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20 noviembre 2009

Homenaje, verdad y justicia

Ni Cristiani, ni Munguía Payes, ni Parker, ni Medardo Gonzáles ofrecen ningún argumento realmente válido desde el punto de vista moral. Hubo masacres de decenas de miles de salvadoreños. No se trata sólo de unas cuantas persononas simbólicas. El crimen era diario, las violaciones de todo tipo eran también cotidianas.


¿Qué dicen estas personas? En resumidas cuentas lo que afirman es “aquí no ha pasado nada, pero si hubo algún error, algún crimen, pues pidamos perdón y sanseacabó”. Todos nos afirman que el pueblo tiene derecho a saber la verdad. Bueno no todos, pero los que hablan de esto en definitiva lo usan como una cláusula de estilo. Para que quede bien. Pero el pueblo además del derecho a conocer su pasado, de conocer lo que realmente pasó para sacar lecciones de ese pasado a sabiendas, urge también que los crímenes sean juzgados.


Eso de las viejas heridas que no deben abrirse no convence a nadie, tal vez a aquellos que hoy pisotean la Constitución dándole al Ejército tareas que no le incumben. Hablan que estamos en estado de emergencia. Seguiremos en este estado extraordinario, mientras criminales de guerra, criminales contra la humanidad sigan tranquilos, porque se les garantiza la impunidad.


Con toda sinceridad pregunto: ¿qué tiene de más criminal un asesinato cometido por un marero que la masacre del río Sumpul, de Las Tres Vueltas, etc.? ¿Por qué en definitiva no se propone, como lógica consecuencia, el cierre de todos los tribunales? ¿Para qué vamos a aplicar leyes, hacer funcionar la justicia, si no aceptamos su universalidad?


Personalmente no veo como un acto en el que se imponen máximas insignias nacionales pueda levantar el “velo espeso de oscuridad y mentiras, para dejar entrar, la luz de la justicia y la verdad”. ¿En qué sentido este acto “significa levantar la alfonbra polvosa de la hipocrecía y empezar a limpiar la casa de nuestra historia reciente, porque no es posible entender nuestro país y conocernos como comunidad, si no conocemos el pasado”. Estas palabras seguirán sonando huecas, mientras le dejemos a otros países que investiguen y juzguen el crimen cometido por militares salvadoreños, dirigidos y sometidos a la autoridad de la jerarquía del Ejército salvadoreño.


Los sacerdotes jesuitas fueron asesinados aquí, sus criminales tienen nombre, los jefes bajo las órdenes de quien se perpetró el crimen, también tienen nombre. Mientras no se establezca la verdad, mientras no se lleven a todos estos criminales ante jueces salvadoreños, seguiremos viviendo en una casa de nuestra historia sucia y bajo el reino de la hipocresía y la mentira.


Creo que ya llegó la hora de que nos dejemos de piruetas retóricas, veamos que le dijo al país el presidente de la república: “No me corresponde a mi, ni a este gobierno, respetuoso de la institucionalidad, juzgar a quienes asesinaron a los padres jesuitas y sus dos colaboradoras; esa es tarea de los tribunales de justicia y de instituciones, como el ministerio publico, que tiene por mandato constitucional, el monopolio de la accion penal. la funcion de un gobierno, como el que presido, que tiene como objetivo, la unidad de todas y todos, y los valores supremos de la paz y la justicia, es contribuir, a crear el clima de entendimiento y de verdad, que permite dejar atrás un pasado de tragedia y dolor, para comenzar a construir una paz justa, segura e inclusiva”.


Esto ya lo hemos leído en los Evangelios: muy cuidadoso de las instituciones de Judea, Poncio Pilatos le entregó a Jesús Nazareno al Sanedrín y ya sabemos que se lavó las manos en acto simbólico. Es una simple perogrullada decir que son los tribunales los que tienen que juzgar. Por supuesto que no va a ser el presidente del Ejecutivo. Pero el presidente salido del sufragio universal, el presidente de toda la nación, como primer ciudadano de la república también tiene obligaciones para que la entera verdad salga a la luz. Puede promover la derogación de la ley de amnistía, la Constitución se lo permite. Porque no podemos pretender que los valores de una paz sin justicia puedan ser supremos. Tampoco podemos pretender crear un clima de entendimiento, si no somos capaces de reparar a las víctimas y a sus familiares.


