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30 abril 2007

Reforma o revolución


Por Carlos Abrego

Recientemente en Raíces (enlace en la lista), el estudioso nicaragüense Andrés Pérez Baltodano planteó toda una serie de cuestiones relacionadas a la solución de los problemas sociales y económicos de los pueblos centroamericanos, dentro del marco del sistema democrático burgués y en el cuadro de la mundialización neoliberal. La manera de plantear los problemas es clara, las respuestas que esboza merecen una discusión seria. Su mérito principal es la manera sin tapujos de plantear los problemas, cosa rara en nuestros días, además, por supuesto, de adelantarnos su manera de considerar estos asuntos. No pretendo replicar uno a uno los problemas que nos ha planteado, me voy a referir a uno que me parece crucial: se trata de la disyuntiva que plantea ¿reforma o revolución?

Escojo este problema entre tantos pues me parece que en él se cifra el resto. Aquí mismo, en Raíces, en otro artículo Néstor Kohan reproduce una frase de Roque Dalton: “Cuando usted tenga el ejemplo de la primera revolución socialista hecha por la «vía pacífica», le ruego que me llame por teléfono. Si no me encuentra en casa, me deja un recado urgente con mi hijo menor, que para entonces ya sabrá mucho de problemas políticos”.

Parto de esta cita puesto que, de cierto modo, también resume una posición que era además de un límite, una línea divisoria en el movimiento comunista. Cismas y excomuniones tuvieron lugar en el siglo pasado: quien supusiera el más mínimo avance hacia el socialismo sin pasar por la lucha armada era considerado, un poco más, un poco menos, como un traidor. Aunque parezca increíble también en El Salvador ocurrieron estos cismas y estas exclusiones a causa de esta posición que desvirtuaba la posibilidad de ser revolucionario, si no se consideraba la necesidad de las armas, de la insurrección.

Nuestro presente, es decir, el periodo que vivimos es posterior a una guerra que no desembocó en la revolución, sino que en un Tratado de Paz, que no se cumple, pero que permite con muchas limitaciones participar a la vida política nacional a los partidos de izquierda y que pueden postular por asumir las riendas del gobierno. En El Salvador, el FMLN ostenta un grupo parlamentario que por su número puede intervenir para bloquear algunas medidas del partido en el poder. El FMLN dirige municipalidades importantes, entre ellas asume el gobierno municipal de la capital. El FMLN, en el primer artículo de sus estatutos, se declara: “Partido Político democrático, revolucionario y socialista”.

El concepto de revolución

La pregunta que está planteada es ¿qué se entiende por revolución en las circunstancias actuales en El Salvador? El FMLN se sabe ha renunciado a la “vía armada” y no existe ningún motivo que justifique poner en duda su sinceridad. ¿Pero realmente existe contradicción entre declararse “revolucionario” y el hecho de haber renunciado a acceder al poder por “la vía armada”? Y si vemos que el FMLN se declara también partido “socialista”, no cabe duda que la revolución que persigue es socialista. Pero el camino que ha elegido para esta revolución es un camino democrático, es la “vía electoral”, la famosa y vilipendiada “vía pacífica”.

Si reflexionamos con justeza, se trata del concepto de revolución al que hay que escudriñar de nuevo a la luz de la situación nacional e internacional. No voy a ocultar que durante muchos años personalmente, me costaba admitir la posibilidad de que se pudiera considerar un pasaje pacífico hacia el socialismo en nuestros países. Pero asimismo puedo jactarme de que nunca me obcequé en esta posición y nunca apostrofé con el dicterio de “revisionistas de derecha” a los que admitían la posibilidad de la vía pacifica. El golpe de estado planeado por Kissinger y ejecutado por Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende vino a consolidar nuestra convicción de que la única vía era la armada y se aferró en nosotros la desconfianza en la revolución pacífica.

No obstante, ahora ante el desprestigio y la derrota de la solución socialista soviética y la agresividad del imperialismo norteamericano, que se siente con las manos libres, aun más que antes, para agredir a los pueblos e impedir que tomen un rumbo que difiera del que imponen los grandes monopolios y las grandes organizaciones financieras, como el FMI y la Banca Mundial, ante esto ¿acaso podemos simplemente resignarnos y esperar que el tiempo pase y dejar que la revolución sea apenas un lejano objetivo? Esta tentación es grande y muchos la asumen.

Lo precario en la sociedad salvadoreña

Pero nuestros problemas son inmensos, la vida de los salvadoreños es precaria, el país no le ofrece ningún futuro a las nuevas generaciones, las condiciones de vida se agravan y socialmente vivimos en una crisis permanente y el descontento crece entre los trabajadores y sus familias. El régimen se siente en peligro y recurre a medidas despóticas, como la ley “anti-terrorista” que limita las libertades públicas y que en realidad constituye un arsenal represivo contra los trabajadores. No hay actividad social en nuestro país que no se presente contaminada por la precariedad, la escuela pública no le da cabida a todos los niños que necesitan educarse y aprender; la calidad misma de estos estudios, en los locales precarios en que se imparte y con los pocos medios no deja de ser insuficiente y de mala calidad. Hay que decirlo también que la preparación de los profesores tiene enormes carencias. Esto va desde las escuelas parbularias hasta la Universidad. El trabajo, para los que tienen este “privilegio”, no le permite a la gran mayoría obtener los medios que sirvan para satisfacer convenientemente las necesidades de vestimenta y alimentación de toda la familia. Los que trabajan saben perfectamente que existe un ejército de desocupados, dispuestos a ocupar su lugar en cualquier momento. Los desempleados han perdido toda esperanza, no tienen ni siquiera la ilusión de resolver sus problemas por el destierro. ¿En qué consiste el solaz de los salvadoreños, de la mayoría de salvadoreños? Pues ver programas de televisión de pésima calidad. La salud es un bien muy preciado en todo el mundo, en nuestro país, es un privilegio. Curarse no es accesible para todos los salvadoreños, por su costo y la falta de estructuras. No existe una cobertura social para todos los trabajadores, para sus familias. Los ancianos no gozan todos de una pensión que les permita terminar sus años de manera digna, sin ser una carga para sus familias. Esta lista se puede alargar indefinidamente. Al mismo tiempo sabemos que el trabajo de los salvadoreños sirve para que un puñado de explotadores acumule fortunas.

