El arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar, como sus predecesores, acostumbra a dar declaraciones dominicales sobre asuntos políticos, de sociedad, económicos, etc. Lo hace aprovechando la autoridad que le confiere su grado eclesiástico. Opina no como un simple ciudadano salvadoreño, sino como representante de la Iglesia. A veces lo dice claramente como este domingo: «Como Iglesia hemos perdonado, pero si las autoridades consideran pertinente que se lleguen a esclarecer las cosas, nosotros estaremos encantados de conocer la verdad, pero también nos preocupa la situación nacional» dijo el prelado a los periodistas luego de la misa dominical (Univisión).
Observo que el arzobispo confunde a la Iglesia con la Conferencia episcopal. Aunque sobre esto no me corresponde opinar. Sobre el resto de sus declaraciones si que tengo derecho a hacerlo, pues la teología no viene en esto al caso y se trata de un asunto que se refiere a nuestra historia y a nuestro presente en tanto que nación. Y personalmente tengo reparos que hacer.
El arzobispo nos habla de pertinencia, pero la única pertinencia ante las instituciones de justicia que puede existir, para que se abra un juicio, es que haya habido un crimen, un delito. Como estos crímenes se han establecido, es necesario forzosamente investigarlos. Sobre todo que los crímenes que se perpetraron durante la guerra no son simples crímenes, han sido reconocidos como «crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra».
Conocer esta verdad para el pueblo salvadoreño no es un asunto de mero placer o para dejar «encantado» al señor arzobispo, se trata de justicia y de reparación. Se trata de reparar a las víctimas de las masacres, de las torturas, de los raptos, de los asesinatos, etc.
Pero en la argumentación arzobispal hay un elemento que repite o retoma de la derecha y de sus medios nacionales de intoxicación. Se trata de la « situación nacional». Esta situación la declaran difícil sin más, para amenazar con el resurgimiento de la violencia. Ha dicho que le preocupa «la situación nacional, pues quizá no se sanen las heridas, sino que se abran y volvamos a una situación violenta».
Creo que a este raciocinio le falta algo. Faltan elementos y los que se traen a cuenta, lo menos que podemos decir sobre ellos, es que son inexactos. La justicia no se imparte con intenciones medicinales de sanar heridas, no se trata de una terapia moral o psiconalítica. Las heridas siguen abiertas para muchos y tal vez seguirán abiertas después de los juicios. El sufrimiento puede persistir incluso perdonando. No se trata pues de eso. Repito, se trata de reparación, de esclarecimiento, de encontrar a los responsables y de castigo. El perdón, las víctimas o los parientes de las víctimas tienen todo el derecho a no otorgarlo. El perdón lo otorga la víctima, el verdugo, el criminal no puede exigirlo, ni ninguna otra persona en su nombre.
Pero la amenaza arzobispal del retorno a violencia no queda clara. ¿En qué se basa para tal afirmación? ¿Nos sugiere que los criminales tienen hoy todavía más fuerza que el Estado? ¿Nos quiere prevenir que los criminales pueden instigar nuevas matanzas o algún golpe de Estado? ¿En qué fuentes se basa para decir esto? ¿De quién es vocero el arzobispo de San Salvador?
El anunciado retorno a la violencia me parece irresponsable, pues suena como simple amenaza, porque con él nos quiere imponer silencio, se introduce como instancia resolutoria de cualquier crimen. Esta amenaza persigue infundir miedo, en cierto sentido es terrorista. Al mismo tiempo se le reconoce a la violencia legitimidad, capacidad de acallar el justo reclamo de los tribunales. Me parece que a esa amenaza le falta mucha ética. Cabe preguntarse ¿qué hacemos hoy con los crímenes de las maras? ¿Acaso los mareros no amenazan con represalias a las víctimas? Si a los que cometieron masacres en nuestro país debemos dejarlos tranquilos so pretexto que pueden también acudir a las represalias. ¿Qué hacer con los crímenes que se cometen hoy? ¿Por qué vamos a perdonar generosamente a los criminales de guerra, a los que violaron deliberadamente los derechos humanos y no a los asesinos de hoy? ¿También la Iglesia ya perdonó estos crímenes, a estos criminales?
