El Marxismo y El Salvador
Por Carlos
Abrego
En El
Salvador el marxismo ha gozado entre algunos círculos muy restringidos de
intelectuales de un prestigio indiscutible. No obstante difícilmente podemos
afirmar que la filosofía marxista ha existido en el país. En la oposición entre
el mundo capitalista y los países del “socialismo real”, nuestro país estuvo
siempre alineado al anticomunismo, simple y llanamente. Los escasos textos
marxistas que circularon, lo hicieron clandestinamente y de manera más que
limitada. La mayoría de los que se llamaban marxistas tuvieron un acceso mínimo
al corpus teórico de Marx. Estoy hablando de los que aspiraban a estudiarlo.
Muchos militantes tuvieron en mano resúmenes, breviarios, compendios,
iniciaciones, introducciones y sobre todo panfletos sin mucho que ver con el
pensamiento de Carlos Marx y Federico Engels.
La
filosofía para desarrollarse urge de la máxima libertad. En nuestro país nunca
han existido las condiciones necesarias para un enfrentamiento teórico sereno y
leal, entre las diferentes filosofías, entre el idealismo y el materialismo.
Pero esta situación no es en nada original. La compartimos con casi todos los
países. El marxismo —en tanto que filosofía— ha sido atacado sobre todo desde
el punto de vista político y la mayoría de los que lo combaten lo hacen sin un
estudio previo, sin haber profundizado en sus posiciones.
Retomar
la iniciativa
En
nuestro país se combatió al marxismo durante largas y sombrías décadas con el
garrote, la tortura, la cárcel y el asesinato. El oscurantismo inquisitorio
dirigió los debates en este terreno. En la actualidad tampoco existen las
condiciones idóneas para una discusión serena. El marxismo es simplemente
excluido, relegado al estatuto de cadáver histórico. Algunos de nuestros
pensadores se adjudican fáciles victorias frente a un marxismo que conocen de
oídas, sin poder citar ni un solo párrafo para sostener las “posiciones
marxistas” que combaten. Lastimosamente esta condición la comparten también
quienes siguen en secreto declarándose aún hoy marxistas.
Y
desgraciadamente la situación política y social no les permite otra cosa, el
debate ideológico es inexistente. Hoy en nuestro país es imposible declararse
abiertamente marxista. Imposible porque la ideología hegemónica en El Salvador
sigue siendo el anticomunismo más primario, más irreflexivo e irracional que
exista.
No
obstante no podemos esperar que lleguen esas condiciones propicias para la
discusión, pues hay apremio en que el pensamiento progresista retome la
iniciativa y proponga alternativas a la situación de opresión en la que está
sumido nuestro pueblo. Para ello es necesario que sosegadamente, sin inútiles
precipitaciones volvamos al origen, a los textos mismos, a su análisis y que
desechemos la búsqueda de aplicaciones inmediatas y automáticas de una doctrina
que en el marxismo es inexistente.
Precisamente
uno de los postulados más repetidos y aceptados sin la más mínima postura
crítica es el de la existencia de una doctrina marxista. De una doctrina
resumible en una cantidad limitada de postulados, de un cuerpo cerrado de
posiciones. No obstante una de las más grandes novedades del marxismo —en
oposición a las filosofías que le precedieron— consiste justamente en su
carácter intrínsecamente abierto e inconcluso. Inconcluso no porque que sus
fundadores ya no existen y no terminaron su obra, sino porque la nervadura que
la sustenta es la unión, la coadunación del materialismo y de la dialéctica.
Visión
de mundo y método de estudio
La
filosofía marxista es materialista y dialéctica. ¿Cuál es el nexo que se
establece entre ellas? Desde el punto de vista lógico esta unión no es
inevitable, puesto que el materialismo existió durante dos milenios sin
dialéctica. Al mismo tiempo la dialéctica fue elaborada y desarrollada —desde
Platón hasta Hegel— por el idealismo. Pero esta coadunación del materialismo
con la dialéctica no es una simple casualidad histórica. Esta unión produce un
cambio radical tanto en el materialismo como en la dialéctica. El materialismo
al ligarse a la dialéctica introduce el movimiento, el cambio, la historia, el
aspecto subjetivo, la actividad humana. La dialéctica al anudarse con el
materialismo abandona las esferas de los puros conceptos y entra de lleno en la
realidad existente, vuelve de las esferas especulativas a la actividad real de
los hombres.
El
materialismo dialéctico y la dialéctica materialista se convierten en visión de
mundo y método de estudio. Visión del mundo en el sentido en que para el
materialismo priman las condiciones materiales de existencia, pero ahora de
manera dinámica, tomando en cuenta las relaciones en el desarrollo histórico,
en el movimiento propio de la cosa, introduciendo la práctica humana.
Los
conceptos del marxismo rehúsan las definiciones del entendimiento, que vienen a
fijar esencialidades dándoles visos de eternidad. El entendimiento no puede
escapar a la rígida dualidad de lo concreto y de lo abstracto. Para el
conocimiento sensible las cosas permanecen inseparables de su singularidad y de
su cambio contingentes, este concreto derrota al conocimiento. Para el
entendimiento, al contrario, pensar las cosas implica llevarlas a la más simple
abstracción que viene a formar el contenido fijo y separado del concepto. Con
ello se ha superado, es cierto, lo particular y contingente, no obstante
también se ha eliminado de la esencia las relaciones y los procesos.
