Las reflexiones que vengo desarrollando en estos últimos artículos y que
han comenzado por “Darle sentido a la política de hoy” y que he continuado con “¿Crear un nuevo Estado?”, “Tres momentos de un proceso” y “Una vuelta al pasado” y que pueden consultar haciendo “clic” en cada uno de
los títulos que he puesto. Estos artículos sin formar un todo, ni tener una
concatenación coherente, están de alguna manera relacionados. Como se notará hay
repeticiones de algunos puntos en los que me ha parecido necesario hacer
hincapié. Hoy prosigo estas reflexiones.
Hace unos días en el vespertino Co-Latino salió un artículo de Julia Evelyn Martínez sobre el concepto gramsciano de “hegemonía” que me
parece de gran utilidad en estos momentos y que de alguna manera puede
completar a perfección esta serie de artículos. Las reflexiones que siguen
tienen que ver en mucho con algunos puntos que allí se tratan.
Desde el primer artículo hice notar la perniciosa oposición que algunos pretenden
erigir entre teoría y práctica. La necesidad de la teoría justamente se ha
hecho sentir por la ausencia de un movimiento revolucionario en el país, esto
que acabo de afirmar no es una paradoja, sino que la triste realidad en la que
se vive hoy en el país. La ausencia de un movimiento revolucionario capaz se
emprender una actividad dentro de la sociedad que cohesione a los trabajadores,
que les dé los instrumentos conceptuales y prácticos para volver a participar
realmente en la política real.
Maneras de hacer política
En estos momentos podemos ver que los partidos políticos se han enfrascado
en luchas que muy pocos entienden su entero significado. Pues el enfrentamiento
entre el FMLN y sus aliados GANA, PES y CN y la Sala de lo Constitucional se ha
vuelto por razones poco manifiestas en un enfrenamiento entre partidos
políticos, en el que se han invitado algunas organizaciones civiles. El
patronato a través de ANEP y FUSADES pretenden defender la legalidad, la
autonomía de la CSJ, el Estado de derecho, la Constitución. El FMLN hace lo
mismo. Pero desacata los fallos de la Sala de lo Constitucional que son
inapelables y recurre a una instancia regional para que venga a dirimir algo
que no le concierne y para lo cual no ha sido creada, la CCJ. Con esto el
partido de gobierno, en alianza también con el presidente Funes, muestran el
poco interés que tienen por la soberanía.
Los partidos han movilizado a sus bases, las han lazado a la arena de los
pleitos y esto a de nuevo ha venido envolver al país en una especie de
polarización exacerbada en la que nadie escucha a nadie. Hubo incluso trifulcas
durante una manifestación, hubo además despliegue de agentes del orden e incluso
aparecieron francotiradores.
¿Pero lo que se alega es realmente el fondo del asunto? La Sala de lo
Constitucional durante años estuvo engavetando las demandas de
inconstitucionalidad de los ciudadanos, la actual se ha puesto a dar fallos.
Pero esto fallos no han sido del agrado de la “clase política” en su
globalidad. El triste episodio del decreto 743 y este actual muestran solo la
mezquindad de la clase política, que busca mantenerse en un indivisible
usufructo del aparato del Estado y de sus beneficios y hoy el FMLN quiere
vengarse. El acuerdo para nombrar dos veces a los magistrados de la CSJ durante
la misma legislatura, se hizo bajo la condición de una repartija de puestos.
Esta repartija corre peligro: presidencia de la Asamblea y de las comisiones
parlamentarias, puestos en otros organismos del Estado. Pues si las elecciones
se anulan, ARENA entra a contar más, pues es el partido mayoritario y entonces
el reparto es otro y esto puede voltear las alianzas.
Pero todo esto, como un sinfín de otros sucesos de esta naturaleza, no es
una actividad política. Esto no concierne la vida de los ciudadanos. La mayoría
de salvadoreños mira el espectáculo sin entender mucho, pero dándose cuenta que
la clase política, esa casta que se reúne, se pelea en público, pero que en
privado son “cheros, cheros” y comparten y departen diversiones y
distracciones. Con esto los ciudadanos se apartan de la política, les parece
que “hacer política” es conducirse de manera deshonesta y que en efecto para
“meterse en política” es necesario tener muy baja moral. Esto es parte de la
dominación de la burguesía sobre los trabajadores.