Esta situación puede cambiar, hay que cambiarla y para ello es urgente y necesario enfrentar al capital y a sus aliados internos, como externos. Es posible que los salvadoreños podamos darle a nuestros hijos la educación y la preparación profesional que se merecen. Esto es posible, repito. Es posible tener un Servicio Público de Salud que permita a todos los salvadoreños acceder a un servicio médico de calidad y a medicamentos debidamente controlados y a bajo precio. Es posible tener en nuestro país un Servicio Público de Vivienda que construya alojamientos confortables en la ciudad, como en el campo. Una vivienda confortable es la que tiene suficiente espacio para todos los miembros de una familia, con luz eléctrica, agua potable, etc. Todo esto es posible y mucho más. Dada la situación actual, tanto política como económica, es imperioso que se produzcan cambios radicales en el país.

Las formas de la revolución

Veamos ahora de qué revolución estoy hablando. Como dije ya arriba históricamente acabamos de salir de una guerra, nuestro pueblo sufrió mucho durante ella y lo que se consiguió ha sido tan poco, que aunque la situación que nos condujo a iniciar la guerra no solo persiste, sino que se agrava, pienso que la perspectiva de un levantamiento no se volverá a plantear en nuestro país por mucho tiempo. No obstante para salir de la situación que tenemos, urgimos de una revolución. De ahí la pregunta que he planteado arriba: ”¿qué se entiende por revolución en las circunstancias actuales en El Salvador?”

En primer lugar es natural que surja la pregunta ¿acaso es posible una revolución pacífica? ¿No se contradice con esto al marxismo? Según la idea clásica, la revolución es un acto repentino y violento a través del cual el pueblo destruye todos los obstáculos que se le ponen de por medio, en su camino hacia la emancipación. ¿Pero este concepto de “revolución por la vía pacífica” es creíble? Aquí hay que recordar la irónica frase de Roque Dalton. Aún no tenemos ningún ejemplo del pasaje pacífico al socialismo, sin hablar del derrumbe de todo el sistema del “socialismo real”. No obstante su inexistencia no es un argumento en contra de su posibilidad, no se puede desechar así porque sí sus principios.

Demos por admitido la posibilidad de un pasaje pacífico y democrático hacia el socialismo, no obstante surge naturalmente la cuestión que muchos se plantean y que aborda en su artículo Andrés Pérez Baltodano, no estamos acaso borrando con este presupuesto las diferencias entre el “reformismo” y la “revolución”, entre la social-democracia y el movimiento revolucionario, de nuevo nos encontramos en el límite, en la frontera teórica y práctica entre entre “reforma o revolución”, entre las dos actitudes opuestas respecto a la realidad política y económica.

La revolución implica una inversión resolutoria de contradicciones, implica mucho más que los cambios que pueden ocurrir en el transcurso de una evolución. Esta oposición manifiesta una diferencia esencial entre lo que ocurre en un cambio evolutivo y lo que ocurre a través de los cambios revolucionarios. La revolución es un concepto central de la práctica social y política. Esta inversión resolutoria de las contradicciones nos remite sin duda alguna a la dialéctica, se trata de un pasaje a lo otro que se realiza en la destrucción (superación) de su negación, el cambio es cualitativo.

El salto cualitativo

Llegamos aquí a un momento crucial del análisis. Durante mucho tiempo se ha usado y abusado del término “salto cualitativo”, que ha sido el que le ha imprimido al concepto de revolución la connotación de violencia y de la obligatoriedad de tomar la forma de un cambio brusco. Se trata de décadas en que la constante repetición de un postulado, que no es del todo exacto y en absoluto marxista, lo convirtieron en indiscutible dogma. Muchos ignoran que el argumento principal de la brusquedad del cambio revolucionario reposa en un ejemplo dado por Stalin y una deducción errada. Stalin da el ejemplo del “agua que hierve y se evapora a cien grados” que convierte en un principio universal de la dialéctica al que tiene que someterse toda la práctica. El “salto cualitativo” se convierte en una “ley del desarrollo” y “por consecuencia para no equivocarse en política hay que ser un revolucionario y no un reformista”. Esta deducción trata de imponerle a los procesos concretos una forma a partir de un enunciado filosófico (algo así como el Espíritu hegeliano que se realiza en los procesos concretos), pero también el contenido de la deducción es falso ya que existen cambios cualitativos graduales. El agua misma se evapora sin necesidad de hervir. ¿Acaso podemos deducir de este hecho que “para no equivocarse en política hay que ser reformista y no revolucionario”? Se trataba de darle un aval filosófico al dogma de la forma violenta de toda revolución, convirtiendo al salto cualitativo en una ley universal.

