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11 noviembre 2020

La hora es grave

Esta vez voy a abordar un tema cuyo carácter acucioso y de aguda dificultad nos impone prudencia y dejar de lado los arrebatos. Se trata de analizar cuál tiene que ser nuestra actitud ante las consecuencias inmediatas del triunfo de la corriente bukeleana en las próximas elecciones legislativas. La acuciosidad del tema es casi evidente, pues tenemos un gobierno que más parece “un puño de ladrones asaltando en pleno día la sangre de los pobres”, como dice el poema de Oswlado Escobar Velado, que un equipo cooperando para el bien del país. El capo de la pandilla tiene como costumbre insultar a sus adversarios, acusarlos de cualquier delito, por supuesto sin aportar nunca prueba alguna, exigir en cuanto la oportunidad se le presenta más y más dinero. En pocos meses el país se ha endeudado batiendo récords a repetición como un Bubka o un Usain Bolt.


Al proclamar la consigna “devuelvan lo robado” el candidato exhibía una pretendida pulcritud y honestidad sin límites. Los ladrones eran los otros y esos otros temían su espada justiciera cuando llegara al poder. Hasta el momento no se ha visto nada de eso, sino todo lo contrario: negociaciones con las maras, condenas y multas recibidas por abusos en su gestión municipal, nombramiento de familiares, amigotes en los puestos claves de su administración superando también en esto a sus predecesores. La lista de las fechorías y de sospechas de delitos las conocemos todos, no vale la pena enunciar el recuento.


La gran mayoría de los políticos mienten, pero el presidente salvadoreño adolece de una manía de mentir incomparable y no se trata de que mienta como lo hacen los otros, él miente tanto para engañar, es decir adrede, pero también miente como efecto de un desarreglo mental, es decir sin necesidad alguna, porque ese mundo de mentiras es el suyo. Pero esta manía se acompaña con otra de igual tamaño, un embelesamiento de su propia persona, que lo lleva a una autoestima enfermiza y a un engreimiento repleto de soberbia. Es por eso que no consulta con nadie, que exige obediencia y pleitesía, es la razón por la que hizo que los jefes militares en la toma del poder le juramentaran fidelidad y entrega a él y no a la Constitución. Esto no habla muy bien de los que le obedecieron. Pues ya tenemos tantas pruebas que los jefes militares y policiales están dispuestos a seguirlo en sus desmanes dictatoriales, ya lo hicieron el nueve de febrero y en los días anteriores cuando intimidaron a los diputados. Pero aquel día el inquilino de CAPRES nos compartió una noticia completamente delirante, tiene conexión directa con Dios y en esa oportunidad el Supremo lo apaciguó y lo calmó para que su santa furia de presidente desobedecido no fuera más lejos.


El covid-19 sirve para todo


Lo ocurrido recientemente en la Corte de Cuentas, cuando cerraron las oficinas que fiscalizaban los gastos de 500 millones de dólares usados en la pandemia. El pretexto fue el no respeto de las medidas sanitarias con el covid-19. El pretexto es para echarse a reír, pero el hecho en sí es totalmente indignante. Han sido repetidos los rechazos de ministros y del mismo presidente de rendir cuentas ante la Asamblea y ante la nación de los gastos realizados, algunos de ellos claramente sospechosos de corrupción. Este cierre y los motivos alegados es una rotunda tomadora de pelo, pero francamente no se trata solamente de eso, de que nos tomen el pelo y que nos supongan idiotas, sino que de algo aún más grave, la implementación de una dictadura está en marcha con el mayor descaro y a la faz de la nación entera. Hay en las redes sociales un atajo de canallas que se atreven a defender esta perfidia y desfachatez gubernamental. Los llamo canallas pues su fanatismo es extremo y defienden una zancada hacia atrás en nuestra pobre historia de reprobables hechos arbitrarios y criminales. Lo hacen de manera agresiva e inmeditada. Por lo general esta irreflexión es constante en los hinchas del presidente y son ellos los que propician el advenimiento de una nueva dictadura. Creo que en esta amenaza reside la acuciosidad del tema que abordo.


El país corre el peligro de encontrarse con un presidente controlando por entero todos los engranajes del Estado, sin ninguna vigilancia, sin ningún límite, en beneficio propio y de sus allegados. El país ya fue arruinado en este primer año y pico de gobierno, un gobierno sin plan conocido, sin proyectos de construcción de una nueva sociedad que es lo que anhela el pueblo que desalojó a “los mismos de siempre” de su dominio total del Estado. Las dos grandes fuerzas políticas fueron derribadas de sus pedestales y se han resquebrajado. Aunque la derrota no la sufren de la misma manera. Es cierto que la derecha arenera prefiere tener el sartén por el mango, pero el gobierno actual en el fondo no contradice sus opciones liberales y de dominio integral de la sociedad por el gran capital nacional e internacional. Son muchos los exareneros que han pasado a la nueva mayoría política sin muchos cuestionamientos, ni muchos escrúpulos. Es cierto asimismo que algunos exefemelenistas han emigrado hacia Nuevas Ideas y encuentran allí satisfacción a sus ambiciones personales.


