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28 febrero 2014

Contenidos y formas de los futuros combates

Justamente porque los argumentos que desarrolla Julia Evelyn Martínez son de peso y muy bien razonados que deben de ser discutidos con altura, es decir que esto impone argumentos también de peso que lleven ya sea a profundizarlos o a rechazarlos. No ha sido el caso de Ribera, pero tampoco el de Álvaro Rivera Larios. La recomendación de santa tolerancia es buena respecto a aquellos que siempre están dispuestos a las purgas, al denigramiento, a la proscripción, al ostracismo como respuesta al que no está de acuerdo con la “línea”. Antes, en un “antes” aún no muy lejano, al desviante simplemente se le tachaba de “elemento antipartido” y la discusión se cerraba. La discusión abierta y argumentada aún no existe en el país, en los que se dicen de izquierda.

Muchos han querido minimizar la importancia del “voto nulo” por el simple hecho de que no es computado oficialmente, que la ley no lo toma en cuenta. No obstante este defecto es de la ley y no de la voluntad del elector que desea anular su voto. Siempre ha habido personas que han anulado sus votos, pero es sólo ahora que se habla de él. ¿Por qué? Pues es la primera vez que esta actitud ha tomado la palabra contraponiéndose a la ley que la ha acallado. Se trata de la primera vez que el “voto nulo” es razonado con argumentos de peso. Digo de peso porque a pesar de que los que han practicado el voto nulo son minoría, sus argumentos han tenido que ser discutidos, han sido tomados en cuenta aun sea para denigrarlo.

Álvaro Rivera Larios vota y llama a votar por el FMLN, pero no tanto como un voto con contenido positivo, sino que negativo, para provocar la derrota de ARENA. Lamentablemente no argumenta más, no explicita las razones positivas por las que su entusiasmo no le permite declarar que su voto por el FMLN es justificado. Su voto antiarena es menos razonado que el “voto nulo” —que también es un voto contra ARENA— pues lo que denuncia es que en la política real del FMLN uno se encuentra con la misma ideología liberal o neoliberal que la de sus adversarios electorales.

Este punto es el eje de toda la argumentación de los que anulan el voto. Pues la política que se propone llevar adelante el Frente no difiere en mucho de la que promete ARENA. Salvador Sánchez Cerén ha insistido, ha repetido que se ponen al servicio de los empresarios, que son ellos el motor de la economía, el corazón mismo. Lo ha dicho que defenderán la empresa privada, que los patronos no tienen nada que temer de ellos, que los “sueños” de otra sociedad los han aplazado. En una palabra han abrazado la defensa misma de los fundamentos de la sociedad capitalista.

Esto es lo inaceptable, es que si queremos dejar en pie nuestras convicciones de que otra sociedad también tiene sus fundamentos reales, no podemos admitir que la historia se cierra con el capitalismo. El capitalismo salvadoreño lo vivimos a diario, es el que le permite a un millonario destripar un carro de 218 000 dólares, que representa lo que devenga en 72 años un asalariado con su salario mínimo. Es este el principio que se defiende al justificar la explotación capitalista como fundamento de la sociedad.

Además de haber despertado una discusión en su torno y sobre la necesidad de razonar el voto que se emite, los que se proponen anular el voto, por lo menos algunos de ellos, cuentan proseguir su lucha. Ellos no han esperado que los vengan a presionar. Pues muchos de los que critican el voto nulo, reclaman un después, cuestionan sobre qué va a pasar después de las elecciones, casi como un reclamo de continuidad de su civismo. Es muy sorprendente que una socióloga afirmara que el voto nulo se manifiesta cada tres y cinco años, como si los otros votos fueran cotidianos. El voto nulo como los “efectivos” tiene la misma periodicidad. Los que reclaman a los anuladores cuál va a ser su “después”, saben que ellos mismos están convocados en las próximas elecciones de nuevo a repetir lo mismo, votar por el menor mal. Entretiempo el sistema los obliga a guardar silencio. Los que anulan el voto denuncian justamente esta consecuencia del sistema político actual. También en esto el voto nulo muestra su utilidad cívica.

Es evidente que en los próximos meses el “movimiento” del voto nulo debe dejar de ser una actitud personal, como una actitud ética, de poner en acuerdo sus convicciones con la emisión del voto. Aquí se abre un campo entero de reflexiones a llevar a cabo: sobre los contenidos y formas de los futuros combates. Estas reflexiones tienen que ser plurales, a múltiples voces, pues si algo que se tiene claro dentro de una buena parte de los que anulan el voto es que el verticalismo impone una sola voz y un solo pensamiento, lo que significa que es urgente buscar las formas de asociarse horizontalmente, no sólo en la estricta forma de organizarse, sino que también en la manera de nutrir las reflexiones que abarquen todo el extendido social y político del país.


Nadie está en el derecho de exigir los frutos a la semilla, lo que sorprende es que los impacientes son los que se conforman con ir a votar por el menos malo. En estos días apenas se ha lanzado al aire semillas de reflexión, hay que esperar que algunas encuentren terreno fértil. Pero sobre todo llenarnos de paciencia, pues la impaciencia, como dice Hegel, pretende llegar al fin sin dotarse de los medios. Crear nuevos medios de lucha en la situación actual de adormecimiento de la conciencia de clase en el país va a ser harto difícil. La primera constatación que se nos impone es que en mucho estamos obligados a empezar simplemente por los principios. 

