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01 agosto 2006

Vientos

Octubre es allá un mes de vientos,
de quietos celajes erizados.
Un mes de tumultos y pregones.

Allá, mi memoria es movimiento.
Lo siento. Un recuento airado
me empuja ahora a empellones.

Recuerdo también el mes de mayo.
La lluvia alegre y sus olores,
la risa de las niñas, su aliento.

Recuerdo, es una flor sin tallo,
acaso sin perfumes, ni rubores.
Acaso mi más pobre alimento.

No obstante son esos vientos, esas lluvias, esas risas en las calles, esas flores, sus perfumes y otros rumores los que siempre demoran en mi cuerpo. Esta mi carne hastiada de voces, de voces rencorosas, del ruido, de voces desdeñosas y del ruido. ¿Qué busco? Nada que no tenga. Nada que no sienta prolongación de mi mismo. Nada. Quizás busco la noche con sus pájaros dormidos. No voy a contar mi vida, no tiene importancia. Busco y si acaso hallo o si no encuentro nada, será siempre este dolor atado a otro dolor en contrapunto, este dolor despedazado que recojo a veces en la calle.

Dolor.
Sí, he buscado otra rima
entre mis calmas vencidas
y las palabras fugitivas,
la he buscado para mi vida.

Amor.

Te he buscado.
En el recuerdo.

Octubre es un puerto.
Un puerto para la partida.

Ahora descubro, ese voraz, ese profundo mes de mis amores.
Y he querido
llorar en el escondido rostro de la luna.
He querido esconderme en sus inciertas formas.

Amor
o
dolor.

Debo acatar el vario humor de la fortuna,
pero esto no es cantar o llorar desdicha alguna.

Vientos o inmensos suspiros desatados
de un octubre que no muestra sus inconstantes senos o dispares.
Mes de vientos
que se disfraza en un andar ligero,
en un gesto que me basta,
en un mirar que me desbasta.
Mes de vientos pasajeros.
17/10/89

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