Aconsejarle al actual presidente de Venezuela de no volver a presentar a las elecciones, de que se aparte, de que se haga al lado, le parece a nuestro presidente que no es inmiscuirse en los asuntos interiores de Venezuela. Hasta aquí se había limitado a repetir que no comparte las ideas de Chávez, que no va a entrar al ALBA, que no va a aplicar para nuestro país el “modelo” del “Socialismo del Siglo XXI”, esto no es criticable, pero al mismo tiempo es asimismo falto de interés, son palabras al vacío, pues nadie se esperaba eso, ni se le quiere imponer, ni nadie lo empuja para que cometa esos actos. Eran a lo sumo una conversación a distancia con su colega Altamirano y otros que lo acusan de esos increíbles actos.
Pero las declaraciones respecto a lo que tiene o no tiene que hacer Chávez entra ya en otro ámbito, con ello quiere suplir la ausencia en el terreno político internacional del ex presidente Uribe, quiere tal vez ocupar su lugar en el dispositivo imperialista de lucha contra el socialismo y las ideas progresistas. Creo que se trata de esto. Es el papel que jugó ya, al insistir por reintegrar a los instancias internacionales al gobierno de Honduras, que este 15 de septiembre reprimió una manifestación pacífica. Es el papel de mensajero de Hillary Clinton que asume, promoviendo una zona mesoamericana de “lucha” contra el narcotráfico, que en realidad se trata de volver nuestra región en una base militar estadounidense como lo es ahora Colombia.
Para ello fue a Miami, para sentirse en buena compañía, para poder a sus anchas atacar las supuestas pretensiones del FMLN de implantar en nuestro país los modelos venezolano y cubano de socialismo. Y dice que el FMLN está equivocado al tener esas aspiraciones. Ahora nuestro presidente regañón, se vuelve pendenciero y ante las justificadas reacciones de dirigentes del FMLN, trata en vano de demostrar que no lo han entendido bien, recomienda que lo vuelvan a leer. Y además, con toda la estúpida soberbia de la que hace lujo, proclama la diferencia que hay en sentarse en la silla de un diputado y la de estar sentado en el sillón presidencial. Esto realmente nos obliga a concluir sobre el poco valor intelectual de nuestro presidente. Pues la verdad no depende de donde uno esté sentado. Sacar esto a cuenta en un debate de ideas es realmente liliputiense.
Pero como siempre hay que ver lo positivo en los desplantes de nuestro presidente. Pues al hablar de los modelos venezolanos y cubanos, ha hecho reaccionar a varios miembros de la dirección del FMLN. Lo que ellos han dicho merece que le pongamos atención.
Voy a tratar de resumir las ideas expresadas. La diputada Díaz dijo que el FMLN no estaba casado con ningún modelo. Tanto Lorenzana, como Reyes se han referido a la necesidad de tomar en cuenta la particularidad nacional en la construcción del socialismo. Estas ideas no son nuevas, pero pocas veces se han enunciado claramente en nuestro país. Ahora que este tema (que ya en varias ocasiones he abordado en mi blog), ha vuelto al proscenio político, es necesario que todos los que aspiramos a una real transformación social en nuestro país, participemos en la discusión. Pues lo dicho por los diputados del FMLN, como lo dicho antes por Medardo González en otra ocasión, son apenas planteamientos de principio, generales, aplicables como tales a cualquier realidad nacional.
A cada seis segundos muere un niño
La situación actual es compleja. El capitalismo en crisis es incapaz de ofrecer soluciones a los grandes problemas económicos, sociales y ecológicos con los que se enfrenta la humanidad. A pesar de los grandes avances de la ciencia y de las técnicas cada vez son más extensas las zonas en el mundo donde reina la miseria. De acuerdo a las nuevas estimaciones de la FAO son 925 millones de personas que sufren crónicamente del hambre en el mundo. Hay una baja respecto al año pasado, no obstante acaso esto no es escandaloso, cuando conocemos el despilfarro y la destrucción de alimentos en los países ricos. “Con la muerte de un niño cada seis segundos a causa de los problemas ligados a la desnutrición, el hambre sigue siendo la más grande tragedia y el más grande escándalo en el mundo. Va ser extremadamente difícil alcanzar no solamente el primer Objetivo del Milenario para el desarrollo (OMD), sino que también los otros”, declaró Jacques Diouf, Director general de la FAO.
