La contienda electoral se ha venido realizando con sus altos y sus bajos,
sus altos no tienen nada que ver con la calidad del debate político. Los bajos
han sido sobre todo los trapos sucios que se han sacado a orear dejando en el
ambiente el nauseabundo olor de la trampa, del robo, de la corrupción. Las
acusaciones han llovido y no todas han sido calumnias, aunque los involucrados
vociferen que no hay nada cierto en lo que se anda diciendo.
No creo que esta situación haya sorprendido a los salvadoreños, tal vez
esto los aleje más del terreno político: un expresidente que iba a asesorar al
candidato de su partido, ha tenido que desaparecer y sus correligionarios no
tienen muchas ganas de defenderlo, los que lo hacen todavía prefieren irse por
la tangente y hablar de otras temas: los diez millones de dólares no
aparecieron en ninguna parte, han circulado de cuenta en cuenta, pero no fueron
a parar a sus destinatarios presumidos, los damnificados de los terremotos. El
presidente Funes no acaba de explicarse claramente del “préstamo-dádiva” que
recibió de Salume, en todo caso también ese dinero oscurece el panorama. El
episodio del bono navideño para los diputados ha mostrado una vez más el
alejamiento de la realidad social y económica de los salvadoreños en el que se
encuentran los que en principio los representan en la Asamblea. El presidente
que hizo alardes de absoluta transparencia declara que sus gastos publicitarios
son secreto de Estado y como esta cuerda era demasiado gruesa terminó diciendo
que era por respeto a la libre concurrencia. En todo caso ha dejado muchos detalles
de su gestión empañados por el vaho de sus opacas tergiversaciones. Los
diputados no quieren pagar una multa por falta a la misma Ley de transparencia, ellos
alegan que pagar la multa atenta a su patrimonio.
La descalificación del otro, las insinuaciones han tomado el lugar del
argumento, de la propuesta. El partido en el gobierno busca y encuentra aliados
incluso en las filas de su principal adversario, por lo menos connotados
areneros han declarado sus simpatías por el candidato del FMLN. El presidente
Funes, que pasó de candidato del FMLN a aliado-presidente hace ahora campaña
velada o casi abierta por un expresidente de ARENA, Elías Saca. El río está
revuelto, pero no se sabe a qué pescador va a darle ganancias. Tan revuelto
anda el río que un puñado de exefemelenistas han venido manifestando por
separado sus viejas y sinceras simpatías por Elías Saca.
Al margen de todo este bochinche hay un ínfimo grupo de ciudadanos que
prefiere no votar o anular el voto. Las motivaciones y las convicciones de esta
franja reducida de ciudadanos tal vez no sean las mismas en cada persona. Se
trata de un rechazo decidido a la práctica politiquera. Todos aspiran a darle
un fuerte viraje al modo de hacer política en el país. La principal debilidad
de este movimiento por la abstención o la anulación del voto es su
desorganización, el carácter espontáneo del movimiento. Muchos de los que van a
votar lo hacen resignados, otros, tal vez, la mayoría por simple inercia. Los
núcleos “duros” de los partidos en contienda ya no son mayoritarios. Es decir
que la aspiración a nuevas prácticas políticas no es tan marginal como ahora se
presenta en esa franja a la que me he referido.
La mugre que flota en el ambiente político no es un simple síntoma, es la
política misma vista y pensada, asumida y practicada por los hombres políticos,
que aceptan administrar la cosa pública al servicio de la oligarquía. Incluso
podemos decir que les despreocupa que la gente vaya o no a votar, mientras los
abstencionistas sigan dispersos no constituyen una fuerza capaz de ponerlos en
peligro.
O sea mientras los partidarios de un cambio radical en el modo de pensar la
cosa pública sean incapaces de reunirse, de elaborar un pensamiento que
sustente las nuevas prácticas, los politiqueros, los partidos políticos de hoy
seguirán ordeñando al pueblo, viviendo a sus anchas con el erario nacional. El
objetivo de todos los partidos es llegar al gobierno y desde allí dedicarse a
la repartija entre ellos y sus allegados.
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