El historiador francés Albert Soboul, gran especialista de la Revolución Francesa, nos describe en detalle lo que el llama la “revolución jurídica” que se inicia el día 23 de junio de 1789 y que conducirá a la proclamación de la Asamblea nacional constituyente. Todo este proceso que ponía “la autoridad del rey bajo el control de los representantes del pueblo”. Esta revolución “se acababa sin recurrir a la violencia”. Es el rey y la aristocracia que recurre a la fuerza para someter a la obediencia al Tercer estado. La víspera del día en que Luis XVI le ordena a las órdenes privilegiadas de concurrir a la Asamblea nacional, él mismo decide llamar y reunir alrededor de París y de Versalles a 20 000 soldados. La intención de la Corte era disolver la Asamblea. Es en estas circunstancias que entra en la escena el pueblo. La monarquía agonizante es la que provoca las grandes jornadas revolucionarias, entre ellas la del 14 de Julio.

Si tomamos por separado la resolución de una contradicción constatamos siempre que existe un límite, un borde, a partir del cual la acumulación cuantitativa produce un cambio cualitativo. Existe siempre pues de manera virtual la posibilidad del salto brusco en un proceso social. Pero en los procesos reales existen un sinnúmero de individuos, ya sean partículas, personas o relaciones sociales. Al considerar el todo real y concreto, el conjunto de todos los elementos, el cambio cualitativo global, resultado de todos los cambios elementales, es un fenómeno estadístico del cual puede estar ausente toda simultaneidad y no producirse el salto brusco global. La revolución no es solamente el asalto a un palacio, puede ser el momento definitivo que da la victoria, pero esta se ha obtenido por la acumulación de diferentes momentos. Pero incluso esta victoria, la toma del palacio, no constituye en sí la revolución misma. De la misma manera que ganar las elecciones presidenciales no garantiza ningún cambio cualitativo en los procesos sociales del país. La revolución social es una secuencia de cambios cualitativos parciales.

La correlación de fuerzas

Es innegable que el momento brusco global puede producirse, por efecto de un obstáculo externo o interno que bloquee el proceso de los cambios cualitativos, que obstruya el desarrollo de la secuencia revolucionaria, en el ejemplo que he citado de la Revolución Francesa, la felonía de Luis XVI provocó la toma de la Bastilla por el pueblo en armas. La violencia es la forma clásica que toma la revolución frente a enemigos fuertes. No obstante la violencia no es la esencia de la revolución, en situaciones determinadas la capacidad de reacción del advesario se neutraliza, su capacidad de obstruir el proceso se ha debilitado, entonces también desaparece la necesidad de la exploción violenta y la forma puede ser pacífica y gradual. Para ello es necesario que la correlación de fuerzas políticas neutralice la capacidad del enemigo del uso de la fuerza. Esta correlación de fuerzas se construye con objetivos claros y con el trabajo político de toma de consciencia de la necesidad urgente para el país de los cambios cualitativos que sólo ellos podrán resolver nuestros problemas sociales y económicos.

No se trata en la situación salvadoreña actual de saber quién va a ser el candidato, sino qué transformaciones sociales se va a emprender, hasta dónde está dispuesta la gente a ir, hasta dónde está convencida de la necesidad de darle al país otro rumbo que lo encamine hacia la verdadera emancipación. Reducir el problema de la situación al problema del candidato es persistir en la trampa ideológica del salvador supremo, del líder carismático, del ídolo icónico. Indiscutiblemente reducir todo el problema del cambio a una sola persona es ignorar que en los procesos sociales son el sínnumero de indivíduos que causan los cambios globales. Se trata de crear una correlación de fuerzas que ponga fin a un régimen despótico, pero también que produzca los cambios políticos, sociales y económicos que acabe con la espantosa miseria en que viven miles de familias salvadoreñas.

11 comentarios:

  1. "...reducir todo el problema del cambio a una sola persona es ignorar que en los procesos sociales son el sínnumero de indivíduos que causan los cambios globales..."

    He seguido con profundo interés su blog desde hace unos días, y a pesar de que no soy marxista, me parece deleitable cómo alguien con la cultura que Usted denota, analiza las cosas con un nivel de apasionamiento tan racional y de compromiso envidiables.

    Sus posts (este en particular) me parecen ilustrativos y profundos.

    No resistí la tentación de preguntarle: Está bien lo del no al protagonismo mesiánico de uno solo, pero... ¿Qué de las minorías rectoras (Toynbee) o de las "vanguardias" revolucionarias de Lenín? Frente a su consideración, ¿prima aún -según su opinión- la "fuerza de la masa de las partículas"?

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  2. Estimado jc, te agradezco tus amables palabras. Te agradezco también tus visitas y la atenció que dices prestar a mis envíos. Te respondo pues lo que sigue:

