El autor de este blog agradece la reproducción total o parcial de los materiales aquí publicados siempre que se mencione la fuente.

25 agosto 2024

La educación un tema prioritario

El tema de la formación es recurrente cuando se evoca el exiguo interés que despierta nuestro país en los inversores extranjeros. Este tema viene acompañado de los lamentos acongojados sobre su bajísimo nivel y se señala también con insistencia la urgencia de elevar el nivel de nuestra mano de obra. Globalmente es la manera de abordar el tema. Tal vez haya comentaristas que tengan una visión mucho más amplia y más profunda. No obstante la educación de nuestra juventud, su formación se encara como parte de los posibles incentivos para que capitalistas extranjeros vengan al país a invertir. También se alude a las infraestructuras, últimamente también se menciona la versatilidad de nuestra legislación y la imposible confianza que puede inspirar un país en que las instituciones dependen de los caprichos de la clica en el poder.

La empresa destructora de nuestro país que ha emprendido el usurpador, también se manifiesta en este tema, las escuelas siguen en el abandono, muchas escuelas no perciben el dinero que se les destina en el presupuesto de la nación. Los testimonios sobre esto abundan en las redes sociales. La demagogia del dictador que prometió a los estudiantes de la Universidad Nacional no permitir ninguna baja en su presupuesto y que si era elegido a la presidencia, él mismo desfilaría con los estudiantes para protestar. Su protesta fue reducir treinta millones de dólares en el presupuesto universitario.

Por el momento dejemos de lado la denuncia, pues el estado de nuestra educación no ha surgido ahora, es algo endémico y esto no sólo concierne a los sucesivos gobiernos, sino que asimismo a la oligarquía. Durante casi un siglo y medio fuimos un país de analfabetas, baste recordar la denuncia que hizo en su libro “Leer y escribir” nuestro gran pensador Alberto Masferrer. La oligarquía cafetalera no mostró nunca un interés por introducir en el país innovaciones y ella misma fue incapaz de proponer algo transformador de la sociedad, al contrario su conducta fue dejar intactas todas las supervivencias coloniales y feudales. Esta situación duró hasta ya pasada la mitad del siglo anterior. El carácter parasitario de nuestra actual burguesía lo ha heredado de aquella oligarquía que nunca se propuso mejorar las condiciones de trabajo y de vida de su “fuerza de trabajo”.

Caben algunas palabras explicativas del calificativo “parasitaria” que he usado respecto a la vieja oligarquía y a la actual burguesía. Durante décadas fue corriente ver a los cafetaleros ausentarse del país e ir a disfrutar de su fortuna a Miami o a cualquier otra ciudad de veraneo, volvían algunos meses para administrar los cortes y luego la expedición de su mercancía al extranjero. Pero sobre todo ocuparse igualmente de exportar sus ganancias para colocarlas en negocios financieros. Pagaban pocos impuestos cuando no podían eludir esta obligación. El país no prosperaba y esto dejaba indiferente a la clase privilegiada, no era un problema que le incumbiera. La educación de los salvadoreños no fue nunca algo que se abordara en las playas veraniegas de Miami, ni en casinos extranjeros. Fue así como fueron acumulando capitales afuera y haciendo negocios en lugares con mejores tasas de ganancia. El Salvador fue su vaca lechera y la ordeñaban hasta el desgaste. La actual burguesía no ha cambiado de actitud.

Recordemos los “papeles panameños” que revelaron que hasta los nuevos ricos, como el dueño del FMLN, Luis Merino, también fueron descubiertos con depósitos de millones de dólares en el extranjero. Es una práctica casi consubstancial del capitalista salvadoreño. El dinero de Luis Merino colocado en Panamá provenía de Alba-Petróleos que inicialmente fue promovida como para ayudar al desarrollo de municipios pobres.

El viraje que cobró el país en la década de los cincuenta (los historiadores tal vez tengan más que contarnos al respecto) fue el inicio de ciertas mejoras incluso en la educación, la red de escuelas creció, surgieron escuelas que se llamaron “experimentales” (en los años sesenta se llamaron “vocacionales”), en estas últimas se enseñaban diferentes oficios, poco a poco el Ministerio de Educación (que apareció en 1939 apenas) fue elaborando planes y programas con mejores contenidos y mejores intenciones. No obstante la educación nunca constituyó una prioridad de nadie, los patrones tal vez exigieron alguna vez mejorar su mano de obra.

