Hace
unos cinco años, guardé un artículo de Federico Hernández Aguilar, con
intenciones de comentarlo posteriormente, pero pasó el tiempo y no encontré la
oportunidad de hacerlo. Ese artículo me pareció el ejemplo ideal para mostrar
el bajo nivel intelectual de algún posible debate académico en el país. Aunque
en realidad este compatriota no escribe en la prensa en tanto que académico,
sino que como un ideólogo de la derecha, como un pensador de su clase social.
Si me apresto ahora a comentar este antiguo artículo es porque el expresidente de
Concultura se ha vuelto a ilustrar con una “carta abierta” a Monseñor Romero y
trajo de nuevo a mi memoria lo que había
dejado pendiente.
Los
ignorantes necesitan apantallar para dar la apariencia
de sabedores, es lo que ejecuta muy tristemente este jefe de la Cámara de
Comercio de El Salvador, afirma en ese artículo que en la obra cumbre de Karl
Marx, El Capital, abunda la palabra “aparece”, lo voy a citar para que vean a
que me refiero: “Si leemos con detenimiento el libro cumbre de Carlos Marx,
"El Capital", hallaremos repetida muchas veces la palabra
"aparece" (erscheint, en alemán)”. Nos quiere insinuar que él lo ha
hecho, leer El Capital “con detenimiento” y sobre todo que lo ha hecho en
alemán, ni más, ni menos. No obstante con harta vertiginosidad nos demostrará que
de El Capital apenas ha visto la tapa. Pero voy a ir por partes, veamos primero
que nos quiere demostrar con la supuesta abundancia de la palabra “aparece”.
Sigue
Hernández Aguilar de esta manera: “El marxismo supone que la economía
capitalista se mueve siempre en un universo de apariencias, de engaños, de
falsedades, en el que nada es lo que aparenta ser. Por lo tanto, dado que
ninguna noción de desarrollo anterior a él es científica, Marx apoltrona sus teorías
sobre un cómodo colchón intelectual: una nueva y radical interpretación de la
experiencia histórica concebida en su cabeza”. Para los que han leído realmente
a Marx salta a la vista la mentira de nuestro poeta: no tiene la más mínima
idea de lo que está hablando. Para los marxistas la economía capitalista no es
una apariencia, ni puede serlo, sino que es una realidad, la más ineludible
realidad de nuestro mundo. Marx lo repite desde “La Ideología Alemana” que
hasta entonces los historiadores han hecho caso omiso de las condiciones reales
de existencia, pero Engels y Marx nos afirman que “Las premisas de que partimos
no tienen nada arbitrario, no son ninguna clase de dogmas, sino premisas
reales, de las que sólo puede abstraerse en imaginación. Son los individuos
reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que
se han encontrado como las engendradas por su propia acción. Estas premisas
pueden comprobarse, consiguientemente,
por vía puramente empírica” (La Ideología Alemana, coedición Ediciones
Pueblos Unidos, Montevideo y Ediciones Grijalbo S. A. Barcelona, 1974, pág.
19).
Esta
premisa es la que funda la posición materialista del pensamiento de Marx.
Nuestro intelectual que se atreve comentar algo que nunca leyó, que tal vez ni
tuvo nunca en sus manos, afirma que para Marx “ninguna noción de desarrollo
anterior a él es científica”, esto es llanamente falso. Marx reconoce en
permanencia todos los alcances anteriores de la Economía Política y les
reconoce a sus predecesores todos sus aportes, claro que esto no impide que
haya recurrido a la crítica y que en algunos aspectos corrigió y sobre todo
desarrolló la ciencia económica. Hernández Aguilar llega a la osadía de afirmar
que el pensador alemán “apoltrona sus teorías sobre un cómodo colchón
intelectual: una nueva y radical interpretación de la experiencia histórica
concebida en su cabeza”. Todos sus trabajos sobre economía traen abundantes
ilustraciones de la vida real, de la situación económica de la época, abundan
las citas de anuarios informativos, estadísticas, ejemplos, demostraciones
constatables.
La
indigencia intelectual que Hernández Aguilar luce en ese párrafo inicial de su
artículo va aparejada con una cierta insolencia, pues se trata de una tomadura
de pelo. Además de sugerir que su propia lectura de El Capital de Marx fue “con
detenimiento” y que lo hizo en el original, pretende deducir por la supuesta
abundancia de una palabra la posición filosófica del autor. Pero nuestro poeta
no se da cuenta que en alemán esa palabra tiene otras significaciones,
cercanas, casi sinónimas, pero distintas: la palabra alemana, es cierto,
significa “parecer”, pero es también ‘aparecer’, ‘aparecerse’, ‘figurar’, ‘comparecer’,
‘surgir’. Esta polisemia de la palabra alemana no sólo le resta validez a la
precipitada conclusión del expresidente de Concultura, sino que muestra
holgadamente su incapacidad analítica. Para ser tan tajante urge un mínimo de
seriedad, de aplicación, de conocimiento. Vaya, un análisis del significado de
una inmensa obra sin ser capaz de realizar un simple examen del contenido
semántico de una palabra no es otra cosa que desfachatez o insolencia, como lo
he dicho arriba. A nadie se le ocurre discutir de la calidad de una mercancía
con un estafador, lo que hay que hacer es denunciarlo.
