Miriam Alas, sobreviviente de la Masacre del Sumpul, brinda su testimonio a miembros de la comunidad, quienes honraron con un acto litúrgico la memoria de más de 600 personas que fueron masacradas el 14 de mayo de 1980.
Foto cortesía de CÁRITAS de El Salvador
Gloria Silvia Orellana
Redacción Diario Co Latino
Los gritos de terror, el llanto de niños y mujeres, y la sangre que corrió en la meseta de la pequeña loma del caserío Las Aradas, en las cercanías del río Sumpul se acallaron en el tiempo, pero no en la comunidad, que continúa con la fuerza para pedir justicia.
A 27 años de la Masacre del Sumpul, la Diócesis de Chalatenango y CÁRITAS de El Salvador honraron la memoria de miles de niños, niñas, mujeres y hombres que murieron masacrados por un combinado de fuerzas militares, civiles y de seguridad el 14 de mayo de 1980, durante el conflicto armado.
La comunidad llegó en peregrinación a una zona de frondosos árboles del cantón Yurique, jurisdicción de San José Ojos de Agua, donde se erige un pequeño monumento a la memoria de sus familiares.
Miriam Alas, una sobreviviente de la Masacre del Sumpul, narró que contaba con once años de edad, cuando ocurrió la operación militar, cuando corrían para salvar sus vidas, desde el cantón Las Minas.
“Recuerdo esa mañana triste, veníamos huyendo desde un día antes, con mi familia llegamos hasta acá, nos habíamos escondido por unos matochos cuando entró el ejército, junto a la gente de ORDEN y la Guardia Nacional …. disparaban a todos y hacían capturas de niños, niñas y ancianos, a las mujeres que capturaban las violaban de inmediato”, dijo.
La testigo recordó la preocupación creciente de los adultos en ese entonces, quienes contaban con el río Sumpul, como alternativa de escape, pero al otro lado estaban tropas del ejército hondureño.
“Los gritos de la gente los tengo bien presentes, de las mujeres y los niños, cuando pedían auxilio… perdían el equilibrio y se los tragaba el río… mi hermana se ahogó ahí… creo que muchos hasta prefirieron morir así que asesinados, porque eran verdaderamente crueles los militares con uno. No valía nada la vida en ese tiempo”, agregó.
El sentimiento de impotencia y terror invadió a Miriam que sólo se resguardó en una grieta del campo, mientras, ejecutaban a la comunidad y sus familiares.
“Nos costaba correr… sólo teníamos pedazos de yinas en los pies que estaban horribles de hinchados, muchos no teníamos ni ropa, porque se nos rompía, cuando corríamos por todos lados escondiéndonos… yo me salve de milagro”, dijo.
Las torturas y ejecuciones fueron el siguiente paso en la Masacre del Sumpul. Miriam recordó “ hoy que veo a estos niñitos y niñitas sonreír y sentados aquí, bien tranquilos, me da un gran sentimiento recordar cómo los soldados y guardias tiraban al suelo boca abajo a los niños y ancianos y les daban el tiro de gracia en la nuca… era terrible ver eso… fue una injusticia total”, recordó.
Su salvación llegó en manos de una vecina que tenía un esposo paramilitar, fue esa mujer la que le permitió resguardarse en su casa, para salvar su vida.
“Me entró a la casa y me escondió varios días, nadie supo que yo estuve ahí… sólo oía el rafagueado (disparos en rafága), luego me sacó por una ventana… una noche… corrí y corrí hacia mi casa, hacia el cantón Las Minas y por milagro de Dios estoy aquí”, aseguró.
Por su parte, el sacerdote Rutilio Sánchez afirmó que la “memoria histórica” debe ser una conquista diaria en la comunidad y en el país, para no cometer los mismos errores en un futuro. “Seamos testimonios vivientes, honremos la memoria de nuestros mártires, pidamos justicia para todos, este es un territorio santo, porque sus almas se han quedado en nosotros”, puntualizó.
A 27 años de la Masacre del Sumpul, la Diócesis de Chalatenango y CÁRITAS de El Salvador honraron la memoria de miles de niños, niñas, mujeres y hombres que murieron masacrados por un combinado de fuerzas militares, civiles y de seguridad el 14 de mayo de 1980, durante el conflicto armado.
La comunidad llegó en peregrinación a una zona de frondosos árboles del cantón Yurique, jurisdicción de San José Ojos de Agua, donde se erige un pequeño monumento a la memoria de sus familiares.
Miriam Alas, una sobreviviente de la Masacre del Sumpul, narró que contaba con once años de edad, cuando ocurrió la operación militar, cuando corrían para salvar sus vidas, desde el cantón Las Minas.
“Recuerdo esa mañana triste, veníamos huyendo desde un día antes, con mi familia llegamos hasta acá, nos habíamos escondido por unos matochos cuando entró el ejército, junto a la gente de ORDEN y la Guardia Nacional …. disparaban a todos y hacían capturas de niños, niñas y ancianos, a las mujeres que capturaban las violaban de inmediato”, dijo.
La testigo recordó la preocupación creciente de los adultos en ese entonces, quienes contaban con el río Sumpul, como alternativa de escape, pero al otro lado estaban tropas del ejército hondureño.
“Los gritos de la gente los tengo bien presentes, de las mujeres y los niños, cuando pedían auxilio… perdían el equilibrio y se los tragaba el río… mi hermana se ahogó ahí… creo que muchos hasta prefirieron morir así que asesinados, porque eran verdaderamente crueles los militares con uno. No valía nada la vida en ese tiempo”, agregó.
El sentimiento de impotencia y terror invadió a Miriam que sólo se resguardó en una grieta del campo, mientras, ejecutaban a la comunidad y sus familiares.
