La promesa electoral se convierte en medida gubernamental inmediata, es decir, promesa ante-cumplida. Señalemos que el presidente con la misma forma irresponsable que ha gobernado, gastando en publicidad sin medir y endeudando al país descomedidamente, retoma la proposición y no sabe cómo va a financiarla. Y aquí se habla de nuevo del impuesto a las llamadas que lleguen del extranjero (nueva vaca lechera, da para los buseros y para lo que se les vaya ocurriendo), tal vez dicen saquen el pisto del ahorro presupuestario que iba a servir para ayudar a la agricultura en crisis... El dinero ya lo van a encontrar... esperemos. Pero salta a la vista que ha sido una improvisación de Saca. Pero el aumento del salario mínimo de los empleados del Estado no se puede pensar sólo para un presupuesto, pues se trata de un nuevo gasto permanente, lo mismo sucede con las pensiones.
Es así que han gobernado, improvisando. Tan malos han sido los gobiernos areneros que Ávila no tuvo problemas para llenar su recetario de promesas. Y promete mejorar la escuela, dinamizar la agricultura, darle una vivienda decente a todos, mejorar las condiciones de vida en el campo, etc. La lista de promesas es larga. Saca nos advierte que el programa de Ávila es la continuación de su gobierno, que Ávila no rompe con su acción. Seguiremos pues teniendo spots publicitarios presidenciales.
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