Karl Marx nos dejó una promesa, que no pudo cumplir, sobre la que muchos han meditado: en una carta a su amigo Friedrich Engels, del catorce de enero de 1858, le dice que le gustaría “en dos o tres pliegos de papel de imprenta, volver accesible a las personas de buen juicio, el fondo racional del método que Hegel descubrió, pero que al mismo tiempo mistificó”. Es necesario señalar que Marx hace preceder esta promesa de una condición, “Si acaso alguna vez, un día de estos, tenga tiempo para ocuparme de este género de trabajo”.
Marx no escribió su Lógica. Algunos se preguntan ¿por qué? ¿Se trata realmente de que no tuvo tiempo? ¿Habrá otras razones? Hay quienes dicen que Karl Marx no escribió este trabajo sobre el método de Hegel, o mejor dicho, sobre “el fondo racional” del método hegeliano, simplemente porque lo consideró innecesario o imposible de hacerlo. Sin embargo la mayoría da otra explicación. Marx nos dejó su método plasmado en sus obras de historia y de economía, sobre todo en El Capital. Lenin mismo en sus “Cuadernos Filosóficos” afirma que si bien el sabio alemán no nos dejó su “Lógica”, nos ha dejado en herencia “la lógica de El Capital”.
Existen muchos estudios precisamente sobre este tema y tal vez sea esta la mejor manera de aprehender “la dialéctica materialista”. No obstante para poder hacer estos estudios se necesita una preparación filosófica previa y un conocimiento en economía que no toda persona posee. Para nuestro objetivo sería incluso todo lo contrario de lo que nos proponemos, pues hemos repetido anteriormente que nuestro propósito es seguir el precepto del Siglo de las Luces: “apresurarnos a volver popular la filosofía”. Incluso el mismo Marx, de alguna manera nos da la indicación de cómo debemos proceder, el estilo en que se debe escribir, pues se trata de “volver accesible a las personas de buen juicio, el fondo racional del método de Hegel”. Su intención era pues escribir algo sencillo, corto, en unas treinta a cuarenta páginas.
Harta soberbia sería la mía, si pretendiera cumplir, con mis escasas capacidades, la promesa de Marx. Por lo tanto mi ensayo no será exactamente un tratado conciso, como supo ejecutar Marx en algunas ocasiones y con una ilimitada profundidad, por ejemplo sus “Tesis sobre Feuerbach”. Lo que pretendo entregarles son mis reflexiones, compartir con ustedes algunos aspectos que he ido asimilando durante mis lecturas de Marx y Engels, por supuesto, pero también de las obras de Lenin, Gramsci, Lucács y otros.
El primer problema que se presenta es siempre por dónde empezar. Resolver este problema implica tener claro el camino que se va a seguir en la exposición del asunto. Este mismo problema lo tuvo que resolver Karl Marx en El Capital, buscó mucho tiempo y fue precisamente en los meses que precedieron a la escritura de la carta que he mencionado arriba, época en la que “por mera casualidad” se puso a “rehojear” La Lógica de Hegel, que llegó a la necesidad de iniciar su trabajo científico por la “mercancía”. Esto lo expuso ya en su “Contribución a la Crítica de la Economía Política”.
Algunos de los que han analizado el método de Marx le han llamado a la mercancía, la “primera célula” de todo el sistema capitalista. Es decir que la mercancía contiene las contradicciones que al ponerse en movimiento van dejando al desnudo todo el desarrollo y los procesos del capitalismo. La mercancía es el concepto inicial, en tanto que tal, el más abstracto. En la dialéctica, el concepto inicial es precisamente la contradicción
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No obstante la contradicción no puede abordarse en abstracto, existiendo en sí misma y por sí misma, obligatoriamente la contradicción es una relación entre algo y lo otro, que existen dentro de una unidad. Este es un punto clave de la contradicción dialéctica. La contradicción funciona al interior de la cosa, los contrarios constituyen al ente, es al interior de la cosa que ellos entran en relación, se contradicen y producen el desarrollo, el proceso. Pero al decir esto, decimos mucho y al mismo tiempo muy poco.
Para comprender cabalmente lo que es una contradicción dialéctica, urgimos volver a considerar lo que llamamos comúnmente contradicción lógica. Esta excursión es necesaria por lo menos por dos razones, en primer lugar porque nos permitirá diferenciar a ambas y por otro lado mostrar como la contradicción dialéctica se opone a la lógica, sin anularla, sino al contrario incluirla.
