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21 octubre 2006

El Sr. Douglas Barclay: ¿embajador o procónsul?

Por Carlos Abrego

En el proemio de su discurso, el Sr. Douglas Barclay, Embajador de los Estados Unidos en El Salvador, justifica su presencia en la tribuna que le ofrece FUSADES —organismo del patronato salvadoreño— por el amor que siente hacia nuestro país. Y concluye que su amor puede valerle para abandonar las conveniencias diplomáticas y recobrar las acostumbradas entonaciones de Procónsul que han practicado a sus anchas los embajadores del Imperio en nuestro país. Dicho de otro modo, una vez que nos ha pasado la pomada... ¡se le despertó el indio! Y sin ambages se mete en nuestros asuntos.

La acogida que le han reservado a su discurso me obliga a intervenir nuevamente sobre nuestra independencia y nuestra soberanía. Me he enterado que muchos quedaron asombrados, otros se han quedado callados y otros han exigido que se le obedezca. Por mi parte no pertenezco a ninguno de estos tres grupos: estoy indignado y quiero decirlo. Y sobre si hay que obedecer a las órdenes del Sr. Barclay, lo mínimo es que analicemos primero sus proposiciones y evaluemos su pertinencia.

No creo que el señor embajador haya querido ofendernos, no obstante el primer punto que toca es muy litigioso entre nosotros los salvadoreños. Contradiciendo a muchos de entre nosotros le da una nota de excelencia a instituciones salvadoreñas que no solo renquean, sino que han mostrado que son sordas y ciegas. Se trata del TSE, de la Fiscalía General y de la Procuraduría de la República. Como guarda silencio sobre la actividad de la Procuraduría de los Derechos Humanos, sospechamos que no estaba obligado a ensalzar a lo que nosotros mismos le vemos defectos. No cabe pretender que el Sr. Barclay lo hizo por discreción diplomática.

Paso por alto, no porque no sea importante, algunos elogios inoportunos del señor Embajador, sobre los logros económicos y sociales de los gobiernos de ARENA, ni comento el encomio que hace de la precipitación del gobierno en firmar un tratado (CAFTA), cuyo desequilibrio en detrimento de nuestra economía ya ha sido ampliamente demostrado. En esto el señor Barclay cumple su misión, defender los intereses de su país.

Las vidas truncas

Luego el señor Barclay aborda el tema candente de nuestra actualidad, la violencia criminal que le es atribuida a las pandillas. Dado que se dirigía particularmente a los miembros del patronato y que la institución que lo ha invitado le sirve a los patrones, no puedo censurarle que encare casi exclusivamente de modo monetario este problema y que lo plantee ante todo como un costo económico, como un incremento en los precios, como un menos en el producto interno bruto. Se sabe que el olmo no da peras.

El sufrimiento de las familias, las vidas truncas, el costo social nos gritan a todos cada día. Para mí se trata de nuestra juventud que se va por los caminos del delito y del crimen. Esto nos está desintegrando en tanto que sociedad desde adentro. Con tanto crimen no podemos decir que estamos en tiempos de paz. La cosa se agrava con la reaparición de “escuadrones de la muerte” que nos retrotraen a los oscuros momentos de los crímenes políticos. El terror carcome nuestras consciencias, entorpece nuestra capacidad de análisis y propaga el miedo que no es buen consejero.

Son incontables los artículos que han abordado el tema, muchos para manifestar su indignación, otros para sugerir respuestas. Recientemente recorrió el país, viniendo de Oriente, una manifestación que llegó hasta San Salvador. Un partido político llenó un estadio para manifestar su apego a la paz y presentar sus soluciones a este problema social. Aparentemente los consejeros consulares del Sr. Barclay no tuvieron tiempo de informarlo. Así que como un moralista del siglo XVIII el diplomático estadounidense nos recrimina y nos acusa de insensibilidad e indiferencia ante este flagelo: “¿Dónde está la condena pública masiva y la presión hacia sus representantes electos, tanto hacia el gobierno central, como al poder legislativo y los gobiernos locales para lograr un programa integrado contra la criminalidad?”, se atreve a preguntar.

¿La barbarie contra la barbarie?