En la mayoría de los países desarrollados, los gobiernos tratan de revertir todas las conquistas sociales que tuvieron que ceder a los trabajadores durante la segunda mitad del siglo veinte. Algunas medidas incluso más antiguas, que datan del principio de siglo pasado, como son la duración de las jornadas e incluso en algunas regiones los patrones exigen que se abandone el reposo dominical en algunos servicios hasta ahora protegidos.
Todos sabemos el despilfarro de capitales financieros, que no han cesado en el mundo, a pesar de las lágrimas de cocodrilo que vertieron los jefes de las Bolsas en el mundo, las promesas de los dirigentes de gobiernos, que con tanta generosidad arrojaron en las bolsas rotas de los banqueros los dineros públicos. El ineluctable proceso de monopolización causa en todas partes pérdidas de unidades de producción y al mismo tiempo echa a las calles a miles y miles de trabajadores. Esta tendencia a la ultra acumulación de capitales provoca la penuria de los mismos para nuevas inversiones en la producción y en la investigación fundamental. La tendencia es a la aceleración de los ciclos del movimiento del capital. Para mantener altas las tasas de ganancia el capital tiene que destruir a otros capitales, es esto lo que provocan las fusiones y las ofertas de compras de sociedades. La reducción de los gastos es otra manera de aumentar las ganancias, pero esto trae consigo menos seguridad en el trabajo para los asalariados, menos gastos en la prevención de accidentes técnicos, como ecológicos. Lo hemos visto nosotros en el Sitio del Niño a escala relativamente pequeña, pero altamente nociva para los habitantes y los trabajadores. Este tipo de catástrofe es inherente al sistema.
Es este el rumbo que lleva la sociedad regida por la búsqueda del máximo beneficio, por la máxima rentabilidad del capital. Todos saben que se avecina otra crisis. Nadie sabe justamente el momento y el lugar precisos en que va a desatarse, pero tampoco se ignora que sus repercusiones van a ser de nuevo desastrosas para las personas mas vulnerables. Estamos ya en una especie de círculo fatal en el que es necesario que todas las tuercas sean apretadas para que no estalle una revuelta popular, cuyos alcances no se pueden tampoco predecir. El descontento crece. La marginalización de multitudes en todos los continentes es causa de preocupación para las clases dominantes y para los dirigentes políticos. Los dispositivos represivos crecen, el control de las poblaciones se va ampliando, introduciendo su fiscalización hasta en los ámbitos de la vida privada. Las libertades públicas, so pretexto de combatir el terrorismo, son cercenadas.
El flujo migratorio no es una fatalidad
Esto es lo que pasa en el mundo a grandes rasgos. En nuestro país que es uno de los más vulnerables, la crisis se ha vuelto un estado permanente. Son muchos los salvadoreños que sufren de desnutrición, miles y miles de personas no tienen realmente una habitación digna de ese nombre, muchos son los que no tiene acceso inmediato al agua potable, a la electricidad. La asistencia médica es baja y no cubre a todo el país. Los niveles de formación y educación son bajos y deficientes. El país está desbordado de deudas, su agricultura no puede responder a las necesidades alimenticias de la población, de manera permanente el país se ve obligado de importar frijol y maíz, productos autóctonos y fundamentales en la dieta de los salvadoreños. El desempleo es masivo. ¿Cuál es porcentaje de familias que sobreviven gracias al comercio informal? El país exporta su mano de obra, la expulsa hacia los Estados Unidos. Todos conocemos los riesgos del trayecto. Pero lo que ignoramos es el peso social y económico para el país por esta hemorragia.
