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03 abril 2009

Pequeñas reflexiones sobre el 15 de marzo

Creo que es muy precipitado decretar sin más, que con la elección de Mauricio Funes hemos cerrado un ciclo de nuestra historia, que la posguerra ha terminado. En realidad los protagonistas de la guerra —que han ocupado el primer plano en la contienda política de las últimas dos décadas— siguen siendo los mismos. Y su oposición sigue siendo la misma.


El cambio que ha ocurrido estaba inscrito entre los posibles en el campo político nacional. Es cierto que su advenimiento ha sido un hecho totalmente inédito en la historia de nuestro país y que realmente ha tardado. En efecto es apenas luego de los acuerdos que condujeron al fin de la guerra, que la posibilidad del acceso al poder por la vía electoral para un partido y un candidato de izquierda ha aparecido en El Salvador. Hasta entonces esta posibilidad política simplemente no había existido. El 15 de marzo se ha realizado una virtualidad del nuevo sistema político existente en el país, producto de un largo proceso histórico en el que fue necesario tomar las armas, combatir las dictaduras despóticas que sofocaban al país y llegar por las armas a un equilibrio político.


La interpretación y la historia de este período sigue siendo un terreno de luchas políticas. Las clases dominantes a través de sus partidos políticos, órganos de prensa y el poderío del estado han impuesto una visión que tiende a ser mayoritaria y a adquirir la impronta de verdad histórica. A este respecto entramos también en una situación en la que se puede buscar un nuevo equilibrio en la interpretación de nuestro pasado histórico. Creo que sobre este tema será necesario volver con mayor detenimiento.


Incluir la elección de Mauricio Funes, candidato del FMLN, dentro del mismo período implica ciertas consecuencias importantes. Una de ellas es el carácter limitado de transformación social que contiene el programa de gobierno del ahora presidente electo y del FMLN. Esta limitación está inscrita en la realidad política y social salvadoreña. Ningún observador de esta realidad ignora que desde hace algunos años el FMLN ha ido moderando sus posiciones políticas. Esta moderación no es nueva, se trata de una tendencia iniciada durante la guerra misma y en el proceso de negociaciones. Los objetivos de transformación radical del país fueron abandonados entonces. Su mantenimiento doctrinal en los estatutos del FMLN no significa que los objetivos políticos enunciados en sus programas de acción y de gobierno los hayan contenido. Recuerden las declaraciones de Schafik Handal cuando afirmaba que su programa era la Constitución, toda la Constitución. La Carta Magna salvadoreña consagra como régimen económico el capitalismo, de la misma manera que los regímenes del Este europeo lo hacían con el socialismo. Este proceso de moderación se aceleró precisamente con el derrumbe de esos regímenes llamados socialistas del Este europeo y la crecida hegemonía del imperialismo.

El fatalismo geográfico

Dentro de la izquierda salvadoreña la corriente revolucionaria (que sobrevive al interior del FMLN y en parte afuera) se ha visto obligada a aceptar la hegemonía ideológica del reformismo social-demócrata. Este reformismo prevalece en el FMLN. Solamente el carácter agresivo y paranoico de la prensa de derecha y de los partidos de derecha han podido mantener la ilusión que el FMLN es un partido revolucionario. Es más, el fatalismo geográfico que dominaba en el Partido Comunista Salvadoreño en los años 50-70, cuando se decretaba que la lucha armada era imposible en El Salvador por nuestra pequeñez y por la cercanía de los Estados Unidos, este mismo fatalismo geográfico se nos impone al aceptar dócilmente el derecho de los Estados Unidos de inmiscuirse en nuestros asuntos y tomarlos en cuenta no como un factor externo, sino como un componente interno de nuestra realidad política y social. Este fatalismo se agrava ahora por la crecida dependencia económica y la presencia en el suelo estadounidense de más de tres millones de salvadoreños. Estos emigrados constituyen una importante fuente de divisas para la economía nacional. Este factor no es solamente económico. Su componente social es importante y tiene múltiples repercusiones en la vida de los salvadoreños.


Esta moderación de los objetivos se plasma también en el hecho mismo de la nominación del candidato a la presidencia. Lo que prevaleció no fue lo programático. Lo que dominó fue la popularidad de Mauricio Funes, su externalidad respecto al partido. Su nominación dio lugar a transacciones afuera de los organismos internos del partido y la obligación de cambios estatutarios que permitieran esta misma nominación. Funes impuso en esas negociaciones la clara y neta separación entre el candidato y el partido. Su adhesión al partido era obligatoria por la ordenanza constitucional —aclaro que no puedo poner en duda la sinceridad en su adhesión partidaria—. Pero la autonomía del candidato, de su propio equipo, de sus propias proposiciones ha prevalecido. Es evidente que la situación política de guerra ideológica que han impuesto la derecha y el imperialismo estadounidense volvió necesaria la alianza entre una persona y un partido. Mauricio Funes se convirtió en un vector social movilizador. En él se concentraron las aspiraciones de cambio de amplias capas de la sociedad salvadoreña. Su alianza con el FMLN le confería al mismo tiempo una pertenencia política que obligatoriamente lo asimilaba a profundas tradiciones de la izquierda salvadoreña.


