Pero más allá de esto que acabo de señalar queda en pie otro que concierne el futuro alimentario de la humanidad. No me refiero solamente a la deficitaria capacidad actual de nuestro país en cereales y verduras, que nos obliga a importar productos básicos de nuestra dieta tradicional. Son muchos los países en el mundo que no alcanzan a alimentar convenientemente a sus habitantes. El hambre se ha vuelto crónica en continentes enteros. Creo que la mayor urgencia es responder a esta necesidad de la humanidad, a nuestra propia necesidad de autosuficiencia alimentaria. Si el presidente Lula aconsejó a Funes contar hasta diez, nosotros tenemos que contar hasta cien y analizar con detalle la conveniencia de desarrollar una planta de producción de etanol.
Hasta ahora ese tipo de proyectos se realizan sin que la gente pueda intervenir, se le mantiene ignorante de las consecuencias mediatas e inmediatas de tales proyectos, no se informa nunca del impacto ecológico, que puede resultar aún más dañino que los beneficios que pueda tener algunas centenas de nuevos empleos y la salida segura de nuestra producción de caña. Este último detalle puede conducir a muchos a abandonar su producción de cereales para satisfacer la voracidad de la planta y de la exportación del etanol. Hasta ahora no sabemos incluso si la producción actual de caña salvadoreña va a ser suficiente y si será necesario importar de otros países. Tampoco sabemos en qué condiciones económicas (parte de las inversiones e impuestos) y sociales se ha planeado esa implantación.
Una de las más grandes aspiraciones que entrañaron las luchas sociales desde el siglo diecinueve hasta el día de hoy, es la de volver a los hombres conscientes y partícipes en lo que atañe el destino de la humanidad. En la sociedad alienante en que vivimos, la capacidad de decidir la tienen los que poseen el capital. El resto de la sociedad tiene que someterse, cualesquiera que sean las consecuencias que haya que sufrir. Lo único que cuenta es el beneficio que se va a retirar.
La crisis global actual, cuyas consecuencias nefastas para la sobrevivencia de la humanidad son cada vez más patentes, ha vuelto cada vez más imperiosa, acuciosa, inaplazable la exigencia de transparencia en las decisiones que toman las clases dirigentes y los estados a su servicio. Esta exigencia de transparencia es eminentemente democrática, tal vez mucho más que la de acudir a las urnas para votar. Pues hasta hoy la falta de transparencia se acompaña con la ausencia de fiscalización del hacer de los hombres políticos que asumen el poder. No es raro en el mundo de hoy la abundancia de promesas durante las campañas y el cambio de dirección una vez que el candidato llega a sus funciones.
Es menester señalar otro aspecto que no he visto señalado en los comentarios sobre la visita de Lula a El Salvador. Se trata del préstamo ofrecido para la renovación vehicular del transporte de pasajeros. No obstante antes de ir a mi tema, deseo señalar que la renovación del parque del transporte de pasajeros es simplemente imperiosa. Como insoslayable es la regulación de la velocidad y condiciones en que viajan los salvadoreños. También la seguridad de los pasajeros y motoristas tiene que ser garantizada.
La urgencia de renovar los autobuses no debe ocultar que lo que Brasil nos ofrece es simplemente un préstamo, es decir un nuevo endeudamiento, el aumento de la deuda exterior del país. En ningún lugar he podido leer cuales son las condiciones del préstamo, me refiero a los plazos de pago y a los intereses. Esto también es parte de la falta de transparencia que acompaña la actuación de los gobernantes. Lo que sabemos es que este préstamo se acompaña de la obligación de importar los vehículos del Brasil. Esto no es nada estrafalario, es el proceder de todos los países que consienten préstamos. Pero creo que es mejor que lo digamos, el préstamo es un incentivo, una ayuda a la industria automóvil brasileña, una ayuda a la empresa privada del Brasil. Con el préstamo se le asegura una salida segura a la producción automóvil brasileña. Por supuesto que esto también significa que esta transacción es de mutuo beneficio.
Sin embargo quedan aquí muchas interrogantes, ¿en qué condiciones se hará las compras? ¿A qué empresarios salvadoreños se le harán los préstamos? ¿En qué condiciones? ¿Quién va a asumir la diferencia, si es que existe, entre los intereses a pagar al Brasil y los intereses que se les exigirá a los empresarios salvadoreños? Si la diferencia la asume un organismo financiero del Estado significa que serán todos los salvadoreños.
Tal vez con una política real de cambio, con una reflexión colectiva, con las intenciones de resolver radicalmente los tantos problemas relacionados con el transporte, este préstamo hubiera sido el momento propicio para convertir en realmente público el transporte de pasajeros. Una administración autónoma nacional de transportes urbanos e interurbanos vendría a poner orden al caos actual y a garantizar la regularidad del transporte, de los horarios y de las tarifas. Es cierto que con esto chocarían los intereses privados con los sociales. Se trata de una opción de cambio de principios. Parte del cambio que muchos esperaban.
Estamos fritos!!, qué podemos hacer? debemos hacer llegar a todos los ciudadanos, especialmante a nuestro presidente ignorante del medioambiente, una de las reflexiones del comandante Fidel, titulada "Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el mundo" publicada el 28 de marzo del 2007 en CUBA DEBATE http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2007/03/28/condenados-muerte-prematura-hambre-sed-mas-3-mil-millones-personas-mundo/.
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