Los promotores del liberalismo se han encargado de ponerle un monto y un porcentaje en el PIB a las remesas, pero esta gente nunca se ha planteado cuáles son las pérdidas causadas por el perenne flujo hacia fuera del país de su población más joven. Los efectos negativos no son sólo económicos, sino sociales y culturales. No se puede evaluar lo que cuesta socialmente la separación familiar, la desintegración de hogares. Casi la tercera parte de nuestra población está afuera, ya con solo este hecho, el régimen de reparto oligárquico de las riquezas creadas debe ser condenado y suplantado. Pues se trata simplemente de la desintegración de nuestra nación. Por mucho que la diáspora salvadoreña se esfuerce por mantener los vínculos con el país, poco a poco las nuevas generaciones se van apartando y se van asimilando más mal que bien al país que los acoge. La mayoría sabe que El Salvador será incapaz de ofrecerles lo mínimo para que puedan retornar. Ese flujo migratorio no podemos considerarlo como una fatalidad, es el resultado de la gestión económica y social de las riquezas nacionales.
Esto no se va a solucionar con remiendos socialdemócratas o liberales. Para resolver problemas tan viejos y tan profundos como los que padecemos, es urgente darle vuelta a todo. Sí, tiene que ser una revolución la que nos salve. Pero es en esto en que tenemos que ponernos de acuerdo. ¿Qué tipo de revolución? Por supuesto que debemos basarnos ya en nuestra experiencia, no se logró, no se pudo llevar a cabo la revolución por la fuerza, con las armas. Las razones de este fracaso son muchas y constituye justamente un momento importante de nuestra reflexión futura. Digo futura porque es parte integrante de lo que nos toca que pensar y analizar para encontrar nuestra propia vía. No podemos conformarnos con decretar que el resultado de la guerra fue un “empate técnico”. Nos toca que escribir la historia de la guerra, una historia verídica, real, no ideológica. Es necesario también reinterpretarla. Esta reinterpretación necesariamente tiene que ser política. Porque si se fracasó en la realización de la revolución por estos medios violentos, las razones de un nuevo fracaso pueden ser los mismos, aunque pretendamos ahora irnos por la vía electoral, pacífica y democrática.
Un mundo opuesto a nuestros ideales
Pero no solo tenemos nuestra experiencia de un fracaso. En el Este europeo también se fracasó. Las razones externas las conocemos, la constante hostilidad del mundo capitalista, su bloqueo y el boicot económico permanente, aliviado en parte después de las políticas de la cohabitación pacífica que promovió N. S. Jruchov. Aunque la situación se agravó de nuevo con el retorno de la “guerra fría”. Pero estas causas externas no explican el fracaso. Lo que hay que explicar y entender son las causas internas. No niego que hay una interiorización de las causas externas, pero no es tampoco esto lo más importante, ni siquiera es decisivo. Lo fundamental y lo decisivo en el derrumbe no se encuentran en los últimos años. Se trata de una desviación desde los años treinta, en que tuvo lugar la fosilización del pensamiento marxista, su esquematización. Pero esto si se quiere es apenas una parte también secundaria, importante sin lugar a dudas, pero lo fundamental fue el carácter autoritario, despótico y totalitario que fue adquiriendo el poder soviético. La liquidación física de los oponentes, la casi total liquidación de los dirigentes, las repetidas masacres, la construcción de prisiones de exterminio por el trabajo forzado, todo eso tenía costos sociales enormes, pero también económicos. Todo esto llevó a lo contrario de lo que se buscaba. En vez de dirigirse hacia la desaparición del estado en tanto que aparato de dominación de una clase y administrador de los destinos humanos, el estado soviético se convirtió en un monstruo poderoso y prepotente que regentaba todo, limitando al extremo el papel de las organizaciones sociales en la gestión de la vida de la sociedad. La extensión sin límites de la democracia, con la participación activa y conciente de los trabajadores, bajo el pretexto de la necesidad de mantener la “dictadura del proletariado”, se convirtió en la pérdida de las libertades civiles y los ciudadanos tuvieron que sufrir una dictadura personal y luego del Partido, que destruyó destinos personales en abundancia, educó al conformismo, convirtió el oportunismo en una virtud. Se formó una casta que se sirvió del estado para sus fines personales, la famosa “nomenclatura” fue desastrosa en la administración de los bienes y al mismo tiempo fue parasitaria y pervirtió moralmente a la sociedad entera.
