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14 julio 2021

La reflexión sigue abierta

No niego la necesidad de abordar los temas que se nos imponen día a día por la actualidad, abordar los diarios ataques a la democracia y contra la gente de parte del gobierno, pero estas respuestas nos ocupan ya varias décadas ante los sucesivos gobiernos y es así que la situación global se ha venido empeorando, tanto en la brutalidad de los ataques, como la indigencia general del nivel de consciencia de la población que sigue obnubilada ahora por la verborrea presidencial. Luego de las derrotas electorales del FMLN, surgieron debates en torno al tema de la “refundación” de la izquierda. Estos debates se dieron dentro y fuera del FMLN. La mayor parte de la reflexión se centró en la actividad y los errores del FMLN y muchos llegaron a la conclusión de que era urgente crear una nueva organización “revolucionaria”.


Supongo que esta reflexión no se ha dado por concluida. Los temas abundan, lo que nos obliga a desmochar y elegir tal vez lo que aparenta ser lo menos urgente. Durante las discusiones ha prevalecido a mi parecer el cortoplacismo, se tiene en mira casi siempre el próximo proceso electoral, como si el único objetivo fuera ganar las elecciones y acceder al “poder”.


Imponer desde arriba


En realidad tenemos urgencias prácticas que no podemos asumir porque aunque parezca una paradoja, no sabemos cuáles son. Poco a poco las diferentes izquierdas “revolucionarias” fueron confundiendo las prioridades y los objetivos. Me acabo de referir a una de estas confusiones, entrar a participar en el “juego democrático burgués” y considerar que aceptar este “juego” y sus leyes nos permitiría por sí mismo acceder al “poder”. Eso es posible y hasta real y concreto, se llega al poder y se gobierna. No obstante no nos damos cuenta de que el sistema sigue intacto y que gobernar dentro de este cuadro es administrar la cosa pública según los intereses de las clases dominantes. El famoso “poder” es la fuerza represiva del Estado y la capacidad de imponer desde arriba resoluciones y decisiones a toda la sociedad.


Los famosos “programas de gobierno”, aunque los llamáramos “programas revolucionarios” y al mismo gobierno también “revolucionario”, los programas eran aplicables dentro del sistema, sin tocar nada esencial en el funcionamiento alienante de la sociedad. Se hablaba en esos programas de mejorar los salarios mínimos (sorpresivamente Bukele decreta un aumento de este salario mínimo, después de que sus diputados habían archivado el tema). Hasta un tiranillo de pacotilla como el nuestro puede subir grandemente el salario mínimo sin correr el riesgo de volverse revolucionario. Esos programas consideraban mejorar la educación en todos los niveles de la enseñanza, eran un catálogo de todas las medidas que los gobiernos anteriores no tomaron nunca. Pero que perfectamente podrían haberlas tomado sin perjuicio mayor para sistema de explotación burgués. Por otro lado estos mismos programas eran en cierto sentido previsiones, proyectos, que nunca fueron realmente cifrados, ni calculadas las reales posibilidades económicas de realizarlos.


Me atrevo a recordar esto y a señalar los límites de esos programas por los que miles de compatriotas dieron sus vidas, por los que luchamos y que considerábamos como las aspiraciones más sentidas de los obreros y campesinos. Es cierto, y esto hay que también decirlo, fueron esos programas que durante los dos gobiernos del FMLN ni siquiera se plantearon, ni se intentó implementarlos. El argumento, en gran medida válido, que no se tenía la mayoría necesaria y que los aliados parlamentarios nunca hubieran apoyado esos programas, repito, la verdad es que no se intentó, no se movilizó a los trabajadores para exigirlos, para nuevamente luchar por ellos. Nunca se intentó establecer una correlación de fuerzas en las calles. También hay que decirlo que muchos de los que no estaban contentos con esta actitud del FMLN y se fueron a votar por Nuevas Ideas, están ufanos hoy con el gobierno actual que tampoco pretende mejorar la condiciones de vida de los trabajadores. Como ven, no todos sentimos, ni vemos los acontecimientos de la misma manera.


Vivimos en una realidad compleja


Ahora estamos enfrentados a problemas múltiples, no sólo se trata de combatir la política absurda del gobierno de Bukele, sino que de ir pensando cómo nos organizamos para emancipar el país de todos los dominios de la oligarquía y de los distintos imperialismos. Este es realmente el objetivo de una organización revolucionaria. Me refiero a la emancipación del país. Nosotros somos herederos de todos los esquemas y dogmas que surgieron en el siglo XX, nos empapamos de ellos y aún ahora luego de todas las derrotas sufridas no somos capaces de cuestionar esos esquemas y tampoco abandonar los dogmas. Aclaro que las derrotas a las que me refiero no son únicamente las nuestras, en nuestro país, sino que en todo el mundo.


Estas derrotas, aunque para nosotros fueron cataclismos y nos sorprendieron y estremecieron, no se trataba de una enésima plaga enviada desde el cielo por el todopoderoso. Las derrotas resultaron, fueron la consecuencia ineluctable, los efectos de causas, vienen del funcionamiento de un motor interno que conducía y determinaba nuestras acciones. Para no volver a lo pasado o seguir en lo mismo, cometiendo los mismos errores, estamos obligados a conocer el funcionamiento de ese motor, buscar las causas. No podemos conformarnos con criticar aceradamente los efectos.


