le champ politique,
Pierre Bourdieu, Presses Universitaires de Lyon, 2000, Lyon).
Existe una separación entre el mundillo político y
el resto del mundo, un corte entre los profesionales y los profanos, como en el
ámbito religioso existen los clérigos y los laicos. La existencia de este
mundillo en nuestro país se ha ido formando poco a poco, pues hemos vivido
períodos en que realmente y de manera propia no se hacía política, porque las
dictaduras no lo permitían, los partidos no eran realmente partidos sino que
grupos que servían de mamparas a la ausencia de libertades y derechos
ciudadanos. Sabemos que hubo necesidad de la guerra para que este mundillo
apareciera sobre la apariencia que existía antes. Pero ya subsistían las
premisas y las bases, las elecciones y las instituciones del Estado, existía
también la ideología que permitió su afirmación y consagración.
Una de la bases del funcionamiento de este
mundillo es que los legos no tienen derecho a expresarse sobre la política, se
trata de una prohibición tácita, los únicos que tienen competencia son los
políticos. Es muy distinto hablar en un parque o en un café o en la casa de
política que hacerlo dentro de las instancias en donde hablar es también actuar
más allá del alcance de mi voz, en donde mis palabras van a ser reproducidas
por los medios y van a adquirir un valor de opinión multiplicada, pues aparece
como algo que no sólo pertenece al que se expresa, sino que lo hace en
representación de aquellos que sólo pueden hacerlo en la esfera privada. Esto
es tan así que la expresión de “los sin voz” se ha afirmado y muchos pretenden
tomar la palabra en su nombre.
¿Quiénes pueden formar parte de ese mundillo? De
manera general son los hombres los que tienen mayores posibilidades, pues la
división entre sexos le da privilegios al sexo masculino, por tradición, por
costumbres, por la misma división del trabajo. Por lo general las mujeres
tienen menor propensión a ocuparse de la política, a responder a cuestionarlos
sobre el tema. Lo mismo que la gente de mayor instrucción se interesa más en la
política que los menos instruidos, esto incluye también a los más pobres que
tampoco tienden a meterse en política. Estas condiciones son sociales y de
ninguna manera naturales del interés en la política. Otra condición social que permite entrar en
ese mundillo es tener tiempo libre: “la primera acumulación de capital político
es el hecho que gente dotada de un excedente económico que les concede
apartarse de las actividades productivas, lo que les permite ponerse en
posición de voceros” (Óp. cit. p. 54). La educación y formación son también un
factor propicio para ejercerse en el mundillo político. Hay algo de suma
importancia que señala también Bourdieu: “Es importante saber que el universo
político reposa sobre una exclusión, sobre una desposesión. Más el campo político
se constituye, más se autonomiza, más se profesionaliza, más los profesionales
tienden a mirar a los profanos con una especie de conmiseración”.
Tengo para mí que en nuestro país esta conmiseración
se troca en desprecio: lo hemos visto nosotros en la arrogante actitud de
muchos de nuestros políticos (Flores, Funes, Reyes, etc.), los diputados a
sabiendas de que las primas que se adjudican son mal vistas por la gente,
siguen inmutables votándolas como si nada, nuestro aguileño presidente de la
Asamblea se indignaba cuando los periodistas le señalaba su tren de vida desproporcionado
respecto a la indigencia en que vive la población. Para Sigfrido Reyes el lujo
es ínsito a la función, de allí su frenética búsqueda de lo suntuoso, su viaje
de despedida fue ya como el ribete que nos ofreció de regalo.
En estos días los políticos que pueblan el
Ejecutivo y la Asamblea han tratado a los magistrados de la Sala como legos que
no entienden nada y les discuten sus fallos constitucionales. Claro que los
diputados y el presidente no aportaron mucho argumento, pero si trataron de
alarmar a la población acusando de irresponsabilidad a los magistrados, que
ponían en peligro la vida republicana, todas las instituciones, las bases
mismas de convivencia que se lograron con los Acuerdos de Paz. Toda esta
alharaca politiquera con un desprecio tal llamaba al “pueblo” a manifestarse
contra los magistrados, de repente el presidente se vuelve un sedicioso
cualquiera contra un Poder de los tres que tiene el Estado salvadoreño. Fabio
Castillo le suplicó a Sánchez Cerén un poco de recato y que deje en paz a los
magistrados.