Pero lo trágico es que en vez de denunciar, de tomar distancia de esos regimenes, la conducta general fue la de negar la verdad y en otras peores fue la de justificar esas conductas y la realidad de esas sociedades. Fue ese tipo de sociedad que presentábamos como nuestro objetivo y nuestro ideal (hablo en plural aunque no participé personalmente en ello). ¿Cuánta gente fue acusada de traición cuando denunciaba la realidad de la URSS? Incluso hasta el día de hoy existe gente que sigue defendiendo la insoportable realidad soviética. ¿Cómo quieren en estas condiciones volver atractivo el objetivo socialista? En el esclarecimiento de las causas que llevaron al desastre tenemos que buscar también todos los mecanismos que nos preserven de odiosas repeticiones.
Aquí me estoy dirigiendo a todos los que juzgan insoportable la realidad salvadoreña actual y que consideran que no se puede salir de este atolladero sin cuestionar los fundamentos de la sociedad capitalista. Pero si la revolución va a desarrollarse por la vía democrática, aquélla no puede ser la obra de un puñado aguerrido de individuos, sino todo lo contrario debe ser un proceso en que la mayoría opte por las soluciones socialistas a nuestros problemas. Pero si se trata de la mayoría tenemos que aceptar que no se puede exigir que todos se amolden a un solo pensamiento, a una sola línea de conducta, es necesario admitir que el pluralismo debe existir en la sociedad y que necesitamos de ese pluralismo. La contradicción es el motor del desarrollo.
La situación política actual no es solamente que hay ministros que pertenecen al FMLN, en tanto que partido que dice proponerse llegar a la sociedad socialista a partir de nuestra realidad, tomando en cuenta nuestra historia, nuestra “idiosincrasia”. Pero en estos momentos a pesar de que los miembros del FMLN le llaman al gobierno de Funes un gobierno de “transición”, es necesario que seamos lúcidos. La mayoría de los salvadoreños no aspira hoy por hoy iniciar un proceso revolucionario, aunque le llamemos a este pacífico, democrático y electoral. La mayoría no solo no está dispuesta a entregarse a la construcción de una nueva sociedad, sino que por el momento es hostil.
Es decir que la principal tarea no es la de mantenerse en el “poder”, aunque eso de estar en el poder es muy relativo. La tarea fundamental es la de ganar la mayoría de salvadoreños para que emprendan por ellos mismos la construcción de nuestro propio modelo. No se trata de conquistar el poder para luego entregárselo al pueblo. No, definitivamente no. La revolución es un asunto de todo el pueblo, es el pueblo el que conquista el poder para hacerlo suyo. Es aquí donde debemos pensar de nuevo el papel del partido, su función social e incluso su misma organización. Por supuesto que aquí estoy apenas haciendo el recuento de algunos de los problemas que tenemos que abordar, que discutir. Pero es necesario que todos sepamos que en estas discusiones no puede existir dogmas, no pueden existir los sabelotodo. Aquí debemos abandonar todo intento de imponer una supremacía personal. Debemos abrir ese proceso, es urgente.
No se trata solamente de ganar elecciones, se trata de poner las bases en la sociedad para que la mayoría consciente del pueblo emprenda desde ya la tarea de transformación. Este movimiento no le da cabida a dictadorcillos de pacotilla.
Pero las declaraciones respecto a lo que tiene o no tiene que hacer Chávez entra ya en otro ámbito, con ello quiere suplir la ausencia en el terreno político internacional del ex presidente Uribe, quiere tal vez ocupar su lugar en el dispositivo imperialista de lucha contra el socialismo y las ideas progresistas. Creo que se trata de esto. Es el papel que jugó ya, al insistir por reintegrar a los instancias internacionales al gobierno de Honduras, que este 15 de septiembre reprimió una manifestación pacífica. Es el papel de mensajero de Hillary Clinton que asume, promoviendo una zona mesoamericana de “lucha” contra el narcotráfico, que en realidad se trata de volver nuestra región en una base militar estadounidense como lo es ahora Colombia.