Una de las peores alienaciones
La reticencia que tiene la gente en “meterse en política” es precisamente
una de las peores alienaciones que el
Estado burgués le impone a los trabajadores. Primero empieza usurpando el poder,
pues la gente se ve obligada a delegarlo, a entregarlo a los partidos
políticos, a los hombres políticos. Lo que en el inicio era simple delegación,
se vuelve propiedad de los partidos y
de los hombres políticos. En esta desposesión un papel clave lo juega el mismo
acto del voto, que se convierte en una especie de ceremonia que hay que cumplir
de tiempo en tiempo. Son los políticos, los partidos políticos los únicos que
tienen voz durante las campañas, el pueblo, el famoso “demos” no puede
interferir, no puede sancionar. Pues el “juego político” le impone silencio, no
puede destituir a sus delegados. Esta alienación que tan íntimamente está
ligada al Estado, se opera afuera del Estado, en la sociedad. Porque las dominación
de clase del Estado tiene repercusiones que van más allá de su ámbito, de sus
instituciones.
Pero para cambiar esta realidad social es necesario que los que luchan por
transformarla tengan la capacidad de cuestionar la dominación enajenante, de
reducir e incluso invertir la dominación en su totalidad, en toda su amplitud y
profundidad.
La cuestión de la hegemonía
Pero si nos planteamos de nuevo el problema del poder nos damos cuenta que
aún si las condiciones nos permitieran un triunfo insurreccional esto no
significa que se haya alcanzado todo el poder y sobre todo que se haya
adquirido dentro de la sociedad lo que Gramsci llama la “hegemonía”. Pero ya
hemos señalado que no estamos en ese tipo de situaciones, que en la situación
actual, la lucha armada no es una opción actual y que nadie se la propone en el
país. Se trata pues de iniciar otro tipo de “guerra”. Se trata de ganar esta
guerra democráticamente, por medio de una lucha permanente en el terreno de las
ideas, que tienen que conquistar los espíritus por su pertinencia, por la
eficacidad de sus iniciativas. Se trata de conquistar el papel dirigente en la
sociedad, en todos los terrenos sociales y algunas instancias estatales, como
si se creara un doble poder político.
Se trata pues de ir conquistando progresivamente la hegemonía que al mismo
tiempo puede conducir al poder con un
consentimiento mayoritario real. No obstante esto descansa en una renovación de la política, ya no como
pleitos entre estructuras partidarias (como lo vemos hoy) que buscan conservar
el usufructo del aparato del Estado, que se ha vuelto en un fin en sí. Se trata
pues de acabar con esa alienación a la que acabo de referirme, en la que la
política inspira solamente desprecio y aborrecimiento.
Nuevas formas y nuevos contenidos
Esta renovación política incluye obligatoriamente inventarse las formas y
los contenidos de la más amplia y activa participación de los ciudadanos en
todo aquello que decide de su existencia social e individual, en el ámbito que
sea. Esto le devuelve la dignidad a la política, le da un sentido concreto. Se
trata pues de inventarse concretamente la democracia participativa, que está
muy lejos de resumirse en referendos y plebiscitos.
Iniciativas en la que todos los habitantes de un barrio que, por ejemplo,
exija la mejora del alumbrado eléctrico o la mejora del servicio de transporte.
Se trata de que la gente se dé cuenta en deliberaciones concretas en dónde
reside su interés. Si se logra imponer comités de barrio que puedan asumir el
papel de gestores con sus propuestas y sus iniciativas. El presupuesto de una
ciudad puede discutirse en estos comités. En estos comités se puede aprender a
evaluar los costos, a saber definir prioridades, pero también se aprende a
deliberar y decidir. Se aprende también la solidaridad, pues a veces hay que
renunciar a sus propias exigencias para ayudarle a otros que están en peores
condiciones. Cuando son los comités de todos los barrios los que deciden si es
necesario crear una sala de recreo o una casa de la cultura, de una biblioteca,
de una sala de reuniones, etc. se sale del clientelismo municipal. Pero hay
otra cosa que se puede lograr es justamente el control de los gastos y la
supervisión de la ejecución de los trabajos por los ciudadanos directamente
concernidos.
Se imaginan que potencial puede resultar de todas estas iniciativas. Los
ciudadanos asumiendo directamente las decisiones en los asuntos que les conciernen
directamente. Hay aquí algo que de manera embrionaria aparece como una disolución del poder en toda la
población. Aquí se trata apenas de un poder limitado, de un poder del Estado
secundario, el municipal, y que depende aún de las decisiones del gobierno
central.
Con esto aún no entramos a tocar al poder real, el poder dominador del
capital. Pero no perdamos de vista que se trata de un proceso, de un proceso en
el que la hegemonía se va conquistando poco a poco, en esta “guerra de
posiciones” aparecen siempre nuevos y nuevos terrenos. El asunto es darle a la
gente la posibilidad de intervenir, de dedicarse a meterse en política de otra
manera, de una manera que le permite adquirir nuevos conocimientos y nuevas
habilidades.
Con este tipo de iniciativas vemos como el Estado se diluye en la gente,
pero se trata de una de las funciones del Estado. Se trata de la función
administrativa, pero el Estado es también un instrumento de dominación política. Este segundo
aspecto la ideología de la clase dominante trata de escamotearlo, de ocultarlo.
