La página en blanco produce vértigo. El vértigo nos obliga a lanzarnos al abismo, en este caso es la escritura. No se trata de escribir por escribir, aunque no exista un plan preestablecido, ha precedido un tiempo juicioso de rumiadura. Pero ¿qué he estado rumiando? Me ha costado darle nombre a este rumiar. No tanto al rumiar mismo, sino que al contenido, a lo que ha alimentado mi rumiar. Resulta que he dejado de publicar en este mi blog de “Cosas tan pasajeras”, pues muchas de mis precedentes meditaciones sobre el acontecer nacional han ido adquiriendo una especie de desactualización porque la realidad política nacional poco a poco ha venido retrocediendo y hemos ido a parar en una dictadura represiva, aunque maliciosamente publicitaria. La publicidad se ha vuelto la manera de comunicar del régimen. No obstante la publicidad es mentirosa.
Ante esta nueva situación salvadoreña, un payaso por presidente y una mayoría que lo apoya o no lo combate y los opositores, algunos falsos y otros por principio y totalmente entregados a una crítica y denuncia rutinaria y de alguna manera resignada. Y aquí me he topado con el nombre de mi rumiar. ¿Cómo podemos evitar la resignación? En una de mis lecturas recientes, al principio del libro “La Voie” de Edgar Morin viene una frase de Ernesto Sábato, puesta en exergo y que reza así: “Hay una manera de contribuir al cambio y es la de no resignarse”.
La cuestión es ¿a qué no debemos resignarnos? Se trata simplemente a la presencia en el poder ejecutivo de la banda de los Bukele o de manera más fundamental a la sociedad capitalista que nos impone todos nuestros sufrimientos individuales como colectivos. Supongo que pocos o nadie tuvieron en mente esta disyuntiva, una tan particular e inmediata y la otra tan general y tan alejada de nuestra realidad actual. Me permito por el momento dejar de un lado esta disyuntiva, ahora me voy a referir a algo que todos nos repetimos y es que el presente lo explica y lo ha condicionado nuestro pasado. Esto lo decimos respecto a nuestras vidas personales, como a la historia de nuestro país. Es lo que nos ha pasado lo que nos ha conducido a este presente. Pero también debemos saber que el presente nos explica de alguna manera nuestro pasado. Nuestro pasado podemos entenderlo por este presente tan poco glorioso para nuestro país. Este presente lo estamos viviendo porque cometimos en nuestra historia todos los errores que fueron condicionando que en un momento dado un oportunista, un demagogo populista acaparara en su propio beneficio todas las denuncias, todas la desilusiones que se fueron acumulando durante tantos años de la posguerra.
Si ahora vuelvo a la disyuntiva, a lo que no debemos resignarnos. A la funesta presencia de la banda de los Bukele en el poder o a la permanencia de esta sociedad capitalista que destruye nuestras vidas. Sin embargo si nos ponemos a reflexionar un momento, nos daremos cuenta que el gobierno actual, con sus desmanes, su estado de excepción permanente, su represión, sigue en la misma línea de conducta liberal o neoliberal de los anteriores, que en ese sentido nada ha cambiado, que su demagogia apenas si oculta la miseria que se agrava y las fortunas que acumulan las mismas familias adineradas. Algunos trataron de adivinar el surgimiento de una nueva “oligarquía”, pero ese malabarismo y palabrerío barato, remedo de reflexión pretendía ocultar que se trata siempre de la misma clase social que sigue dominando nuestra sociedad. El gobierno, este como los anteriores, siguen siendo servidores de la clase burguesa. Es esto lo que no podemos perder de vista, es a esto que no podemos, no debemos resignarnos.
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