Lógica aristotélica
La lógica de Aristóteles se distingue de la lógica formal en algo sumamente importante, ésta se entrega al estudio de las formas del pensamiento sin interrogarse sobre su veracidad. Para Aristóteles la verdad consiste en la correspondencia del pensamiento con la realidad, mientras que para la lógica formal la verdad pertenece exclusivamente y por entero a la esfera del pensamiento mismo y no tiene ninguna relación con la realidad. Dicho de otra manera, para el filósofo griego las leyes lógicas son sobre todo leyes del ser y las formas lógicas coinciden con las formas del ser mismo, es decir, las formas del pensamiento verdadero son el reflejo de las relaciones reales. El principal criterio de la verdad es un criterio material, el acuerdo del pensamiento con las cosas.
Para la lógica aristotélica es verdadero un juicio, en el que los conceptos se unen entre sí, como están unidas las cosas en la naturaleza, en la realidad. Es falso el juicio que une lo que está separado en la naturaleza y el que desliga lo que esta unido en la naturaleza. Es sobre esta concepción de la verdad que se funda la lógica del filósofo griego.
Las cuestiones atañeras al carácter de la lógica aristotélica que tanto debate han suscitado entre historiadores y filósofos deben ser encaradas de la siguiente manera, la lógica formal tiene sus raíces en la aristotélica, pero por su proyecto y por sus ideas se opone a la del griego, que rechaza la actitud puramente formal.
Aristóteles admite dos criterios de la verdad: el criterio material (el acuerdo del pensamiento con las cosas) y el criterio formal (el acuerdo de los pensamientos entre ellos), pero lo que domina es el criterio material. No obstante, en el curso del desarrollo de la doctrina lógica de Aristóteles, en su silogística, el criterio formal adquiere cierta independencia y eclipsa de alguna manera el criterio material.
En resumen, la lógica aristotélica es una especie de medio término entre la lógica puramente formal y la lógica metafísica. De la misma manera entre la lógica metafísica y la lógica dialéctica. Esto explica justamente que Friedrich Engels, en la “Dialéctica de la Naturaleza”, remite las doctrinas lógicas de Aristóteles a la vez a la historia de la lógica formal y a la historia de la dialéctica. Engels escribe: “La misma lógica formal ha sido objeto de enconadas disputas desde Aristóteles hasta nuestros días. Por lo que a la dialéctica se refiere, hasta hoy sólo ha sido investigada detenidamente por dos pensadores: Aristóteles y Hegel”.
Si examinamos la teoría de Aristóteles sobre la verdad y las leyes del pensamiento vemos que distingue una verdad en sentido amplio y otro más estrecho. Este último es la verdad del juicio. Lo cierto y lo falso, estrictamente hablando, se relacionan a la conjunción y a la disyunción de las representaciones y de los conceptos. Nuestros juicios son verdaderos o falsos, en la medida en que la conjunción o la disyunción de los conceptos presentes en el juicio, correspondan a la realidad misma. Respecto a los objetos aislados del pensamiento, no son aún en sí mismos ni verdaderos, ni falsos.
No obstante en un sentido más extenso, el concepto de la verdad abarca también los objetos del pensamiento. Este concepto ampliado de la verdad se basa sobre el supuesto de que el objeto del pensamiento (la representación o el concepto) es comparado con el objeto real, del cual él es el reflejo y se admite como verdadero el concepto o la representación que refleje adecuadamente lo existente en la realidad. El pensamiento es falso, ya sea que no haya nada en la realidad que le corresponda, ya sea que el objeto real correspondiente no está reflejado de manera justa. Aquí vemos un criterio de la falsedad que es material y que consiste en la no correspondencia del pensamiento con los objetos reales. Existe otro caso de falsedad, la del juicio. Esta tiene lugar cuando lo inexistente es expresado como existente, es decir que le atribuimos a un sujeto un predicado que no le corresponde. La fórmula del juicio falso es la siguiente: “no-A es A”.
Tributo a Platón
Se puede decir que Aristóteles le rinde tributo a la metafísica de Platón, cuando distingue dos clases de juicios, los eternos y necesarios que conciernen al dominio de los objetos eternos e inmutables y los juicios que tocan el dominio de las cosas cambiantes. Como los objetos que están sometidos al cambio, a la aparición y desaparición (destrucción) no son siempre idénticos a sí mismos, los juicios que nos formamos sobre ellos tampoco son estables. Estos juicios, justos cuando los objetos siguen idénticos a sí mismos, se vuelven falsos cuando los objetos cambian en el tiempo. En la teoría aristotélica de la verdad esta distinción reviste una importancia esencial. Solamente los primeros juicios constituyen el campo del conocimiento riguroso, mientras que los segundos son simples opiniones y carecen de un carácter científico riguroso.
Esta división de los juicios tiene sus consecuencias en la teoría de la verdad de Aristóteles, que a su vez se divide en dos especies distintas: la verdad absoluta, eterna y la verdad que, con el tiempo, se transforma en su contrario y se vuelve falsa.