¿Qué nos propone el Sr. Douglas Barclay? Sus proposiciones concretas —que le han sugerido sus interlocutores en Washington— no difieren en mucho de lo que nos han propuesto nuestros gobiernos con sus leyes “mano dura” y “super mano dura”. Poner más policías en la calle y sacar a los criminales de las calles para encarcelarlos. Esto hasta parece que nos está recomendando soplar y hacer botellas. Nadie en nuestro país ha negado nunca que sea necesario castigar el crimen, esto está contemplado en nuestras leyes, en las leyes que existían antes de las leyes “anti-maras” que simplemente le dieron la espalda a las convenciones internacionales de protección de la infancia y como lo decía aquí mismo la semana pasada han dado por resultado la recrudescencia de los actos delictivos. También nos propone la necesidad de “tribunales especiales”. No creo que saliéndonos de nuestro derecho podamos impartir justicia, que de eso se trata. Tribunales especiales que no tendrán el control necesario y que serán instancias extralegales. Le aplicaremos la barbarie a la barbarie. Esto es la indignante conducta del gobierno y las asambleas de los Estados Unidos, que han legalizado la tortura. La tortura aunque se le cambie de nombre, aunque la ampare una ley no deja de ser un acto de barbarie que debe indignar a toda persona que tenga pretensiones de defender los derechos humanos y que abogue por el respeto de las libertades públicas

La presencia policial en las calles es necesaria como medida disuasiva, como un parámetro preventivo. Pero no podemos darle a la policía la misión de capturar de manera indiscriminada a los sospechosos de pertenecer a una banda. Ese tipo de métodos represivos lo practicó el ocupante nazi en Europa. En nuestro país fue puesto en uso con las leyes “mano dura” y “super mano dura”, sin dar ningún resultado positivo.

Se trata de erradicar el crimen. Para eso necesitamos una policía preparada que lleve a cabo la investigación necesaria, que recoja las imprescindibles pruebas para poder instruir los juicios que sean dignos de este nombre. Proceder de otra manera nos conduciría a la ausencia del derecho, nos hundiría en la barbarie de un régimen totalitario. Los tribunales de excepción para impartir la justicia sirven de mampara para introducir lo arbitrario en la vida civil. No podemos dejarnos conducir hacia eso por los criminales que hoy nos están acosando. Hay que aplicarles la ley, toda la ley con todo su rigor, pero nuestras leyes, las que hemos elaborado, la que nos permite ofrecerle a todo ciudadano el derecho a la presunción de inocencia y el derecho a defenderse.

La policía tal cual ha sido militarizada actualmente, con sus aspectos exclusivamente represivos, provocaría en la población efectos contrarios. La policía tiene que recobrar el estatuto de civil que le adjudicaron los acuerdos de paz. La población ha perdido toda confianza en la institución policial. Una de las medidas urgentes para combatir el crimen organizado es la depuración en sus filas. Asimismo es conveniente que la policía recobre una función de agente de tranquilidad, de seguridad y de orden. Muchos son los casos de jóvenes que se quejan de maltrato, insultos y golpes que reciben en los locales de la policía. Iba a agregar sin motivo. Pero en realidad la policía no puede nunca alegar un motivo, ni razón para maltratar a nadie, para insultar a nadie, para golpear a nadie. El agente de la policía que es el garante de la vida civilizada no puede arrogarse el derecho de infringir la ley. Claro que necesitamos de la policía en las calles, en los barrios para que den seguridad, pero una policía que haya recobrado con su conducta la confianza de la gente. No es pues, soplar y hacer botellas.

Todos sabemos que las cárceles en El Salvador están superpobladas y que no cumplen en absoluto su función de rehabilitación. La promiscuidad existente en nuestras cárceles es un factor generador de reincidencia y de perfeccionamiento criminal. También en esto no se trata simplemente de condenar a penas de la cárcel. Las penas de cárcel que han sido aprobadas recientemente en nuestra asamblea son simplemente absurdamente inhumanas, sobre todo cuando se trata de aplicarlas a menores de edad. Si, es cierto, necesitamos nuevas cárceles, mejor dotadas y más seguras tanto para los que tienen la responsabilidad de vigilantes, como para los reos mismos. No podemos permitirnos el lujo de tener escuelas del crimen en las prisiones.