Y en realidad cuando se habla de mejorar la formación de nuestra juventud para atraer inversionistas se manifiesta una visión limitada y limitante de la educación. No se toma en cuenta la persona de los educandos, sino que el servicio que puedan prestarle al capital. En nuestra sociedad, como en el resto de sociedades capitalistas, la persona humana no es considerada en su integralidad, apenas se le ve como un apéndice de las máquinas, los trabajadores no son sujetos reales, su desarrollo autónomo e integral no puede existir en la visión capitalista. Todo está encaminado a sacarle provecho, se evalúa su utilidad y es esta la que requiere preparación.

No obstante ahora estamos enfrentados a algo aún más grave, son colosales los ataques que la dictadura asesta al sistema educativo. Luego de su campaña mentirosa de hasta la construcción de cinco escuelas semanales y las computadoras para cada cipote, el dictador deja centenares de escuelas sin las debidas asignaciones presupuestarias, las que reciben dinero les toca por cada alumno y por día apenas 0.03 céntimos de dólar. Pero en muchas escuelas los maestros tienen que sacar de sus propios bolsillos el pisto para comprar los insuficientes materiales didácticos, cartones, yeso, crayones, lápices, etc. En muchísimas escuelas no hay electricidad, ni agua potable. Y el payaso pavonea que somos un país del primer mundo.

La cuestión urgente que aparece es ¿cómo contrarrestar estos ataques, cómo detener el derrumbe de lo poco que tenemos? No se puede esperar por el momento un movimiento de los propios maestros, ante tanto despido de empleados del gobierno, viendo sindicalistas encarcelados y los asesinatos que ocurren en las prisiones, la brutalidad de la policía y la soldadesca en las calles buena parte de la población vive amedrentada, con miedo. Los maestros viven en esta realidad de miedo y amenazas. Quizá lo que nos queda es solicitar de otros pueblos la solidaridad y su apoyo.

Dejo para más tarde algunas reflexiones sobre la educación para el futuro, lo que debemos preparar cuando hayamos reconquistado la república y el destino del país.




 

18 agosto 2024

¡A remojar barbas se ha dicho!

 Por Carlos Abrego

Nadie fue capaz de vaticinar que con la llegada de Bukele al poder, iba a desatarse una serie de catástrofes sociales. Estas son reales, el país se ha endeudado y está a punto de ahogarse en esa deuda y el FMI tarda en lanzar el salvavidas que Bukele reclama a gritos; la hambruna ya no es un fantasma que amenaza, sino que una dolorosa realidad, que se expande por todo el país. La carestía de los productos de la canasta básica sube a inalcanzadas cimas. Es frente a esta hambre y desesperación que los agentes de la CAM de San Salvador libran batallas callejeras y destruyen las mercancías de los vendedores ambulantes. Con esto sumen aun más en la pobreza a estas familias, privándolas de sus fuentes de recursos para poder pagar su sobrevivencia diaria. La cólera de muchos contra los agentes de la CAM es justificada, pero se equivocan un tanto del principal blanco, que en realidad es el alcalde mismo de San Salvador, quien obedece al presidente de la exrepública salvadoreña.

El gobierno de Mauricio Funes no emprendió reformas estructurales para transformar la sociedad salvadoreña, sin embargo sí realizó reformas y tomó medidas, hasta donde se lo permitió la derecha, que aliviaron en mucho el malvivir de numerosas familias, ayudó a los escolares con desayunos gratuitos, útiles y zapatos también gratuitos y el par de uniformes anuales, creó instituciones sanitarias y de asistencia social para la niñez y las mujeres. Sánchez Cerén mantuvo estas medidas intactas, actualizó tal vez alguna. Por lo general no anuló ninguna de estas medidas.

