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10 enero 2008

La libertad y el comercio de la carne

Por Carlos Abrego

Desde hace cierto tiempo me trotan en la cabeza algunos temas que me gustaría abordar en estas páginas. Uno de ellos es la libertad que promueven los pensadores liberales y que esgrimen como estandarte nuestros gobernantes, promoviéndola como su principal tema de campaña electoral. La libertad en la boca de nuestro presidente, Elías Saca, es mera coartada. Durante la primera mitad de su mandato, bajo su impulso, la asamblea ha aprobado leyes que sistemáticamente ponen en peligro las libertades públicas y han agravado en sumo grado las penas de cárcel, a pesar de tener saturadas todas las bartolinas. Nuevas leyes que convierten en delito formas de protesta callejera, con penas que intimidan y pretenden sembrar miedo y terror. Se trata de golpes asestados a la libertad de expresión de opiniones y pensamientos. Aquí cabe simplemente protestar y denunciar la patraña de los dirigentes de ARENA.

Otro de los temas es algo que va ligado al concepto de libertad que promueven los liberales, me refiero al consentimiento. En los últimos años poco a poco las legislaciones de la mayoría de países vincula la violación a la simple ausencia de consentimiento de la víctima. Se trata de un indiscutible adelanto, pues ya no se considera el uso de la violencia para forzar a una mujer o a una menor a consentir a un acto sexual la condición del delito. También es violación el acto sexual consentido bajo la amenaza y la sorpresa o el uso de la autoridad moral. Son muchas las nuevas figuras del vicio al libre consentimiento.

El asunto que me gustaría abordar es justamente la absoluta relatividad de esta libertad del consentimiento. Pues la figura que se presta para ensalzar esta libertad es la prostitución. No me voy a referir ni a la trata masiva de blancas, ni al comercio sexual infantil. Me refiero a la prostituta mayor. La que ejerce lo que muchos se obstinan en llamar el "oficio más viejo del mundo". Esta mujer entra según los liberales en el cumplimiento de un contrato libremente consentido, ella alquila su cuerpo por una retribución. Se trata pues de un libre consentimiento, del ejercicio de su libertad, de esa libertad que le permite entrar en el mercado.

Lo problemático en defender la prostitución basándose en el consentimiento, es que al hacerlo, por lo general, no se toma en cuenta las condiciones reales y concretas al interior de las cuales la prostituta ha ejercido su elección. Se ignora también el fenómeno de la dominación y de las relaciones económicas. Al ignorar las condiciones concretas que han conducido precisamente a la elección de poner en venta su cuerpo, se piensa la libertad de manera abstracta. Es como si se tratara de una persona que define sus objetivos y establece fríamente los medios para alcanzarlos. Este es el famoso homo oeconomicus del liberalismo, que piensa que la vida económica es una simple y constantemente renovada puesta en marcha de contratos libremente consentidos.

La autodeterminación puede, en determinadas condiciones, aumentar la opresión de los más débiles y fortalecer el poder de los más fuertes, todo depende de las condiciones de vida particulares de cada caso. Al hacer de la prostitución un medio entre cualquier otro por el cual se expresa la autonomía y el consentimiento es pensar que esta "libertad de prostituirse" se integra perfectamente al interior de la lógica en la que todo intercambio se organiza según las leyes económicas. En un sistema como este, los hombres son cosificados e imitan las relaciones entre las cosas, a través del sometimiento progresivo de todos al mecanismo: deseo/satisfacción, del nuevo deseo hacia una nueva satisfacción, etc. Lo efímero de los deseos y de su satisfacción se acopla perfectamente a la trampa publicitaria que nos inculca que nuestro deseo es libre y su satisfacción obligatoria. Se trata del frenético modelo del mercado, que es presentado como el súmmum de la libertad.

Forzadas por las circunstancias

Es posible que la elección de convertirse en prostituta sea una opción racional, es posible asimismo que es real el derecho de disponer de su cuerpo según su propia voluntad. Pero al mismo tiempo detrás de estos conceptos de libre consentimiento y de libertad se esconden muchas situaciones extremadamente complejas. Una prostituta muy raras veces opta por ganarse la vida alquilando su cuerpo como un agente racional. Por lo general se trata de opciones forzadas por las circunstancias.

Es cierto que existen mujeres que declaran haber optado libremente por la prostitución. Pero generalmente lo que quieren significar es que nadie las ha forzado, que no hay nadie que las explote, que no las ha obligado ningún proxeneta. Estos decires hay que tomarlos con mucho cuidado y no convertirlos en declaraciones que defienden ese modo de ganarse la vida. A veces se trata pura y llanamente de una justificación a posteriori de una decisión muy dolorosa y humillante.