La
imposible discusión salta ya a la vista, pero Hernández Aguilar no se para allí
en sus presunciones y jactancias, en el segundo párrafo pretende dar un tiro de
gracia a todos los marxistas, basando sus veredicto en las burradas del
primero: “Admitir como válida semejante arbitrariedad es apenas uno de los
métodos con que los marxistas ortodoxos, al menos en el debate académico,
quieren hoy relativizar el fracaso trágico de los grandes postulados económicos
de Marx. A veces (y a regañadientes) aceptan que ciertas aplicaciones han fallado,
pero jamás admiten que ello se deba al inmenso error de origen que tuvieron: el
ego dogmático de su venerado postulador”. Aquí lo tienen entero ese segundo parágrafo.
Otra
vez nos demuestra que nunca tuvo en sus manos la obra de Marx, no leyó ni la
presentación, nada. Como buen anti-comunista se contenta con desparramar sobre
el papel los tópicos más usados. Los editorialistas, algunos economistas
burgueses, que se encuentran en las mismas condiciones que nuestro poeta,
piensan y lo escriben, que el socialismo es la aplicación de El Capital. No hay
nada allí que hable del socialismo, se trata de un estudio exhaustivo del
funcionamiento del modo de producción capitalista.
Esta
menesterosidad intelectual es totalmente despampanante: nos habla de “debate
académico” y su escrito tiene el nivel de una mala copia de un deber de
bachillerato. Pero el asunto es que Hernández Aguilar discute con sus propios
fantasmas. Pues en la academia salvadoreña no existe nadie que defienda el
descalabro de las sociedades del Este europeo, ni que lo haga diciendo que se
trata de una mala o fracasada aplicación. En realidad se trata de un monólogo,
pues hasta ahora nadie de los pretendidos “académicos” se ha tomado el trabajo
de rebatir o de comentar su artículo, tal vez a sabiendas que una respuesta no
va a tener cabida en el diario que lo publica. Otro tópico es el uso del
adjetivo “ortodoxo”. A los burgueses les gusta asustar a sus huestes con esa
palabrita. No sé si pueda distinguir qué en el marxismo pueda ser ortodoxo o
heterodoxo. Porque ellos (los editorialistas de El Diario de Hoy) siguen
calificando de esa manera a los dirigentes del FMLN.
El
resto del artículo sigue por el mismo camino, en el mismo nivel. Para saber si
Pinochet fue o no tirano, no necesito del marxismo, Hernández Aguilar duda que
lo sea o tal vez lo niega. Esto no me interesa. Que algunos apoyen a los Castro
y su modo de gobernar nada tiene que ver tampoco con el marxismo, los logros de
la revolución cubana son innegables y reconocidos internacionalmente, pero
ellos no justifican las conocidas arbitrariedades que se comenten ahora en
Cuba, ni las anteriores. Nadie justifica las “escaramuzas guerreristas” de Chávez,
pues lo que se condena es la permanente amenaza estadounidense a la soberanía de
Venezuela.
La
manera de intervenir en la conversación entre Dagoberto Gutiérrez y Marvin
Galeas sigue también por los mismos rieles. No logra entender lo que afirma el
dirigente de la Tendencia Revolucionaria, no lo puede entender, porque su
propio dogmatismo no se lo permite. Serían necesarias muchas y largas horas de
amigables y pacientes pláticas para que entendiera que quiso decir Gutiérrez
con eso de “"…uno no mira con los ojos sino con el cerebro y la realidad
no tiene con uno una relación directa sino indirecta, mediada por la
ideología".
No
vale la pena alargar más, con lo dicho basta para demostrar la imposibilidad de
un debate de ideas con la intelectualidad de derecha. Ellos se han educado en
el miedo de perderlo todo, de perder sus privilegios, se han aislado, han
buscado con mucho ahínco justificar su dominación. No obstante Federico
Hernández Aguilar cumple su función de ideólogo, con ese artículo, con toda
seguridad, satisfizo y reconfortó a sus pares y para el vulgo disertó con pleno
conocimiento. Lo que ignora es que el vulgo no lo lee, no lo necesita. Hay curas, pastores y maestros que les
inculcan lo mismo sin necesidad de fingir haber leído a Karl Marx.
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