Al llegar Bukele sí han desaparecido en realidad algunas, llegó prometiendo mejorarlas todas y en vez de eso tenemos que cierra instituciones, las ayudas a la niñez renquean en su ejecución y la promesa tantas veces repetida y gritada de que renovaría los locales vetustos de las escuelas y que construiría nuevas y como mentir le es tan fácil ha afirmado varias veces que estaba construyendo cinco escuelas semanales, nadie las vio, pero hay quienes le creen, sobretodo afuera del país.

Nuestra sociedad no ha progresado mucho en su mentalidad, podemos decir que groso modo nos dominan sentimientos totalitarios, casi fascistas, tenemos el culto del cacique fuerte y dominador. Cuando las maras fueron creciendo y hubo personas que llamaban a instaurar medidas preventivas y de reeducación eran rechazadas por la mayoría. Eran rechazadas por inútiles e ineficaces, a la sumo podían servir a largo plazo, pero lo que se imponía era exterminar a esa gentuza, a esos criminales. Este término usado en la Alemania nazi no aparecía en los comentarios diarios de manera fortuita, reflejaba un modo de pensar y sentir ya viejo entre nosotros, desde alguna adoración que logró adquirir el mismo prototipo de dictador Maximiliano Hernández Martínez y que se fue prolongando bajo la larga sucesión de dictaduras. Nos acostumbramos al orden dictatorial, a las soluciones represivas. Aquello de que en algo andaba metido para justificar una captura de cualquiera mostraba a las claras que lo subversivo no recibía ninguna aprobación, ni apoyo. Esta mentalidad persiste en el país y de alguna manera el usurpador dictatorial la inculca y la alimenta.

Con el Estado de Excepción que se ha vuelto permanente, recibe por sus resultados visibles la aprobación casi unánime de la población. Es cierto que el pánico y temor constantes que reinaban en buena parte del territorio nacional han desaparecido y ahora la gente puede circular por las calles tranquilamente y hasta los niños pueden jugar sin amenazas de las maras. Esta medida radical no ha encontrado ningún obstáculo para su aceptación. El gran pero que ha comenzado a aparecer es que bajo el amparo de esta aceptación general, las autoridades apresan también a gente inocente y se aprovecha para arreglar cuentas políticas y reprimir la naciente oposición a su gobierno. Hay también gente que es torturada, hay otros que han sido asesinados en las cárceles, etc. Todos estos atropellos son del dominio público. Sin embargo el usurpador hábilmente replica que los que defienden a los llamados inocentes lo que realmente quieren es liberar a los mareros.

Esta falacia ha calado incluso en defensores de los derechos humanos, casi todos al denunciar los atropellos que sufren las víctimas inocentes en las cárceles y reclamar su justa liberación, no omiten agregar que no están pidiendo que se liberen a los criminales. Con esto hay un problema de sociedad y de ética muy importante. Es cierto que ya no hay más justicia en el país, los jueces tienen que sobreponerse al miedo para dar fallos que puedan disgustar al régimen, la Constitución fue asesinada y no tuvo ni siquiera un entierro digno, se le dejó pudrirse abandonada en los escombros de nuestra dolorosa historia.

El Código Penal ya no tiene vigencia y la presunción de inocencia es un concepto fantasma para los carceleros del régimen. Los presuntos criminales que están ahora en las cárceles salvadoreñas no han tenido juicio, ni ninguna notificación judicial, no pueden ser asesorados por abogados, muchos están privados de visitas, salvo algunos cabecillas que tienen un trato particular, tal vez por antiguos favores que recibió el caíd de la clica gobernante.

Todas estas ilegalidades se han vuelto minucias. Esto ha venido a completar una filosofía del derecho retrógrada que rige en nuestro país. Las penas mínimas en El Salvador son en cantidad de años como las máximas en países europeos. La privación de libertad preventiva se ha vuelto la norma, lejos está de ser una excepción, un último recurso. El Salvador está en la lista de países latinoamericanos con el 80% de encarcelados sin condena (con Bolivia, Paraguay, Uruguay, Panamá y República Dominicana), esto debido al rezago judicial. Esto es una realidad que existía ya antes del Régimen de Excepción.