Quiero aclarar que no estoy condenando de ninguna manera a las mujeres que se dedican a este comercio. Mi enfoque no es moralista. Aunque si defiendo posiciones éticas. Por supuesto que estoy de acuerdo que es necesario defender a las prostitutas de cualquier abuso y sobre todo de los proxenetas de ambos sexos. Pero no puedo aceptar que se pretenda dignificar esta actividad cambiándole el nombre por un eufemismo, como el que nos ha llegado del norte, "trabajadoras del sexo". La palabra no cambia en nada la realidad de la cosa.

Este concepto de libre consentimiento reduce a la opción individual el ejercicio de la libertad. En definitiva el sistema se defiende muy hábilmente pues siendo responsable de las circunstancias en que los individuos se encuentran, vuelve responsables a las víctimas del sistema. En los tiempos de Charles Dickens, los ideólogos del capitalismo industrial, excusaban a los explotadores de niños, aduciendo que nadie los había obligado a venir a los talleres industriales, ni bajar a los pozos de las minas de carbón. Asimismo y por consecuencia dotaban a los niños de la libertad de contratar, de consentir a su propia explotación, además de dotarlos del uso total y completo de discernimiento.

Esta concepción de la libertad es la misma que piensa posible abstraerse de la necesidad y de la causalidad, de las leyes que gobiernan el mundo. Se trata de una concepción de la autonomía del individuo respecto al mundo, ser libre es escaparse de las determinaciones naturales o históricas.

La necesidad y lo posible

Cuando el individuo comienza a tomar consciencia de sí mismo, encuentra ya en su interior, dentro de sí, el resultado interiorizado de sus relaciones con el mundo exterior, tanto natural como social. Este resultado no tiene de manera visible y evidente las trazas de todo el proceso que le dio luz. Se trata del periodo de apropiación psíquica del mundo de objetos y relaciones en el que todo niño se transforma en una personalidad desarrollada. Esta exterioridad objetiva resulta ocultada por la interioridad adquirida y es la que da la ilusión de la absoluta autonomía individual y la que nos aparece como si fuera la primera en el orden de las cosas.

Las relaciones reales que mantiene un individuo son su riqueza intelectual o como lo expresan los fundadores de la dialéctica materialista: "la verdadera riqueza intelectual del individuo depende por entero de la riqueza de sus relaciones reales". Estas relaciones reales aparecen como el resultado de la libre voluntad del individuo, aunque esta consista únicamente en dominar más o menos la contingencia de sus condiciones de existencia, de sus relaciones personales en el cuadro necesario de las relaciones sociales en las que le ha tocado vivir. Esta apariencia es mucho más tenaz que no se trata de una simple ilusión de la consciencia, sino que se trata de una inversión psicológica real.

No obstante no son solamente las formas psicológicas de la consciencia que se invierten, sino que también su contenido. Mientras las contradicciones profundas de una formación social no aparecen con fuerza, su base material, como la expresión política y teórica son escasamente desarrolladas, su efecto en el modo de vida y de la consciencia de los individuos, no puede fácilmente ser identificado como el reflejo subjetivo individual de las contradicciones históricas objetivas. Es el individuo quien aparece, incluso para sí mismo, como fuente autónoma de sus valores, de su crítica, de su insatisfacción ante la sociedad en la que ya no se reconoce más, pero tampoco advierte las fuerzas y las formas de una sociedad nueva y diferente.

Es esta consciencia la que hace creer que es por opción personal, individual que la prostituta opta por vender su cuerpo. En realidad las condiciones de su existencia no le entregan el extenso abanico de posibilidades para el desarrollo de su personalidad, para tener otro modo de enfrentar la vida, otra manera de procurarse los necesarios objetos para reproducir su vida y la de su familia. Me estoy refiriendo a esas cosas tan necesarias para la existencia como son la comida, el techo, la ropa, etc. ¿Cuál es la capacidad real de otra opción para estas mujeres?

Para que no se me entienda mal. No estoy diciendo que esta mujer no tiene otras opciones, ni que su circunstancia la conduce ineluctablemente al comercio de su carne. Lo que digo es que ella se ha visto obligada, se ha visto en esa necesidad. Su consentimiento es pues una necesidad de las circunstancias.

Algunos se van a apresurar a rebatirme arguyendo que no todas las mujeres en esas circunstancias se prostituyen. Esto es cierto. Pero las que no se prostituyen tampoco son libres de sus circunstancias, sus opciones son igualmente restringidas y el modo de vida seguirá siendo muy precario y sin salida.