Para ello fue a Miami, para sentirse en buena compañía, para poder a sus anchas atacar las supuestas pretensiones del FMLN de implantar en nuestro país los modelos venezolano y cubano de socialismo. Y dice que el FMLN está equivocado al tener esas aspiraciones. Ahora nuestro presidente regañón, se vuelve pendenciero y ante las justificadas reacciones de dirigentes del FMLN, trata en vano de demostrar que no lo han entendido bien, recomienda que lo vuelvan a leer. Y además, con toda la estúpida soberbia de la que hace lujo, proclama la diferencia que hay en sentarse en la silla de un diputado y la de estar sentado en el sillón presidencial. Esto realmente nos obliga a concluir sobre el poco valor intelectual de nuestro presidente. Pues la verdad no depende de donde uno esté sentado. Sacar esto a cuenta en un debate de ideas es realmente liliputiense.
Pero como siempre hay que ver lo positivo en los desplantes de nuestro presidente. Pues al hablar de los modelos venezolanos y cubanos, ha hecho reaccionar a varios miembros de la dirección del FMLN. Lo que ellos han dicho merece que le pongamos atención.
Voy a tratar de resumir las ideas expresadas. La diputada Díaz dijo que el FMLN no estaba casado con ningún modelo. Tanto Lorenzana, como Reyes se han referido a la necesidad de tomar en cuenta la particularidad nacional en la construcción del socialismo. Estas ideas no son nuevas, pero pocas veces se han enunciado claramente en nuestro país. Ahora que este tema (que ya en varias ocasiones he abordado en mi blog), ha vuelto al proscenio político, es necesario que todos los que aspiramos a una real transformación social en nuestro país, participemos en la discusión. Pues lo dicho por los diputados del FMLN, como lo dicho antes por Medardo González en otra ocasión, son apenas planteamientos de principio, generales, aplicables como tales a cualquier realidad nacional.
A cada seis segundos muere un niño
La situación actual es compleja. El capitalismo en crisis es incapaz de ofrecer soluciones a los grandes problemas económicos, sociales y ecológicos con los que se enfrenta la humanidad. A pesar de los grandes avances de la ciencia y de las técnicas cada vez son más extensas las zonas en el mundo donde reina la miseria. De acuerdo a las nuevas estimaciones de la FAO son 925 millones de personas que sufren crónicamente del hambre en el mundo. Hay una baja respecto al año pasado, no obstante acaso esto no es escandaloso, cuando conocemos el despilfarro y la destrucción de alimentos en los países ricos. “Con la muerte de un niño cada seis segundos a causa de los problemas ligados a la desnutrición, el hambre sigue siendo la más grande tragedia y el más grande escándalo en el mundo. Va ser extremadamente difícil alcanzar no solamente el primer Objetivo del Milenario para el desarrollo (OMD), sino que también los otros”, declaró Jacques Diouf, Director general de la FAO.
En la mayoría de los países desarrollados, los gobiernos tratan de revertir todas las conquistas sociales que tuvieron que ceder a los trabajadores durante la segunda mitad del siglo veinte. Algunas medidas incluso más antiguas, que datan del principio de siglo pasado, como son la duración de las jornadas e incluso en algunas regiones los patrones exigen que se abandone el reposo dominical en algunos servicios hasta ahora protegidos.
Todos sabemos el despilfarro de capitales financieros, que no han cesado en el mundo, a pesar de las lágrimas de cocodrilo que vertieron los jefes de las Bolsas en el mundo, las promesas de los dirigentes de gobiernos, que con tanta generosidad arrojaron en las bolsas rotas de los banqueros los dineros públicos. El ineluctable proceso de monopolización causa en todas partes pérdidas de unidades de producción y al mismo tiempo echa a las calles a miles y miles de trabajadores. Esta tendencia a la ultra acumulación de capitales provoca la penuria de los mismos para nuevas inversiones en la producción y en la investigación fundamental. La tendencia es a la aceleración de los ciclos del movimiento del capital. Para mantener altas las tasas de ganancia el capital tiene que destruir a otros capitales, es esto lo que provocan las fusiones y las ofertas de compras de sociedades. La reducción de los gastos es otra manera de aumentar las ganancias, pero esto trae consigo menos seguridad en el trabajo para los asalariados, menos gastos en la prevención de accidentes técnicos, como ecológicos. Lo hemos visto nosotros en el Sitio del Niño a escala relativamente pequeña, pero altamente nociva para los habitantes y los trabajadores. Este tipo de catástrofe es inherente al sistema.