Ahora en el retroceso civilizatorio emprendido por el usurpador, en la Asamblea se ha hablado de hacer juicios por montones, decenas o centenas, en los que no se podrá juzgar equitativamente a nadie, pues no habrá tiempo, ni posibilidad para juzgar uno por uno a todos. La condena será igual para todos. Esto se aborda tranquilamente, sin estorbos morales, en la Asamblea. Los inocentes que sufren prisión (que no es ni preventiva, ni provisional, sino que simplemente arbitraria) son la demostración de que los desmanes del dictador le pueden alcanzar a cualquiera, que nadie se tenga por librado. ¡A remojar barbas se ha dicho!

Ahora volvamos a la frase que no omiten agregar los defensores de los derechos humanos cuando reclaman la liberación de sus protegidos, “que no están por que se liberen a los criminales”. Claro que la presión inmoral que ejerce el dictador los obliga a esta precaución oratoria, no obstante esto significa una tácita aceptación de que esos criminales sigan en cárcel sin que se les aplique a ellos el derecho a la defensa, ni el derecho a la presunción de inocencia, de que se les aplique imparcialmente la justicia. Recapacitemos en lo que esto significa de retroceso en la concepción del derecho, aceptamos que la reclusión sin juicio, ni condena tiene absoluta cabida en nuestra sociedad. Este es un paso mayor en la aceptación no sólo de la ideología de la dictadura, sino que también en la aplicación de esta arbitrariedad ahora y para siempre. Esto se vuelve sin más en un principio de nuestra filosofía del derecho.


11 agosto 2024

Por otra sociedad realmente nueva y nuestra

Por Carlos Abrego

El tiempo no se detiene, en su pasar lo que a su adentro sucede, va creando historia, pasado. Hace algunos días tuvo lugar la Convención cuarenta y cuatro del FMLN, de alguna manera ese hecho va ya entrando en la historia, en el pasado. Ahora lo que podemos afirmar es que a nosotros, los que vivimos en este presente del que también de todos modos hace parte esa Convención, nos parece que se esperaba otra cosa, que por fin surgiera una autocrítica que explique este desmoronamiento vertiginoso que se ha soldado por un partido sin representación institucional, sin diputados, ni alcaldías. Al contrario el secretario general, Manuel Flores, llegó a vanagloriarse de ser la segunda fuerza política del país. Es lo que proclamó en su improvisado discurso final de la Convención.

Exhortó a los miembros de su partido a entrar en campaña “no electoral”, “permanente”, pero con el objetivo de reconquistar los puestos electivos perdidos. Ese fue el punto fundamental de su discurso. También fijó la tarea de “acompañar al pueblo en sus luchas y de ayudar a los necesitados”. En una declaración del 15 de julio pasado a Prensa Latina, Flores sostuvo que “una de las primeras cosas que voy a hacer en mi primer discurso como secretario general es pedir perdón al pueblo por los errores cometidos por anteriores direcciones partidistas”. Este gesto de Pilato, lo deja aún más claro al seguir en su declaración “reconoceremos los errores y luego enrumbar y corregir lo mal hecho. Sobre esa base vamos a caminar pero no voy a vivir dándome golpes en el pecho, porque esos errores no son míos todos, pero si voy a asumir el reto colectivo como Secretario General”.

He leído esto no sin justificada perplejidad. Mi asombro es la ausencia de solidaridad con sus camaradas dirigentes anteriores y algunos que lo van a acompañar, pues a la Comisión Política entraron en su mayoría los que estaban ejerciendo la dirección hasta la apertura de la Convención. No sé si pidió o no perdón al pueblo, pero lo que queda claro con cristalina nitidez es que los errores ya son historia y que no los va asumir de ninguna manera. Al parecer los errores no son del partido, sino que de algunas personas, o sea que fue candidato presidencial, pero no tiene nada que ver ni con los errores cometidos, ni con las direcciones pasadas. En esto veo clara indigencia ética.

