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11 diciembre 2023

Razones de esperar

 Siempre hice una mueca de desaprobación cuando oía esa frase de que “los pueblos se merecen el gobierno que tienen”. Siempre pensaba en nuestras dictaduras y el sufrimiento que le infligían a nuestro pueblo y si nuestra gente parecía resignarse, todas las dictaduras nos llegaron como fuerzas externas y poderosas que se nos impusieron. No había en esos fenómenos sociales nada que debiera culpar a nuestro pueblo, ni a otros pueblos que sufrían de dictaduras. Eran fuerzas poderosas e ineluctables.

Ahora, al recorrer la recién realizada encuesta de opinión de la UCA, sin profundizar en el análisis de los resultados, se me antojó que la mayoría de los salvadoreños se merecen la dictadura que se nos está imponiendo. Claro, en esto es necesario siempre llenar de matices nuestro razonamiento y juzgar con mayor tino. El aparato propagandístico del gobierno, con millones de dólares a su disposición, tiene consecuencias fatales en la mentalidad de muchos salvadoreños. En la encuesta hay algunos datos espeluznantes como la preferencia declarada por un gobierno autoritario a uno democrático, incluso hay una tendencia a aceptar la pérdida de derechos constitucionales si eso permite la permanencia en el poder del clan Bukele. Pero esta tendencia al autoritarismo, a la tranquila aceptación de su presencia en la sociedad, no es nueva, siempre ha existido, todas las dictaduras han logrado crear en la población una base social de apoyo. Esta base social de apoyo es la que propiciaba esa apariencia resignada de toda la población. Los que sostienen al dictador exhiben este apoyo sin tapujos, los opositores tienen que ser muy prudentes.

Las fuerzas represivas del Estado se encargan ya de imponer y suscitar miedo, cometen permanentes desmanes, atacan sin ninguna clemencia a los más pobres que buscan sobrevivir con sus ventas ambulantes. El Estado de Emergencia (medida constitucionalmente pasajera) se ha vuelto permanente y le sirve a los policías, en son de pandilleros, como escudo protector para sus patrañas. Se sabe que hay personas que han preferido abandonar el país por la persecución policial y política. Hay una franja importante de nuestros compatriotas que consideran todo esto como formando parte del orden y la calma que necesitan para vivir a gusto.

No obstante hay razones de esperar que este episodio de nuestra historia no se prolongue por décadas hundiendo las posibilidades de cambio en la sociedad. Hay restos de progresismo que resiste, que no se calla, que protesta, que aspira a reforzarse, hay costumbres nuevas de solidaridad, de ayuda mutua. Hay entre los salvadoreños gente que se indigna por los desmanes policíacos, incluso hay algunos que se atreven a enfrentarlos. Todo esto hay que aprovecharlo, por eso es necesario que surja, que emerja una organización que le dé una estructura de nuevo tipo para reunir todas esas fuerzas que no decaen o que empujan por brotar.

Sabemos que lo que estamos sufriendo tiene sus causas, que tuvo condiciones propicias para aparecer en el panorama político nacional. En esto hay responsabilidades históricas que no se pueden ocultar, que hay que tenerlas presentes, tanto para no volver a cometer los mismos errores, como para, examinando esos procederes, poder inventar nuevas costumbres, nuevos métodos de acción. Hay que saber que durante cierto tiempo nos va a tocar encaminarnos a tientas.


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