En nuestro país hay otra actitud de desprecio de
los profesionales de la política respecto a la población. Los de la derecha
responsabilizan a la población de la permanencia de la izquierda en el poder y
los de la izquierda responsabilizan a la población del retorno de la derecha al
poder. Esta simetría muestra una especie de connivencia, es casi como un tácito
acuerdo entre los partidos mayoritarios para acaparar entre los dos el máximo
de votos. Pero hay algo más, si pierden, los irresponsables han sido los que no
acudieron a las urnas, los que no les dieron sus votos.
Cito de
nuevo a Pierre Bourdieu: “Es algo de lo cual los profanos tienen a veces la intuición.
Sospechan que esas gentes que juegan a ese juego que se llama la política,
tienen entre ellas una especie de complicidad fundamental, previa a su
desacuerdo. Incluso se puede decir que tienen, por el hecho mismo de la pertenencia,
intereses a la perpetuación del campo, y que pueden ser presentados como la
expresión de los intereses de los ciudadanos que les han dado la delegación de
representarlos” (pp. 56-57).
Una de las características del mundillo político
es que las acciones y decires de los que están a su interior no se determinan
por su relación directa con sus electores, sino con los miembros del mismo
mundillo. “Dice lo que dice —por ejemplo una toma de posición respecto a la
seguridad o respecto a la delincuencia…— no para responder a las expectativas
de la población en general o incluso de
la categoría que le dio sus votos, que lo ha designado como su mandatario, sino
que por referencia a lo que otros en el campo dicen o no dicen, hacen o no
hacen, para diferenciarse o al contrario apropiarse posiciones capaces de
amenazar la apariencia de la representatividad que pueda tener” (p. 57).
Esto que señala el sociólogo francés también
implica que entre muchas de las tomas de posición de los políticos tienen como
referente el mismo mundo de la política, existe pues un interés político
específico, que no se puede asimilar inmediatamente a los intereses de los que
les dieron el mandato. Hay intereses que se definen en relación con la gente
del mismo partido (por ejemplo Ortiz buscando candidatura) o contra la gente de
otros partidos. El funcionamiento en el campo produce un efecto de encerramiento.
Este efecto es el resultado de un proceso: entre más el espacio político se
autonomiza, más avanza según su lógica propia, más tiende a funcionar en conformidad
con los intereses inherentes al mundillo, más la ruptura con los profanos se
profundiza.
Entre más se autonomiza el mundillo político y más
la ruptura se abre, se produce y se pone en obra una competencia específica, un
sentido del juego propio al campo mismo, un sexto sentido. El ejemplo de Ortiz
es instructivo: él buscaba ser candidato a la presidencia, lo sigue buscando
para el próximo escrutinio, pero sabía muy bien que no debía proclamarlo, en
ninguna de sus entrevistas se declaró candidato a la candidatura, pero siempre
dejaba abierta la opción con un sibilino “si el partido me pide…”. Su posición
ambivalente, de tener una aureola de “reformista”, pero fiel al aparato
ortodoxo, fiel a los mandatos de la cúpula, cuidándose que sus posiciones no
entraran en franca y clara oposición con el trío compuesto por Medardo González,
Sánchez Cerén y Merino (que son los que ponen y disponen en la dirección del
partido). Algunos de sus amigos inexpertos y profanos publicaron en Estados
Unidos una “carta abierta” proponiéndolo como candidato a la presidencia. Esta
carta vino a contrariar la discreción que hasta entonces había manifestado y
tuvo que insistir mucho dentro del partido para reafirmar su lealtad y negar
rotundamente que nada tenía que ver con esa “carta abierta”. Lo paradójico de
la situación es que luego del pasaje de Funes por la presidencia, que había
sido un momento clave en de la actividad del FMLN dentro del mundo político,
mostrándose como un partido de apertura, capaz incluso de presentar a un
foráneo como su candidato, Ortiz era una pieza del ajedrez político de la que
la cúpula podía echar mano, pues Ortiz seguía gozando del prestigio de “reformista”
leal.