Cuando digo que Flores considera que los errores ya son historia, me refiero a que esta manera de ver las cosas es como si el paso del tiempo los ha borrado. Esos errores ya no pertenecen al presente del FMLN. Entonces ¿por qué pretende corregirlos? No critico aquí la falta de lógica, sino que cierta pobreza ideológica, pues la encrucijada en la que se encuentra el país, un partido con el pasado del FMLN debe con valentía y honor asumir sus responsabilidades de fuerza política de oposición y como fuerza política que alguna vez tuvo objetivos mayores de transformar al país. Es eso lo que nos obliga a ocuparnos de su política actual. Lo que vemos ahora es que su pensamiento no tiene nada que ver con el partido que llevó adelante una guerra, que fue ejemplo y modelo en América Latina y que movilizó millares de personas con propósitos claros y por lo que muchos ofrendaron sus vidas. Este pasado lo siguen mencionando, les sigue sirviendo de tarjeta de visita, pero cae en el olvido cuando se trata de asumir las responsabilidades históricas del momento.

En todo su discurso no mencionó al dictador usurpante y ni a su gobierno, no criticó la política que perpetran, ni sugirió en ningún momento que los ataques a las libertades públicas destruyen vidas individuales y familias, tampoco denunció la falta de una política económica coherente y útil para la población. Supongo que sería fuera de lugar o algo muy delirante pedirle que denuncie al capitalismo y la producción de todas las alienaciones que hacen sufrir a la gente. El gobierno con método minucioso destruye todo el tejido social salvadoreño, el sistema histórico de la red municipal fue volcado a la nada, distanciando a millones de personas de los centros en donde se debe decidir aspectos de sus vidas cotidianas. El usurpador le robó el dinero a los poderes locales (el FODES) y cada día que pasa pisotea su autonomía, etc. Manuel Flores no dijo nada de todo esto.

No obstante frente a la política agresiva del dictador, que destruye al país como un invasor extranjero, no se puede seguir con las interjecciones que han usurpado la función del razonamiento. Son muchos los que emiten ayes cebollentos y dios míos chillones y destemplados que confiscan la atención, pero que no logran convencer a nadie. Para convencer es menester usar el argumento que exige examen previo de la situación para proponer posibles soluciones. No se puede seguir con los ojos cerrados o tapándose los oídos ante las críticas que se emiten contra el FMLN, estas críticas no son traicioneras, ni puñaladas traperas. Esto por un lado, el otro lado es también la actitud que debe tomarse ante la dictadura, ¿se espera que el tiempo haga su labor y cumpla con aquello de que no hay mal que dure cien años? Para muchos aún es necesario hacerles el llamado a abrir sus consciencias y preguntarles si un partido que ya no prepara estrategias, ni puede ejecutar tácticas y que improvisa discursos incluso en su instancia reflexiva más alta como es la convención nacional, ¿puede servirle al pueblo, a la nación entera para liberarse de todas las opresiones, para derrocar la dictadura?

La situación actual es grave, bajo la aparente quietud forzada por los consecutivos decretos de renovación del Estado de Emergencia, hay una violencia instituida en las cárceles, en las calles con la presencia de militares y policías que no respetan nada, que pueden capturar, destruir puertas, muebles y privar de libertad al que se les antoja. Los jueces no tienen libertad de ejercer su oficio, hay muchos que decretan libertad de los reos apresados ilegalmente y los carceleros devuelven cadáveres. El hambre en muchas familias es real y diaria. Las escuelas siguen en pésimo estado, los niveles de formación son bajos, muchas Casas de la Cultura fueron cerradas, más de trecientos empleados del Ministerio de Cultura fueron despedidos de un día para otro, como ha sucedido con muchos otros empleados públicos. Recuerden que desde el inicio el dictador sacó a muchos empleados por el simple hecho de llevar el mismo apellido de algunos dirigentes de su antiguo partido, el FMLN. Ya no tenemos Constitución y preparan una que no será para la nación y su ética nacional, sino que es para complacer los caprichos del usurpador. Esta empresa de destrucción descivilizadora de la nación y del país nos hunde aun más en la barbarie, antes eran los delincuentes los que cometían actos salvajes, ahora son los uniformados del Estado los que se encargan de aterrorizar a la población. Y hay que tener presente que esta violencia apenas empieza, se va a agravar cuando la gente rechace cada vez más la amargura de la política de la clica de los Bukele y sus asesores venezolanos.

