En El Diario de Hoy aparecen hoy dos artículos que han llamado mi atención. Uno trata de la deserción de alumnos del primer grado y el otro nos cuenta la experiencia de una escuela en el departamento de Sonsonate.
La necesidad de una reforma de la escuela es un tema que aparece de manera recurrente en casi todos los países. Algunas naciones realizan reformas con bastante frecuencia y provocan grandes discusiones e incluso extensos movimientos sociales, con huelgas y manifestaciones de profesores, alumnos y asociaciones de padres de familia. En nuestro país las reformas escolares no han sucitado semejantes movimientos y se han llevado a cabo a partir del ejecutivo, sin que la sociedad y la comunidad escolar tome realmente parte en la discusión sobre la extensión y la profundidad de las reformas. La situación educacional salvadoreña, los datos que nos ofrece el primer artículo de El Diario de Hoy lo demuestran, no goza de una salud excelente. Es cierto que el rubro “educación” ha perdido peso en el presupuesto en el último año, no se puede de manera absoluta acusar a los gobiernos de Arena de ser los únicos responsables en la precaria situación en que se encuentra la escuela salvadoreña. Se trata en nuestro caso de un malestar social endémico. Lo que sí podemos constatar es que los gobiernos de Arena no han emprendido nada que pueda juzgarse como una toma de consciencia de la gravedad y el estancamiento en este sector equivale a retroceso.
El candidato del FMLN, Mauricio Funes, ha declarado ante los profesores de ANDES 21 de Junio que “el tema de educación será prioridad en su agenda de gobierno” y prometió un incremento en el presupuesto de la educación para que las escuelas e institutos “puedan mejorar su calidad educativa a través de la adquisición de los recursos necesarios para impartir las clases”.
Es evidente que el aumento presupuestario es algo que se impone y que una de las penurias de que adolece el sistema educativo salvadoreño son los implementos didácticos, manuales, laboratorios, maquinaria, computadoras, etc. Esto es lo primero que salta a la vista. Aunque lo que debería saltar aún más son los establecimientos mismos, me refiero a los edificios en que son acogidos los educandos salvadoreños. En este sentido es necesario un esfuerzo prolongado para renovar la casi totalidad de las escuelas e institutos. Estos son aspectos materiales importantes. No puede haber ninguna duda. Sería conveniente recurrir al concurso de arquitectos tanto nacionales como extranjeros y tomar en cuenta las mejores realizaciones de nuestro continente. Urgimos establecimientos adaptados a nuestro clima, confortables, atractivos, espaciosos.
En este aspecto voy a subrayar algo que viene en uno de los artículos de El Diario de Hoy. Los profesores señalan que los padres de familia indican como una de las causas del absentismo: “en la mayoría de ocasiones, es que los niños se han quedado sin cuadernos para copiar las clases; otras veces, los padres no tienen dinero para que sus hijos compren refrigerio en los recreos”. Los profesores del Centro Escolar Jorge Lardé tratan de paliar el primero de los problemas apuntados, extendiendo bonos para la compra de implementos escolares. Respecto a esto podemos afirmar que la república salvadoreña no puede garantizar realmente la “enseñanza gratuita”, pues los útiles escolares corren aún a cargo de los padres de familia. Un esfuerzo prioritario debería dirigirse hacia la gratuidad total. Esta es una meta que no puede alcanzarse desde ahora, pero creo que no hay que perderla de vista.
El otro aspecto es la cuestión aún más preocupante como es la desigualdad en la alimentación. En estos años de crecimiento, la necesidad de una alimentación equilibrada que pueda garantizar un funcionamiento normal de las capacidades intelectuales de los niños, tiene que convertirse también en prioridad. Es urgente que las escuelas primarias puedan brindar almuerzo y refrigerios a todos los niños. Paro ello las nuevas escuelas tienen que contar con un lugar dedicado a un comedor. Tampoco esto puede ser una meta inmediata, por evidentes razones presupuestarias, pero no podemos pensar que esto es vano plantearse desde ahora.
Pero hasta aquí apenas he hablado de aspectos estrictamente materiales. Pero la escuela salvadoreña necesita de una reforma de fondo, de contenido. Sobre este tema voy a volver en otro envío a este blog.
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