Digamoslo sin tapujos en qué consiste la aguda dificultad, pues se trata de cómo podemos evitar que Bukele tenga a partir del 28 de febrero 2021 no sólo el sartén por el mango, sino también las ollas, las cacerolas y el comal entre sus manos y parta y reparta a como mejor le parezca y en beneficio exclusivo de su clica. ¿Cómo evitarlo?


Dictadura o seguir con el proceso democratizador


Aquí nos enfrentamos ante un campo político salvadoreño que ha sido desquiciado por el electorado. Los electores se han hecho cada vez menos presentes en los escrutinios, ha aparecido también una tendencia a anular el voto adrede para protestar, este movimiento de una elección a la otra creció, aunque sigue siendo marginal, pero no obstante ha dado que hablar más que la mera abstención. El desplome de los partidos “tradicionales” y la victoria de GANA (aunque en realidad no es el partido político el vencedor, sino que el candidato) constituyen tal vez el hecho más importante y significativo después de la firma de los Tratados de Paz. El otro hecho de gran importancia y tal vez el mayor es la democratización de nuestra vida política. Este proceso ha ido venciendo décadas de autoritarismo y mañas antidemocráticas, los fraudes y elecciones amañadas han desaparecido, la libertad de expresión se ha venido ejerciendo con dificultad, pero ha entrado en nuestro panorama político y ha permitido y propiciado justamente que el sistema de partidos entre en crisis. Sí bien el Ejército no desapareció por completo de la vida política y social no era el principal actor como lo fue durante décadas. La represión política se volvió más o menos marginal, aunque la vimos reaparecer con Flores y Saca, especialmente contra los ambientalistas. El poder judicial con la Sala de lo Constitucional y algunos tribunales comenzaron a actuar con cierta independencia y sus fallos fueron acatados, a veces a regañadientes. La Asamblea sin llegar a ser un lugar de entera deliberación y proposición, pudo discutir y a veces enmendar las leyes, proponer sus propias leyes y enmiendas. Las luchas sociales, es cierto decayeron, pero esto se debe más a una política de partido que por problemas institucionales. Es decir el proceso democratizador iba dando sus pininos, venciendo obstáculos, frustrando muchas trampas. Este proceso democratizador fue el resultado y la prolongación de la guerra, de una situación política exacerbada, en la que las posiciones eran obligatoriamente irreconciliables y polarmente opuestas.


Esta polaridad no se dio solamente en el campo político, sino que también en lo que ahora se llama sociedad civil. Esta polaridad se volvió detestable para muchos y blanco de ataques. Muchos la culpaban de ser el principal obstáculo para nuestra democratización y creadora de trabas para el buen funcionamiento institucional. En verdad, fue un obstáculo de la democratización, pero no tanto en las contiendas y disputas parlamentarias, pues eso se produce en muchos otros parlamentos sin que nadie se queje, ni eso haga perder el rumbo de la democracia representativa. El terreno en que esa polaridad tuvo nefastas consecuencias es lo que sucedía en la sociedad civil, entre los partidarios de uno o de otro campo, que entraron en una especie de esclerosis mental que se manifiesta en un dogmatismo y fanatismo completamente ciegos y sordos. Dos bandos a la par, pero separados abisalmente por rencores y frustraciones y por una historia de conflictos de toda índole que fueron perdiendo lo ideológico, para ahondarse en un pantano de emociones y pulsiones incontrolables. Debo señalar aquí que el proceso democratizador no se acompañó en lo económico y social por grandes avances, la situación que nos llevó a la guerra en estos dos respectos, el económico y el social, sigue sin mayores mutaciones, mejor dicho continúa estancada.


La democracia representativa no es una panacea universal, la vemos fallar en muchos lugares reputados “muy democráticos”. No obstante nosotros los salvadoreños no podemos pretender superar esta democracia con sistemas más avanzados (aunque percibamos su urgencia y necesidad), si apenas estamos aprendiendo a manejarnos con este sistema representativo, sin que aún hayamos gozado plenamente sus frutos. Digo esto porque en las próximas elecciones legislativas vamos a tener que optar entre continuar este proceso democratizador o simplemente entrar de nuevo en un ciclo de dictaduras.