    Las minorías creadoras de Arnold J. Toynbee, como sabés, abarcan realidades demasiado variables como para considerarlas realmente un concepto explicativo de la historia. Por un lado recubre una ciudad, tomada su historia abstractamente, me refiero a Atenas, en otra ocasión es todo un país, compuesto entonces por múltiples estados-ciudad, al que Toynbee personifica y hace actuar como un individuo. Hablo de Italia. Este cuasi-concepto entra dentro de una concepción idealista de la historia. La elasticidad de esta noción la hace aplicable a cualquier entidad de manera antojadiza. Estas minorías no interfieren con mi concepción de la sociedad y de su historia.
    En cambio Vladimir I. Lenin al hablar de vanguardia se refiere al papel que le asigna al partido de la revolución en un momento preciso de la historia de Rusia. No obstante se trata de una vanguardia que aspira a tomar el poder con fines de cambiar la sociedad. Los cambios perseguidos conducen todos (deben conducir) a la liberación humana, en la que el individuo debe encontrar las condiciones de su pleno desarrollo y por consiguiente volverse un ente pensante y actuante.
    Sin embargo considero necesario observar que esta vanguardia según Lenin debe ser esclarecedora y se organiza con fines de convencer a las mayorías a emprender la acción con objetivos siempre claros y precisos. Si no hay adhesión de las mayorías es imposible la victoria. La vanguardia fue también pensada, como lo digo arriba, en un momento preciso de la historia de Rusia, en la que el partido, era clandestino y no cabía duda que más temprano que tarde, las formas de lucha revolucionarias iban a tomar la forma de la insurrección. Pero este vanguardismo era apenas una entre otras cualidades del partido revolucionario. En todo caso correspondía a una forma histórica.
    Tengo que señalar también que esta forma de partido fue también desvirtuada por el estalinismo. Para Lenin el hecho o no de ser vanguardia no era un asunto de decreto, sino algo que debe adquirirse en la práctica política, es la mayoría que tiene que reconocerlo en tanto que vanguardia, por su actuación y por sus posiciones políticas. El estalinismo petrificó desvirtuando el modo organisativo del partido revolucionario, el centralismo. Hasta hoy muchos partidos siguen pensando que el centro del partido, es ya sea el líder, ya sea la dirección colegiada (comité central o nacional, buró político o cualquier otro nombre), para Lenin el centro, la máxima autoridad del partido es el congreso. La dirección es uno de los ejecutantes de las decisiones del congreso. Esto implica que los individuos, los miembros del partido tienen por consiguiente que opinar, reflexionar y tener todos los materiales que les facilite una toma de posición justa. La petrificación estalinista se desvió entre otras “enfermedades” hacia el culto del dirigente, hacia el culto de la personalidad. Este culto llevó al despotismo, a la tiranía y a la dictadura de una persona o de un grupo.
    Los riesgos de iconizar a una persona, de idolatrarla, además de constituir un acto de alienación, es la premisa de una sumisión ideológica y tal vez de algo peor. Es por eso que me parece que nuestros problemas políticos no pueden reducirse a la designación de un candidato idóneo (o simplemente popular, por ser un buen profesional). Me parece que el verdadero y real problema es de establecer cuáles son los objetivos, los fines que debemos perseguir en la situación actual.

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  3. Claro como el agua. Gracias

    Por otro lado a mi me da la impresión de que el FMLN actual tiene claros sus objetivos (acertados o no). Podrían decirle "Sí Carlos, coincidimos contigo, los objetivos y los fines son lo primordial, pero ese tema ya lo superamos, los tenemos claros, ahora hay que escoger al candidato..."

    Sin embargo usted parecería sugerir que el FMLN todavía tiene cuestiones pendientes relacionadas con eso de los objetivos y fines.

    A 27 años de fundado, a 16 años de la firma de la paz, a trece años de su primera participación electoral, con tres candidaturas presidenciales etc... ¿No es un poquito tarde para decirles "¡Hey, muchachos! El Olimpo queda allá..."?

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  4. Estimado jc, sigamos el diálogo:

    La cuestión de los objetivos y de los fines que fueron definidos en una conyuntura nacional e internacional, hace ya más de un cuarto de siglo, no pueden ser los mismos, ni en su formulación teórica, ni en la manera de pensar su aplicación. Las conyunturas electorales han sido muy diferentes cada una de ellas.

    Muchas cosas han cambiado. Y es posible que me respondan como decís, los objetivos ya los tenemos claros. Pero no basta tener claros los objetivos, hay que hacer que la mayoría los acepte y adhiera a ellos. Y esté dispuesta a defenderlos. Para ello es necesario una actividad política de persuación y de propaganda. Repito, actualmente, no se puede aspirar a cambiar la sociedad, pensando y definiendo un esquema sin consultar a la gente, sin que la gente esté de acuerdo, sin que la gente participe. Con todas las trabas que pondrá la derecha, es también necesario crear de nuevo la esperanza, que nuestro pueblo se atreva de nuevo a soñar y que luche con entusiasmo.

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  5. Carlos:

    De acuerdo, pero no veo (y conste que no soy simpatizante del actual FMLN) que esa "actividad política de persuación y de propaganda" no se haya hecho. Más bien me da la impresión de que la base del FMLN está -o imbuida en sus objetivos y fines actualizadísimos- o dispuesta a seguirlos casi ciegamente. No acierto a ver allí un problema.

    Casi apostaría a que ya actualizaron "sus objetivos y fines" con vista al 2009 (no creo que sean tontos o tardados), ya cuentan con "una masa de partículas" comprometida con ellos y solo falta... El Candidato (al que las bases -salvo que hagan una tontería- apoyarán sin dudas.

    No soy "analista político" ni nada que se le parezca pero al leer su post me surgen estas preguntas. ¿Cuál es verdaderamente el problema de que se centren desde ahora en su candidato? ¿Es que acaso Mauricio Funes no es un "buen candidato"? ¿Es que acaso no garantizaría la "actividad política de persuasión y de propaganda" en gente extraña al FMLN?

    Siempre he supuesto de que -pobre- nuestra sociedad es televisiva y por lo tanto sus héroes son el "Gordo Max", Willy Maldonado, Luciana Sandoval y Doña Tencha...

