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13 diciembre 2014

Contradicciones III



Las imágenes mentales que recibimos y recogemos del mundo exterior por medio de los sentidos, constituyen el contenido de nuestra consciencia, estas imágenes como lo dijimos anteriormente son el punto de partida de nuestro conocimiento que se transforma en conceptos cuando comenzamos a distinguir lo que les es propio, lo que es común con otros objetos de la misma especie. Dijimos que ya al nombrar la cosa la estamos incluyendo en una clase, que hemos hecho una abstracción, al mismo tiempo nos hemos alejado de la imagen mental y hemos entrado al campo del intelecto y nos hemos forjado una representación mental de la cosa. La representación es un primer paso en el orden del pensamiento. Hegel en el § 3 de su Enciclopedia de las ciencias filosóficas afirma que “Sentimientos, intuiciones, apetencias, voliciones, etc., en cuanto tenemos conciencia de ellos, son denominados, en general, representaciones; por esto se puede decir, en general, que la filosofía pone, en el lugar de las representaciones, pensamientos, categorías, y más propiamente, conceptos”. Hegel desde el primer parágrafo de su Enciclopedia  nos advierte que “la consciencia antes de formarse conceptos, se forma representaciones de los objetos y el espíritu pensador sólo a través de las representaciones, y trabajando sobre ellas, puede alzarse hasta el conocimiento pensado y el concepto”.

Lo que Hegel nos está indicando indirectamente en estas iniciales proposiciones es también que todos tenemos esa capacidad reflexiva y que todos somos capaces de adquirir un conocimiento que va más allá de la simple representación de la realidad y llegar a un conocimiento superior. De la misma manera que por un hábito generalizado somos capaces de pensar apegados a la lógica formal, de la misma manera casi todos hemos enunciado contenidos dialécticos, puede que se trate de una dialéctica aún ingenua como la de los antiguos griegos. Veamos un ejemplo, que voy a tomar prestado de un conocido poema del poeta chileno Pablo Neruda:

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Estos hermosos versos de Neruda tienen un significado transparente y no hay nadie que dude de su significado y que no lo entienda, no obstante este verso está contradiciendo el principio de identidad que hemos indicado como irrevocable si queremos pensar correctamente: en suma Neruda nos dice, los mismos ya no somos los mismos. ¿De que se trata? Cuando Heráclito de Éfeso afirma que “En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos”, —esta sentencia es más conocida en la versión que da Platón en el Crátilo “no se puede entrar dos veces en el mismo río”— está refiriéndose a lo mismo, al cambio, nadie duda que en el fondo seguimos siendo esencialmente los mismos, pero algo en nosotros ha cambiado que nos hace diferentes. Ese algo posiblemente inesencial puede que sean cambios cuantitativos: menos cabellos, la piel menos reluciente o simplemente más años. El curso del río, su lecho no ha cambiado, pero no es la misma agua. Todos sabemos que en cualquier parte del curso del río le seguiremos llamando Lempa, lo seguiremos identificando.

Las diferencias pueden ser insignificantes y en esto todos podemos ponernos de acuerdo, ¿sin embargo lógicamente quién no palpa la crucial diferencia entre la identidad inflexible, firme e inmóvil (es el mismo, no ha cambiado en nada) y la identidad modificada (es el mismo, pero ha cambiado en algo)? Entre estos dos enunciados no hay sólo diferencia en el sentido de la lógica de la identidad, hay formalmente una oposición. Se trata de una oposición de un alcance ingente, puesto que la continuidad de la vida es esencialmente cambio permanente. Si dejo de cambiar es porque estoy muerto, incluso muertos seguimos cambiando, aunque estos cambios ya no sean vitales, ya no pertenecen a la vida, sino que son de descomposición. La conclusión que se impone es  “la identidad de un ser vivo incluye necesariamente la repetitiva diferencia consigo mismo. Nos estamos percatando de alguna manera que identidad y diferencia son no obstante lo mismo. Esta es una de las tesis de Hegel que se proclama incomprensible, incluso como absurda: identidad y diferencia son idénticas.