Nadie en su sano juicio


Esta alternativa encierra cierto dramatismo, pues hace surgir tensiones sociales inexplicables, ya que a primera vista nadie en su sano juicio puede optar por volver al círculo infernal de las dictaduras. Sin embargo lo que está planteado en la escena nacional es justamente eso. Si Nuevas Ideas logra un triunfo arrasador, el presidente Bukele podrá ejercer el poder de manera aún más despótica y de manera aún más autártica de lo que ha venido haciéndolo desde su entronización como mandatario. Nuestro drama es que los que lo eligieron estaban hondamente convencidos de que con el nuevo presidente íbamos a tener un sistema democrático horizontal, de que el verticalismo autócrata reinante en el país, desde las empresas hasta la totalidad del Estado, iba a desaparecer, de que el nuevo partido iba a ser un modelo de democracia. La realidad es otra, hay una sola persona que manda en todo de manera inconsulta y nombra y despide con la misma facilidad y holgura con que se cambia los calcetines. Y sobre todo que no acepta críticas y ha llegado a atacar frontalmente a los periodistas y a otras personas que han expresado posiciones inconformes con su desgobierno. Estos ataques han puesto en peligro la libertad de expresión y de la prensa de tal suerte que organismos internacionales han manifestado su preocupación y de la misma manera la actitud del presidente respecto a los órganos del Estado legislativo y judicial ha sido de enfrentamiento y de desacato. En esto también internacionalmente hemos leído y oído críticas, protestas y advertencias. El presidente hace caso omiso de todo esto, como si le importara un comino perder prestigio y apoyo internacionalmente.


¿Qué opciones nos quedan?


¿Qué podemos hacer de aquí hasta el día de las elecciones? ¿Se puede crear un nuevo partido? ¿Que opciones tenemos? La primera pregunta no tiene una respuesta realmente muy difícil, los que estamos conscientes del peligro existente no nos queda otra cosa que alertar a la población, seguir denunciando los desmanes y las prácticas dictatoriales que se vienen introduciendo en el país. Seguir atentos y ser críticos ante la ausencia de planes de gobierno, de proyectos de acciones sociales y económicos en beneficio del país y de las clases más necesitadas. El cierre de las actividades económicas por el covid-19 han producido mayor desempleo y ahondado la pobreza endémica en nuestro país. Esto no se combate con paquetes alimenticios, ni regalitos preelectorales, sino que con medidas que cambien las estructuras que dan origen a estos males. Lograr esto es parte de una lucha que tiene que ser permanente. Se trata pues de una actividad que se mantiene y que debe profundizarse.


Respecto a la creación de un nuevo partido que pueda tener incidencia en las próximas elecciones es más que utópico, incluso legalmente ya es demasiado tarde. Los partidos (de izquierda) afuera del FMLN son por el momento muy marginales, algunos incluso desconocidos de la mayoría de salvadoreños. Y con esto estoy respondiendo a la pregunta “¿Qué opciones tenemos?”.


Los dirigentes (la famosa “cúpula”) del FMLN, ni el partido en general fueron capaces de realizar un análisis de sus propias actividades políticas y gubernamentales, que explicaran su descalabro electoral, su derrota política. Después de la derrota prometieron este análisis y no cumplieron con la promesa, hay algunas declaraciones que señalan tal o tal punto en particular, pero que no abarca toda la estrategia que fracasó o la ausencia de estrategia socio-política que los llevara a ser los actores del deseado cambio en el país. Las renuncias de algunos cupuleros no es un cambio estructural, ni tampoco las elecciones internas por muy “limpias” o “democráticas” que pudieron ser. Estas elecciones se organizaron de manera precipitada, se llevaron a cabo sin que el análisis de la derrota tuviera lugar en ninguna parte. Tuvimos candidaturas proclamadas individualmente, sin que estos candidatos presentaran ni un esbozo de la autocrítica necesaria y urgente, sin que presentaran las propuestas de programas, se realizaron siguiendo los modelos de los partidos burgueses. Lo que significa que no aprovecharon la lección que les dio la historia y sus propios electores, simplemente no escarmentaron.


Hay algunos temas que tal vez haya que abordarlos respecto a los diputados y jefes del partido, pero que se refieren a rumores, a suposiciones, sospechas y prejuicios, como que todos son ladrones, pero esto no se ha probado. El cambio en su nivel de vida es evidente, pero esto no es obligatoriamente resultado de un robo, sino que la gran mayoría de los diputados del FMLN no eran ricos, sino que gente pobre. Los salarios y los beneficios materiales del mismo hecho de ser diputados, les ha permitido llevar un ritmo de vida muy alejado al de antes y del que llevan sus electores. Los diputados del Partido Comunista Chileno le entregan al partido lo que perciben y este les devuelve el equivalente de un salario medio, lo mismo pasa en el Partido Comunista Francés, portugués y otros. Esto lo pudieron implantar en el FMLN. Lo que devengaban y las prebendas les ha permitido a algunos acumular ahorros substanciales. Pero este tema tal vez valga la pena abordarlo, pero es necesario dejar de lado todo lo que no se ha probado y es fruto de la imaginación y en algunos casos simplemente calumnias. Lo que interesa aquí es lo político y lo que se puede con toda seguridad aseverar de los dirigentes del FMLN. Hay una excepción y es el grupo que dirigió y dirige ALBA-Petróleos, cuya gestión ha sido oscura y el hecho comprobado de la existencia de cuentas ocultas en Panamá, lo que constituye un delito de evasión fiscal y de exportación ilícita de capitales: Merino y sus aliados son un caso aparte, aunque tal vez esto haya comprometido a otros más. Están presentes también algunas acusaciones periodísticas de El Faro.