    ¿Por qué no Mauricio Funes? (Figura que más allá de que sea un candidato telegénico y -por lo tanto- "bueno" para el FMLN me inspira -en materia de contenidos- más preguntas que respuestas)

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  6. Estimado jc,

    Voy a tratar esta vez de ser aun más claro. Tampoco soy miembro del FMLN. Desde hace más de un cuarto de siglo, compartí mucho y colaboré con una de sus componientes durante la guerra (FPL, por supuesto en el extranjero) y también en la representación del FMLN en París; anteriormente fui miembro del Partido Comunista (divergí en problemas de estrategia y otros).

    Cuando hablo de persuadir no se trata de la base del propio Frente. Para mí la base conforma al partido y si no está persuadida, ya sería el colmo. Pero al mismo tiempo decís que seguirían “ciegamente”. Pues es esto uno de los objetivos, que adhieran con los ojos bien abiertos y la mente despejada, en otras palabras conscientemente.

    Cuando hablo de persuadir es a la gente que va a ir a votar, mucho más allá de los que acostumbran votar por el FMLN. Hay que ir a convencer a los que se abstienen, a los que aún dudan. Hay que convercer a los que aun no están de acuerdo. La victoria se logra si hay mayoría de votantes. Pero para confirmar la victoria es necesario que los que votan estén compenetrados con los objetivos, que los hayan hecho suyos, que los consideren suyos.

    Por ejemplo, vos, ¿conocés cuáles son los objetivos que se propone el Frente? ¿Te convencen? ¿Estás convencido que el triunfo del Frente sería beneficioso para el país, para todos nosotros? ¿Estás convencido de que el programa de gobierno del FMLN va a resolver los problemas sociales del país? Doy por entendido de que sos un ciudadano al que preocupan los problemas de vivienda, de enseñanza, de agua, de transporte, de precios de la canasta básica, de salarios, etc. Pero también el problema de las libertades públicas y privadas. El problema de nuestra independencia, de nuestra autodeterminación, etc.

    A mí me interesa que sean estos los problemas que se discutan públicamente, que todos podamos aportar nuestros puntos de vista, nuestras proposiciones, que las podamos comparar, que deliberemos y que juntos decidamos. Se trata de crear una mayoría consciente.

    El país es nuestro, de cada uno de nosotros. Su destino nos concierne a todos, es más, su destino es nuestro propio destino, nuestro destino personal. Resolver los problemas del país ensanchará obligadamente nuestro horizonte, el horizonte personal, nos enriquece espiritualmente, pues elevará nuestro nivel de vida material y cultural. Eso tiene una condición: de que todos, no sólo los miembros de la base del FMLN, estemos convencidos.

    Sobre Funes no deseo opinar por ahora. Cuando hablo del candidato, me refiero también a Ortiz, a la alcaldeza de San Salvador y a otros.

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  7. Ya le "agarré"

    "¿conocés cuáles son los objetivos que se propone el Frente?": Sólo una vaga y nebulosa idea

    "¿Te convencen?": Para nada

    "¿Estás convencido que el triunfo del Frente sería beneficioso para el país, para todos nosotros?": De ninguna manera (hoy y aquí)

    "¿Estás convencido de que el programa de gobierno del FMLN va a resolver los problemas sociales del país?": No apostaría un dólar a ello.

    "Doy por entendido de que sos un ciudadano al que preocupan los problemas de vivienda, de enseñanza, de agua, de transporte, de precios de la canasta básica, de salarios, etc. Pero también el problema de las libertades públicas y privadas. El problema de nuestra independencia, de nuestra autodeterminación, etc. " Que no le quepa la menor duda.

    Entendido. Fue un placer inapreciable conversar con usted, no le quito más su tiempo. Espero su próximo post.

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  8. Anónimo12:20 p. m.

    ¿Pero qué es la revolución como la conocemos hasta el momento? Sino la exaltación de un nacionalismo, quizá tan aberrante como el facista. Proclamación de una "independencia y soberanía de los pueblos". Pero ¿quién es libre como consecuencia de la revolución, el individuo o el concepto de nación-estado?

    Si es legítima la revolución como una expresión de una parte simpatizante, ¿es por tanto legítima la contrarrevolución como expresión de la otra parte?

    Sean o no legítimas las revoluciones y contrarrevoluciones, ambas se apartan del concepto básico de democracia. Las revoluciones violentas degeneran, en un primer instante, en anarquía, luego en una redistribución de la opresión, y por último, en la perpetuación de un régimen de estado controlador. Este estado se convierte tarde o temprano en el príncipe maquiavélico.

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  9. Giosv, ¡hola!

    Pensá concretamente en un siervo o en un esclavo, pensá en los millones de personas que cambiaron de su estatuto social, de las posibilidades de realisarse después de una revolución de liberación nacional.

    La existencia del concepto es mental (el concepto de nación-estado). El individuo también es una abstracción. Existen los hombres concretos. Así que me resulta difícil responder a tus preguntas sobre el destino de entidades mentales. No creo que haya hablado de la legitimidad de algo, he hablado sobre todo de la necesidad de cambiar el estado de cosas actual. He hablado de la situación concreta en que viven miles de familias salvadoreñas, que no logran juntar los cabos, que no les alcanza el pisto para vivir convenientemente. Este “convenientemente” es lo que normalmente puede darle nuestra sociedad, me refiero a la sociedad salvadoreña. No se trata de algún paraíso o de alguna otra utopía.

    Cada revolución ha tenido su propia historia, cada una hay que abordarla en su particularidad, en su singularidad. El esquema que trazas es el resultado de una visión ideologizada por los contrarrevolucionarios. No sé si los millones de franceses, que viven hasta hoy bajo el régimen republicano, añoren el despotismo de la monarquía de “derecho divino” y deseen volver al estado de siervo de señores feudales.

