Prosigo
con el tema de la función, no obstante me veo obligado a
dar un paso hacia atrás y reparar una infortunada expresión que usé
en el artículo anterior. Me refiero a la pregunta ¿cuál es la
función que le hemos designado al lenguaje? Es necesario corregir
ese verbo pues encierra un error garrafal. Pues aunque ese plural es
una especie de universal: la humanidad y podría disculparme. No
obstante su significado implica una voluntad, una proyección y
además una acción anterior a la existencia de alguna lengua. Y esto
es imposible pues la capacidad lingüística es de alguna manera una
condición de la humanidad, la lengua (el lenguaje) es consubstancial
al hombre: sin lenguaje no hay hombres y sin hombres no hay lenguaje.
Este punto nos puede conducir muy lejos, hasta el origen del
lenguaje. Hay quien se deja ir por esta pendiente y sin darse cuenta
toman caminos peregrinos en los que apenas encontramos una serie de
elucubraciones sin que podamos probarlas y que no admiten refutación.
Algunos pretenden justificar la excursión por estos sinuosos parajes
suplantando el adjetivo 'peregrino' por 'razonable'. Entonces nos
cuentan sus hipótesis y nos afirman que esto es lo que
razonablemente se puede pensar que acaeció. Lo que llaman razonable
tal vez lo sea en el sentido que sus silogismos son formalmente
impecables, aunque sus mayores no pueden considerarse verdades
establecidas y ni siquiera admitidas por todos, se trata de falsos
lugares comunes, no hay nada que resulte patente.
La
función comunicativa del lenguaje surgió en la práctica misma de
las comunidades humanas. Es necesario decir que esta función no es
la única que desempeña el lenguaje, aunque se haya vuelto y sea la
fundamental y lo que mejor
haga y además sea el medio que mejor lo hace.
Cuando
afirmo en la práctica misma, me refiero a que los hombres con todas
sus capacidades surgieron a través de un proceso milenario que
paulatinamente fue transformando su animalidad en humanidad. Esto
para mí significa que nuestra humanidad es otro tipo de animalidad
con nuevas características que se han ido apareciendo, pero es
preciso decir algo importante, sumamente importante: es que el soma
humano no ha cambiado, no se ha transformado desde el surgimiento del
Homo
sapiens. En
lo que concierne nuestro cerebro su peso medio y volumen no ha
cambiado. Es posible que las conexiones neuronales y sus estructuras
funcionales hayan variado. En
efecto, los estudios internacionales dirigidos por Stanislas Dehaene
del Collège
de France,
han revelado con la ayuda de imágenes por resonancia magnética
funcional (IRMf), que el aprendizaje de la lectura modifica
considerablemente la organización de nuestro cerebro. En las
personas alfabetizadas, las áreas de la vista y del lenguaje son más
extensas y se activan más fuertemente cuando se les muestra una
palabra escrita. Otro aspecto revelado por las investigaciones es el
hecho sorprendente de que la zona que se encarga de la escritura, en
los analfabetas se usa para la representación de los rostros
(consultar El cerebro, la escritura y la VI tesis)
El
proceso milenario que llevó hasta la aparición del vertebrado
mamífero y primate que llamamos Homo
sapiens
ha recorrido millones de años, hay unos 500 millones de años que
aparecieron los vertebrados, unos 200 millones de años que surgieron
los mamíferos y unos 70 millones de años que emergieron los
primates. Esta evolución nos muestra dos cosas distintas, una
ramificación y una filiación, ambas muestran continuidad.
Esto
es imprescindible tenerlo en mente, pues en la historia
de
los estudios sobre el lenguaje y al considerar su origen, su carácter
acústico y la arbitrariedad del signo hay grandes lingüistas que
llegan al extremo de afirmar que los sonidos sirven de materia al
lenguaje por
mera casualidad,
que los hombres pudieron optar
por los gestos y darle al lenguaje un carácter visual, este es el
caso de un gran lingüista estadounidense, William D. Whitney.
Primero los hombres no optaron por nada, que fue el error de mi
formulación corregida al inicio de este artículo, sino que como muy
certeramente lo dice F. de Saussure al corregir al estadounidense:
“además Whitney va demasiado lejos cuando dice que nuestra
elección ha recaído por azar en los órganos vocales; en cierto
modo, nos estaban impuestos por la naturaleza”1.
No
podemos hacer caso omiso de nuestra animalidad y de que somos
mamíferos, que emitimos sonidos naturalmente, el oído es un órgano
que percibe a distancia y el sonido se transporta por el aire que nos
acompaña siempre y no es como la vista que urge de la luz que no
está siempre presente. Esto es una evidencia que entraña otra cosa,
que el sonido es la materia adecuada
para el lenguaje.
Sin
embargo el ginebrino agrega de inmediato algo que trae consecuencias
teóricas distorsionadoras. Cito la continuación saussureana: "Pero
en el punto esencial el lingüista americano tienen razón a nuestro
parecer: la lengua es una convención, y la naturaleza del signo en
que se ha convenido es indiferente. La cuestión del aparato vocal
es, por tanto, indiferente”. De Saussure declara la lengua una
convención y vuelve al error de imputarles a los hombres la
decisión de una elección y esto en la naturaleza acústica del
signo, que él mismo nos acaba de afirmar que es nuestra naturaleza
la que nos impone usar los órganos vocales.
Aquí
han surgido una serie de problemas que necesitan un desarrollo mayor,
que voy a ir tratando poco a poco. Dejo pues hasta aquí esta parte.
.
1F.
de Saussure 1980 Curso de
lingüítica general, Madrid, AKAL/UNIVERSITARIA p. 36
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