Vuelvo al tema: estamos ante una seria amenaza de la reintroducción de un régimen dictatorial y estamos en búsqueda de un medio de cómo evitarlo. Las opciones que tenemos no son muchas, en realidad es una sola y esta no es óptima. Lo que voy a proponer está sujeto a discusión, a intercambios y a cuestionamientos. Muchos de los bemoles los tenemos todos presentes. Es a pesar de ellos que propongo una especie de “voto útil” o un voto que nos salve de la dictadura. Es por eso que propongo votar por los candidatos del FMLN, aunque en algunos casos también se pueda votar por otros candidatos independientes o no.


Pero este voto no se puede dar a ciegas, tiene que ser un voto meditado, no se trata de un voto sin consecuencias, es necesario que el voto se acompañe de una nueva actitud de parte de los votantes. No se puede seguir votando por “representantes”, sino que por delegados con misiones particulares y precisas. No se puede concebir el voto como un visto bueno, como un vale, en esto con toda la experiencia que a pesar de todo se ha acumulado, debemos saber que el voto es un acto puntual, que para que sea eficaz tiene que ser seguido de un control de las actividades parlamentarias de los diputados electos y exigirles que rindan cuenta de su actividad ante los electores. Esta es mi primera colaboración y espero que se entable un diálogo al respecto.





 

5 comentarios:

  1. Un documento que merece leerse con lectura comprensiva. Es imperdible y útil al análisis político. Gracias don Carlos.

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  2. Saludos estimado Don Carlos, siempre es grato leerle.

    Sin duda que las condiciones del país están lejos de estar mejorando, por el contrario el gobierno de Bukele ha significado un retroceso para lo poco que hemos avanzado en nuestro proceso democrático.

    Comparto su idea de realizar un voto "útil" como usted le llama, si es por el frente, otro partido o no partidarios, al final puede incluso ser voto cruzado. Pero creo que es muy importante buscar la manera de reducir la concentración del poder que pueda lograr Bukele,sin embargo, hay que considerar que nuevas ideas no necesita tener mayoría calificada para tener control de la asamblea y disponer de los demás órganos del Estado, la derecha siempre ha sido mayoría en la Asamblea y lo mismo será con Bukele y nuevas ideas, la diferencia es el carácter confrontativo de este gobierno, no creo que a estas alturas vaya a tener algún impacto en las elecciones una campaña por un voto útil, o que esta impacte positivamente para el partido.

    Más allá del resultado electoral, en el que el fmln será duramente golpeado, hay que ir proyectando la reorganización de la izquierda, en la que sin duda el partido será un actor, pero ya no central.

    Podemos temer a lo que Bukele pueda hacer y al camino por el que pretende transitar, pero más que medidas paliativas, necesitamos comenzar a reconstruir al movimiento social e iniciar un nuevo proyecto político apegado a la claridad ideológica y política de la lucha histórica revolucionaria, la que pretende acabar con el capitalismo, no llegar a acuerdos con el.

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    1. Anónimo12:42 a. m.

      Berardo Tejada: Estoy de acuerdo con su planteamiento. Es difícil; no hay organización social sólida... pero es el único camino.

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  3. Nuevas ideas no se detiene.los partidos políticos saben que prrxeran y el pueblo será el ganDos.mucho han robado hasta ya..

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  4. Anónimo5:22 p. m.

    Me parece un diagnóstico interesado en hacer creer que el actual gobierno es una dictadura, sin especificar los largos años de la dictadura roja y arenera, está última controlaba TODOS los poderes. Nayib ha hecho lo UE ninguna n gobierno hizo con su pueblo y eso es esperanzador. No es un dictador, solo que no agacha la cabeza a los dictados de Anep y los pequeñitos femelenistas. Don Carlos hace una excelente aproximación a la cúpula roja que se acabaron el frente, que hoy es solo migajas. Arena desmoronó y no se levantará. Ojalá que Nayib y NI demuestren su amor al pueblo para terminar a los no aptos y incrédulos. ROM

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