Este sexto sentido es el que permite negociar los
compromisos, que se guarde silencio sobre algo que se mencionaría en otras
circunstancias, que uno proteja a sus amigos discretamente, que uno sepa qué
responder a los periodistas. Todo esto contribuye al encerramiento del campo
político y que se vuelve repetitivo, que se mueve en el vacío. No obstante por
razones evidentes, este mundillo político no puede llegar a los extremos a los
que sí llegan ciertos círculos artísticos que prescinden del público y
permanecen entre ellos: los que juegan a la política no pueden seguir jugando
solos, sin referirse a los que en nombre de los cuales pretenden expresarse y
delante de los que de tiempo en tiempo tienen que presentarse para que les
renueven con sus votos la delegación.
Son estos momentos electorales en que el mundillo
encerrado en sí mismo tiene que abrir las puertas y se da cuenta que su
legitimidad no reposa en sus propias capacidades, sino en el voto que tienen que
procurarse ante los electores. La voz que han usurpado y en nombre de la que
pretenden hablar, se vuelve lo que es, ajena. Pero es la voz que enajena el
político profesional y vuelto de nuevo al mundillo con su mandato renovado, pierde
la memoria y de nuevo se vuelca al juego para mantenerse en él y para
perpetuarlo.
Este mundillo político se autorreproduce, se nutre
de sí mismo y todo lleva a que los mismos personajes se perpetúen en el
ejercicio del mando político. Esto es así al interior mismo de los partidos en
los que raramente aparecen nuevas caras. Viven en autocracia. No obstante para
acallar las protestas internas o externas de la falta de renovación del
personal político, las cúpulas introducen con goteros y filtros a nuevas caras.
Este renuevo a veces es lento, cauteloso, muchos de los jóvenes tienen que
pasar por los viveros de los puestos intermedios, raros son los que tienen una
ascensión fulgurante.
En nuestro mundillo político salvadoreño ha sido
el FMLN el que ha ofrecido mayor flexibilidad: lo demostró abriéndole las
puertas a Mauricio Funes. Por supuesto que esta apertura no fue total, Funes
era ya miembro del mundillo político desde hacía mucho tiempo, desde sus
programas televisivos se había creado un capital político apreciable hasta tal
punto que pudo negociar de igual a igual con la estructura política de un
partido. Todo el proceso fue paradójico: Funes se presentaba como
independiente, como un hombre aparte, como alguien que trae renuevo a la
política y que proclamó que su alianza con el FMLN era por necesidad
institucional. Funes sabía perfectamente que necesitaba de esa estructura, pero
asimismo no ignoraba que el partido urgía de alguien que no fuera de sus
rangos, por lo menos es lo que le vendieron a los dirigentes del Frente y ellos
compraron con beneplácito. En todo caso el novicio se mostró mucho más ducho
que los viejos zorros de la intriga cupulera y politiquera. Fue el novicio el
que impuso sus reglas, el que afirmó cuantas veces fue necesario que el
gobernaría a su modo, con su gente y su programa.
El caso con Nayib Bukele tiene sus semejanzas y
diferencias, también llega de afuera, llega sin declararse presidenciable y
acepta ir de candidato a alcalde de un pueblito. Pero este silencio sobre sus
futuras ambiciones es secreto de polichinela hasta tal punto que si le
preguntan sobre sus pretensiones presidenciales no se hace el sordo, ni el distraído,
las afirma claramente. Pero Bukele es menos experto, su llegada al mundillo no
fue estruendosa, salvo que en vez de mostrarse liberal empedernido como lo hizo
Funes, Nayib Bukele optó por un lenguaje más radical y olvidado por la propia cúpula.
Los viejos líderes lo dejaron hablar sin corregirlo, mantenían a través de él
la ilusión de las “utopías perdidas”. Su
lenguaje contrasta, tiene toda la apariencia de radical y desde el inicio
Bukele se pone en la postura de porta-voz del pueblo humilde y olvidado, de los
“sin voz”. Esta es una originalidad, aunque al mismo tiempo su estatuto real de
empresario lo lleva a defender a la figura del empresario como un ente
imprescindible en el panorama económico y la empresa privada como una entidad
natural en la sociedad.