Los dos ejemplos que hemos abordado tratan de cambios, movimientos, ¿significa que la lógica formal nos bastaría para pensar lo inmóvil y que la lógica dialéctica irrumpe únicamente cuando intervienen los cambios? Es así que con mucha frecuencia presentan el asunto incluso los partidarios de la dialéctica: es la lógica de los procesos. ¿Podemos entonces afirmar que la lógica clásica baste para pensar las relaciones consideradas fuera de todo cambio?

Abordemos otro ejemplo, las relaciones entre el todo y sus partes. En la representación clásica, las partes son simples elementos del todo y el todo la simple suma de sus elementos. El todo y las partes designan cosas totalmente independientes: el todo no está contenido de ante mano en las partes: si por una de las casualidades me pongo a hacer una pupusa su todo no se encuentra ya contenido en la masa, los frijoles, el queso, el chicharrón y los lorocos y las partes no dependen tampoco del todo, la masa, los frijoles, el queso, el chicharrón y los lorocos existen afuera del todo de la pupusa. Ahora bien, supongamos que puedo hacer una pupusa sin lorocos, únicamente con frijoles, queso, chicharrón, masa. Si los lorocos son en la primera receta una parte de la pupusa, significa entonces que el tipo del todo deseado es el que decide así: hago una pupusa con lorocos. Los lorocos son un componente de la pupusa porque el todo previsto lo exige así: las partes son partes en tanto que partes-de-ese-todo, el todo es tal solo en tanto que el todo-de-esas-partes, en este sentido partes y todo, estos contrarios, son lo mismo. De nuevo pues la dialéctica. Nos hemos ocupado aquí de un ejemplo sencillo, con un todo de carácter elemental, simple suma de sus partes. Si ponderamos un todo de un tipo muchísimo más complejo, como el de un organismo viviente, la identidad del todo y de sus partes es incomparablemente mucho más verdadera. Los arqueólogos pueden reconstruir el todo de un animal a partir de una de sus partes, por ejemplo un fragmento de un diente e incluso hablarnos de su modo de vida: existe la efectiva presencia del todo en cada una de sus partes, efectiva inherencia de las partes a un todo determinado. La relación inmóvil, considerada en su verdadera complejidad, es tan dialéctica como la del cambio.

Hemos visto pues la identidad de los contrarios, seguiremos viendo otros aspectos de la contradicción en otros artículos. Seguirán siendo cortos. Me voy a esmerar en que no se pierda el hilo, que no haya de un artículo al otro saltos demasiado grandes.

3 comentarios:

  1. Anónimo5:08 p. m.

    La reflexión filosófica es indispensable para afinar la brújula de la vida, y efectiva cuando retomamos los clásicos y los adaptamos a tiempos actuales y realidades concretas, solo entonces podemos afirmar con propiedad nuestra identidad humana con mejor tino al momento de tomar decisiones simples, gracias por renovarnos y quitar velos y compartir esfuerzos para ser personas de pensamiento abierto. Saludos

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  2. Anónimo7:36 p. m.

    lo unico que se entiende de tal abstraccion expuesta es que segun el autor la conciencia es un albun de fotos, en la faculta de sicologia se estudia de otro modo

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    1. Parece que no leíste muy bien: las imágenes (en este caso son perceptos) son el punto de partida del conocimiento. Es decir que se transforma en representaciones... etc. Creo pues que no se trata de fotos, ni de albún de fotos.

      Las representaciones son el primer paso hacia el concepto, cuando el sujeto pensante se pone a reflexionar sobre el contenido de estas representaciones y las clasifica.

      No estoy haciendo una descripción del proceso psicológico del conocimiento, sino que estoy dando los aspectos filosóficos, entre ambas actitudes existe diferencias de abstracción. Más adelante me voy a referir a la diferecia que existe entre lo que algunos marxistas llaman "conceptos científicos" y "categorías filosóficas".

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