Tenemos que pensar desde ahora como construir una política que limite esta empresa de destrucción y como crear aspiraciones no para volver al pasado, sino para construir un futuro mejor para todos. Debemos recrear esa aspiración por otra sociedad realmente nueva y nuestra.



 

07 agosto 2024

Empezar por los fines

 

Por Carlos Abrego

Hace pocos días hojeaba el libro de Blaise Pascal, “Pensamientos”, confieso que nunca lo he leído de pe a pa, entonces me topé con esta reflexión: “Es algo deplorable ver a los hombres deliberar sólo sobre los medios y jamás sobre los fines”. Nuestro país, nuestra sociedad, atraviesa una profunda crisis social, cultural y política y muchos nos planteamos como principal tarea salir de ella. Es claro que la primera pregunta que nos hacemos es ¿cómo? Es innegable que la interrogación apunta hacia los medios y nos hemos enfrascado en discutir en ese cómo. Sabemos que la solución al problema pasa obligatoriamente por las luchas. ¿Cómo organizar estas luchas, quién las organiza, qué tipo de luchas, etc.? Algunos sugieren que se tiene que volver al liderazgo del FMLN, otros rechazan tajantemente esta opción, no sólo por su derrota y estado actual, sino que porque lo consideran la causa misma que nos condujo a la crisis. Otros proponen nuevas organizaciones, de varios tipos y conduciendo luchas sociales sin participar actualmente en las elecciones. Quizás el único punto de concordia es la urgente necesidad de elevar el nivel de conciencia de nuestro pueblo.

El repudio casi general al estado actual de nuestra sociedad implica, aunque de modo inconsciente, el rechazo al sistema económico y al consiguiente retraso social que conlleva y al que nos vemos reducidos. Haber estado sometidos al dominio económico extranjero durante tanto tiempo, que además fue complacientemente aceptado por la oligarquía nacional y justificado por su élite intelectual asociada, nos ha privado de la base material para un desarrollo social y económico autónomo y autosuficiente. De cierto modo, la salida de este sistema económico está planteada en el pensamiento de la izquierda salvadoreña desde por lo menos los años cincuenta del siglo pasado. Y también desde entonces hubo una enconada lucha por imponer el “cómo salir”, las famosas vías armadas o pacíficas. Aun no hemos olvidado nuestra historia reciente y no ignoramos que hasta dentro de la opción armada se siguió proponiendo la “vía democrática”. Es doloroso reconocer que la situación actual nos muestra que ambas vías fracasaron.

La lucha no la lleva adelante solamente la parte popular, sino que también la clase dominante sirviéndose de su Estado despótico, las luchas populares fueron concretamente dirigidas contra las sucesivas dictaduras. Las luchas emancipadoras del pueblo salvadoreño, urge decirlo, no tuvieron como único blanco la futura construcción social, ni la independencia del imperialismo, sino que concretamente se entrelazó con las luchas antidictatoriales. En la mente, en la conciencia de los salvadoreños predominó este último punto. El primer objetivo fue siempre sacarnos de encima a la dictadura.

Cabe señalar que en lo concreto no se supo pensar la dialéctica de ambas luchas, la inmediata y la mediata. Lo urgente ocupó todo el terreno de nuestra reflexión, de allí que el objetivo de la “toma del poder” cubrió o mejor dicho eliminó de nuestro pensamiento la configuración de la sociedad a la que anhelamos. Las circunstancias no se prestaban al desenvolvimiento y desarrollo de la teoría revolucionaria propia, la clandestinidad no es propicia para la controversia teórica, la compartimentación de tareas y el verticalismo organizativo impusieron un dogmatismo casi natural, pues la razón, la verdad absoluta le pertenecía a las dirigencias. Los desacuerdos se arreglaban con insultos, expulsiones y anatemas. Nuestro “marxismo” fue siempre de segunda o tercera mano y muchas veces era simple y llanamente el viciado marxismo estaliniano. La dialéctica se redujo a cuatro o cinco reglas que anihilaban el complejo método o forma de pensar desarrollado y propulsado por Hegel y Marx. Esto que señalo aquí no es un mal salvadoreño exclusivo.