“Nos costaba correr… sólo teníamos pedazos de yinas en los pies que estaban horribles de hinchados, muchos no teníamos ni ropa, porque se nos rompía, cuando corríamos por todos lados escondiéndonos… yo me salve de milagro”, dijo.
Las torturas y ejecuciones fueron el siguiente paso en la Masacre del Sumpul. Miriam recordó “ hoy que veo a estos niñitos y niñitas sonreír y sentados aquí, bien tranquilos, me da un gran sentimiento recordar cómo los soldados y guardias tiraban al suelo boca abajo a los niños y ancianos y les daban el tiro de gracia en la nuca… era terrible ver eso… fue una injusticia total”, recordó.
Su salvación llegó en manos de una vecina que tenía un esposo paramilitar, fue esa mujer la que le permitió resguardarse en su casa, para salvar su vida.
“Me entró a la casa y me escondió varios días, nadie supo que yo estuve ahí… sólo oía el rafagueado (disparos en rafága), luego me sacó por una ventana… una noche… corrí y corrí hacia mi casa, hacia el cantón Las Minas y por milagro de Dios estoy aquí”, aseguró.
Por su parte, el sacerdote Rutilio Sánchez afirmó que la “memoria histórica” debe ser una conquista diaria en la comunidad y en el país, para no cometer los mismos errores en un futuro. “Seamos testimonios vivientes, honremos la memoria de nuestros mártires, pidamos justicia para todos, este es un territorio santo, porque sus almas se han quedado en nosotros”, puntualizó.
Carlos, fuerte! no sabia nada de esto.
ResponderEliminarAngélica, sabés que cuando leí aquí en París el informe que nos llegó de Tutela Legal del Arzobispado, en 1980, no pude contener las lágrimas. Un cura que estaba del otro lado del rio Sumpul dio testimonio de lo que vió: un hecho que me ha marcado mucho, guardias nacionales lanzaban al aire niños tiernos y jugaban a hacer blanco en ellos.
ResponderEliminarEspero y cruzo los dedos para que nos veamos por Barcelona... Un abrazo.
GRACIAS DON CARLOS POR ESA HISTORIA.NO SABIA DE ESE MASACRE,.TAMBIEN QUIERO DECIRLE QUE VI SU ARTICULO EN EL BLOG DEL TROMPUDO Y DE AHI ME VINE SU BLOG QUE PIENSO SEGUIR VISITANDO .ME GUSTA COMO USTED ESCRIBE. EL CHELE.
ResponderEliminarGRACIAS DON CARLOS POR ESA HISTORIA.NO SABIA DE ESE MASACRE,.TAMBIEN QUIERO DECIRLE QUE VI SU ARTICULO EN EL BLOG DEL TROMPUDO Y DE AHI ME VINE SU BLOG QUE PIENSO SEGUIR VISITANDO .ME GUSTA COMO USTED ESCRIBE. EL CHELE.
ResponderEliminarEl Chele, desgraciadamente como esta masacre hubo muchas otras en el país. Los que dirigen el país pertenecen al mismo bando al que pertenecían los que ordenaban esos trágicos hechos. Les debemos a nuestros muertos: el conservarlos en nuestra memoria y rendirles homenaje.
ResponderEliminarGracias por tu visita y por tus palabras.
DON CARLOS.SOY DE UN PUEBLO AL NORTE DE LA UNION Y ,POR AQUI LA GUERRA NO FUE TAN CRUEL ANQUE SI MURIO GENTE ACUSADA DE PERTENECER A LA GUERRILLA NO FUE TANTA COMO SUCEDIO EN OTROS LUGARES. YO CASI TODOS LOS ANOS VOY A MORAZAN ,POR QUE DESDE QUE FUI LA PRIMERA VEZ ,QUEDE IMPACTADO POR LO QUE AHI PASO. SERIA BUENO QUE TODOS LOS SALVADORENOS NUNCA NOS OLVIDARAMOS DE LO QUE AQUI PASO. DON CARLOS SERA MUY DIFICIL QUE DERROTEMOS A LOS CORRUPTOS QUE ESTAN EN EL PODER ,YA QUE ELLOS SON DUENOS DE CASI TODOS LOS MEDIOS DE COMUNICACION,Y YA USTED SABE COMO LOS ESPLOTAN PARA ECHARLE AL CULPA DE TODO AL :FMLN. EL CHELE
ResponderEliminarSaludos don Carlos!
ResponderEliminarSabe, lo que a mi más me ha enojado es ver a Saca rindiéndole homenaje a los militares el 7 de mayo, hablando que admira como la fuerza armada "defendio" al pais de la agresión comunista internacional, y alabando las carreras de Monterrosa y algunos otros asesinos que todavía viven.
Allí en mi blog puse un artículo sobre eso de Saca y Monterrosa, porque pienso que es un insulto a la memoria histórica de las víctimas de masacres como la del Mozote y el Sumpul que venga alguien a felicitar a los asesinos por eso.
Carlos, es muy cierto que la actitud de Saca es indignante e indigna de un presidente de El Salvador. La gente de Arena que suele argüir contra la abrogación de la Ley de Amnistía, que debemos olvidar el pasado, que debemos poner los ojos en el futuro, esta gente es la misma que alaba a los criminales y les erige monumentos. Ellos no niegan su pasado, viven en él y lo añoran. Son ellos los que le tienen miedo a la democracia, son ellos los que rehusan el libre debate, son ellos los que agravan las leyes y promulgan nuevas contra la libre expresión.
ResponderEliminarTu artículo sobre el “Día del Soldado” lo leí cuando lo pusiste en tu blog. Me parece exacto y lleno de verdad.