El pasado de todos modos irá quedando atrás. No obstante para que sea nuestro pasado, debemos conocerlo en toda su extensión, con profundidad, mirarlo con los ojos abiertos. Esto también se lo debemos a las generaciones futuras, pues aunque no hay nada que garantice que esos crímenes no se vuelvan a repetir, es preferible saber que salvadoreños fueron capaces de ir a los cantones a pillar, violar, asesinar e incendiar casas, sembrados. Que el asesinato de masas, como el asesinato selectivo fueron métodos de gobierno y estos métodos fueron justificados, arguyendo la defensa de la libertad. Esto se dijo y hay quien lo repite hasta el día de hoy. Es necesario pues que también esta mentira desaparezca. Incluso es necesario que estas mentiras se combatan, que no pasen a ser parte del patrimonio histórico nacional. Pues en el estado actual del conocimiento de nuestra historia, seguimos aceptando que de manera sibilina se insista que la lucha del pueblo salvadoreño por conquistar lo poco de libertad de que gozamos ahora, fue una locura que nos impusieron potencias extranjeras. La guerra surgió del seno de nuestra propia historia, eso también hay que explicarlo, eso también es necesario que lo sepamos todos.


Es posible que el presidente no se sienta ligado a esta historia, eso es cuestión personal, podemos decir, íntima, suya. Pero sabemos que para que se llegara a este momento en que el fallo de las urnas se aceptara y se respetara, tuvieron que morir y ofrendar sus vidas muchos jóvenes salvadoreños. Para que accediera, en tanto que candidato del FMLN, a la presidencia de la república fue necesario el sacrificio de muchos. Es estrictamente en esto, en que reside el carácter histórico de su elección: se trata de una larga, larguisima historia de luchas populares. Que Funes sea hoy presidente se lo debe él a las luchas populares y no al revés.

3 comentarios:

  1. Anónimo7:04 p. m.

    ¿cual cerrar las heridas?

    mientras las victimas del mozote y del sumpul, monseñor romero, los jesuitas y todos los desaparecedidos sigan clamando justicia jamas van a sanar las heridas

    debe derogarse la ley de amnistia sin duda, es una deuda historica del ejecutivo para el pueblo

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  2. Anónimo3:45 a. m.

    Sòlo se habla de que la Fuerza Armada debe de pedir perdòn al pueblo por los asesinatos de los jesuitas y de sus dos colaboradoras, pero ¿què pasa con tanta gente que fue asesinada por ambos bandos...?
    Pienso que si se habla de pedir perdòn considero que tambièn el FMLN debe de hacerlo.

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  3. Anónimo6:38 p. m.

    Mientras la Fiscalía General de la Republica esté dirigida por personasjes del oscuro y oprobioso pasado, la impunidad será una regla. Hay viejos y nuevos crimenes impunes como por ejemplo el asesinato de Hector Ventura, el de Marcelo Rivera, el horrendo crimen contra los esposos Manzanares-Monjaras y la lista sería interminable y qué hace la ifscalía?, ni uno de estos crimenes han querido ser investigados por evidente falta de voluntad política y mientras tanto los criminales intelectuales y materiales siguen cometiendo mas y mas crimenes porque les asiste la seguridad de que no serán investigados ni castigados. No se puede hablar de verdadera democracia mientras haya impunidad y no hay a quienes perdonar si las victimas no saben quienes son los asesinos y menos si éstos no piden perdon. Por su parte ni siquiera los diputados que representan la carte de derechos humanos se interesan por presionar a la fiscalía para que investigue esos crimenes y menos lo hace la policía, es decir, que estamos frente a un nuevo gobierno que con su silencio avala la impunidad. Estamos bien jodidos y el tunel sigue oscuro y sin que se le vea el final. Gracias por permitir expresarnos. Lupe.

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