Nayib Bukele es ahora alcalde de San Salvador, su
posición aparte y crítica en su campo, lo distingue y lo ha vuelto muy popular.
Aunque la polarización no le permitió destacarse como los sondeos le auguraban.
Bukele se ha dado cuenta que su posición de disidente a medias de la cúpula le
beneficia al interior del partido y más allá, hasta tal punto que se ha
permitido acérrimas y acerbas críticas a los diputados y a otros dignatarios
efemelenistas. Una de ellas le valió ironías y hasta un llamado al orden de
parte del Secretario General, Medardo Gonzáles, que de manera clara lo llamó a “ubicarse”.
Medardo González trató de disculpar y reprender al novicio. Es muy posible que
ambos vayan a tener que medirse y entrar en un mano a mano por el puesto de presidenciable.
Este mundillo cerrado en sí mismo, autónomo,
manejando con sus propias leyes y sus códigos, es también un mundo aparte. Un
mundo que se ocupa no sólo de su propia perpetuidad, sino que es el principal
apoyo al mantenimiento de la dominación de clase. No es a través suyo que el
pueblo puede aspirar y buscar su emancipación. Tampoco es en ese campo que
las clases trabajadoras podrán hacer oír su voz, ni obligar a que las escuchen.
Entrar a ese mundillo es aceptar sus reglas, sus modos de vida y el fango de
todo tipo de connivencias.
Hasta ahora aun tardan en aparecer las
alternativas políticas, las opciones que no nos obliguen a participar de un
mundo que no es nuestro, a poder realmente enfrentar al Estado y a las clases
dominantes en un terreno que no sea el que ellos han elegido y que han
construido para ocultar su dominación y que les ha servido para domesticar a
las fuerzas populares. Por todo el mundo surgen movimientos que tratan de
construir alternativas, pero muchos terminan entrando al juego político y a la
arena en donde se ven obligados a aceptar las reglas que ellos mismos han
denunciado.
Es urgente elaborar nuevas prácticas y construir
un nuevo pensamiento. Ya sabemos que el tipo de organización centralizada y de
delegación sirve sólo para desposeer al militante de su propio pensamiento y de
su propia voluntad. Son organizaciones autocráticas que se reproducen con una
pericia sin fallas. Lo que hay que definir es justamente qué tipo de
organización se urge, pero que al mismo tiempo se adapte a los nuevos
objetivos. La situación moderna es compleja. Las clases dominantes tienen bien
rodadas sus técnicas de dominación, desde la enseñanza acrítica de los centros
educativos hasta la publicidad que nos cautiva y embruja y nos inyecta deseos e
ilusiones. ¿Qué otro mundo queremos? Dejo planteada esta pregunta. Espero que
todos los que rechazan este mundo estancado, este mundo que ha decretado el fin
de la historia, que se complace en destruir a la humanidad y hace pesar sobre
nuestras cabezas la amenaza de destruir el mundo en que vivimos, que todos
busquemos con ardor las soluciones.
El éxito que ha tenido el capitalismo y su ideología es que las grandes masas han asimilado que el capitalismo es el "orden natural" de las cosas, y solo cuando exista un "orden" diferente ya sea llamado "socialismo", "comunismo" o cualquier otro nombre que llegua a ser un "orden natural" de organización de la sociedad se podrá salir de la explotación y de la " dizque "Representatovidad democrática". Por eso el capitalismo sin descanso bloquea los "malos ejemplos"de las revoluciones triunfantes por hacerlos inutilisables, además de los propios errores de los revolucionarios
ResponderEliminarEl éxito que ha tenido el capitalismo y su ideología es que las grandes masas han asimilado que el capitalismo es el "orden natural" de las cosas, y solo cuando exista un "orden" diferente ya sea llamado "socialismo", "comunismo" o cualquier otro nombre que llegua a ser un "orden natural" de organización de la sociedad se podrá salir de la explotación y de la " dizque "Representatovidad democrática". Por eso el capitalismo sin descanso bloquea los "malos ejemplos"de las revoluciones triunfantes por hacerlos inutilisables, además de los propios errores de los revolucionarios
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