Es aquí que surge la ilusión de un Estado neutro
que expresa el interés general. El Estado como instrumento de dominación de
clases debe fenecer.
Por aquí tienen que ir nuestros esfuerzos; ya basta de seguirnos desgastando en una lucha sin sentido en la cual los únicos gananciosos como siempre serán los que ostenta poder político y económico.
ResponderEliminarDe lo que se trata es de que nos involucremos en iniciativas en las que la población se vea en su cotidiano, se vea inmersa en lo que día a día son sus angustias, dejando de ser espectadora de los intereses de los otros, para convertirse en artífice de su futuro.
La democracia representativa está llegando a su fin y si eso no lo entienden los políticos, el final estará cada vez más cerca; a estas alturas de este tonto conflicto, que no interesa más que a los poderosos, ya es momento de volver a la problemática real de la población, a los problemas estructurales, al cotidiano de la gente que sigue angustiada por su seguridad, que ahora está determinada por las decisiones de las pandillas, por la falta de trabajo, por la falta de la comida del día a día.
visitar http://bpr-elsalvador.blogspot.com
ResponderEliminarA ver si los diputados se reunen en "casa"
presidencial para dar una solucione a esto:
Miércoles, 22 de Agosto de 2012 / 09:58 h
Panificadores amenazan con paro de cinco días por alzas en precios de las harinas
Miembros del sector panaderos de El Salvador marchan esta mañana para denunciar el alza de la harinas.
Geovany Molina
Redacción Diario Co Latino
Esta mañana, una fuerte concentración de panificadores, todos miembros de la Asociación Cooperativa de Panificadores Artesanales de El Salvador (ASCOPARSAL) marcharon desde Ilopango sobre todo el bulevar del ejército para apostarse frente a Molsa, para protestar por los altos precios de la harina y otros insumos para la elaboración del pan.
Con pancartas y perifoneos, los protestantes denunciaron las prácticas monopólicas de la empresa Molsa y Harisa, principales abastecedores de materia prima para la elaboración de pan.
El tráfico en la arteria que de Ilopango conduce a San Salvador, lució más congestionada que de costumbre con la presencia de los panificadores
“Esta manifestación se debe a que nos han subido en más del cien por ciento todos los costos de la materia prima para la elaboración del pan, no solo la harina, sino también la manteca ha subido en un 50%, la levadura un 70%, azúcar, bolsas y todo de un solo golpe”, denunció Franklin Bonilla, Presidente de ASCOPARSAL.
Bonilla manifestó que como gremial esta es la primera de muchas acciones si no se le pone un paro a esta situación que pone en riesgo sus trabajos “La marcha solo es una demostración, tenemos acciones como un paro de cinco días a nivel nacional de todas las panaderías, estamos hablando de doce gremiales que aglutinamos cerca de diez mil panaderos artesanales”, indicó.
La marcha que después se encaminó hacia la Asamblea Legislativa, para pedir que se le de vida a la pieza de correspondencia que como gremial presentaron hace un mes.
Mientras los panificadores recorrían la Alameda Juan Pablo II, la población que transita por esa arteria, aprobaba la protesta por considerar que de cumplirse sus exigencias la población en general era la beneficiada.
“Esta bien que hagan esto (la marcha) y de manera pacifica, porque lo que están pidiendo es de beneficio no solo para ellos sino también para nosotros que compramos pan, ahorita por una cora ($.25) solo le dan a uno dos pancitos chiquitos”, expresó Miriam Villalta, una joven universitaria que veía la manifestación desde la pasarela a la altura del parque infantil.
Los panificadores entregaron una carta en la Asamblea Legislativa donde se explica el problema del alto costo de la harina y sus efectos en la economía salvadoreña. Esperan que los parlamentarios le pongan un alto a esta situación y que tomen en cuenta sus peticiones.
“Ya es hora que los diputados trabajen en beneficio del pueblo, ahora que demuestren que no solo buscan a estos sectores en tiempo de elecciones, si no que también velen por los derechos del pueblo”, acotó Bonilla.
El gremio de panificadores artesanales explica que desde el 23 de julio comenzó a percibir un “aumento desmedido” en el precio de la bolsa de harina de 50 libras, que hasta esa fecha costaba $8.50; y que al momento ha tenido un incremento de casi el 75%.
El pasado 29 de julio, diputados del FMLN acompañaron una pieza de correspondencia presentado por esta gremial y solicitaron a la superintendencia de competencia y al ministerio de Economía, la pronta intervención para frenar esta alza.
Por este tema, el Gobierno, a través del Ministerio de Economía, está evaluando medidas para evitar más alzas en esta materia prima, entre ellas, eliminar temporalmente el impuesto de importación a ese producto con el fin de ayudar a amortiguar los costos de los panificadores y los precios que se trasladan al consumidor final.