    El carácter democrático de un acto político depende exclusivamente si responde o no a los intereses de la mayoría, a su voluntad. Y una garantía de que la revolución no “degenere” es que la mayoría de los ciudadanos tenga claro los objetivos y tome parte activamente en las decisiones. He insistido, me parece, lo suficiente sobre este aspecto en mi artículo.

    El carácter violento, como lo he expresado aquí mismo, no es esencial. Resulta siempre de la oposición, de los obstáculos que encuentra en su camino. Los obstáculos los ponen las clases contra las que se hace la revolución. Estas clases invocan siempre la legalidad, su legitimidad, pues por lo general su Estado, sus leyes les favorecen. A veces incluso invocan la moral y los buenos modales...

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  10. Anónimo2:20 a. m.

    Hola.

    Carlos, comparto con usted la preocupación por la realización material básica de todos los salvadoreños y la humanidad en general.

    Tengo 24 años, soy administrador de empresas, me apasiona conocer cómo funciona el mundo y cómo funcionaría mejor. Por mi educación y poca experiencia, TRATO de limitarme a opinar sobre economía. Políticamente soy “neutro” a lo suizo, aunque me inclino más por una alternativa socialdemócrata, un concepto nada desconocido en el mundo, pero que en El Salvador no se ha descubierto aún. Económicamente, pues creo en el libre mercado con fuerte presencia del estado como supervisor y regulador de los defectos inherentes al sistema. Filosóficamente, me atraen los postulados del pragmatismo.

    Después de mi pequeña “biografía política”, quiero aclarar mi comentario anterior. Mi duda radica en si las revoluciones del siglo XX, han sido beneficiosas o no para sus actores, si lograron sus objetivos “humanistas” o fueron nada más experimentos de reafirmación nacionalista frente a lo que, en cada contexto, consideraban un “imperio”.

    La historia, lamentablemente, está parcializada, me parece poco práctico recurrir a ella para respaldar planteamientos actuales, pero como decimos, “a más no haber”. Me pregunto, ¿los grandes cambios que han marcado la historia de la humanidad han sido gracias a las revoluciones? ¿Fue la Revolución Francesa representativa de la situación mundial de la época? ¿Fueron las revoluciones, entendiéndose como acciones conscientes, premeditadas y fugaces, las que cambiaron a las sociedades a través de los siglos? Del sistema socioeconómico basado en la esclavitud, luego al feudalismo, pasando brevemente por el mercantilismo y “evolucionando” a lo que actualmente conocemos como capitalismo, ¿acaso hubo revoluciones contundentes de por medio que generaron esas transiciones? ¿O fueron, más bien, cambios paulatinos que tomaron siglos en fraguarse y las revoluciones únicamente casos aislados?

    Pues yo tampoco sé si los franceses quisieran volver a una monarquía; de algo estoy seguro, y es que yo no quisiera regresar a los tiempos de la esclavitud o inicios del feudalismo. No sé si concuerda conmigo, que las sociedades humanas han evolucionado a un estado más favorable que el que se tenía hace dos mil años. Desde mi punto de vista, las revoluciones de miles de personas pretenden cambiar en cuestión de décadas, lo que la interacción de miles de millones de seres humanos ha cambiado en milenios. El problema con las revoluciones radica en ser cortoplacistas, territoriales y que se sustenten en las vidas de los líderes de las mismas, que no abarcan más de dos generaciones. Nada me garantiza que los “logros sociales” de Cuba, alcanzados gracias a la Revolución del 59, se mantendrán de aquí a cincuenta años. El desarrollo humano, en la realidad, es largoplacista, global y, por su naturaleza transgeneracional, es inconsciente.

    Reduciendo las revoluciones a su escala original, podemos observar los efectos que las revoluciones “proletarias” han tenido sobre el desarrollo de sus territorios de acción, en contraposición de medidas reformadoras pero ajustadas al sistema socioeconómico imperante. Las revoluciones hacen alusión al cambio radical, violento o no, de un sistema a otro que se considera mejor, bajo este concepto, tenemos ejemplos como el cubano. La revolución trajo a los cubanos una mejora sustancial de su nivel de vida; todos los indicadores sanitarios, educativos, de distribución del ingreso han mejorado en los cuarenta y ocho años de la revolución, sin embargo, la mayoría de críticas a estas revoluciones no radica en lo social, sino en lo político y económico. Se critica la falta de libertad de expresión y de pluralismo ideológico, la persecución política, la corrupción, etc. Las revoluciones socialistas crearon estados monstruosos en su dimensión y alcance, dieron lugar a las burocracias consolidadas, que desde mi apreciación, no eran distantes de las monarquías autócratas. Los reyes si bien eran déspotas, muchas veces, consentían a sus súbditos con regalías diversas. El rey los protegía y ellos obedecían. El estado los protegía y ellos obedecían.

    Sin embargo, los revolucionarios podrían legitimar el régimen estatal y la persecución de los antirrevolucionarios, siempre que con ello se consiga el bienestar social de todos los ciudadanos (el fin justifica los medios). Pero entonces, ¿es la revolución el método más eficiente para impulsar el desarrollo humano de los países? No necesitamos irnos muy lejos, desde 1949, Costa Rica, sin llegar a tener la típica revolución “a la Marx”, emprendió una serie de reformas políticas, sociales y económicas, que en ningún momento pretendían ser un punto de desligamiento con el sistema socioeconómico establecido. Cincuenta y ocho años después, la mayoría de costarricenses ha alcanzado niveles de bienestar que nada tienen que envidiarles a los cubanos. Muchas veces se hace referencia a Costa Rica, como modelo latinoamericano de democracia representativa y un estado moderado que tiene muy bien delimitadas sus funciones con respecto a la sociedad. ¿Es Costa Rica perfecta? No, le falta mucho camino por delante, de hecho, es un proceso indefinido. Del otro lado del Atlántico, tenemos a España, que después de haber vivido bajo la opresión de una dictadura fascista de cuarenta años, se encarriló en una transición hacia la democracia liberal y paralelamente hacia el desarrollo económico y social, sin haber recurrido a revoluciones traumáticas.

