El semanal El Faro publicó no hace mucho un artículo sobre un caso muy
curioso ocurrido en la Secretaría de Cultura, curioso y al mismo tiempo
peligroso. El peligro no es ahora de vida o de muerte, pero si del nivel
ideológico de algunos miembros del partido en el gobierno. Comento esto porque
dejarlo pasar me parece dañino para la incipiente democracia salvadoreña y porque
despierta trágicos fantasmas del pasado. Aquí mismo, en este blog, publiqué
algo sobre el “caso Lysenko”, caso extremo del dogmatismo estaliniano, pero
este dogmatismo persiste, sigue activo en muchos partidos y organizaciones de
ambos bandos.
El hecho es sencillo, un grupo de funcionarios de la Secretaría de Cultura,
entre los que se encontraba Eunice Payés, considerada como “designada” a ser la
vice-ministra, se reunió para “conspirar” contra el titular de la Secretaría y
tal vez futuro ministro. Los detalles los pueden encontrar en el semanal. En esa
reunión escribieron una carta que dirigieron a la diputada Lorena Peña en su
calidad de jefa del departamento de cultura del FMLN. En la misiva le pedían a
la diputada la destitución de Ramón Rivas, porque aislaba a los reunidos, por no
cumplir con la agenda establecida y por dejarse influenciar por sus más
cercanos colaboradores, tres “areneros”. El grupo deseaba “recuperar las
riendas” de la Secretaría de Cultura.
Esta pequeña escena de “caza de brujas” no se puede dejar pasar sin un
debido análisis. El hecho mismo que empleados puedan reunirse para conspirar
contra su jefe inmediato, escribir una carta a una persona ajena a la
Secretaria, ajena doblemente pues no tiene pito que tocar en una de las
Secretarías de la Presidencia y ajena pues ni siquiera es parte del Ejecutivo.
Claro su pertenencia al partido en el gobierno, su cargo de jefa del
departamento de cultura de su partido se podía presentar como suficiente como para
que ella interviniera. Si hay algo válido que enunció Mauricio Funes y en parte
cumplió fue la separación entre el Estado y el partido político. Con ARENA se
dijo y así fue entonces, el partido y el Estado se habían confundido hasta tal
punto que no se sabía trazar fronteras y el Estado era usado como propiedad del
partido.
Esta confusión fue lo más corriente en los países del Este europeo y en
otros países totalitarios. No tenemos mayores indicios de que el FMLN tenga
intenciones de acaparar los puestos y quiera convertir al Estado en su
propiedad. Al contrario le abren las puertas a algunas connotadas
personalidades de derecha y lleva adelante reuniones de negociación con jefes
de los partidos de derecha.
El episodio al que me refiero es grave, pues un alto funcionario sigue aún
rodeado de los que querían darle un zancadillazo
con la ayuda a la diputada. La acusación de “arenero” les aparece como
suficiente para descalificar a sus colegas. Esto pasa en una Secretaria donde
se trata de los asuntos culturales, en los que la libertad de creación es
primordial, en donde no se puede dejar imposiciones que no sean las de la
imaginación y la fantasía de los artistas.
Roque Dalton, antes de ser asesinado, sufrió exilios y cárceles por asuntos
ideológicos, por su poesía subversiva y revolucionaria y esto mucho antes de la
guerra, muchos otros tuvieron que exilarse y esto desde los años treinta del
siglo pasado. No hablemos de los tantos y tantos artistas muertos fusilados y
desterrados por el régimen estaliniano y otros de igual calaña. Después de
estas tan dolorosas experiencias que llevaron a tomar posiciones de protección
a la libertad de creación, no se puede dejar pasar lo ocurrido en la Secretaría
de Cultura, como algo anodino, como un episodio sin mayor transcendencia. En el
país la intolerancia ideológica es grande, no discutimos con argumentos, sino
que con epítetos descalificadores, uno de ellos es “arenero”. Esta actitud se
ha vuelto corriente, se ha vuelto hasta suficiente para no prestar atención a
la crítica de las políticas gubernamentales. ¿Podemos dejar que este mismo
epíteto sirva para descalificar a las personas que estorban para realizar nuestras
concepciones en el arte o peor a nuestras pretensiones arribistas?
Hay que esperar que la diputada Lorena Peña aclare todo lo sucedido y que
reafirme el principio de la separación del Estado y del partido.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Todo comentario es admitido. Condiciones: sin insultos, ni difamaciones.