Es este el rumbo que lleva la sociedad regida por la búsqueda del máximo beneficio, por la máxima rentabilidad del capital. Todos saben que se avecina otra crisis. Nadie sabe justamente el momento y el lugar precisos en que va a desatarse, pero tampoco se ignora que sus repercusiones van a ser de nuevo desastrosas para las personas mas vulnerables. Estamos ya en una especie de círculo fatal en el que es necesario que todas las tuercas sean apretadas para que no estalle una revuelta popular, cuyos alcances no se pueden tampoco predecir. El descontento crece. La marginalización de multitudes en todos los continentes es causa de preocupación para las clases dominantes y para los dirigentes políticos. Los dispositivos represivos crecen, el control de las poblaciones se va ampliando, introduciendo su fiscalización hasta en los ámbitos de la vida privada. Las libertades públicas, so pretexto de combatir el terrorismo, son cercenadas.
El flujo migratorio no es una fatalidad
Esto es lo que pasa en el mundo a grandes rasgos. En nuestro país que es uno de los más vulnerables, la crisis se ha vuelto un estado permanente. Son muchos los salvadoreños que sufren de desnutrición, miles y miles de personas no tienen realmente una habitación digna de ese nombre, muchos son los que no tiene acceso inmediato al agua potable, a la electricidad. La asistencia médica es baja y no cubre a todo el país. Los niveles de formación y educación son bajos y deficientes. El país está desbordado de deudas, su agricultura no puede responder a las necesidades alimenticias de la población, de manera permanente el país se ve obligado de importar frijol y maíz, productos autóctonos y fundamentales en la dieta de los salvadoreños. El desempleo es masivo. ¿Cuál es porcentaje de familias que sobreviven gracias al comercio informal? El país exporta su mano de obra, la expulsa hacia los Estados Unidos. Todos conocemos los riesgos del trayecto. Pero lo que ignoramos es el peso social y económico para el país por esta hemorragia.
Los promotores del liberalismo se han encargado de ponerle un monto y un porcentaje en el PIB a las remesas, pero esta gente nunca se ha planteado cuáles son las pérdidas causadas por el perenne flujo hacia fuera del país de su población más joven. Los efectos negativos no son sólo económicos, sino sociales y culturales. No se puede evaluar lo que cuesta socialmente la separación familiar, la desintegración de hogares. Casi la tercera parte de nuestra población está afuera, ya con solo este hecho, el régimen de reparto oligárquico de las riquezas creadas debe ser condenado y suplantado. Pues se trata simplemente de la desintegración de nuestra nación. Por mucho que la diáspora salvadoreña se esfuerce por mantener los vínculos con el país, poco a poco las nuevas generaciones se van apartando y se van asimilando más mal que bien al país que los acoge. La mayoría sabe que El Salvador será incapaz de ofrecerles lo mínimo para que puedan retornar. Ese flujo migratorio no podemos considerarlo como una fatalidad, es el resultado de la gestión económica y social de las riquezas nacionales.