    Cuando las revoluciones no pueden justificarse plenamente como fuentes de desarrollo, se auxilian de fundamentos reivindicadores nacionalistas, de defensa a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos frente al status quo. Es esa batalla sin tregua por derrotar al imperio autoritario la que alimenta el ideario de los revolucionarios. Sin embargo, la historia demuestra que en las caídas de los grandes imperios, nada o muy poco, han tenido que ver las revoluciones. El Imperio Romano desapareció, no por una revolución, ni siquiera por un conjunto de ellas. La mayoría de las monarquías en el mundo, no dejaron de existir por revoluciones lideradas por burgueses, incluso, muchos de esos reinados aún perduran en nuestros días en forma de monarquías constitucionales. ¿Estados Unidos? Hace cincuenta años representaba el 50% de la economía mundial, en la actualidad representa el 27%; por su parte, China, si continúa con su vigoroso crecimiento, en cincuenta años estaría convirtiéndose en la primera potencia económica y, posiblemente, militar del planeta. ¿Las grandes transnacionales? Son un fenómeno relativamente nuevo de poder supranacional que requiere un análisis especial para pronosticar su futuro. Si la tendencia histórica se mantiene, las revoluciones sólo jugarán un papel marginal en la desaparición de los “imperios” actuales y futuros.

    En América Latina, se nos ha querido vender la idea de la revolución con un carácter mesiánico; los que han creído en ella, rápidamente la adoptan como dogma. Para los fanáticos, la revolución es la panacea de todos los males de la humanidad, la única manera de ser “libres”. Todo apunta a que la revolución se ha convertido en el opio de algunos.

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  11. GioSV ¡hola!

    No voy a poder responder punto por punto lo que expones, pues muchas cosas salen del tema que he tratado. Otras simplemente son tu propia ideología la que le aplicas a los revolucionarios. Un ejemplo: “Sin embargo, los revolucionarios podrían legitimar el régimen estatal y la persecución de los antirrevolucionarios, siempre que con ello se consiga el bienestar social de todos los ciudadanos (el fin justifica los medios)”. Este lema es más bien lo que subyace en la filosofía pragmática.

    No entiendo qué quieres decir cuando afrimas que: “La historia, lamentablemente, está parcializada, me parece poco práctico recurrir a ella para respaldar planteamientos actuales, pero como decimos, “a más no haber”.

    ¿En qué sentido la historia puede estar parcializada? ¿La historia que nos cuentan los historiadores o la real? ¿La que viven concretamente los hombres? Esta, como es sabido, es la ininterrumpida sucesión de generaciones en un territorio dado. Estas distintas sucesiones en el territorio mundial han tenido un desarrollo desigual y este desarrollo desigual no ha terminado, a pesar de la homogenización que impone la mundialización capitalista. En todo caso, cuando se recurre a la historia es para comprender el presente. Pero no es sólo la historia el único instrumento. Pero siempre hay que tener en mente que es primordial.

    En lo que escribí traté de escudriñar el funcionamiento de la revolución. Tal vez de manera muy abstracta y el único ejemplo concreto que puse fue el de la Revolución Francesa. Pero justamente deseaba mostrar que la violencia no es esencial para le revolución Trato de mostrar que al realizarse en sociedades en las que existen múltiples relaciones entre los indivíduos, las rupturas, los cambios pueden no ser simultáneos y globalmente que esta no simultaneidad no provoca una explosión, el famoso “salto cualitativo”, la revolución puede ser totalmente gradual. Todo depende de la resistencia que pongan justamente las fuerzas conservadoras.

    Es por eso que me llama la atención que vuelvas a insistir planteando la pregunta: “¿Fueron las revoluciones, entendiéndose como acciones conscientes, premeditadas y fugaces, las que cambiaron a las sociedades a través de los siglos?”. Pero volveré en otra ocasión sobre este tema.

    Que no hayas prestado atención a la tésis principal que desarrollo en mi escrito es culpa mía y tal vez debí insistir un poco más. No obstante voy a remacharte que no podemos hablar sobre El Salvador de manera general.

    Te insisto hablo de El Salvador y no de la Historia Universal. Hablo del capitalismo salvadoreño y no del que se está desarrollando actualmente en China, ni en otro lugar. Obligadamente tengo que tomar todo esto en cuenta, pues los países, sus economías, están entrelazadas y sufren mutuas influencias.