El pensamiento
materialista dialéctico sale de la simple abstracción de las cosas y aprehende
las relaciones y los procesos esenciales, vuelve a encontrar su lógica concreta
y le restituye a la realidad pensada la vida de la realidad misma. Los
conceptos de la filosofía marxista —en su acepción y uso materialistas y
dialécticos— no nos informan cómo son las cosas en general, sino como hay que
proceder en general para estudiar lo que es la cosa concreta. El concepto del
entendimiento proyecta un mundo fuera del mundo. Al contrario la dialéctica
materialista nos introduce en el conocimiento de lo que es el mundo en sí
mismo. El concepto metafísico pretende encerrar en sí la esencia de la cosa; al
contrario el concepto dialéctico nos empuja hacia las cosas mismas. Se trata de
un concepto herramienta, operatorio. En vez de ser el cabo, el cierre del
pensamiento, el concepto materialista dialéctico ayuda a obrar con el
pensamiento siempre de manera abierta.
Si
definimos qué clase de cosa es universal y eternamente, por ejemplo, la
democracia, toda investigación concreta ulterior resulta inútil, lo que
significa simplemente que este tipo de definiciones resultan inútiles para
cualquier investigación posterior. Pero si al contrario, en lugar de ofrecer
una definición, indicamos únicamente a través de qué relaciones en el
desarrollo histórico se produce la democracia, no prejuzgamos de la inagotable
diversidad de formas concretas que pueden tomar o son susceptibles de tomar
estas relaciones y esta historia. Se extrae únicamente su lógica.
Los
conceptos en su acepción materialista dialéctica aparecen como mucho más
abstractos, más formales, mucho más pobres que los conceptos del entendimiento.
Pero justamente porque evitan o rehúsan substituir lo concreto de la cosa por
la pobreza petrificada de una esencia abstracta, los conceptos de la dialéctica
materialista pueden enriquecerse constantemente de nuevos contenidos. Se trata
de objetos del pensamiento y relaciones con la realidad, de señales para el
conocimiento. Ellos conducen hacia un conocimiento que hace estallar todo
sistema, toda doctrina cerrada. Es en ellos, en los sistemas, en donde se
produce el cierre más radical de los conceptos. El marxismo propone una
síntesis en desarrollo incesante.
Polarización
política, social y económica
Si en
nuestro caso salvadoreño nos conformáramos con tomar una de las tantas
definiciones que circulan de “democracia” y nos contentáramos en ver cuán lejos
estamos de ese ideal, no nos serviría de nada. Pero concretamente estamos viviendo
una coyuntura política en la que aún se sienten a diario las consecuencias de
la guerra. Vivimos en un período determinado por el resultado de “empate” de
esa guerra. Es una herencia de la guerra lo que muchos han decidido llamar
“polarización” política. No obstante esa polarización hay que relacionarla con
la polarización social y económica en que está sumida la nación. La actividad
política dentro de las instituciones refleja plenamente esa situación social y
económica que reina en el país. Se trata del mismo antagonismo que nos llevó a
la guerra y si no le damos salida a los problemas políticos, sociales y
económicos que nos sumergen en el caos actual, esos mismos problemas pueden
conducirnos de nuevo a un enfrentamiento armado.
No
podemos negar que el Acuerdo de Chapultepec ha traído a nuestro país toda una
serie de instituciones, que aún en su estado incipiente y deficiente, favorecen
la actividad política democrática. Es innegable que esta situación es mejor que
cuando se torturaba y se asesinaba a los opositores. No por ello nos vamos a
callar y no vamos a denunciar todos los constantes atropellos que se cometen en
contra el ejercicio de los derechos democráticos de los ciudadanos. Por el
momento vamos a omitir la larga enumeración de todas las violaciones que se
cometen contra las leyes del país y la Constitución.
Concretamente
en el país estamos en un momento histórico en el que para avanzar urgimos
defender los exiguos derechos que hemos conquistado. No podemos seguir
admitiendo que la Corte Suprema de Justicia sea enfeudada a un partido
político, que el TSE funcione como agencia ocultadora del fraude. No podemos
admitir que la función suprema del país sea rebajada al ejercicio
propagandístico de un partido. No podemos continuar aceptando que el dinero del
país se malgaste en propaganda personal y promocional del presidente. Pero
estas protestas no le conciernen sólo a la oposición. El ejercicio público de
nuestra libertad aún es posible en nuestro país, pero si no reaccionamos a
tiempo, de pronto nos encontraremos con una dictadura que no consentirá ninguna
protesta y volveremos a los antiguos tiempos del crimen.
tienes razon totalmente
ResponderEliminarme encanta!
ResponderEliminar¿Como influyen las categorias marxistas en El Salvador?
ResponderEliminar¿Como influyen las categorias marxistas en El Salvador?
ResponderEliminar