Esto no se va a solucionar con remiendos socialdemócratas o liberales. Para resolver problemas tan viejos y tan profundos como los que padecemos, es urgente darle vuelta a todo. Sí, tiene que ser una revolución la que nos salve. Pero es en esto en que tenemos que ponernos de acuerdo. ¿Qué tipo de revolución? Por supuesto que debemos basarnos ya en nuestra experiencia, no se logró, no se pudo llevar a cabo la revolución por la fuerza, con las armas. Las razones de este fracaso son muchas y constituye justamente un momento importante de nuestra reflexión futura. Digo futura porque es parte integrante de lo que nos toca que pensar y analizar para encontrar nuestra propia vía. No podemos conformarnos con decretar que el resultado de la guerra fue un “empate técnico”. Nos toca que escribir la historia de la guerra, una historia verídica, real, no ideológica. Es necesario también reinterpretarla. Esta reinterpretación necesariamente tiene que ser política. Porque si se fracasó en la realización de la revolución por estos medios violentos, las razones de un nuevo fracaso pueden ser los mismos, aunque pretendamos ahora irnos por la vía electoral, pacífica y democrática.
Un mundo opuesto a nuestros ideales
Pero no solo tenemos nuestra experiencia de un fracaso. En el Este europeo también se fracasó. Las razones externas las conocemos, la constante hostilidad del mundo capitalista, su bloqueo y el boicot económico permanente, aliviado en parte después de las políticas de la cohabitación pacífica que promovió N. S. Jruchov. Aunque la situación se agravó de nuevo con el retorno de la “guerra fría”. Pero estas causas externas no explican el fracaso. Lo que hay que explicar y entender son las causas internas. No niego que hay una interiorización de las causas externas, pero no es tampoco esto lo más importante, ni siquiera es decisivo. Lo fundamental y lo decisivo en el derrumbe no se encuentran en los últimos años. Se trata de una desviación desde los años treinta, en que tuvo lugar la fosilización del pensamiento marxista, su esquematización. Pero esto si se quiere es apenas una parte también secundaria, importante sin lugar a dudas, pero lo fundamental fue el carácter autoritario, despótico y totalitario que fue adquiriendo el poder soviético. La liquidación física de los oponentes, la casi total liquidación de los dirigentes, las repetidas masacres, la construcción de prisiones de exterminio por el trabajo forzado, todo eso tenía costos sociales enormes, pero también económicos. Todo esto llevó a lo contrario de lo que se buscaba. En vez de dirigirse hacia la desaparición del estado en tanto que aparato de dominación de una clase y administrador de los destinos humanos, el estado soviético se convirtió en un monstruo poderoso y prepotente que regentaba todo, limitando al extremo el papel de las organizaciones sociales en la gestión de la vida de la sociedad. La extensión sin límites de la democracia, con la participación activa y conciente de los trabajadores, bajo el pretexto de la necesidad de mantener la “dictadura del proletariado”, se convirtió en la pérdida de las libertades civiles y los ciudadanos tuvieron que sufrir una dictadura personal y luego del Partido, que destruyó destinos personales en abundancia, educó al conformismo, convirtió el oportunismo en una virtud. Se formó una casta que se sirvió del estado para sus fines personales, la famosa “nomenclatura” fue desastrosa en la administración de los bienes y al mismo tiempo fue parasitaria y pervirtió moralmente a la sociedad entera.
Pero lo trágico es que en vez de denunciar, de tomar distancia de esos regimenes, la conducta general fue la de negar la verdad y en otras peores fue la de justificar esas conductas y la realidad de esas sociedades. Fue ese tipo de sociedad que presentábamos como nuestro objetivo y nuestro ideal (hablo en plural aunque no participé personalmente en ello). ¿Cuánta gente fue acusada de traición cuando denunciaba la realidad de la URSS? Incluso hasta el día de hoy existe gente que sigue defendiendo la insoportable realidad soviética. ¿Cómo quieren en estas condiciones volver atractivo el objetivo socialista? En el esclarecimiento de las causas que llevaron al desastre tenemos que buscar también todos los mecanismos que nos preserven de odiosas repeticiones.
Aquí me estoy dirigiendo a todos los que juzgan insoportable la realidad salvadoreña actual y que consideran que no se puede salir de este atolladero sin cuestionar los fundamentos de la sociedad capitalista. Pero si la revolución va a desarrollarse por la vía democrática, aquélla no puede ser la obra de un puñado aguerrido de individuos, sino todo lo contrario debe ser un proceso en que la mayoría opte por las soluciones socialistas a nuestros problemas. Pero si se trata de la mayoría tenemos que aceptar que no se puede exigir que todos se amolden a un solo pensamiento, a una sola línea de conducta, es necesario admitir que el pluralismo debe existir en la sociedad y que necesitamos de ese pluralismo. La contradicción es el motor del desarrollo.
