El presidente de Honduras propuso al pueblo una consulta para ver si era posible instalar la cuarta urna en las próximas elecciones generales. La cuarta urna es para elegir diputados a una Asamblea Constituyente.
En todo caso, la derecha hondureña repite hasta el hartazgo que el presidente Zelaya desea mantenerse en el poder a través de esa consulta y de los cambios constitucionales. Lo ridículo de este pretexto salta a la vista, pues el término del mandato de Zelaya es el 28 de enero del próximo año y no es candidato a su propia sucesión. En todo caso, nadie desde hoy puede predecir los resultados de unas elecciones futuras para la Asamblea Constituyente.
Pero la derecha y la oligarquía hondureñas no toleran haber perdido el poder ejecutivo. Desde hace meses conspiran abiertamente contra el presidente. Lo han hecho a partir del propio estado del cual guardan hasta hoy cierto control.
Los media hondureños, en la encarnizada campaña contra el presidente Zelaya, llegaron hasta tal punto que volvieron un crimen la consulta popular. Pero ¿por qué tanto miedo a darle al pueblo la palabra? Muchos afirmaron que esa consulta era antidemocrática y anticonstitucional. En esto reside pues el meollo de todo el conflicto en Honduras.
La oligarquía hondureña no acepta su derrota en las pasadas elecciones presidenciales. Tampoco desea que las próximas elecciones se desarrollen en un clima de paz y tranquilidad. Para la derecha hondureña consultar al pueblo de seguro no sirve para nada, pues ahora la gente ya no quiere votar como Dios manda, vota a su antojo. ¿Dónde se ha visto semejante cosa?
Y el presidente Manuel Zelaya quería proceder a consultar al pueblo. Ese ha sido el crimen. Sobre todo que lo que desea es convocar a una Constituyente que venga a limpiar de todas las escorias antidemocráticas la Constitución. Todos esos mecanismos que no permiten los avances sociales que necesita el país. Es eso lo que les ha dado miedo.
La línea divisoria en todos nuestros país pasa por ahí. Las derechas y las respectivas burguesías ven que se acerca el fin de su hegemonía, que las elecciones también pueden llevar al poder a partidos políticos y a hombres políticos que desean cambios substanciales en la administración económica de nuestros países. La derecha hondureña ha mostrado este domingo hasta donde están dispuestas las fuerzas de la reacción a ir para defender sus privilegios. Es por eso que lo que está en juego en Honduras no es un asunto local. Nos concierne a todos, por solidaridad, es cierto, pero también porque si los pueblos de América dejan pasar este atropello, esto puede repetirse en otros países. Los intentos no han faltado, en Venezuela, en Bolivia y las tentativas de asesinato de líderes no son historias inventadas.
Los diarios de derecha del continente retoman unos más, otros menos, los argumentos de la derecha golpista hondureña: Zelaya quiere perpetuarse en el poder. Como dije arriba, se oculta que su mandato termina en enero de 2010 y que no es candidato para las próximas elecciones. Los cambios constitucionales que pudiera aportar una Constituyente en nada le conciernen personalmente, pues no estaría más como presidente.
Los salvadoreños sabemos que la prensa nacional dijo lo mismo de Mauricio Funes, a sabiendas de que constitucionalmente es imposible que pueda perpetuarse en el poder. En estos momentos nosotros estamos ya sufriendo un desorden institucional por las fallas en nuestra Constitución. Nos podemos quedar sin Corte Suprema de Justicia, no tenemos Fiscal General, un partido de derecha se ha vuelto el propietario de la Corte de Cuentas. Todos estos bloqueos no son inocentes. El presidente de la Asamblea es un diputado de un partido minoritario como resultado de negociados ilegítimos.
Nuestra oligarquía se siente herida, se considera despojada. La derecha ya comenzó su trabajo de zapa para socavar la labor del nuevo gobierno. Lo hizo antes de abandonar el poder. Las arcas quedaron vacías, practicaron la corrupción para dejar al interior de la administración pública elementos capaces de sabotear. Esto lo saben. Es por eso que ahora escriben ya los diarios de derecha que hay “caza de brujas” en algunos ministerios e instituciones estatales. Esto mismo debe de llamar a ser prudentes. Pero prudentes no significa dejar que los ladrones queden sin ser llevados, como se debe, ante los tribunales. Se ha hablado de empleos fantasmas, pues los empleos eran fantasmas y no los que recibían salarios sin trabajar. El dinero tiene que ser restituido y los culpables castigados.
La derecha salvadoreña aún no condena abiertamente y con fuerza el golpe de estado en Honduras. Tengamos esto muy en cuenta y pongamos nuestras barbas en remojo.
Don Carlos, completamente de acuerdo con Usted en su análisis salvo:
ResponderEliminar"Y el presidente Manuel Zelaya quería proceder a consultar al pueblo. Ese ha sido el crimen."
Sin embargo, el propio presidente impostor ha declarado en una entrevista a Pablo Ordaz en El País los siguiente: "No. No había otra forma. Intentamos por todos los medios convencer a Zelaya de que era ilegal la convocatoria al referéndum, pero él no quiso escucharnos. EE UU intentó mediar, y de esto puede dar fe su embajador en Tegucigalpa, pero no fue posible convencerlo. Incluso intentamos que cambiara la pregunta, pero ni siquiera así quiso escucharnos".
Micheletti reconoce torpemente que el problema no era la consulta sino la pregunta. Por tanto, admite sensu contrario que la imputación de ilegalidad sobre la consulta no es más que otro de los pretextos utilizados torpemente para legitimar esta bufonada.
A los Michelettis no les gustan las preguntas relevantes, por eso es que gustan del tipo de preguntas al uso en Canal 2 de TCS.
Salud, Isaías
Bellísima contribución, Carlos. Estoy totalmente de acuerdo. Un abrazo
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
ResponderEliminarLo gracioso es que los medios salvadoreños no hacen más que hablar de los problemas derivados, como el cierre de las fronteras y los problemas económicos que se dan. Intentan desviar la atención para no aceptar la ilegitimidad del acto cometido contra Zelaya