A mi si me parece atinada las declaraciones del Arzobispo, abrir todos los juicios de guerra es para sembrar mas odio en una sociedad que es rencorosa y violenta, la comision de la verdad ya dijo de una manera muy preliminar quienes fueron los culpables de los crimenes de guerra.
ResponderEliminarAbrir juicios seria una lanzadera de acusaciones de ambos lados, porque crimenes cometieron los dos.
Lo mas sano es perdonar y seguir adelante, precisamente por eso no progresamos porque no perdonamos, siempre es la mimsa idea tonta de que porque sos de izquierda o derecha no te apoyo, si al final todos somos salvadoreños
Csibrian: No se trata del perdón. Eso es un asunto estrictamente personal. Quien quiera perdonar que perdone, pero nadie puede perdonar en nombre de los otros, ni mucho menos imponer el perdón.
ResponderEliminarLa Comisión de la Verdad no estableció exactamente las responsabilidades, además esa misma Comisión recomendaba eregir los tribunales adecuados.
Se trata de tribunales civiles y no tribunales de guerra. Los tribunales no son los que van a sembrar el odio. El odio es el que condujo a los masacradores a cometer sus fechorías. Se trata de otro asunto: dejar las cosas tal cual es consentir que esos criminales queden impunes.
No sé de qué ambos lados hablas, sí, lo sé, pero no se trata tampoco de eso. Ignoro si todos los 75 mil muertos eran de izquierda, si tenían o no alguna pertenencia política. Durante las masacres los ejecutantes no se paraban a pedir identificaciones, mataban a hombres y mujeres, a adultos y a jóvenes, niños, viejos. Destruían todo a su paso, quemaban cosechas y chozas.
Progreso sería para nosotros, para todos los salvadoreños, enfrentar abiertamente ese pasado, ir al origen que llevó a salvadoreños a cometer los crímenes más negros de nuestra historia moderna.
No son los tribunales los que siembran el odio. Si eso fuese así, creo que en muchos países ya no existirían. Pero los tribunales son una institución social necesaria para mediar entre las partes, para investigar el crimen, establecer culpabilidad y sentenciar las penas.
El odio que sigue existiendo en nuestro país, también tiene su historia larga, muy larga. Estudiar este período de odio que nos sigue determinando, sería socialmente saludable.
Don Carlos:
ResponderEliminarParece que el señor arzobispo de San Salvador habla en concordancia con su similar de Tegucigalpa, quien aduciendo casi los mismos argumentos tales como : el retorno de Zelaya va a generar mucha violencia, Zelaya pretendía reelegirse en su cargo, etc., cosas que en el fondo solamente pretenden justificar el golpe, acción que definitivamente pretende mantener los privilegios de la clase dominante en Honduras y sin la menor preocupación por el golpe asestado al orden democrático ni al ejemplo nefasto para el futuro.
La ultra derecha en El Salvador mantiene una fuerte presencia en la política local y eso se puede ver en la lucha por mantener en el cargo de fiscal general a un ahijado del ex presidente Saca a fin de no dejar progresar ningún intento de revocatoria de la famosa ley de amnistía mediante la cual se dejó impune los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el Estado salvadoreño a través de sus fuerzas armadas.
Las heridas no podrán sanar mientras los culpables no sean llevados a la justicia. Los actos cometidos por las fuerzas militares no fueron actos típicos de una guerra, fueron actos salvajes en contra de civiles no armados y eso debe de ser enfrentado por la justicia del país. Nuestra madurez política depende, en cierta forma, de la actitud que se tome frente a estos hechos. Tenemos los ejemplos de gobiernos civiles como el caso de Argentina que derogó esa leyes de amnistía y llevó a los tribunales a los militares responsables de la “guerra sucia”.
No debemos olvidar el famoso dictum: "Aquellos que ignoran los hechos del pasado están condenados a repetirlos", y nosotros no queremos que eso vuelva a suceder.
Atentamente
Kijo-t