La complejidad de la situación, aunque es mejor decir la complejidad de la realidad nos debe obligar a abandonar nuestros viejos modos de pensar, debemos de tener en cuenta siempre las interferencias, las relaciones múltiples que se tejen entre los diferentes componentes de esta realidad. Doy un ejemplo, muchos hemos criticado el verticalismo en el funcionamiento de los partidos. Este verticalismo no solo se refiere a las estructuras de la organización, sino que también al contenido y a sus formas. Pero al mismo tiempo tenemos que pensar en los sustentadores de esas estructuras, es decir los militantes, los individuos que dentro de esas estructuras dejan de tomar decisiones, que no tienen la posibilidad de manifestar su individualidad, su personalidad, que se vuelven apenas en ejecutantes (no siempre) de decisiones tomadas por otros, los dirigentes, miembros (casi nunca realmente elegidos, ni renovados) del buró político o de la comisión política. Estos militantes se tienen que persuadir de la justeza de las decisiones tomadas por otros y que ellos mismos no han tenido el derecho de deliberar. Y al privarse de la deliberación también se privan de la compresión del problema. El militante se enfrenta a la sociedad, a los problemas sociales sin tener los instrumentos para actuar de manera autónoma y plenamente armado para combatir lo que se ha llamado siempre la ideología dominante. Hay que entender que este funcionamiento vertical reproduce de alguna manera la pirámide de la sociedad misma en la que vivimos. De la misma manera que la sociedad capitalista es alienante, compuesta por los que están abajo y los que están arriba, estos partidos “revolucionarios” lo fueron también, pues el militante no adquirió los elementos suficientes para analizar por su propia cuenta la realidad en la que vive y lucha, sufrió además un terrible empobrecimiento cognitivo. Recordemos asimismo que uno de nuestros objetivos y tal vez el más alto es el desenvolvimiento pleno y total de la personalidad individual.


Actuar con los ojos abiertos


Agreguemos que tampoco los dirigentes estaban preparados para pensar correctamente la realidad, pues también ellos (sobre todo ellos) eran los herederos de los esquemas dogmáticos del pasado. Porque si esto no hubiese sido así, sus decisiones hubieran sido diferentes, correctas.


Con esta enumeración no se agotan todos los temas que se mezclan al verticalismo. Porque entran otro tipo de correlaciones e intrincaciones pues aún no hemos abordado el tema del autoritarismo y sectarismo que va ligado a este verticalismo, pues las decisiones se imponen, todos tienen que someterse a la autoridad del líder, a su modo de pensar, a su dogmatismo. Esto puede instalar un ambiente de sospechas y suspicacias, la instauración de corrillos, de capillas, la subordinación, etc. Con esto muere la camaradería, aunque la costumbre de llamar camarada o compañero a los demás miembros del partido persista. El verticalismo instaura y modela una jerarquía en la que se tiene que escalar para llegar a la cercanía de la cúspide o a la cúspide misma, el oportunismo surge como corolario y el intriguismo va produciendo sus víctimas, con esto se pierde la integridad moral del militante.


Lo que apenas enumero aquí no ha llegado de afuera, aunque lo de afuera tiene igualmente que ver con esto, pues nuestras actitudes particulares, individuales no dejan de ser sociales, con lo que significo que nos conducimos como lo haría cualquier otro individuo de nuestro país, somos dogmáticos con la violencia salvadoreña, somos sectarios como lo puede ser cualquier otro salvadoreño, etc. El funcionamiento de la sociedad nos impone a luchar cotidianamente por nuestra sobrevivencia y en este afán lo hacemos todos contra todos, con un sálvese el que pueda, impregnados de egoísmo. Este ambiente no deja de influenciar nuestro modo de ser, pues nos penetra y nos forma hasta los últimos huesos de nuestra intimidad.


¿Podemos seguir acarreando estas taras o debemos desecharlas? En todo caso es urgente que asumamos nuestra responsabilidad para abandonar los viejos esquemas y las viejas estructuras. Pero debemos hacerlo con los ojos abiertos y conociendo perfectamente lo que nos condujo a las derrotas.


 

4 comentarios:

  1. Esto que tu enumeras se aborda desde la escuela política, un mecanismo del que se renunció en los partidos. Por lo visto, la escuela sigue siendo necesaria y urgente.

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    1. Es posible que se aborde en la escuela polítuica, pero de allí que se halla abandonado me parece una exageración, pues las estructuras de todos los partidos sigue siendo verticalista y el famoso "centralismo democrático" si siendo la referencia. fundamental.

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    2. Y QUE TIENE QUE VER LA ESTRUCTURA VERTICALISTA DE LOS PARTIDOS CON LA ESCUELA POLITICA?

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    3. No puedo responder a esta pregunta, pues no sé a qué escuela política se refiere la persona que comenta arriba.

      Lo que me sorprende es que dice que esto se aborda en esa escuela política, pues hasta ahora lo he visto son algunas referencias del verticalismo, pero siempre afuera de las instancias partidarias.

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