Lo que quiero decir es que estas mujeres o estos hombres que se prostituyen lo hace a causa de y no en vista de. No creo que ellas o ellos supongan ese comercio como un ideal que haga florecer su personalidad, que les dé las condiciones nuevas de una actividad creativa y creadora.

7 comentarios:

  1. Un análisis maravilloso. Una mezcla perfecta de objetividad y sensibilidad social.

    Mis más sinceras felicitaciones don Carlos.

    Saludos
    Alberto Enrique Chávez Guatemala

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  2. "...Pero las que no se prostituyen tampoco son libres de sus circunstancias, sus opciones son igualmente restringidas y el modo de vida seguirá siendo muy precario y sin salida..."

    El punto es ¿Qué tan restringidas? ¿Hasta el punto de anular su libertad? Que la influyen, la influyen, pero si no la anulan siempre hay libertad.

    En todo caso estoy plenamente de acuerdo con su acertada crítica de la visión mercantilista liberal de la prostitución. Hay más ética de por medio de lo que los anteojos ideológicos de algunos liberarales pueden percibir.

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  3. Anónimo7:38 a. m.

    En general,estoy de acuerdo con tu planteamiento. Planteamiento que admitiría cierta sociología y cierto pensamiento liberal.

    La misma sociología burquesa admite que el individuo es resultado de una socialización.

    Hay toda una zona del pensamiento liberal que admite que las opciones individuales se hayan condicionadas por la forma en que la sociedad distribuye sus recursos. Ese desiquilibrio previo, de partida, abre más opciones para ciertos individuos que para otros. Aquí ya no tenes un sujeto abstracto.

    Te digo esto porque no puede hablarse del liberalismo en general. Hay una zona del liberalismo, el de izquierda, que entabla diálogo con el pensamiento marxista. Te quiero decir que no es un individualismo filosóficamente ingenuo.

    ¿Cómo podría resolver el problema de sujeto, el de la libertad, el de la responsabilidad individual,un pensamiento jurídico de naturaleza marxista?

    En caso de delito, por ejemplo, el que comete un ratero. Vos podes tener conciencia de que ese ratero es el producto de una larga y desgraciada historia de pobreza y desestructuración familiar,pero tenes que responder a las exigencias de reparación de la víctima del robo y tenes que enfrentarte al hecho de que el robo está tipificado como delito.
    La jurisprudencia moderna es conciente del condicionamiento social, pero funciona con el principio de la responsabilidad del individuo.Porque tiene conciencia de la importancia de lo social y lo biográfico en el comportamiento, los puede admitir como atenuantes y se puede plantear, aunque sea téoricamente, la reinserción del delincuente.

    En las sociedades individualistas siempre ha existido una conciencia del papel que desempèña "lo social" en las elecciones y comportamientos individuales. En La novela se puede confirmar lo que digo. En "A sangre fría" Truman Capote cuenta la historia de un asesinato y termina contandote la desgraciada historia de los asesinos. Uno de ellos tuvo una madre alcoholica, un padre sin oficio, dos hermanos que se suicidan,etcétera. Aquí hay conciencia de que las acciones individuales, aun siendo personales y autonomas, tienen detrás una ramificación social. Y Truman Capote,el narrador, no era Marxista.

    Creo que para elaborar un esquema más complejo del problema de la problemática autonomía del sujeto habría que hacer un balance de la polémica que se ha librado hasta hace poco entre el liberalismo comunitarista y el liberalismo en su versión más dura.

    Hay liberales (los comunitaristas) que estarían de acuerdo con ciertos pasos de tu razonamiento. La objeción que te pondrían es que postulas "una versión tan fuerte" del condicionamiento social que corres el peligro de volver invisible al sujeto. La autonomía abstracta es tan problematica como un modelo teórico de sociedad sin sujetos individuales.

    Álvaro Rivera.

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  4. "...La autonomía abstracta es tan problematica como un modelo teórico de sociedad sin sujetos individuales...."

    Sin variar mis posiciones originales, suscribo los atinadísimos comentarios de Álvaro

    Saludos

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  5. Alvaro, JC:

    Voy a responderles con más despacio y mayor amplitud dentro de unos días.

    No obstante me gustaría saber cuál de mis formulaciones les ha conducido a pensar que niego la existencia de individuos o sujetos en la sociedad. Por el contrario, me parece que he abogado por que el individuo se tome en cuenta dentro de su situación concreta, es decir, para mí no existe "el individuo" frente a la sociedad, un individuo abstracto, sino que me refiero al individuo concreto dentro de todas sus determinaciones concretas. Estas determinaciones concretas que son tanto biológicas, como psíquicas (sociales, culturales, familiares, etc), no lo reducen a un prototipo. Tampoco pienso que estas determinaciones, hagan desaparecer todo el juego de los posibles. Entonces la necesidad sería un determinismo absurdo. Por el momento esto es lo que les respondo, pero voy a volver. Es cuestión de tiempo y disposición.