Esta alianza entre una persona y el FMLN —que durante la campaña se amplió hacia un grupo que tuvo incidencia en la campaña misma y en la elaboración del programa de gobierno presidencial, me refiero a los “Amigos de Mauricio” y otros allegados de la clases medias profesionales y empresariales— nos ha conducido a una situación que conlleva ciertas ambigüedades. Estas ambigüedades están inscritas en la realidad política nacional.

Un candidato exterior al partido

Desde antes de que se iniciara la campaña de las elecciones de 2004, en las que participaran Schafik Handal y Antonio Saca, apareció la pre-candidatura de Mauricio Funes. Su presencia vino a partir del semanario cibernético El Faro que lo promovió como posible candidato del FMLN. Esta candidatura fracasó entonces: por los estatutos internos del FMLN y por la personalidad misma de Handal. No obstante desde entonces se impuso el tema de un candidato externo como el único que podía ser aceptado por las clases medias, por los indecisos, por la franja que se balanceaba. El FMLN optó por conquistar a esta franja a través de un candidato externo, para ello se tornó necesario menguar las proposiciones de transformación social y aceptar como candidato a Mauricio Funes.


Un aspecto de esta ambigüedad es el contenido que cada uno pone en la palabra cambio. Esta palabra ha sido central durante toda la campaña, fue el cambio lo que motivó la gran movilización popular. Algunos han limitado el cambio a la simple salida del gobierno del partido ARENA. No creo que haya que subestimar este contenido del cambio. Implica la derrota ideológica de los partidos de derecha y de la conquista por parte de Funes y del Frente de muchas consciencias que durante la campaña perdieron el miedo que los había inmovilizado en el campo de la derecha. Pero el cambio significa también para las mayorías pobres nuevas condiciones de vida. En la palabra cambio se han cristalizado aspiraciones antiguas y nuevas del pueblo salvadoreño. Son estas aspiraciones las que triunfaron el 15 de marzo, las que designaron como futuro presidente a Mauricio Funes.


Otra ambigüedad es la siguiente: si Funes ha podido mantenerse autónomo en sus decisiones programáticas y en las intenciones administrativas de gobierno respecto al FMLN, el presidente electo tiene que tener en cuenta que las expectativas populares van mucho más allá de lo que aparece en los programas y tal vez van más allá de lo que es posible hacer hoy. Funes no puede ignorar políticamente que su elección no es el resultado de una campaña electoral, incluso que haya sido larga e intensa: su elección es el resultado de un movimiento de fondo que ha recorrido a la sociedad salvadoreña y que tiene profundas raíces históricas.

La derecha no ha desaparecido

Es necesario saber que todo esto crea una tensión social en el que las aspiraciones económicas, sociales y culturales de las clases oprimidas surgen con fuerza en el ámbito político nacional y que han pasado a ser una de las principales determinaciones de la situación actual. Hasta ahora estas aspiraciones han sido simple y llanamente ignoradas por los diferentes gobiernos. Pero al mismo tiempo se han ido acumulando y ahora han tomado forma política en el voto del 15 de marzo. Es cierto que se ha elegido a una persona al puesto de presidente, pero lo que ha triunfado ha sido lo que Mauricio Funes ha representado en la opinión de los salvadoreños. Se trata ahora de encarnar estas aspiraciones, de darles cuerpo y entre los antagónicos intereses que se enfrentan en la sociedad salvadoreña, darle prioridad a los de las clases trabajadoras. Es en esto en donde es necesario que no haya ambigüedad. Es en esto donde se va a jugar que la virtualidad que se ha realizado, se convierta en un proceso de transformación social que cierre el ciclo que hemos vivido a todo lo largo de nuestra historia nacional.


Pero en el campo político no ha desaparecido la derecha y en el campo económico las clases dominantes no han perdido su hegemonía. Es precisamente por esto mismo que no podemos pensar que hemos salido del período de la post-guerra. En el campo político sigue en pie la misma oposición entre los mismos partidos, entre las mismas fuerzas políticas. Es cierto, la correlación de fuerzas ha sufrido un cambio en favor de la izquierda. No obstante es necesario tener en cuenta que la derrota asestada a la derecha le faltó contundencia y no ha sido total. En la Asamblea la derecha sigue siendo mayoritaria y conserva su capacidad de bloquear las medidas de transformación que se quieran emprender. La derecha valora perfectamente lo que ha significado su derrota en la elección presidencial y por eso mismo ha moderado su lenguaje y declara que pondrá en práctica una oposición constructiva y propositiva. Al mismo tiempo advierte que no permitirá lo que ella llama “atentados contra la libertad”. Sabemos a lo que ellos se refieren, sabemos perfectamente a qué la derecha y la oligarquía le llaman libertad: el respecto de sus intereses económicos y sociales.

