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06 diciembre 2006

Mi claustro

Pueden darse cuenta por esta foto las dimensiones del lugar en donde paso los días, en contacto con los libros, un contacto visual, olfativo y táctil. Muy poca lectura. La gente cree que el oficio del bibliotecario es leer libros.

Este corredor lleva hacia la sección infantil que está en el fondo. En los estantes que se ven a la derecha están los tomos que van desde las generalidades sobre el mundo hasta el deporte, pasando por la psicología, la filosofía, las religiones, la sociología, la economía, la filología, las matemáticas, la física, la biología, etc. La lista de estos asuntos es grande. Usamos la clasificación Dewey.

Detrás de esa estantería hay una gran sala en donde por orden alfabético se encuentra la literatura universal, sin hacer resaltar ninguna literatura nacional en particular, incluso la francesa. Hay una rica colección de poesía, rica relativamente al volumen general de la biblioteca y en relación a su tamaño y a la importancia del presupuesto. Se trata de una biblioteca de un suburbio parisino, Sarcelles. En la biblioteca últimamente han entrado textos de Castellanos Moya y de Rafael Menjívar. Antes de mi llegada había un solo librito de Roque Dalton.

La principal deficiencia de la biblioteca es la falta de espacio para exponer todo el fondo. Gran parte del fondo se encuentra en almacenes y otra aún no ha sido tratada. Esto último también les indica otra deficiencia, la falta de personal. En los últimos años el volumen de trabajo no ha decaído, sin embargo el personal se ha reducido casi del 40%.

Hay dos sectores que he olvidado, tratan de la historia y de la geografía. La división aquí es por continentes y por países. Hay algunos libros sobre El Salvador. Buena parte trata sobre la guerra y hay dos biografías de Monseñor Romero.

Todos los libros están en francés. Hay algunos bilingües. Los lectores son un tesoro, en realidad son ellos la biblioteca y es por eso que para atenderlos como se debe sufrimos mucho de la falta de personal. Pero si comparo con la Biblioteca Nacional de El Salvador, aquí trabajamos holgadamente, no tenemos los mismos problemas.
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3 comentarios:

  1. Anónimo1:18 a. m.

    Hola tío, por si no se acuerda de mí soy sobrino de Raúl.

    De las cosas que uno se da cuenta, platicamos acá en El Salvador un buen rato y no supe que trabajaba de Bibliotecario.

    La verdad es que si esas son deficiencias hay que ver las de la Biblioteca Municipal de Santa Ana, porque aún no se animan a abrir los ficheros. Así que en la segunda ciudad (perdón, pueblo) de El Salvador, seguimos contando nada más con la de la FMO.

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  2. Luis, ¡claro que sí me acuerdo. ¡Cómo me voy a olvidar de vos! Puesí, fue una lástima que no tuviéramos más tiempo para vernos. El tiempo pasó tan de prisa.
    Fui a la biblioteca municipal de Santa Ana. Tuve un apretujón en el corazón al verla tan pobre, tan vacía, sin que nadie atendiera a los lectores. Los vigilantes municipales al verme entrar se sorprendieron. Cuando pregunté por el director, se extrañaron.
    —No hay,—me respondió una señorita.
    —Hay una encargada.
    Y alguien salió a buscarla. Dejé ahí mi “Relación breve y verdadera”.

    Un día aquí mismo, en este blog, voy a poner la pasadita de mi primera visita.
    Recibí un abrazo.

    Saludame a Raúl, a Queta y a tu mamá.

    Tu tiyo.

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  3. Anónimo5:14 a. m.

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