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01 noviembre 2008

La memoria me falla

Tal vez no vuelva a aparecer por aquí, en estos días. Acabo de leer el papelito que acompaña las pastillas que me recetó ayer el doctor. Es para aliviar un dolor. Un dolor en mi cuerpo... los otros, los del alma... En ese papelito dice que mi capacidad de atención va a disminuir, que mi capacidad volitiva me va a flaquear y que mi memoria se pondrá a renquear. No me dice cuál, si la de corto plazo, la de mediano o la muy rencorosa, la que no deja pasar ningún despecho. Mi memoria no es tan despechada. En realidad soy más bien muy propenso a echarme la culpa y a sonrojarme de vergüenza ajena.

Saben, no me sentiría obligado a venirles a hacer este tipo de confidencias, si no me hubiera enterado hace unos días que mis lectores regulares, que vienen por aquí a leer o dar una ispiada por si acaso he puesto algo nuevo, pues esos asiduos lectores son más de siete mil, menos una, si menos una que ya no viene y para quien escribo todo lo que escribo. Bueno, esta confesión tal vez sea efecto del Tretaqueséyoqué combinado al Apranaxparaquétesane. Porque al fin y al cabo que puede interesarle a mi lector, digo a los otros lectores que ella ya no venga por aquí. En la noticia médica no dice nada sobre si me voy o no a poner a delirar. Vean como me extravío, como pierdo el hilo. Sí, son siete mil que vienen por lo menos dos veces por mes. Bueno hay algunos que me visitan con mayor frecuencia. Quiero agradecerles, muy sinceramente.

Para los que se pregunten y cómo lo sabe, les voy a revelar un secreto. En realidad tengo un contador de visitas, que me informa en detalle la proveniencia y duración de las visitas. Consulto de vez en cuando estos datos. Un amigo, hace unos días, me dijo que podía hacer un cálculo estadístico para refinar la información. Como no sé nada de ese tipo de cosas, sólo que sirven para entretener la esperanza de los candidatos presidenciales y para justificar lo injustificable. Pues le envié todo un enorme paquete de datos. Me entregó lo que pudo exprimirle a las cifras.

No me atreví a preguntarle si esa ciencia cabalística podría tal vez informarme por qué ella ya no vuelve por aquí a leer lo que con todo mi esmero le escribo, estas cartas mías que le escribo con tanto cariño. Mis otros lectores quizá no se dan cuenta. Les cuento esto no para que me dejen solo con mi soledad, pues mi empeño, mi ahínco también es para ustedes, para todos ustedes. Así pues se han enterado que lo que leen más o menos desde hace un año y pico, va impregnado de toda mi sinceridad, que si hay traspiés, que si les dan ganas de contradecirme no es por falta de honestidad de mi parte, sino que no siempre podemos estar de acuerdo. Pero creo que esto es uno de los motivos que mi incitan a perseverar, este arduo aprendizaje de escuchar (leer) opiniones contrarias. Claro, a veces es imposible, por motivos que por el momento me parecen evidentes. No soporto el racismo. No soporto la calumnia y el insulto. Esto fue lo que me obligó a poner filtro a los comentarios.

Pensé, en vano, que mi amor propio, mi valoración personal iba a crecer al enterarme que no escribo en el vacío, que tengo lectores a quienes les interesa mi opinión. Cuando hace ya tres años abrí este espacio, me imaginé que lo haría para un puñado de amigos y con esa perspectiva andaba contento, muy campante, casi ufano. Ahora enterado que esto ya no es un espacio de intimidades, que tal vez los que vienen a leer toman muy en cuenta lo que escribo, me he sentido aterrorizado y he sentido que lanzar ideas y opiniones por aquí, constituye una responsabilidad que me siento obligado a asumir y que en vez de que se me infle mi pobre ego, debo resignarme a practicar la humildad.

Debo pues darme cuenta y tomar en cuenta mis limitaciones y mis debilidades, les prometo que voy a conducirme y obrar en acuerdo con ellas. Les confieso que me va a costar, no soy muy virtuoso. En realidad, hay mucha arrogancia en esto de lanzarse a opinar sobre esto y aquello. Lo digo así de esta manera genérica, pues tal vez exista algún tema en el que pueda sentirme capacitado a hacerlo.