Si logramos algún día sacarnos de encima a la clica de los Bukele ¿habremos resuelto todos nuestros problemas? En realidad eso sería apenas un episodio en nuestra historia, que ahora se nos pinta como el más importante y el más urgente. No niego la importancia, ni la urgencia de llevar algún día ante los tribunales a todos los delincuentes y usurpadores que ahora nos gobiernan. No obstante echemos una mirada hacia atrás, ¿acaso no tuvo su gran importancia el acto en que se firmaron los Acuerdos de Paz? Allí se abrió un nuevo episodio de nuestra historia. ¿La izquierda estaba preparada para responder las aspiraciones, los anhelos, las ilusiones del pueblo salvadoreño? Estamos con esta dictadura cerrando el ciclo iniciado entonces. Y hay que decirlo, fue la izquierda que llevó en ancas hacia el poder a este insolente y pretencioso ignorante de Nayib Bukele. La izquierda llegó al poder sin tener al inicio la capacidad de presentar su propio candidato a la presidencia, aun menos de tener claro qué es lo que había que hacer ya en el poder. Escudarse en que no se tuvo la mayoría parlamentaria es negar la incapacidad rotunda de lograrlo, ni el deseo de averiguar los motivos, todos los motivos del fracaso. La presencia de ese monigote en el poder se lo debemos al FMLN, ¿cómo pudieron consentir las “bases” que un recién venido al partido pudiera casi de inmediato representarlos en la principal alcaldía del país? Pero fueron las “bases” las que aclamaron y promovieron a Mauricio Funes como candidato presidencial, sin ser miembro del partido. Funes nunca ocultó que no comulgaba con las ideas, ni los programas del FMLN, afirmó que tenía su propio programa. Es que esas “bases”, que en realidad son el partido, tenían bajo nivel ideológico y de manera borrega obedecían a la dirección oportunista de derecha del FMLN.

No se trata de venir a achacarle a uno u otro individuo la responsabilidad de lo ocurrido. La historia obedece a otros criterios, a otras leyes. Ahora debemos constatar que era imposible tener otro tipo de organización que el que se tuvo, que al verticalismo se le llamaba “centralismo democrático” y que tenía la aureola de su origen leninista. Nadie podía darse cuenta entonces que en la práctica, concretamente se había heredado un funcionamiento estalinista. Y de esto no fuimos las únicas víctimas, apenas a fines del siglo pasado e inicios de este, en el mundo, algunos teóricos han empezado de reflexionar sobre este problema y aún no se llega a soluciones evidentes. Este modo de funcionar llevó al FMLN, en los años ochenta, a tener estrategias militares y políticas enfrentadas y en algunos casos antagónicas. Unos pensaban que la guerra debía de ser prolongada y otros que era urgente terminar con ella y pasar a luchar democráticamente. Sucedió lo que tenía que suceder, nadie puede saber que hubiera pasado si la otra opción hubiera triunfado. Pero en ningún caso hubieran sido, ni fueron las “bases” las que decidieron. Obligatoriamente debemos constatar que el nivel de conciencia de los militantes era bajo, no así sus impulsos, sus deseos, sus anhelos, su ganas de cambiar las cosas, de acabar con esta sociedad de miserias que nos imponen los ricos.

Acabar con esta sociedad de miserias sigue siendo nuestro anhelo, nuestro más hondo deseo, sin embargo seguimos sin saber por qué otra sociedad luchamos. Nuestras luchas antidictatoriales tienen presente, son concretas, tienen realidad, mientras que la lucha por la nueva sociedad es totalmente abstracta, aun no tiene existencia, no tiene realidad. Sin embargo sería un craso error oponerlas, considerarlas de manera separada, no ver que realmente son un todo, que son una unidad de contrarios, no se puede pues ignorar uno o el otro. El fin de nuestra lucha es la otra sociedad, a la que llegaremos mediante las luchas concretas de ahora, que no se puede obviar ni una, ni la otra. No obstante es necesario saber que ambas luchas al unirlas estrechamente tienen fuerza educadora y elevadora de nuestra conciencia. Así que vale la pena también comenzar por los fines.