    Pues sí, los grandes cambios que ocurrieron en el mundo moderno han sido provocados por revoluciones. El capitalismo mismo tiene su origen en la revolución industrial, cuyo nombre no es metafórico. Te preguntas que si “¿Fue la Revolución Francesa representativa de la situación mundial de la época?”. Pregunta extraña, porque muchos de los valores actuales provienen de esa gran revolución. Pero ¿qué era lo representativo en esa época en el mundo? La respuesta nos obligaría a escribir largas e interminables páginas, páginas que requieren una competencia que no tengo. Pero ¿qué es lo que has querido preguntar? O dicho de otro modo, qué has querido insinuar con tu pregunta. ¿Consideras que sólo lo común, lo generalizado tiene derecho a existir y si en esos momentos los franceses se ponían adelante de otros pueblos en lo que concierne los derechos ciudadanos, deberían de haber seguido a la corriente conservadora mundial y seguir sufriendo el despotismo real? Lo representativo en ese momento era la opresión colonial, el régimen esclavista, los siervos. No obstante, fueron las ideas de libertad venidas de Francia a Estados Unidos las que promovieron las luchas por la Independencia del país del Norte. Fueron las ideas de libertad y de democracia que se enraízaron en Estados Unidos y que llegaron, en gran parte desde allí a nuestras provincias, las que sirvieron de base para pensar también nuestra Independencia y que condujeron a la liberación de los esclavos en nuestras tierras. Digo en gran parte, pues las ideas del humanismo burgués, del iluminismo nos llegaron también directamente de Francia. La lectura de las obras de los filósofos franceses era prohibida en nuestra Capitanía General, perseguía a todo el que leyera, copiara, divulgara libros de la lista inquisitorial. Fue el impacto de la Revolución Francesa en el mundo que provocó muchos de los cambios revolucionarios que dieron origen a la libre existencia de muchas naciones de América y de Europa.

    Las revoluciones son momentos claves en la historia. Suceden de manera violenta, pues existen fuerzas que se oponen al avance de lo nuevo, de lo cualitativamente superior. Es cierto en la historia se van acumulando cambios, transformaciones hasta llegar a un punto en que es necesario un nuevo elemento para desplegarse. Eso desde los primeros útiles de piedra hasta las nuevas máquinas actuales. Pero la esclavitud no desapareció sin la intervención de la fuerza, el feudalismo tampoco. Es posible que en algunos lugares, las fuerzas opositoras no pudieron actuar porque estaban neutralizadas por nuevas correlaciones de fuerza. Te voy a dar un ejemplo.

    Este ejemplo nos concierne. Algunos ironizan que nuestra Independencia la adquirimos sin necesidad del uso de las armas, no hubo aquí “guerra de Independencia”. Algunos han deseado incluso que nuestros próceres fueran marxistas antes de tiempo... En 1821, Marx tenía apenas tres años. Algunos les reprochan a nuestros próceres el hecho de que eran terratenientes y que lo que perseguían era la satisfacción de sus intereses. Esto último no se les puede reprochar, no creo que haya alguna revolución en que no se defiendan los intereses de una clase social. En todo caso en 1811 si hubo uso de armas, pero primero fueron las autoridades leales a la corona quienes desencadenaron la represión. Una vez victoriosas, procedieron al encarcelamiento y deportación de nuestros patriotas. La corona todavía era fuerte. Entre tiempo, las guerras en las colonias del sur, esos movimientos debilitaron la influencia tanto de la corona, como las ideas coloniales. En México tampoco hubo necesidad de una lucha como la que libraron los grandes libertadores de América del Sur. Podemos decir que nuestra independencia fue por la “via pacífica”. Pero esto fue así porque había ya una correlación de fuerzas que lo permitió. No obstante podemos perfectamente afirmar que el movimiento fue revolucionario. Ves, se me está haciendo ya bastante larga mi respuesta y apenas te estoy respondiendo a un punto.

    Así que voy a ir al grano. La situación actual, de democracia precaria, restringida que tenemos en El Salvador, es el resultado no de las negociaciones, como pretenden algunas personas mal intencionadas, sino que fue el resultado de la guerra, fue lo que se logró gracias a la guerra. Es poco en comparación al gran sacrificio que ofrendaron muchos jóvenes y no muy jóvenes que lucharon en el país. Hoy ya no se masacra en nuestro país, los escuadrones de la muerte (aunque sigan existiendo, su actividad no es la que existió hace apenas algunos lustros). Esto es un gran logro revolucionario. Que exista un partido social-demócrata como Cambio Democrático y el actual FDR se le debe a la lucha de los guerrilleros del FMLN. No sé si tu interés por lo que sucede en el país te permite saber las reticencias obstinadas de los gobiernos de ARENA por firmar los Tratados de la OIT sobre las libertades sindicales. Hay un montón de libertades elementales que son inexistentes en el país y que quedan por conquistar.

    La historia de la social-democracia en el país no es reciente, pues ¿de qué tendencia era el ingeniero Arturo Araujo, presidente de El Salvador durante algunos meses? ¿De qué ideología era nuestro pensador Alberto Masferrer? El primero fue derrocado por el Ejército, luego vino el largo período d dictaduras que hemos padecido desde los años treinta del siglo pasado. El segundo murio en el exilio, desterrado por el sátrapa y dictador Maximiliano Henández Martínez. Los pocos cambios democráticos que hemos tenido en El Salvador se han obtenido por la fuerza. Son décadas enteras en que se nos negó vivir en paz, vivir simplemente. Ya no digamos la libertad de expresión. Se trata pues de eso. De cosas concretas y no de especulaciones. ¿Hay necesidad o no de cambios radicales en el país? Necesitamos muchas cosas que no las vamos a obtener con el tipo de gobierno que tenemos. Tampoco nos la van a dar los oligarcas de buena gana, de cierta manera habrá que forzarlos. Esperemos que no resistan mucho, que no instauren de nuevo una dictadura militar.

    Es por eso que es necesario actuar conscientemente, con la visión clara de lo que se quiere y de los medios necesarios para alcanzarlo. Para neutralizar a las fuerzas que se oponen a los cambios necesarios necesitamos que sean miles y miles los que conscientemente actúen y piensen en lo que hay que emprender.

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