Una vez, en El Salvador, un muchacho me preguntó por qué escribía. Le respondí como pude, ya no me acuerdo exactamente que lugares comunes le hilvané. Pero luego ya una vez terminada la letanía y recapacitando le dije que porque era pretencioso, que consideraba que lo que llevo en mi almita vale la pena mostrarlo.

Y vean que es cierto. Pues a pesar de que estoy en la incapacidad de poner atención, que me renquea mi capacidad volitiva y que mi memoria se me ha puesto flaca, que pierdo a cada rato el hilo, pues me he dedicado largamente a contarles cosas que no tienen mucha importancia. Me he puesto a escribirles esta carta a todos ustedes, en particular a una lectora, sí, a la misma que ya no viene, para decirles que tal vez deje de venir por aquí con mis escritos. Les pido que pongan mucha atención que he puesto un ‘tal vez’ que no es enfático. Les ruego me perdonen esta falta de pudor. Pero para mí la contradicción hegeliana, el concepto de democracia, la forma y materia del signo lingüístico, tienen valor solamente en la medida en que puedan servir para la vida diaria, para sacarnos de esta hondonada en la que estamos. Personalmente estoy metido en una hondonada muy mía, la que les he contado, la falta que me hace mi lectora favorita, en la que pienso cuando escribo. En la que pienso ahora en que la memoria me falla.

6 comentarios:

  1. Confieso que me preocupa, con sinceridad, lo que acabo de leer, en todos los aspectos que el escrito pueda contener. Tanto el de salud, como el de presencia... de verdad espero que sólo sea una exageración de mi resquebrajada cabeza.

    Saludos don Carlos de verdad espero que no sean más que mis delirios y que su salud y su presencia se mantengan como siempre.

    Alberto Enrique Chávez Guatemala

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  2. Anónimo9:29 p. m.

    Esas sus pastillas se parecen al whisky barato que suelo tomar...

    No se preocupe, pero eso sí: después del tratamiento le voy a recorder que me debe diez pesos.

    Que se mejore pronto Carlos

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  3. Estimado Alberto: Dejé de tomar esas pastillas. Por el momento voy mejor. Gracias. Creo muy sinceramente que si no hubiera leído el papelito, no me hubiese sentido tan mal... Claro, el dolor estaba ahí, intenso y largo. Parecía un fino cuerno que se me había clavado en la cintura y bajaba lentamente hasta el meñique del pie izquierdo. La analgesia está avanzando y mi memoria está volviendo muy rencorosa. Gracias, pues.

    Estimado jc: Gracias, por la rebaja. Pensé que te debía más... O esos diez pesos son parte de la cabuda para mi cajón...

    Un abrazo para los dos, bueno, dos abrazos. Hoy ando botarata.

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  4. Anónimo11:52 p. m.

    Espero sinceramnte que don Carlos no se auente de este blog particularmente porque disfruto mucho de sus escritos y especialmente a partir de la reciente contribución de JC en la que proponía a don Carlos un cambio de opiniones en torno a la dialéctica Hegeliana, Este es algo que me encantería leer con miras a esclarecer muchos aspectos del filósofo que don Carlos dió a entender que muchos conocen como "ëscuro".
    Con un atento saludo y mis respetos y deseo por su bienestar,
    Quijo-t

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  5. Anónimo12:30 a. m.

    Carlos, lo que dicen los papelitos de las medicinas no deben asustarte, son nada más una precaución que toman los laboratorios farmaceuticos para evitar que luego les caigan encima ejércitos de abogados en el caso de que, después de tomar una aspirina, a un fulano se le extravien las llaves de su casa. Por otra parte, el hecho de que tus amigos sólo de vez en cuando aparezcan y opinen no debe preocuparte. Hablas mucho de la realidad salvadoreña, y yo, como francés, no tengo por qué meterme en el debate, aunque me interesa ser observador del debate. En cuanto a la que no te lee... entiendo que te duela, pero qué le vamos a hacer, tal vez ya no PUEDE leerte, no creas que ya no QUIERE hacerlo. Y date cuenta Carlos, aunque ella esté ausente, ¿no te parece que todos tus lectores reunidos, al fin y al cabo, somos más "sexy" que ella? Un abrazo fuerte. Thierry

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  6. Anónimo2:57 a. m.

    Jajajajajjajajaj Éste Thierry (por segunda vez) me ha hecho morirme de la risa... Jajajajaja Soy su fan!!! jajajajajja

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