La contradicción aristotélica
El principio fundamental del pensamiento en Aristóteles es el de la contradicción. El afirma que este principio es el más indiscutible de todos sus principios. Una de las formulaciones de este principio podemos decir que es ontológica (que concierne al ser): “Pero ¿cuál es este principio? Es el siguiente: es imposible que el mismo atributo pertenezca y no pertenezca al mismo sujeto, en un tiempo mismo y bajo la misma relación”(pp. 72-73). Al lado de esta formulación extensa tenemos en La Metafísica otra más concisa: “No es posible, en efecto, que pueda concebir nadie que una cosa exista y no exista al mismo tiempo”(p. 73).
Aristóteles evoca aquí mismo la doctrina de Heráclito de acuerdo a la cual una misma cosa puede ser y no ser a la vez y afirma que esta doctrina no puede ser tomada en serio por nadie. Incapaz de comprender la dialéctica de Heráclito simplemente la niega.
Es necesario señalar que paralelas a estas formulaciones ontológicas, Aristóteles nos ofrece sobre el mismo principio formulaciones puramente lógicas. Al reafirmar que este principio es el más cierto, produce esta ley: “… es imposible que dos aserciones contrarias sobre el mismo objeto sean verdaderas al mismo tiempo…”(p. 90.).
De acuerdo con Aristóteles, la ley suprema del ser se enuncia así: “…lo que es, es y lo que no es, no es…” y esto enuncia y funda al mismo tiempo la ley suprema de la verdad: “un mismo juicio no puede ser cierto y falso a la vez”.
Para el griego esta ley de la verdad es deductiva. Es la consecuencia necesaria del principio ontológico inicial, por lo tanto la formulación ontológica de la ley de la contradicción es fundamental. La ley de la contradicción no es exclusivamente un principio de pensamiento como en la lógica formal. Según lo expone en su Metafísica, el principio de contradicción es ante todo un principio del ser mismo, pero es paralelamente o simultáneamente la ley de la verdad.
El principio ontológico constituye la base de todo conocimiento científico. Este principio comporta también otro momento, el aspecto lógico objetivo que está dado simultáneamente con el aspecto ontológico. La formulación lógica objetiva del principio expresa que: “es imposible que la afirmación y la negación sean verdaderas al mismo tiempo (p. 90)” se trata de la tesis de base de la que se deduce la regla según la cual los predicados contrarios no pueden ser inherentes a un mismo y único sujeto. De esto se desprende la necesidad subjetiva de adoptar el principio de contradicción. Es decir la imposibilidad psicológica de admitir que algo pueda ser y no ser a la vez.
Carlos Abrego
Este es un tema para sumulistas, no obstante, es o debería ser de interés público. Seguiré este relato con atención.
ResponderEliminarLa contradicción dialéctica se opone a la lógica sin anularla...Que deconstruccionista se escucha esto, Sr. Abrego, aunque claro, aquí el contexto analítico anula en un tajo esta pretensión sonora. Eso sí, ojalá pueda atisbar las valoraciones semióticas de Peirce en su viaje de ida a los olimpos conceptuales del marxismo.
Este es un tema para sumulistas, no obstante, es o debería ser de interés público. Seguiré este relato con atención.
ResponderEliminarLa contradicción dialéctica se opone a la lógica sin anularla...Que deconstruccionista se escucha esto, Sr. Abrego, aunque claro, aquí el contexto analítico anula en un tajo esta pretensión sonora. Eso sí, ojalá pueda atisbar las valoraciones semióticas de Peirce en su viaje de ida a los olimpos conceptuales del marxismo.
Desde la logica formal, que es lineal y estatica, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Pero desde la metafisica si.
ResponderEliminarUna cosa puede ser y no ser al mismo tiempo porque nuestra realidad es dual y los observadores de esta realidad somos multiples y nos afectan y afectamos las cosas segun la relacion que esta establecida.
Desde el estatismo pues hay verdades trascendentales, inmutables, pero eso a quien le sirve.
Estimado amigo: Las ideas que estoy exponiendo de Aristóteles las he tomado de su Metafísica. No sé a qué metafísica te refieres. No sé a quién cuestionas, a mí o a Aristóteles. Tampoco estoy muy seguro que has leído atentamente mi escrito.
ResponderEliminarHe señalado de pasada, pero con insistencia que la contradicción dialéctica toma en cuenta los cambios, el desarrollo, el proceso. He ido hasta Aristóteles para contrastar la contradicción de la lógica aristotélica con la contradicción dialéctica. No sé viste que este es el artículo cuarto y también ignoro si te has tomado el tiempo de leer los anteriores. Me parece que no.
No entiendo que has querido decir por “la realidad es dual”.
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Por que no:)
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