    Les agradezco, como siempre, sus comentarios y la visita.

    JC: La libertad es algo que se conquista dentro de las circunstancias, por la toma de consciencia de esas mismas circunstancias y por el conocimiento racional de los posibles. Engels escribe en el Anti-Dühring: "La libertad no consiste en una soñada independencia respecto a las leyes de la naturaleza, sino que en el conocimiento de esas leyes y en la posibilidad dada por ello mismo de ponerlas en marcha metódicamente para fines determinados. ... La libertad de la voluntad no significa por consiguiente otra cosa, sino que la capacidad de decidir en conocimiento de causa. Por consiguiente más el juicio de un hombre es libre sobre una cuestión determinada, más grande es la necesidad que determina la tenor de este juicio...". Por desgracia no tengo el texto en castellano y he tenido que traducir del francés. Espero no le cause mucho entuerto al pensamiento del amigo de Marx.

    Alberto: Gracias por tus siempre amables palabras. Y es cierto la preocupación por los hombres debe ser una de nuestras constantes.

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  6. Anónimo6:26 p. m.

    La tesis del individuo no ante,sino que dentro de la sociedad, del individuo concreto en una sociedad concreta, fue interpretada de forma trágica por el estalinismo.

    Al ser la sociedad la variable explicativa y la fuente del valor, el estalinismo veía al individuo y su esfera de autonomía relativa como un elemento contrapuesto a la clase social y al Estado.Debía subordinarse a ellos y volverse invisible. Las interpretaciones individuales debían someterse a las interpretaciones del partido y del máximo lider. Ser individuo podía ser peligroso ahí donde había un monopolio de la opinión pública. El estalinismo es una muestra de que dentro del marxismo han existido corrientes que han negado ciertos margenes irrenunciables de la libertad personal.

    Por eso no basta con decir que se comprende al individuo concreto en una situación concreta, porque en algunos casos esas situaciones concretas (la clase proletaria y el Estado que la representaba)aplastaban y desvalorizaban al individuo concreto y lo despojaban de entidad y valor. Se dice que el Marxismo no ha desarrollado una teoría compleja de la política (al menos de lo político en el modo de producción capitalista).Habría que hablar también de una teoría de la política en lo que fue el socialismo real. Bien, el marxismo elaboró una teoría política desde las perspectiva de las clases sociales, pero no la desarrolló desde ese plano en el que la política entra en relación con los individuos. Ese punto teórico y axiológico ciego explica de alguna manera el hecho de que Stalin suprimiese y sancionase la libertad de opinión individual y que sólo permitiese la opinión que acataba las directrices del partido y de su máximo lider.

    No solo el liberalismo dogmático contrapone el individuo a la sociedad, también un marxismo dogmático como el de Stalin contraponía la sociedad al individuo y así lo aplastaba.

    Las carencias de cierto liberalismo no deben hacernos olvidar las carencias de cierto marxismo.

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  7. Anónimo:

    Una de las desgracias más grandes que ocurrieron en el siglo XX es justamente la dictadura estalinista. Y una consecuencia de su existencia fue una esquematización abominable del marxismo. Mucha gente no leyó a Marx y a Engels. Se contentaron con leer la caricatura, lo que venía en los manuales. Y fue eso lo que sirvió para muchos de referencia, de única referencia. Pero la caricatura no sólo se produjo en Rusia, se multiplicó en otros países.

    Justamente la negación del individuo, su supeditación al partido, su sumisión a un Estado dictatorial coartaba el pleno desarrollo de la personalidad, que es uno de los objetivos de la sociedad a la que aspiraban los revolucionarios del siglo XIX e inicios del siglo XX.

    Esta deformación fue trágica no sólo para los rusos (soviéticos, en general), sino que también para otros pueblos. Y la manera en que se impuso ha causado aún otro mal, que ahora los argumentos que se avanzan a partir de los textos de Marx y Engels, no se toman por lo que son, sino que siempre se les asimila a esa abominable deformación.

    Estoy de acuerdo con vos, es necesario rectificar mucho, corregir, retomar, analizar, desarrollar. Y sobre todo no creer en absoluto que la verdad está siempre de un lado y que se trata de una verdad unívoca y siempre estable, eterna. Una de las grandes dificultades de nuestro pensamiento es que no tenemos en cuenta que los conceptos no son entidades aplicables en todo lugar y en todo momento, como si fueran llaves maestras, sin tomar en cuenta los cambios constantes que ocurren en el mundo y en el conocimiento.

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