18 febrero 2014

Votar nulo encierra apenas una esperanza

Después de acumular tanto insulto, en su artículo en El Faro, de pintarnos como desposeídos de toda inteligencia, de invalidar sin más los argumentos, Ricardo Ribera se esfuerza por parecerse a los que llamamos al voto nulo. Digo esto en el sentido siguiente: pues si fuese tan inteligente, tan astuto, tan maravillosamente un hombre revolucionario, que aplica a la letra y en el espíritu el "marxismo-leninismo", entonces en ese caso nos hubiese dado un solo argumento que nos obligara necesariamente a cambiar de postura. No vi ese argumento por ninguna parte.

El mal menor queda igual, su "izquierda" necesita a la derecha y a los patrones para ganar las elecciones. Pero ¿para qué quieren ganar las elecciones? El gran estratega del compromiso que es Ricardo Ribera no nos da como muestra ni un capullo, una sola medida que vaya en favor de los trabajadores y en detrimento de los explotadores. No creo que pueda encontrar un solo ejemplo  en que el autor de “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo” haya entrado en compromiso con el enemigo de clase.

Nosotros estamos ahora ante un situación grave, muy grave, estamos entrando en una nueva etapa de nuestra historia, el partido que ha representado hasta ahora la defensa de los intereses de los trabajadores, asume abiertamente su papel de conciliador entre las clases, su papel social-demócrata. Y al entrar a este nuevo período podemos simplemente caer en un sistema de alternancias en que los votantes conformarán mayorías en favor del que en ese año se les presente como el mal menor. Luego se darán cuenta que tal vez se equivocaron y decidirán sancionar a ese partido y optarán esta vez por el otro. Y la próxima vez votarán al revés. Y ese túnel puede ser largo, sin que aparezcan ventanas por donde vislumbrar algún horizonte.

Este sistema no es una ficción, es lo que pasa en muchos países desarrollados y menos desarrollados. Es lo que pasa en Francia, en España, en Portugal, en Grecia, en Alemania (con un pacto ahora entre todos los partidos, pues ya no se encuentran diferencias entre ellos), etc. Esto llega a una estabilización de votos "tradicionales" para cada partido (nuestros "votos duros") y el paulatino, permanente crecimiento de la abstención. En esta situación los que al fin y al cabo tienen la opción de decidir es una pequeña franja de la población, la menos estable políticamente, la menos principista, la que se deja convencer por el desgaste que le produce en sus mentes el miedo.

Ricardo Ribera no ha tenido la suficiente inteligencia para rebatir los argumentos, apenas tuvo un tantico de ingenio, para acumular los substantivos que se inician en "in". Pero no nos dice nada que tenga valor de argumento. ¿Qué obligación tengo de optar por un candidato que no me convence? ¿Qué obligación tengo de votar por un candidato que juzgo traidor a los intereses de la clase trabajadora? Porque en definitiva, para mí, un partido que desde el primer año de su gestión nos repite las mismas medidas sociales como los grandes logros del quinquenio, no puede pretender a cambiar la vida. Y asumen el Asocio público-privado como si también eso fuera una medida que incluyera su programa inicial. Se olvidan que es una imposición estadounidense, que es una condición para ofrecernos la “limosna” milenaria. Sin decirnos que ese Asocio viene a prolongar y profundizar la política arenera de las privatizaciones. Ricardo Ribera calla sobre todas las denegaciones  de la simbólica promesa de devolverle al país su soberanía monetaria.  En su alegato se olvida que votar por un candidato requiere un convencimiento, presupone comunidad de principios, de objetivos, de aspiraciones.

Lo sorprendente es que Ricardo Ribera no cuestiona a los partidos en lid electorera por su "in-capacidad" de movilizar al electorado, pues la abstención alcanza a más de dos millones de electores, entre los cuales hay más de los que le faltaron a su partido para ganar desde la primera vuelta o de perder…

Nada nos dice de la afanosa insistencia de Sánchez Cerén y con él de todos los miembros de la cúpula partidaria, de respetar la Constitución. Cuando Schafik Handal tomó su bastón de peregrino electoral iba repitiendo “respetaremos la Constitución, toda la Constitución”, el mensaje era más o menos este: “no vamos a comportarnos como revoltosos, no nos tengan miedo”. Ahora el mensaje es totalmente otro, “tienen que darse cuenta, señores patrones de la ANEP que hemos abrazado su ideología, vean, todo lo hemos abandonado, que lo que nos queda de izquierda es apenas una capita para que los electores no se nos vayan”. Y si aun así no les entienden, declaran que no van a reformar nada, sobre todo los artículos pétreos, concepto este totalmente antidemocrático, refiriéndose a uno solo: el que garantiza la propiedad privada.

Pero esta promesa echa al tarro todas las convicciones y cierra para siempre cualquier posibilidad de  que nuestra sociedad se libere de la monstruosa tutela y dominación oligárquicas. Pues nadie puede negar que la vida que sufrimos viene justamente de esa dominación, viene también de la dominación extranjera. Es decir la clase trabajadora no puede dejar de tener como objetivo liberarse de la opresión social de la que es víctima en la sociedad capitalista. No es esta perspectiva la que le ofrece el FMLN a los trabajadores.  Es por eso que el voto nulo tiene un significado de esperanza, pues es una señal fuerte de que debemos buscar una salida, que no podemos, no debemos conformarnos con que el destino de nuestro país se reduzca a elegir a cada tanto el mal menor.


El voto nulo encierra esto, aunque sea apenas de manera embrionaria y no se nos venga a exigir que les mostremos los frutos, pues esto apenas se está sembrando, aún no tiene raíces. Por el momento es apenas una esperanza.