La situación política actual no es solamente que hay ministros que pertenecen al FMLN, en tanto que partido que dice proponerse llegar a la sociedad socialista a partir de nuestra realidad, tomando en cuenta nuestra historia, nuestra “idiosincrasia”. Pero en estos momentos a pesar de que los miembros del FMLN le llaman al gobierno de Funes un gobierno de “transición”, es necesario que seamos lúcidos. La mayoría de los salvadoreños no aspira hoy por hoy iniciar un proceso revolucionario, aunque le llamemos a este pacífico, democrático y electoral. La mayoría no solo no está dispuesta a entregarse a la construcción de una nueva sociedad, sino que por el momento es hostil.
Es decir que la principal tarea no es la de mantenerse en el “poder”, aunque eso de estar en el poder es muy relativo. La tarea fundamental es la de ganar la mayoría de salvadoreños para que emprendan por ellos mismos la construcción de nuestro propio modelo. No se trata de conquistar el poder para luego entregárselo al pueblo. No, definitivamente no. La revolución es un asunto de todo el pueblo, es el pueblo el que conquista el poder para hacerlo suyo. Es aquí donde debemos pensar de nuevo el papel del partido, su función social e incluso su misma organización. Por supuesto que aquí estoy apenas haciendo el recuento de algunos de los problemas que tenemos que abordar, que discutir. Pero es necesario que todos sepamos que en estas discusiones no puede existir dogmas, no pueden existir los sabelotodo. Aquí debemos abandonar todo intento de imponer una supremacía personal. Debemos abrir ese proceso, es urgente.
No se trata solamente de ganar elecciones, se trata de poner las bases en la sociedad para que la mayoría consciente del pueblo emprenda desde ya la tarea de transformación. Este movimiento no le da cabida a dictadorcillos de pacotilla.
Carlos Abrego
Sigo pensando que podría publicar entradas MÁS cortas. A veces, la lectura extensa cansa.
ResponderEliminarSugiero "partir" el contenido de una en 2 ó 3.
Saludos.
BUENISIMO!!!!!!.....SESUDO, estimado sr. ABREGO. Como usted muy bien lo manifiesta, el sistema CAPITALISTA esta fracasado. Ahora esta llorando por la medicina que ellos mismos aplicaron al mundo entero, que hoy cada día esta mas sumido en la pobreza.
ResponderEliminarEs triste el LACAYO QUE NOS REPRESENTA COMO PRESIDENTE.
BUENISIMO!!!!!!.....SESUDO, estimado sr. ABREGO. Como usted muy bien lo manifiesta, el sistema CAPITALISTA esta fracasado. Ahora esta llorando por la medicina que ellos mismos aplicaron al mundo entero, que hoy cada día esta mas sumido en la pobreza.
ResponderEliminarEs triste el LACAYO QUE NOS REPRESENTA COMO PRESIDENTE.
La izquierda debe hacer el esfuerzo de hacer sus propuestas de como superar al capitalismo y redefinir un proyecto socialista, no se trata de detallar el futuro, sino de construir alternativas porque no podemos "construir"el futuro con todo detalle, pero , a mi modo, se trata primero,rendir cuentas acerca de los fracasos y errores anteriores de la izquierda, el FMLN y otros agrupamientos de izquierda del pais no han hecho eso.
ResponderEliminarLa situación se vuelve complicada incluso cuando leemos las ultimas afirmaciones de Fidel Castro en la entrevista al periodista Goldman, afirmaciones de las que fidel se desdijo. ¿Será que Fidel está "chocheando" ?
Que biem entrar en un debate nacional sobre que tipo de Gobierno queremos los salvadorenos,esa es la forma de participacion ciudadana que los partidos Democraticos quieren, este momento politico es propicio,ojala asi fuera,y no dar cabida a comentarios esteriles y sin argumento.
ResponderEliminar