La derecha prepara su contaataque

Casi todos los órganos del estado siguen en manos de la derecha, la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Cuentas, el Consejo Central Electoral, la Fiscalía general, etc. No podemos desestimar la capacidad de bloqueo que tienen estas instituciones y sobre todo la presencia masiva de miembros de los partidos de derecha en el cuerpo de empleados del estado. El principal partido de derecha ARENA sabe absolutamente el uso que puede darle a este contingente en los aparatos de ejecución de la política gubernamental. Nunca hizo caso de los derechos laborales y sindicales de los trabajadores. Hoy vemos a la derecha sumamente preocupada por el destino laboral y sindical de los trabajadores del estado. Su objetivo es mantener en el engranaje estatal su presencia. No se trata solamente de cuidar las prebendas para algunos de sus familiares y amigos que obtuvieron empleos en el estado. Su objetivo es mayor. Pero también aquí las cosas no están definidas de una vez por todas. Se trata de un terreno de lucha y no faltan las posibilidades de ganar la batalla. El nuevo gobierno no puede, ni debe emprender una caza de brujas. Esto le restaría de inmediato eficacia a su acción y enajenaría para siempre buena parte de los trabajadores del estado. Al contrario el nuevo gobierno tiene que dar el ejemplo en el trato con sus empleados y el respeto de sus derechos. Es evidente que entre los empleados del estado hay gente cuya presencia es fruto de la gestión nepotista y corrupta de las anteriores administraciones.


La derecha se está preparando para reconquistar lo que ha perdido. Es normal que aún no tenga defina su estrategia. Sin embargo a nadie le cabe duda que va a contraatacar y se servirá de todos los medios que tiene a su alcance. No creo que haya que desestimar su capacidad política y su capacidad de adaptación. La derecha se ha puesto a buscar ejemplos y modelos en el extranjero. No es casualidad que un cronista de derecha analice el comportamiento de la derecha chilena y su incapacidad de retorno al poder, tampoco es desde su punto de vista tan descabellado, que el editorialista de El Diario de Hoy torne su mirada hacia uno de los mandatarios más reaccionarios de la Europa occidental, Silvio Berlusconi.


La derecha salvadoreña está organizada y sabe llevar campañas. Por lo tanto es necesario tener presente que la batalla ideológica será constante y que no será relegada a segundo plano, al contrario se va agudizar y por lo tanto las fuerzas de izquierda deben de estar preparadas para este combate.


Por eso mismo me permito enunciar una pregunta: ¿frente al carácter limitado y reformista del programa de Funes cuál debe ser la actitud de los que se piensan revolucionarios? ¿Debemos hacerle mala cara al gobierno reformista de Funes y del FMLN? No voy a usar aquí la fórmula consagrada de prestarle un “apoyo crítico”. Eso es mera necedad. Al contrario es necesario a partir de la actual correlación de fuerzas internas e internacionales que nuestro apoyo al gobierno del cambio sea rotundo y decidido. Significa esto que se trata de un apoyo incondicional, no. Pero sobre esto permítanme que vuelva más tarde.

El renacimiento de altos niveles de consciencia

Las fuerzas de izquierda no pueden permitirse un fracaso en la gestión de la cosas públicas. Frente al estado en que se encuentran las clases trabajadoras, la ausencia casi absoluta de derechos laborales y sindicales, las angustiantes necesidades materiales de muchísimas familias, los altos niveles de desempleo, el bajo nivel o ausencia de servicios médicos y sanitarios, el bajo nivel o la ausencia de muchos servicios públicos, el gobierno va a necesitar del concurso de todos. Las clases trabajadoras saben que la situación actual no es la más propicia para la satisfacción de sus demandas. Los trabajadores saben a perfección que no todo se puede lograr de una sola vez. Los trabajadores saben que será necesario ir priorizando.


En esto las fuerzas de izquierda deben saber que es urgente revivir en el ámbito político nacional el mismo nivel de organización y de mobilización que existió en el país durante los años del auge de las organizaciones de masas. La situación es propicia para ese renacimiento del mismo espíritu de combatividad. La gran represión de la derecha de los años setenta tuvo como blanco justamente este movimiento que produjo altos niveles de consciencia política. El gobierno del FMLN va a necesitar de un apoyo masivo de parte nuestro pueblo y las organizaciones populares saben que ahora van a tener en el gobierno un aliado que hará realidad todos los derechos sindicales y políticos que le han sido negados durante tantas décadas de opresión y sangrienta represión. Porque es necesario refrescar la memoria y recordarnos que la derecha desató una implacable guerra represiva en la que hubo asesinatos, desapariciones, encarcelamientos, torturas, violaciones y múltiples masacres. El movimiento popular era pacifico. La dictadura nos impuso la fuerza y nos declaró la guerra.