Todo esto hay que tenerlo en cuenta sin perder de vista que hay urgencia. Y en esto debemos darle toda la razón al Sr. Douglas Barclay. No podemos seguir perdiendo el tiempo en politiquerías, en partidismos y provechos electoralistas. Hay obligación del Estado de garantizar la tranquilidad y la seguridad de las personas. Esto lo contempla la ley. Pero las autoridades gubernamentales tienen que obrar con rectitud y sinceridad por el bien del país. Se trata de tomar medidas concertadas, aplicables y justas. Aunque creo que ya todos nos habíamos dado cuenta de que existe urgencia de actuar eficazmente, sin necesidad del Sr. Barclay.

Nuestros males no vienen sólo de afuera

Hay otros temas que abordó el Sr. Embajador que no podemos tampoco dejar sin dar nuestra opinión. Pues esto nos incumbe. El acto legislativo de elaborar y aprobar el presupuesto no es algo que requiera precipitaciones. Las experiencias pasadas nos han mostrado que la oposición tiene que mostrarse firme para obtener la información necesaria sobre las entradas presupuestarias y el destino del dinero recolectado. Durante todos estos años cuántas proposiciones del FMLN han sido discutidas, tomadas en serio? No estoy hablando que hayan sido aceptadas y puestas en marcha, simplemente discutidas.

El Sr. Douglas Barclay entona la misma canción de “acabar con la polarización política”. ¿De qué se trata? ¿De dónde ha surgido esta polarización? ¿Es algo que nos ha caído como un castigo del cielo? Sé que muchos en el país pugnan por lo mismo, por la desaparición de oposiciones radicales, por posibles compromisos que le den la espalda a los intereses populares. Porque mientras persista la injusta polarización económica y social en el país, será siempre necesario que haya quien piense que lo esencial es que desaparezca la extrema pobreza de un lado y la opulencia del otro.

El vocero del Frente llamó al gobierno a obedecer al Sr. Embajador. Muy bien. Está de acuerdo en que nuestra sociedad ofrece las mismas “oportunidades” a todos los ciudadanos. A veces hay que dejar de lado las conveniencias y recordar que buena parte de nuestra miseria viene de los Estados Unidos. ¿Acaso han olvidado que durante la guerra los Estados Unidos asesoraban al ejercito? ¿Han olvidado que los Estados Unidos “invertían” un millón diario en “ayuda militar? ¿Han olvidado que quien fija los precios de nuestras materias primas son ellos? No comparto con el Sr. Douglas Barclay los mismos conceptos de libertad y de democracia.

Nuestros males no vienen sólo de afuera. También vienen de la estructura injusta de nuestra sociedad, pero mucho sabemos nosotros que viviríamos de otra manera si las injerencias extranjeras en nuestros asuntos cesaran. Viviríamos mejor si en lugar de imponernos tratados de libre comercio con enormes desequilibrios, empezaran por revisar la deuda y los leoninos intereses que nos imponen. No todo viene de afuera, pero creo que es justo que haya un tratado judicial en el que los delincuentes salvadoreños que han sido condenados en los Estados Unidos no sean simplemente expulsados sin informar a las autoridades de nuestro país. Mucho queda por decir y por rebatir. Pero creo que lo principal ha quedado claro.

2 comentarios:

  1. Anónimo1:47 a. m.

    wow, un Abrego en Francia :)
    Pero usted es Salvadoreño, verdad?
    Disculpe la intromision, solo me paseaba por la web buscando el significado de mi apellido, Soy Daniel Abrego, joven mercadologo mexicano de aficiones literaria. Estoy empezando a escribir uan historia de fantasia sobre el viento ábrego y por eso cai por aqui. Le dejo un saludo.
    Interesantes comentarios los suyos en este blog

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  2. Daniel, pues es una lástima que no hayas dejado ninguna manera de localizarte, pues tengo algunas citas literarias en las que nuestro apellido sale citado. Es más en estos días acaba de terminar justamente la influencia de un ábrego que había mantenido altas las temperaturas de España, Francia e Italia... Generalmente sopla desde el fondo del Sahara...

    Una vez escribí una miscelánea sobre la transformación fonética en castellano de áfricus (latín) hasta nuestro ábrego (castellano). Es un proceso de sonorización. Lo primero que se perdió fue la ‘s’ final, luego vino el cambio vocálico de la ‘u’ que pasó a ‘o’. Esto trajo en la edad media el cambio de la consonante adyacente ‘c’ que se sonorizó en ‘g’ y luego fue ya lógico el cambio bastante corriente en nuestra lengua de ‘f’ en ‘b’. Resultado de eso, nuestro Abrego.

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