Muchas medidas urgentes para poder cumplir las expectativas populares pueden ser bloqueadas en la Asamblea, pues estas exigen el mínimo de 43 votos que el FMLN no tiene. Sabemos que la actual estructura tributaria es injusta, que va a ser necesaria una reforma, se impone el alza de ciertos aranceles sobre algunas importaciones de lujo. Estas medidas tienen que ser aprobadas en la Asamblea. La gente tiene que estar alerta a todo bloqueo injustificado que puedan emprender los partidos de derecha.

El país generoso de nuestros sueños

Si las aspiraciones económicas y sociales tomaron la forma política en el voto del 15 de marzo, ahora que nuevas batallas se avecinan y que van a poner en juego el destino del país, las fuerzas populares tienen que transformar su entusiasmo en apoyo activo y consciente al gobierno, para ayudarle a cumplir con las promesas.


Con la victoria del 15 de marzo se ha abierto una ventana, podemos ver a lo lejos el horizonte. Pero lo urgente está en este aquí y ahora nacional en el que todos vamos a aprender a conducirnos, pues enfrentamos algo inédito. Ningún sector puede quedarse a la orilla, todos tienen su lugar, cada uno en su trabajo, en sus labores, en sus aficiones.


La derecha nos deja un país en ruinas. No estoy hablando de la quiebra de los gastos corrientes del estado, ni de la incapacidad a asumir el pago de ciertas subvenciones. Se trata de reconstruir de arriba abajo todo el edificio social. La inventiva, la toma de iniciativas tienen cabida en todos los ámbitos de vida social.


Hasta hoy ha reinado en nuestras vidas la enajenación de todo lo nuestro. Las clases dominantes, la oligarquía, se condujeron siempre como los dueños del país, como los únicos que sabían que era lo bueno para todos. Poco a poco nos fueron inculcando sentirnos ajenos al destino nacional. Cada uno fue encontrando puertas cerradas para sus aspiraciones, un acendrado individualismo se fue apoderando de nosotros y cada uno buscó la solución personal. Tratamos a nuestro país como algo ajeno, de poca o nula incumbencia. Nuestro manera de ser tomo los visos del “valeverguismo”. También esto en gran parte ha sido vencido el 15 de marzo. Porque el voto también tuvo este significado, votamos por el país, porque cambie el país hostil que expulsa a sus hijos y para que se vuelva en el país generoso de nuestros sueños. El pueblo necesita sentirse dueño del país y de su destino.

5 comentarios:

  1. Las palabras del antropólogo Rafael Lara-Martínez duelen hoy más que nunca: cuando los movimientos sociales están a la raya, se inicia la democracia electoral.
    Y, de nuevo, como si haría falta recordarlo:
    La "violencia aquí" es la falta de utopía.
    Pero, quizás.
    Quizás por esta vez valga la pena que los pesimistas cedamos a un -cada vez más escaso- lapso de esperanza.

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  2. Anónimo8:46 a. m.

    lo que te faltó :

    un gobierno del Frente no podrá ser posible sin el empuje de las fuerzas del pueblo aglutinadas en organizaciones sociales.

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  3. Anónimo8:58 a. m.

    perdon no habia leido hasta el final. No es necesario publicar mi comentario sobre el apoyo de las organizaciones sociales. Tu lo has dicho ya!

    Saludos y gracias por el articulo.

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  4. Estimado El mal ejemplo:

    Por mi lado siempre he preferido practicar un optimismo lúcido. Esta ventanita que se nos ha abierto hay que aprovecharla, luego tal vez se irán abriendo otras, que nos trerán nuevos vientos y luz.

    Estimado Anónimo: Ya estaba publicado el primer comentario, cuando vi el segundo. No hay ningún problema. Justamente la necesidad de la movilización popular organizada, activa, consciente y alerta es lo que he venido señalando en muchos de mis escritos aquí mismo, como en otros medios.

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  5. Siempre he sido a prueba de sueños... tal vez por los desengaños sufridos a través del calendario, por eso es que, por ejemplo, las elecciones de Obama en Estados Unidos o Funes aquí no hacen más que incrementar las dudas y las oposiciones de mi tozuda razón (es eso un juego de sinónimo/antónimo disimulado?).

    Quisiera creer... pero resulta tan difícil.

    En fin, tiempo y paciencia y claro, no dejar de hacer nuestra respectiva parte, dirán lo que ha de ser dicho.

    Un saludo don Carlos, siempre es un gusto leerlo.

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